EL PECADO NOS HACE
ENEMIGOS DE DIOS
No es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre; sino lo que sale de su boca, eso es lo que contamina,
Mateo 15:11.
Porque ocuparse de la carne es muerte…por
cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, y tampoco pueden, y los que viven según su carne, no
pueden agradar a Dios, Romanos 8:6-8.
Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy
alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo:
Todo esto te daré si de rodillas me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete
Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás.
El diablo entonces dejó al Señor y vinieron los ángeles a servirle, Mateo 4:8-10.
Siempre hemos creído que pecado es todo aquello malo que
hacemos como mentir, robar, matar, emborracharse o hacer toda clase de
impurezas sexuales, pero la gran verdad es que todo eso son manifestaciones del
pecado que vive en el interior del corazón humano, nos fijamos y juzgamos todo
lo que otros hacen, dicen o dejan de hacer, sin darnos cuenta, que nosotros
mismos somos como ellos, Por
lo cual eres inexcusable, oh hombre, quien quiera que seas tú que juzgas; pues
en los juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo
mismo, Romanos 2:1.
Que tremenda verdad la que nos ofrece nuestro Eternos
Dios santo en su palabra, porque el pecado es esa semilla de rebeldía y
desobediencia que fue sembrada en el corazón humano en la caída del Edén,
dejándonos las naturaleza pecaminosa, es decir, la tendencia al mal. Esa raíz de
rebeldía y desobediencia que impulsa a todas las personas a hacer todo lo
contrario a lo establecido y mandado por Dios. El pecado es esa inclinación
interna a darnos gusto a nosotros mismos, para agradar y satisfacer nuestros
sentidos, ignorando al Creador…Se
rebelaron contra Dios, echaron su Palabra tras sus espaldas…Nehemías 9:26, 2
Reyes 14:9b.
Esa semilla interna de maldad es la que nos lleva a
contrariar la perfecta voluntad de Dios, quien nos quiere dar siempre lo que es
bueno, agradable y perfecto, Él siempre está interesado en darnos todo lo que
conviene a nuestro pleno bien-estar integral, quiere que lo amemos, que lo
tengamos en cuenta en todo lugar y momento porque Él sufre cuando nosotros
sufrimos, llora cuando nosotros lloramos y ríe complacido cuando nos ve felices
y plenos en Él.
Pecado es hacer lo que se nos antoja, rompiendo los
límites de lo bueno, lo puro y lo santo, dejando a Dios de lado, porque no
queremos que nadie nos gobierne, no queremos que nadie nos tome cuentas, de tal
manera que pasamos por encima de la autoridad del Señor del universo. Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y
cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir
corrección, Jeremías 32:33.
Con el pecado mostramos que Dios no nos importa, y
tampoco nos importa lo que Él quiere y dice, porque nos amamos nosotros mismos
más que a Dios, y tomamos control de nuestra propia vida, nos centramos en yo,
yo, yo, y pareciera que en vez de moldearnos a Cristo, queremos que sea Él
quien debe adaptarse a nosotros, cuando pecamos, no lo aceptamos como nuestro
Dios y Salvador, porque cada uno pasa a ser su propio dios.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No
morirán; sino que Dios sabe que el día que ustedes coman de ese fruto, serán
abiertos sus ojos, y serán como Dios, Sabiendo el bien y el mal, Génesis 3:4-5. La raíz del pecado rompió con la inocencia; la rebeldía
y la desobediencia trajeron al ser humano el conocimiento de lo malo, de lo
impuro y lo sucio.
Dios había creado al hombre sabiendo todo lo que es
bueno, puro y santo, pero el diablo sembró de su naturaleza rebelde y
desobediente en el fondo del ser humano; es por eso que Jesús dijo: No es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre; sino lo que sale de su boca, eso es lo que contamina,
Mateo 15:11. Así es como el hombre continuamente falla
al único Santo. Es por esa raíz de maldad que Dios expulso al diablo del cielo
y lo echó de su presencia a las tinieblas eternas, Mateo 25:41.
Esa raíz de oscura maldad generada por la soberbia,
envidia y celos por las ansías de poder y deseos de gloria de Luzbel, que quiso ser como
Dios y estar a la altura del Eterno y santo Dios Creador, fue lo que transformó al querubín grande en una criatura maligna, cruel y perversa, dejando de ser la luz
bella para convertirse en las más densas tinieblas. La soberbia es
orgullo desde el corazón, un bajo sentimiento de sobre valoración de uno mismo
por encima de los demás, es como si alguno valiera más que otro o mereciera
cosas mejores que los otros, es por esa razón que el diablo tentó al Señor con lo que él controla en el mundo desde la caída de la primera pareja en el Huerto, el diablo veía a Cristo en cuerpo humano y se imaginó que por esa razón lo iba a vencer con su engaño de falsa gloria y poder.
Satanás echó a un lado a su Creador, quiso ser
independiente, quiso ser otro dios, quiso sentirse libre de la dirección y el
gobierno del Señor de la vida y la luz; se enojó contra Dios y se rebeló contra
los mandatos divinos; satanás hizo lo que le pareció, arrastrando no sólo a tres partes de los ángeles del cielo, sino también a la raza humana, para que
cada uno haga lo que le da la gana; esto es lo que hace que los seres humanos llamen a lo bueno malo y a lo malo bueno. ¿Por qué? Porque cada cual acomoda todo a su
gusto para darse su propio placer de los sentidos.
Esta estrategia maligna no ha cambiado, su raíz, el
diablo, sigue engañando al mundo haciéndoles creer que son dioses para sí
mismos. Y es que cuando pecamos, estamos sacando a flota la naturaleza del
archienemigo de Dios; cuando pecamos estamos magnificando al diablo y dándole
la espalda a Dios; cuando pecamos le estamos diciendo a satanás, que él es
nuestro amigo, es como aplaudir al enemigo de Dios diciendo: diablo, estamos
contigo no el Creador.
.
¡Cómo caíste del cielo, oh lucero, hijo de la
mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones, Tú que
decías en tu corazón: subiré al cielo; en lo alto junto a las estrellas de
Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados
del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Más tú, derribado eres hasta el seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-14. ¿Cuántas personas hemos visto caer a través de la
historia con estas mismas infulas de grandeza? Muchas, ¿verdad? ¡Escápate tú de tal engaño!
La triste realidad es que muchas corrientes
humanistas, entre ellas la Nueva Era y el capitalismo salvaje con su
maquinaria de poder económico, le siguen el juego al enemigo de las almas, al enemigo de la
salvación, al enemigo de Jesucristo. Mucho mundo se presta al engaño del
diablo, siguen creyendo que cada uno es su propio dios, y que son totalmente
independientes de Aquel que los creó, creen y se imaginan que a nadie tienen que rendírle cuentas, ¡Qué craso
error! Son tan ciegos, tontos y torpes
que le creen más al diablo que a Dios. ¿Acaso eso no es ser enemigos de Dios?
Un ejemplo claro de la raíz del pecado es cuando el jefe
encarga a su empleado una tarea y le da instrucciones precisas para llevarla a cabo,
el subalterno sigue algunas instrucciones para hacer el encargo, pero al final
coloca sus propias ideas, porque cree que es mejor, pero al final el jefe le
pide cuentas de la tarea y con sorpresa observa que no se hizo como él dijo, se
enoja y sanciona al empleado, porque eso le ha costado pérdidas en su negocio;
eso fue exactamente lo que le sucedió a Saúl cuando hizo lo que le dio la gana
y no lo que le había dicho Dios: Porque
como pecado de adivinación es la rebeldía, y como idolatría la desobediencia.
Por cuanto tú desechaste las palabras de Jehová, Él también te ha desechado, 1
Samuel 15:23.
Pero aún hay tiempo para que te vuelvas amigo de
Jesucristo e hijo de Dios. Te ruego por amor a Dios, que le des un giro de 180
grados a tu vida, que dejes de mirar a los lados para culpar a otros, que dejes de mirar
al suelo como los pollos y alces tu mirada al Dios de lo Alto, al cielo de
Dios, de allí viene tu salvación, tu cambio a un estilo de vida hermoso, tranquilo y
feliz, aún en medio de este enloquecido mundo y con todo lo que éste conlleva.
Jesús dice en su palabra: YO SOY el pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en Mí cree, no tendrá sed jamás…el que a Mí viene, YO no le echo fuera. Juan 6:
35-37.
Y así como cada uno hace lo que bien le parece, también
así todos si no se arrepienten, dice el Señor: YO los juzgaré a cada uno según sus caminos…Conviértanse, y apártense de
todas sus transgresiones, y no será su maldad causa de ruina; saquen de su
corazón todo su pecado, y háganse un corazón nuevo, y un espíritu nuevo. ¿Por
qué han de morir? YO el Señor Creador, no quiero que mueran eternamente.
¡Cambien el rumbo de su vida para que sean salvos! Ezequiel 18: 30-32. Hemos sido traídos a este mundo NO para servir al diablo ni al pecado, sino para amar, adorar y servir a Dios cumpliendo sus propósitos para nuestra vida personal en esta tierra.
Cuando un hombre revela
sus faltas, Dios las cubre. Cuando un hombre las esconde, Dios las descubre.
Cuando un hombre las reconoce, Dios las persona y olvida, San Agustín.