SACA
LOS ENEMIGOS Y REEDIFICA EL TEMPLO
Vayan
ustedes a los montes; traigan madera y reconstruyan mi casa, YO veré su
reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria, dice el Señor-. Hageo 1:8
NVI.
Hoy retomo este mensaje
que inspiró el Espíritu Santo el 19 de junio de 2015 porque nuevamente el
Eterno Creador nos llama a reconstruir su templo, pero no sólo es ese templo de
ladrillos y arena, Él nos llama a reedificar el templo de nuestra vida, porque
somos templo del Dios viviente, somos piedras vivas, el corazón del Santo
anhela un avivamiento, una nueva generación, que se levante y muestre su
poderosa gloria.
Somos madera en las manos de Dios, para arder en el fuego de su Espíritu, para
dar el calor del amor divino, debemos ser una llama ardiente que alumbra la
oscuridad del mundo y reflejar su gloria, Él es el único que sana a los
enfermos y resucita a los muertos, Él anhela hacerlo a través de su Iglesia. La
cruz fue madera de maldición donde quedó clavado todo nuestro pecado, todas
nuestras maldiciones e iniquidades quedaron allí; Cristo nos ha hecho
olivos verdes, plantados en su casa, hemos sido llamados para llevar Palabras
de vida, esperanza y poder de Dios a muchas gentes, pueblos y naciones. YO he
venido para echar fuego sobre la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera
encendido! Lucas 12:49.
Ese es el deseo de Dios,
que su Iglesia, arda en el fuego del Espíritu a través de los dones, el fruto y
la santidad trayendo despertar espiritual y avivamiento a nuestro alrededor. ¿No es mi
palabra como fuego, declara el Señor, y como martillo que despedaza la roca? Jeremías
23:29. Ese fuego solo arderá si
vivimos su palabra y en su palabra, siendo hacedores de los mandamientos y los
principios eternos del reino del Altísimo.
Cuando Dios nos habla a través del Apóstol Pablo en 1
Corintios 3:12-15 menciona algunos materiales como el oro, plata, piedras
preciosas, heno y hojarasca, estos representan características de las obras
humanas, y sobre esos elementos han edificado algunos, pero la obra de cada uno
será manifiesta, 1
Corintios 3:13 y 4:5, porque es el fuego de Dios revelará tales obras.
HOY, Abba Padre, nos llama
a reedificar nuestra espiritualidad, nuestro hogar, nuestras vidas, nuestras
emociones, nuestra sexualidad y todas las áreas de la vida humana que están en
desorden, porque muchos han edificado sobre hojarasca, arena y heno. Pero el Espíritu
de Dios nos ha sido dejado para ayudarnos a edificar sobre oro, plata, piedras
preciosas y sobre el mayor fundamento de la fe: La Roca viva que es nuestro
Salvador; la esposa del Cordero es la única que puede construir la gloria
de Dios en la tierra, para que seamos vasijas de honra e instrumentos
de su gloria, siendo portadores de su presencia.
El Señor nos dice que
vayamos a los montes, es un llamado a la oración fuerte, a la oración que
clama, que gime fervorosamente, que pide perdón y misericordia, esa clase de
oración que conmueva las fibras del corazón del Santo para transformar nuestra
tierra. Dice en plural montes, porque no es una simple y sencilla oración de
unos cuantos en un día, son oraciones en la unidad del cuerpo, oraciones que lo
impregnen e invadan todo con el poder de su santa presencia, nosotros somos
reflejo de su gloria.
Cuando nos dice: traigan
madera, nos manda a traer nuevos creyentes, nuevos discípulos, nuevos
servidores del reino, nuevos salvados que puedan ser parte de la grandeza del
reino de Dios en la tierra para estos últimos tiempos, donde vemos un mundo tan
ausente y necesitado de Dios, la madera en la biblia representa lo humano, por
eso si lo aplicamos a nosotros, el Padre nos llama a ser madera que de calor en
medio de la indiferencia del desamor del mundo, trayendo nuevas vidas para Él. Pero
lo hemos dejado de hacer porque hemos reemplazado la autoridad divina con la
rebelión y la presencia de Dios con la de satanás, hay cosas sucediendo en el
mundo y no podemos seguir indiferentes ni cínicos, ¡el tiempo apremía! Salgamos
de esa actitud que nos impide reconstruir el templo..
Reconstruyan mi casa, vuelvan a santificarse, reconstruyan sus vidas y sus
hogares, transformémonos en el poder del Evangelio, que sea visible la
regeneración y el cambio, que venzamos la mentira con la verdad, que vivamos
con sinceridad vidas rectas, porque de nada servirá orar y orar si no nos
santificamos. Así como en la antigüedad el pueblo había sido sacado de la
cautividad, hoy el Señor nos quiere sacar de cautividad del mundo, de los
fuertes, de la inercia, del desamor, de la apatía y de la tibieza espiritual
para ser madera que arda continuamente en el altar de Dios, que podamos hacer
arder el fuego de divino en los corazones y las almas allá afuera de las
paredes del templo físico, podemos hacerlo de cerca o de lejos. Un cambio de
adentro hacia afuera, arreglando cuentas con Dios frente a frente y cara a cara
ante su majestad; que hagamos la diferencia entre el bien y el mal y que
impactemos para la eternidad permeando la sociedad con su gloria viviente..
Es hermoso cuando dice, YO veré su reconstrucción con
gusto, y manifestaré mi gloria, dice el Señor. Cristo es el
fundamento, la Principal piedra del Ángulo y la Cabeza del cuerpo, Él desea ver
a sus miembros trabajando con pasión, lanzando la red diariamente
acompañados del Espíritu de vida, reconstruyendo la pureza, la verdad y la
justicia. Nosotros somos sus peritos arquitectos, a quienes el Señor estará
mirando y regocijándose ante la diligencia, la efectividad y el funcionamiento
del cuerpo, pero cuando Dios nos envía a realizar una tarea, pueden surgir
enemigos para la obra, los cuales debemos sacar y vencer.
1. El temor.
Según el original hebreo es un estado de las emociones donde temblamos asustados
e inseguros ante alguna situación. En Mateo
8:23-28,
los discípulos tienen miedo ante la tempestad que agita la barca, mientras
Jesús dormía; ellos lo despiertan atemorizados ante el viento y la tempestad
porque la barca se hundía, pero Jesús serenamente les dice: ¿Por qué teméis
hombres de poca fe? El Señor reprende los vientos y el mar para darnos su
calma. La palabra nos enseña, que el temor estanca y paraliza por eso los
discípulos no sabían qué hacer, ellos corrieron a Jesús, y es lo correcto, pues
si Él está con nosotros, nada podrá contra nosotros. El miedo proviene de la
falta de fe moviendo nuestras emociones. No tengamos miedo, somos fuertes y
valiosos en las manos del Gigante poderoso de amor, aun afrontemos un tiempo
difícil que nos produce algún temor, al final todo acabará, Jesús pasó por
cosas similares y venció para darnos valor y fuerza, hoy somos más que
vencedores en Él.
Cuando llegan las dificultades, las encrucijadas y el dolor, muchos dejan de ir
a la Iglesia, dejan de orar y de buscar a Dios, pero ahí está el error, no
podemos salirnos de la barca cuando llega el conflicto, por el contrario, es
cuando más debemos permanecer en la barca de la fe, en la barca de la oración,
en la barca de la Iglesia y la presencia de Dios, Él reprenderá los fuertes
vientos y el mar agitado, la barca no naufragará. Mantengámonos en la barca a
pesar de todo, y no razonemos por temor contra la verdad y los mandatos de
Dios, así podremos reconstruir su templo, Dios mirará complacido mientras
actuamos en oración, buenas obras, predicando, adorando y alabando su majestad.
2. La preocupación. En el original se traduce como tener la mente dividida por la
ansiedad y los pensamientos partidos con lo malo y lo dañino, con la
preocupación detenemos el flujo natural de la energía creativa, cuando nos
preocupamos no tenemos cabeza para pensar con cordura e inteligencia. Jesús
dice en Mateo 6:25, Por tanto os digo: No os afanéis
por vuestra vida, qué habréis de comer o qué habréis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido? Cuando nos preocupamos estamos dejando a Dios
de lado porque dejamos de mirarlo a Él para fijar los ojos en la adversidad.
No podemos olvidar que Dios todo lo puede cómo lo dice su Palabra, ¿acaso si
nos preocupamos pagamos las deudas, sanamos o cambiamos las nefastas circunstancias? Orar es la opción, cuando
oramos engrandecemos a Dios y nuestros problemas se hacen pequeños, si nos
angustiamos hacemos lo contrario. ¡Si las
aves no trabajan ni siembran y Dios las cuida, ¡cuánto más hará por nosotros
que somos sus hijos! Ya es tiempo de sembrar confianza y fe en nuestro
llamado, en nuestros dones, para la reconstrucción de nuestro templo que es
casa de Dios, así veremos cosecha al 30, al 60 y al 100 por ciento.
No temas si te ignoran o rechazan, no temas si te vuelven la espalda, tampoco
tengas miedo de desarrollar lo que Dios te ha dado, El Señor te está susurrando:
“YO SOY quien te sostiene, YO se lo qué necesitas, no temas ni te preocupes, YO
Soy tu Roca”.
3. La duda.
Es falta de confianza en Dios y sus promesas, eso es pecado que Dios abomina,
por eso dice que sin fe es imposible
agradar a Dios, Hebreos 11:6; el diablo
siembra la inseguridad de la duda en nuestra mente y dudamos de Dios olvidando
su fidelidad, para movernos en nuestras fuerzas. Sin fe es imposible alcanzar
milagros porque vacilamos entre dos aguas, en lo incierto que va de un lugar a
otro, Jesús no hizo allí muchos milagros, a causa de la
incredulidad de ellos, Mateo 13:58. Dios es nuestra torre fuerte, y cuando dudamos se afectan la
decisión y la acción y corremos el riesgo de caer o quedarnos quietos e impávidos.
Tampoco debemos dudar de hacer la obra por el temor de aquellos que nos quieren
silenciar.
En el original, la palabra
duda se relaciona con desobediencia, rebelión e incredulidad, por lo tanto Dios
aborrece la duda. Jesús habló de enviar al Espíritu Santo para convencernos de
pecado, justicia y juicio, y es de ese pecado de incredulidad del que Él debe
convencernos. Dudar es afrenta directa a la veracidad de Dios, la falta de fe,
roba y rompe promesas y bendiciones en los creyentes, por eso muchas veces no
vemos respuestas a nuestras oraciones. Oramos un momento, luego dudamos.
La pregunta es: ¿Vale la pena seguir dudando? Vale la pena seguir teniendo
miedos y preocupaciones? ¿Es verdad eso que piensas? ¿Te ha dejado algo bueno
estar dudando de Dios?
Lo que Dios te ha dicho y ha originado en ti, lo cumplirá, porque Él es Verdad,
El Amado Dios siempre llevará a cabo sus propósitos, así que ¿por qué tememos,
que preocupamos, por qué dudamos? Nunca sabremos lo que Dios hará en
nuestras vidas si dudamos. Jesús dijo en Mateo 6:64. “Hay
algunos de vosotros que no creen,” y muchos dejaron de seguirlo. Pero Pedro reconoció la majestad de
Cristo cuando afirmó: Señor, a
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, Juan 6:68.
Así que ni el más grave problema, ni las situaciones más inquietantes, ni el
dolor más intenso, justifican que dudemos de la profundidad y verdad del amor de
Dios, mucho menos cuando Él nos ha dado una palabra para levantarnos, para
empezar de nuevo, para reedificar el templo vivo de Dios que somos tú y yo.
No desfallezcamos, nos paremos de hacer lo que Dios quiere que hagamos.
Edifiquemos nuestro templo, demostremos nuestra lealtad a él y practiquemos su
amor y misericordia, fortalezcamos la fe en Él y veamos sus promesas hechas
realidad en nuestra vida, en la Iglesia y la nación. El tiempo es
apremiante para sembrar porque mañana veremos la justicia del Dios Santo,
actuemos con sabiduría, llenémonos de su fuego y su poder y reconstruyamos la
casa de Dios y el templo del Espíritu, así estaremos listos para ir donde Él
nos llame.
¿Cuáles son las áreas de tu vida que deben ser reconstruidas?
Mg. Myriam Elizabeth Hernández, Hija el Dios vivo, real y veradero y servidora de su reino.