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7 may 2016

FELIZ Y BENDECIDO DÍA MADRE

EL PRIVILEGIO DE SER MUJER

Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas así mismo sean reverentes en su porte; no calumniaras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra no sea blasfemada…Presentándote tú como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir en contra…No defraudando sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador. Tito 2:1-7.

La palabra de Dios enseña a las mujeres a ser rectas para no defraudar a nadie, para que la misma palabra del Señor adorne nuestras vidas y nos haga hermosas desde el alma hacia el exterior; si como mujeres vivimos la palabra de Dios, no solo nos embelleceremos a nosotras mismas, sino también a nuestros hijos y a todos los que nos rodean.

La mujer construye vida y tejido social cuando somos maestras del bien; estamos llamadas a enseñar con el buen ejemplo a las mujeres más jóvenes, que ellas aprendan a ser mujeres decorosas y de honra amando a sus maridos y educando a sus hijos en los fundamentos y principios de las Escrituras.

No podemos permitir que el cimiento social del matrimonio se siga perdiendo, como una embarcación sin timonel, las mujeres debemos rescatar y asegurar las amarras del hogar sobre el fundamento del matrimonio entre un hombre y una mujer sabía. Hoy más que nunca la familia está en altamar en medio de tormentas, fuertes vientos y aguas turbulentas que la agitan queriendo hacerla naufragar. El mundo ha sumergido a la familia en borrascosa tempestad sin un faro ni una brújula que le indique la dirección a seguir.

Es muy triste reconocer que ya son muy pocos hogares que existen como Dios los creó y para lo cual los destinó. Es alarmante reconocer que la familia, esa esencia divina que sostiene una sociedad ordenada y en amor, ha ido poco a poco desapareciendo en el horizonte. Y que en vez de ser nidos de amor y refugio para los corazones de sus miembros son un desastre en todas las naciones de la tierra. Todo ello es debido al mar del desorden que la desdibuja con errónea información mediática. Aunque se hacen muchos talleres, seminarios, conferencias, escuelas de padres y hay muchos consejeros matrimoniales, se nota a las claras que no se ha aprendido mucho, ¿por qué?  Porque las familias no han regresado a la palabra de Dios.

Las fuerzas del mal, han apuntado toda su artillería infernal contra la familia, acribillándola con inmoralidad, adulterio, fornicación, homosexualidad, aborto, lesbianismo, esterilidad, liberación femenina, separaciones, divorcios, rebeldía de los hijos, delincuencia juvenil, drogadicción, alcoholismo, crimen y desorden de toda clase, esta larga de lista de males contra la familia nace en el infierno y está dirigido contra el hogar, tratando de hundir el barco del santo matrimonio. Pero Dios mantiene su plan para la familia a través de la mujer y sería bueno aprender tres cosas acerca de ese plan divino.

1. LAS MUJERES DEBEMOS DEJAR UN LEGADO. Siendo sabias, sobrias, prudentes, sanas en la fe, el amor y la paciencia; las ancianas deben mostrar reverencia en su porte, no ser calumniadoras, no dadas al vino, maestras del bien y que enseñemos a las mujeres más jóvenes. Las mujeres tenemos un ministerio de Dios en el hogar, ese ministerio es un legado basado en la enseñanza, dejando huella en los corazones, la mente y la conducta durante la crianza y formación de las niñas, las adolescentes y las jóvenes, ese es el plan de Dios que debe salir de las mujeres maduras y adultas del cuerpo de Cristo, basado en la Palabra de Dios para discipular esa juventud, que por falta de presencia de ambos padres en el hogar, hoy anda sin rumbo.

Somos mujeres de experiencia y vivencias que debemos inspirar respeto donde nos encontremos, exhalando la fragancia de la santidad. Como madres debemos despertar respeto, reverencia y delicadeza a nuestros hijos y a quienes nos rodean diariamente; nuestra belleza y pureza en Cristo se muestran en el estilo y forma de vivir y comportarnos. A eso se refiere ser maestras del bien, enseñar en amor pero a la vez con disciplina y autoridad con los hijos para que aprendan a manejar sus propios hogares.

Hoy se ha dejado la educación de los niños, adolescentes y jóvenes a los medios de comunicación, la escuela y otras personas diferentes a los padres; pero ¿acaso en la universidad les enseñan a las jóvenes a ser buenas amas de casa?

El ministerio más grande que podemos tener las mujeres es encontrarnos con las más jóvenes para discipularlas, evangelizarlas y ministrárlas con el contenido de las Escrituras porque muchas mujeres jóvenes no han tenido una maestra que las enseñe en los principios de Dios. 

Así que gran parte de nuestro valor como mujeres y madres responsables, esforzadas y valientes, es marcar el camino y escribir un legado en el corazón de nuestros hijos y nietos, desde nuestra posición de abuelas y madres; si no lo hacemos, estaremos desobedeciendo a Dos, y les estaremos robando una valiosa herencia a quienes decimos amar. A la vez nos perderemos de una bendición y un gran privilegio, porque nadie más les enseñará esas verdades fundamentales. Que cuando ya no estemos, nos recuerden con afecto y hondo sentir de agradecimiento por todo lo bueno y productivo que hayamos dejado escrito en sus corazones, ese será nuestro mayor legado.

2. DEJAR SEMBRADO EL AMOR DE DIOS EN LOS CORAZONES. Si desde niñas empezamos a enseñarles a nuestras hijas y nietas el amor de Dios en la práctica, ellas sabrán amar a su marido y a sus hijos cuando sean amas de casa. Ellas serán castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus esposos. Las mujeres jóvenes deben ver el amor de Dios en la práctica, cuando nosotras las mayores amamos y respetamos al esposo y a los hijos. Que ellas sepan que el lugar más seguro sobre la tierra para los hijos, es el vientre de una madre, por lo tanto no abortarán, porque los hijos se aman antes y después de nacer.

El amor debe ser expresado con palabras, con gestos, con hechos y con frecuentes expresiones de afecto, caricias y abrazos, así de simple es, hacerlas sentir amadas, tenidas en cuenta y con sentido de identidad y pertenencia a su familia; eso solo se obtiene pasando tiempo con ellas; que los hijos entiendan que ellos no son una carga para sus padres, sino que son realmente una bendición en el hogar. He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano de valiente. Así son los hijos habidos en la juventud, dicho  el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado… Salmos 127:3-5.

Como madres debemos orar todo el tiempo para que Dios nos provea un genuino amor para los hijos; un padre tiene influencia sobre el carácter de sus hijos, pero es la madre la que hace el impacto más grande en el alma y corazón de sus hijos; el amor debe ser nuestro estilo de vida en el hogar. Si usted es mujer y no le gusta la palabra de Dios, le aseguro que está en guerra con Dios, y quizá usted le reclame, si es que llega al cielo.

Debemos distinguirnos por ser mujeres discretas, serias, sensatas y de buen juicio; no superficiales, sino que usamos bien la cabeza porque sabemos pensar para administrar la casa; sabemos de nutrición, de cómo mantener saludable a la familia, entendemos la contabilidad para manejar los gastos, y hasta sabemos de decoración, esto es una mujer sabía que usa el cerebro y no  lo ha archivado. Es por todas estas cosas que Dios les dice a los hombres: El que encuentra esposa halla el bien, y alcanza el favor de Jehová, Proverbios 18:22, y en proverbios 31 dice que la mujer sabía le da bien a su marido.

3. DEJAR EL LEGADO EN EL CUIDADO DE LA CASA. Hoy en día muchos matrimonios fracasan porque las jóvenes esposas no saben hacer nada del hogar y muchos menos los jóvenes maridos. Como abuelas y madres maduras debemos enseñarles a nuestras nietas e hijas y aún a los varones a ser cuidadosos de su casa, hacendosos del hogar, porque el hogar lo construye la pareja unida, la administración del hogar es una tarea aprobada por Dios, Que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, que gobiernen su casa y no le den lugar al adversario, 1 Timoteo 5:14. Esto no quiere decir que la mujer debe enclaustrarse en las cuatro paredes de la casa, la mujer debe recibir educación e instrucción para que sea buena ama de casa, pero la sociedad actual cree que ser una trabajadora del hogar es algo del pasado y anticuado, no se puede denigrar a la mujer porque se dedique a ser ama de casa, su papel es muy valioso, incalculable e irremplazable.

La biblia enseña que la mujer debe estar en el hogar, porque dice que ella gobierne bien su casa, esto claramente afirma que la mujer es la que manda en su casa; por lo tanto ella debe ser la soberana y la reina de la familia. No existe llamado ni carrera más grande e importante que ser mujer de hogar, porque ella es la que edifica bien sus hijos. La mujer está atenta a las necesidades del hogar y de su esposo como algo primordial y principal. Si una esposa desea salir a trabajar fuera de casa, debe preguntarse si eso ayuda o perjudica la armonía y estabilidad de su familia.

Las mujeres estamos llamadas a ser moralmente rectas, una mujer en cuya boca está la ley de la ternura y el afecto, porque ella une, concilia, es enfermera, psicopedagoga, guardaespaldas, vidente, secretaria, psicóloga, educadora, cajero automático, GPS, nutricionista y vive de guardia las 24 horas del día los 365 días del año.

Todo hogar necesita una cabeza y un corazón, el esposo es la cabeza del hogar y la esposa es el corazón que hace latir el hogar, esto da armonía y equilibrio a la familia. Una mujer no debe ser odiosa ni brusca; si Dios dice que la cabeza del hogar es el esposo, eso no quiere decir que sea un dictador, él debe ser sacerdote amoroso de su familia. Debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia y se entregó así mismo por ella, el marido debe estar dispuesto a dar su vida por su esposa. Los esposos deben permanecer unidos en Dios para guiar juntos a sus hijos.

Efesios 5:22-33 dice que la mujer casada debe estar sujeta a su marido, eso no tiene que ver con la igualdad que habla el mundo, los esposos son iguales ante los ojos de Dios en amor, autoridad y valor dentro de la familia. Pero Dios creó hombre y mujer con sus roles y características únicas, pero el diablo ha trabajado para hacer ver al hombre y a la mujer idénticos, destruyendo las diferencias dadas por Dios y confundiendo a los más jóvenes.

La mujer que rechace el plan de Dios con respecto a su rol de madre, esposa y mujer de familia, está en grandes problemas y no tendrá paz; estará en pecado de rebelión contra su Creador, tendrá grandes desacuerdos con el esposo, porque en vez de ser su complemento será su competencia, y esa no es la voluntad de Dios.

Tendrá dificultades con sus hijos porque no la respetarán, no se le sujetarán, ni le obedecerán, ellos no podrán ser controlados por una mujer que rechaza el plan de Dios, ¿por qué? Porque ella misma no está bajo la autoridad de Dios, por eso todos y todo en su casa estará en desorden y en guerra. La mujer fuera del orden de Dios tendrá dificultad con ella misma porque sus más profundos deseos no le serán satisfechos, el marido no la complacerá, los hijos no la obedecerán y ella no será feliz.

Mujeres Dios nos ha dejado el más hermoso y grande plan de responsabilidad y amor y si no estamos trabajando en ello, entonces somos parte del problema social y no parte de la solución para conservar la familia, la sociedad está mal por desechar los principios y mandatos de Dios establecidos para mantener el orden y conservar la vida en justicia y verdad.

¿Acaso es esta la sociedad que Dios planeó? ¿El caos y el fracaso de la familia de hoy, es acaso la voluntad de Dios?

Volvamos a las directrices divinas y habrá verdaderas familias, verdaderos hogares, esposos felices, esposas satisfechas e hijos felices y sanos integralmente.

Señor gracias por tu palabra, por favor ayuda a los padres y madres de nuestra nación a regresar a los principios establecidos por Ti, para salud de la familia y bienestar de la sociedad. Amén.

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