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24 abr 2018

DECIDO DEJAR HUELLA


DECIDO DEJAR HUELLA

De tu amor YHWH, El Gran YO SOY.

El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo que ustedes son mis discípulos, Juan 13:35.

El fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, gozo, paz, paciencia, gentileza, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio, y no hay ley que condene estas cosas, Gálatas 6.22-23.

Yo sé que lo mejor que puede hacer el ser humano, es alegrarse de su trabajo haciendo el bien, Porque ¿quién podrá hacerle ver, lo que sucederá después de él? Eclesiastés 3:12 y 22.

En lo árido y en lo fértil, en la tristeza y la alegría, en la salud y en la enfermedad, en la situación que estemos pasando, Dios se manifiesta y se engrandece, de extremo a extremo de la tierra; Él envía bendición y salvación marcando el sendero de nuestro corazón y enderezando nuestros pasos hasta llegar a la meta. Todo lugar que pises con la planta de tus pies será tuyo. Tus fronteras se extenderán desde el desierto, en el sur, hasta el Líbano, en el norte, y desde el río Éufrates, al oriente, hasta el mar Mediterráneo, en el occidente, Deuteronomio 11:24. Tal como se lo

Nuestro Salvador Jesucristo marcó la historia de la humanidad, dejando una enorme huella del amor del Padre con su sacrificio supremo de la cruz, en el corazón de quienes le creen y lo aman; de igual manera, nosotros, como hijos de Dios y redimidos en Cristo, estamos llamados a dejar las huellas de amor del Maestro por donde Dios nos permite andar, estamos comisionados para dejar un legado de vida por la eternidad, porque nuestras obras quedan escritas en el libro de la vida, Y vi los muertos, grandes y pequeños que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos, el cual es el libro de la vida, y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros. Apocalipsis 20:12.

El amor de Dios en el sacrificio, muerte y resurrección de Jesucristo nos ha marcado el alma con verdad y ternura, para que hagamos lo mismo mientras caminamos por esta tierra, asi que, dejemos huella de bondad, justicia e integridad, trabajando y clamando por la salvación de miles como lo dice el apóstolSirviendo al SEÑOR con muchas lágrimas, Hechos 20:19. Cristo ha marcado y transformado mi vida, hoy testifico un poquito de lo que vi en visiones mientras adoraba en el templo, en tres oportunidades diferentes, más o menos en un lapso de siete años de crecimiento y madurez junto al Dios vivo, real y verdadero, Porque en la palma de sus poderosas manos, Él nos lleva esculpidos. Isaías 49:16.

La primera vez, recién salí del seminario,  vi a Jesús de lejos a la orilla de una grande y hermosa playa rodeada de mucha vegetación y un limpio mar azul delante; mientras Él caminaba a lo lejos me decía con la mano que lo siguiera, yo lo veía muy distante y corría pero no podía alcanzarlo; en la segunda visión lo vi en la misma playa, pero ya no caminaba lejos, sino que Jesús se paró a mitad de la distancia a esperarme mientras me decía con la mano que lo siguiera, yo corría queriendo estar pronto junto a Él, pero no llegué; en la tercera visión, en la misma playa, vi que Jesús ya no estaba distante ni seguía caminando, sino que me llevaba de la mano y caminábamos juntos hombro a hombro mientras hablábamos como dos viejos amigos; con estas visiones y muchas más experiencias personales con Jesús, Él ha dejado huella de amor, verdad y ternura en mi alma. Jesús no necesitaba que nadie le diera testimonio de los hombres, porque Él sabía lo que había en los corazones. Juan 2:25.

Es nuestro SEÑOR Jesús quien nos hace amar más y más a Abba Padre cada día al llenarnos con su Espíritu; ese amor nos lleva a servir y seguir a Cristo con toda nuestra vida, dando lo mejor cuando hay oportunidad; amo a Dios con pasión y no puedo evitar testificar, hablar y enseñar de su grandeza y poder salvador, por eso, y como privilegio dado de lo alto, están los escritos de este Blog, cada uno fue inspirado por Dios en diferentes circunstancias, con el propósito de dejar huella que exalte su nombre y ensanche su reino, porque Jesucristo es real, está vivo, nos cuida, nos mira, nos habla, nos oye y camina a nuestro lado, cada uno lo percibe cerca o lejos dependiendo de nuestra comunión con Él,  nuestro estilo de vida y amistad con el Espíritu Santo, el Eterno siempre está ahí, a nuestro alcance. ¿Andarán dos juntos, si no estuvieran de acuerdo? Amós 3:3; Si dos caminan juntos es porque están de acuerdo.

Ser amigos del Bendito Hijo de Dios y caminar a la Luz de su mirada es el mayor privilegio y la más extraordinaria experiencia que cualquier ser humano pueda disfrutar; lo mejor que nos puede pasar y nos permite dejar huella es su misma presencia, Él a través de mí, es el legado, que yo quiero dejar con dulces y hermosos recuerdos que llenen el corazón, primeramente de mi familia y de la gente, especialmente en mis hijos y cercanos; dejar huella en aquellas personas que me ha conocido de cerca y de lejos, en aquellos que mi Creador me permite y permitirá llegar para que se acerquen a su reino, a través de este bendito ministerio escrito: Con pasos firmes en Dios. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que andemos en ellas. Efesios 2:120.

Deseo que la gente me recuerde como una mujer enamorada y apasionada por Dios; aún siendo tan imperfecta, quiero sembrar en los corazones un deseo intenso de vivir junto al Rey de reyes y que puedan vivenciar la realidad de su majestuosa y tangible presencia; solo Dios en Cristo Jesús, puede movernos el piso y marcar nuestra vida de manera única y extraordinaria cuando se lo permitimos. Digamos como Pablo: Soy siervo de Cristo Jesús, he sido llamado por Él, y apartado para entregar su evangelio. Romanos 1:1.

Decido dejar recuerdos de mi vida en Cristo Jesús; si se me permite, y con humildad lo digo, anhelo que muchos tengan el manto que yo tengo en la presencia del Santo; a Él conozco de manera personal, más y más a cada momento cuando oro, cuando intercedo y me sumerjo en su palabra, cuando voy por el camino y cuando adoro, aún cuando guardo silencio pero mi corazón y mi mente están en Él; continuamente converso con Dios y busco su rostro estando a solas, yo me deleito en santidad bajo su nube de gloria, para luego transmitirlo a otros con entrega y generosidad; me gozo dando lo que mi Padre me da, mi deseo es que miles conozcan a Dios y lo tengan como su mejor amigo al ser salvos en Jesús. Si alguno se quiere alabar; que lo haga en entenderme y conocerme, que YO SOY el SEÑOR, hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas quiero, dice el SEÑOR todopoderoso, Jeremías 9:24, Y lo que quiere mi SEÑOR, yo también lo quiero 

Se con seguridad que un día mis hijos se sentirán felices de haber tenido una madre que amó a Dios con toda su vida, soy humana, con defectos, debilidades y fortalezas, pero me renuevo y santifico las veces que sea necesario, si fallo, no tardo en correr a los pies de mi SEÑOR para ponerme a cuentas con Él; YHWH es mi prioridad, soy férrea seguidora de mi Rey Jesús, adoradora del Padre y fiel amiga del Espíritu de Dios. Estoy convencida que no podemos dar nada, si Dios no nos lo ha dado y enseñado antes, y si no nos lo ha entrenado de manera personal a través de las experiencias que vivimos con Él, sea en la pruebas, los desiertos, las tristezas con muchas lágrimas y las bendiciones con sus alegrías; ser ungidos es vivir llenos del Amado para poder vencer los continuos retos de la vida; dar esta clase de testimonio es parte de ser obedientes y dependientes del SEÑOR llevando las buenas nuevas, El SEÑOR dice: Mis ojos están puestos en ti. YO te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir, Salmos 32:8.

Para mí es un honor y un privilegio caminar con Cristo y extender su reino, pero también una gran responsabilidad cada vez que escribo, comparto, oro, intercedo, trabajo con los niños y realizo alguna labor en el nombre de Jesús, todo lo que hago es con pasión, con entrega y compromiso con Aquel que me llamó, me formó, me salvó, me dio vida nueva y me hizo una con Él; me solidarizo y siento gran dolor con la gente que sufre, cuando intercedo, la mayoría de las veces me quebranto como el mismo SEÑOR se sensibilizó y lloró ante la tumba de Lázaro, Jesús siempre demostró la ternura de su amor y compasión; ruego que todos podamos ser como Él. ¡Pero, ánimo, Zorobabel! ¿Ánimo Josué…! Anímense todos ustedes, gente de mi nación. Trabajen, que YO estoy con ustedes. YO el SEÑOR todopoderoso, lo afirmo. Hegeo 2:4.

La vida con Jesús es una continua experiencia de amor, con momentos alegres y tristes como todo lo que le pasa a un ser humano mientras vive, pero al mismo tiempo vemos vez tras vez su mano poderosa y misericordiosa dando sin medida; no cambio por nada vivir en la profundidad del amor, la presencia y fidelidad de Dios, Él está vivo, es real, extraordinario, inigualable y maravilloso cada instante, Porque ¿A quién tengo yo en el cielo? ¡Solo al SEÑOR! Y si estoy con Él nada quiero en esta tierra, Salmos 73:25.

Lo que escribo a continuación, brotó en mi alma, desde que conocí a Jesús, porque mi vida se volvió como una caja de música donde continuamente brota una melodía, una poesía y cántico nuevo para mí SEÑOR. Este mensaje ya lo había compartido, hace algo más de 15 años en que compartía lindos mensajes a través del E-mail, de los correos, en imágenes de PowerPoint con melodías, y lindos paisajes bíblicos, llenos de contenido y de vida, hasta cuando empezó este Ministerio en 2015, del Blog conpasosfirmesendios.blogspot.comHagan ustedes con los demás como quieran que ellos hagan con ustedes. Lucas 6:31 

Esto es algo que hoy recreo para honrar a mí Amado Dios, con el anhelo de llegar a muchas vidas y tocar corazones que se sensibilicen a su amor, su presencia y su palabra, para vivirlo y seguir de la mano del SEÑOR, y que muchos de ustedes, mis queridos lectores, adoren y amen fervientemente a Jesús nuestro Salvador; ruego que quienes leen se comprometan con Él, su reino y su propósito de vida:

Dejar huella quiero…

Huella que marque el camino de cuantos el SEÑOR me permita conocer, impactar, enseñar y ayudar.

Dejar huella en el niño, cascabel de sonrisas, que espera inocente, las limpias caricias, en tiernos momentos de ruidos, juegos y risas.

Dejar huella quiero, en el joven, torbellino de inquietudes, preguntas e impulsos, joven que reclama amor, compañía, comprensión e instrucción en tiempos de aprendizaje y formación, porque ellos requieren enseñanza, corrección y disciplina en buen ejemplo lleno de amor; un joven espera lo mejor de sus padres y sus mayores para tener a quien imitar.

Dejar huella a todos quiero, huellas de sabiduría con buen testimonio, en el carácter de un hombre fuerte, que es fuente de destrezas, fuerza y valor, un hombre que sueña junto a su familia, llenar los templos para adorar y servir a su Creador.

Dejar huella de apoyo quiero, de compañerismo y honor en la mujer, que espera ser escuchada y amada, porque ella es fuente de vida y riqueza sin igual de ser madre; ella, que paciente sus críos y en camino de luchas transita cada día, con persistencia y gran tesón, siempre buscando dar lo mejor a sus hijos, atendiendo su casa, negándose a sí misma y en muchos casos como el mío, muriendo a ser mujer para ser madre consagrada y de gran valor.

Dejar huella quiero, de dulce ternura en el anciano, que, con sabiduría, experiencia y bondad, nos muestra en su rostro, las huellas de sus propias luchas, y que al final, con delicadeza y paso lento, nos hace reflexionar para ayudarnos a conducirnos, en lo que seremos mañana, mientras llegamos al final de la jornada.

Dejar huella quiero, de vida y afecto, sembrando cariño, irradiando rayitos de luz, de fe y esperanza que brotan desde el buen Salvador que reside en mí alma, con tiernos abrazos que emanan amor sincero y sin limitación.

Dejaré huella, levantando mis brazos, para regalar consuelo a todo aquel que venga pidiendo ser amado y aceptado; no me quedaré al lado del camino, no, a pesar de distancias, bregas, dolor y mal entendidos, enviaré palabra al corazón herido, para que una luz de Cristo los pueda llenar y alegrar, quizá arranque a muchos una sonrisa para que la tristeza se haga olvidar. 

Dejaré hulla, claro, en las aves, en la brisa, en los árboles, en el mar, en el sol, la luna y el firmamento, dejaré huella alabando a mi Creador Admirable cada vez que me deleito en su cración. Que sea la huella que exalte su nombre por todo lo que Él ha hecho en mí y alrededor de mi, pues su grandeza se extiende, aún en pequeños detalles que encuentro a mi paso y al despertar, por eso le canto, por eso le hablo, porque Él es digno de todo mi amor, mi atención y mi adoración.

Dejaré huella para mitigar las penas que matan los sueños, huella que anime, apoye y sostenga, en medio del frío abandono, del cruel rechazo y la soledad que ronda la locura del mundo, que sin Cristo ha decidido andar.

Dejaré huella de vida y de aliento, porque en medio de la tristeza, aunque no parezca, siempre está Dios, para darnos las fuerzas y el calor del más firme y fiel amor, que su amor arda en mi pecho eternamente, por su admirable belleza y su gran compasión.

Dejaré huella, porque aún en medio del desierto, los cactus arrojan la más bella flor, porque es allí donde Dios nos enseña, nos aquieta e instruye, con sus mejores y más grandes lecciones, de firme disciplina y corrección de amor que nos saca del error.

Dejaré huella, de suaves susurros que acaricien el alma de los solitarios que me puedan oír, como muestra de que siempre Dios está, porque Él nunca abandona, ni a nadie que lo busque la espalda le da, y fiel como Él, no hay otro igual.

Dejaré huella, claro que dejaré grata huella, en todos aquellos que el Dios de la vida me permita tocar y alcanzar; les daré una mano amiga, si cerca de mi están; los acompañaré por momentos, reiré con gana cuando juntos estemos, les mostraré que con Cristo siempre hay un nuevo amanecer, que después de sufrir un poco, habrá  un nuevo comienzo con horizontes en plenitud, porque Dios es arquitecto fabricante y Él hace lo mejor, y por su sola potestad, nuevas puertas puede abrir.

Dejar huella quiero, huellas de alegría, risa y regocijo en medio de la adversidad; huellas de esperanza, aún en el silencio, huellas de fe que no habla, sino que actúa, como un bálsamo que quita el dolor, de penas y llanto por la frialdad del desamor.

Dejaré huella, porque en todo lo que haga, estará la mano de mi SEÑOR, seré espontánea y calida con el amor que Dios ha depositado en mí ser, porque Jesús es un manantial vivo que nunca se agota, otorgando frescura al sediento y aliviando el hambre de aquellos que en Él buscan justicia y verdad.

Al cielo pido que estas huellas, iluminen el camino de miles de vidas, para que dejen de caer; y si tú por descuido resbalas, debes estar seguro, que con la mano de Dios y la mía puedes contar, ellas serán bastón que sostenga tu mano si cerca de ti puedo estar, pero si lejos te encuentras, entonces, te enviaré un abrazo en la distancia, que cuando llegue a ti, sea Cristo quien te abrace porque una oración elevo por ti, porque yo decido ser un instrumento, en manos del más fuerte y fiel SEÑOR.

Y si de huellas puedo yo hablar, te suplico con todo el corazón, a ti que me lees, que las huellas del Maestro debes marcar en tu andar. Solo esas huellas te conducirán muy bien hasta tu mansión celestial, y Con Pasos Firmes en Dios, de seguro, tú podrás llegar.

No pierdas de vista esas huellas, que continuamente renueven tu andar, huellas que a cada paso que des por la vida, te iluminen el rumbo para no desviar, sino que te ayuden en la batalla de la fe hasta el día final.

La razón de que yo pueda dejar huellas, es porque mi SEÑOR Jesucristo me lleva en sus brazos, cuando cansada yo estoy, si Él en sus brazos me carga, las huellas que en verdad yo dejo, son las de sus poderosas y tiernas pisadas, llevando mi vida al dulce hogar eternal.

¡Qué huellas estás dejando tú? ¿Cómo te recordarán cuando ya no estés?

¡Respóndete tú mismo, frente al Altar de su presencia magistral!

SEÑOR, al mantener mis pasos en tus huellas, no llegarán mis pies a resbalar. Salmos 17:5. Biblia Serafín de Ausejo 1975.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.