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21 mar 2018

LA TERQUEDAD ES ALTIVEZ DE ESPÍRITU

MEJOR ES LA DOCILIDAD QUE LA TERQUEDAD Y LA HUMILDAD QUE LA ARROGANCIA

Pero ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que anduvieron en sus propio razonamiento, debido a la terquedad de su malvado corazón, y en vez de volverse a Mí, me volvieron la espalda, Jeremías 7:24.

¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que es la bondad de Dios la que te guía al arrepentimiento para volverte a Él? Romanos 2:4.

El hombre que reprendido muchas veces endurece la cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina, Proverbios 29:1.

En el original hebreo terquedad significa reventar fuertemente y de forma violenta; esto nos indica que la terquedad es altivez de espíritu y un grave pecado del alma que pone en problemas al terco que con su actitud muchas veces violenta saca el mal que lleva dentro. Esta persona llega a ser dura, cerrada, altanera con Dios y humillante con su prójimo, por eso Dios se encarga de quebrantarlo severamente, Proverbios 29:1, Efesios 4:18. Terquedad y altivez van de la mano como docilidad y humildad.                                                                        
La terquedad es aquella obstinación tenaz, porfiada,  inflexible y torpe que se arraiga  en el corazón de una persona y  que la lleva  a  actuar neciamente sin permitirle  atender razones prudentes. Para tratar a un  terco se necesita carácter, templanza, firmeza de espíritu y personalidad, para no caer en la misma red en que él está, ni seguirle la cuerda a su  su necedad. Nunca respondas al necio con su necedad, para que no seas tú tambien como él. Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión. Proverbios  26.4-5.                                       
Una persona terca impide que Dios obre en su vida y ella misma se roba las bendiciones porque es porfiada y obstinada queriendo seguir  en su acostumbrada manera de pensar y de vivir como a ella le psrece porque la terquedad impide la sabiduria debido a un carácter cerrado y centrado en sí mismo; el terco muchas veces se daña a sí mismo y daña a otros, porque en el fondo de su corazón solo piensa en si mismo, por eso no admite reproche ni presta atención a  los razonamientos de otros; ella no hace nada por cambiar ni mejorar, creyendo que tiene la razón y asumiendo que está en lo correcto, alguien que no se detiene a analizarse instrospectivamente ni confrontarse consigo mismo, Mas ellos no obedecieron,, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en YHWH su Dios. 2 Reyes 17:14.

Quizá a ti a mi nos han dicho en algún momento que somos tercos o necios, porque esos defectos de carácter se reflejan en nuestras palabras, acciones y manera de ser y de vivir. Somos tercos cuando nos mantenemos fijos en una opinión o actitud equivocada dándole la razón a la necedad. La terquedad es peligrosa para nuestra vida porque con ello demostramos que nuestro corazón está lleno de soberbia, Porque YO sé que eres muy obstinado; que tu cuello es tendón de hierro, y que tu frente es de bronce…Isaías 48:4-8.

Alguien terco siempre defiende a capa y espada sus ideas y su posición a veces errada; en muchos casos se torna insoportable porque con él no se puede contar; no coopera en beneficio de una familia, un grupo o una comunidad. Son personas conflictivas, e inflexibles que no quieren servir ni sacrificarse por otros, en ciertos momentos; la verdad y lo novedoso les causa escozor y molestia y se niegan a acatar las instrucciones de otro, no prestando atención y demostrando desinterés e indiferencia, aún a un niño…Nuestros padres obraron con soberbia, endurecieron su cerviz y no escucharon tus mandamientos, Nehemías 8:16.

El pecado de la terquedad no se queda ahí, avanza si no se corrige rindiendo el alma al dulce Dios, Él nos pide ser humildes y mansos de corazón, Mateo 11:29, porque sabe a lo que noa exponemos, lo que conlleva la arrogante terquedad que se va transformando en obstinación y ésta llega a la obcecación, lo cual la Biblia llama ceguera espiritual y dureza de corazón con una mente cerrada que esparce grandes tinieblas, llegando al punto de no razonar ni pensar sino altercar y agredir, la palabra que nos has hablado en nombre de YHWH no la oíremos de ti. Jeremías 44:16La terquedad es insensatez que proviene de una raíz de iniquidad de autosufiencia y rebeldía, Salmos 79:8.

Dios en su infinita soberanía y perfección nos creó con la capacidad mental para reflexionar y diferenciar entre lo bueno y lo malo, entre lo errado y lo correcto; en Tito 1:7 encontramos dentro de las advertencias para los obispos, que se debe evitar el ser terco, lo cual se traduce como arrogante, soberbio y obstinado; indicando a una persona que hace lo que quiere e ignora la autoridad, siempre quiere imponer lo suyo, se complace a sí mismo sin importarle los demás, creyéndose más que otros y llegando incluso a desobedecer y cuestionar las instrucciones de Dios, Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría, Proverbios 11:2.

Es tan grave el pecado de la terquedad, que el AT lo llama escarnecedor: Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso, que obra en la insolencia de su malcriado y vanidoso corazón, Proverbios 21:24, palabra que encontramos como hombre malo en Salmos 1:5, hablando del hombre pecador; la terca y altanera soberbia es propia y característica clara de Luzbel que se rebeló contra la soberanía de su Creador, tu soberbia te engañó, y la terquedad de tu corazón, Jeremías 49:16, e Isaías 14:12-15. Dios nos advierte que cuando procedemos obstinadamente, nos estamos haciendo enemigos de Él. Por lo tanto la terquedad que es altivez de corazón es un pecado condenado por el Eterno, Hechos 7:51.

La terquedad es peligrosa para nuestra vida porque con ello demostramos que en nuestro corazón se anida soberbia, rebeldía y altivez; allí hay una raíz de amargura, de envidia y de codicia, por eso la palabra dice que el Eterno Dios rechaza a los altivos, El Señor es excelso, y atiende al humilde, pero al altivo mira de lejos, Salmos 138:6.

Esta es la profundidad del pecado por el cual el Eterno Dios determinó que en el pueblo de Israel, los mayores de 20 años hacia arriba no entrarían a la tierra prometida y caerían muertos en el desierto; traían la misma raíz de rebelión que salió del archienemigo de Dios, al que actúe movido por la soberbia y desobediencia a la decisión del sacerdote que está allí sirviendo al Señor, o al juez, se le condenará a muerte. Así acabarán ustedes con la maldad en medio de mi pueblo, Deuteronomio 17:12, vemos claramente que este es un pecado gravemente condenado por Dios.

La persona terca y obstinada siempre está a la defensiva y a la ofensiva, se molesta cuando le llevan la contraria, discute apasionada y acaloradamente defendiendo su punto de vista, así sea algo de menor importancia; no es alguien fácil de convencer con una idea diferente a la suya, una vez que decide su rumbo, nada la hará cambiar, se frustra cuando sus planes y propósitos son cambiados, no distingue entre un ataque personal y una diferencia de opinión o de parecer, Deuteronomio 10:16.

El pecado de terquedad y obstinación es rebelión por egolatría suplantando a Dios y poniéndonos en su lugar; las personas tercas no se someten a Dios, por lo tanto a las autoridades tampoco; la biblia está llena de ejemplos de personas que quisieron prevalecer por encima de los demás y evadir la voluntad de su Creador, entre aquellos que quisieron imponer sus opiniones y conductas, está Saúl a quien el profeta Samuel amonestó de parte del Señor: Porque la rebelión es como pecado de adivinación, y la desobediencia, como iniquidad de idolatría. Por cuanto has desechado la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey, 1 Samuel 15:23.

No podemos negociar con el pecado, y aunque defendamos nuestra fe, siempre será necesario tener una actitud de amor y humildad, Pero aun si por actuar con rectitud han de sufrir, ¡dichosos! No tengan miedo a nadie, ni se asusten, sino honren a Cristo como Señor en sus corazones. Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tenga tranquilidad su conciencia, para que los que hablan mal de su buena conducta como seguidores de Cristo, se avergüencen de sus propias palabras, 1 Pedro 3:14-16.

La obstinación es lo opuesto a la humildad, mientras que el humilde cede y se pone en el lugar del otro y al nivel de un niño, el terco  se pone por encima, prefiere defender su posición para prevalecer, el humilde valora a los demás, el terco rechaza y alterca. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser el más grande, deberá servir a los demás, Mateo 20:26. Humildad es obediencia y servicio, ejemplificado cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos. Mateo 20:20-28, Juan 13:4-5.

Muchos no ceden por temor a perder su autoridad y posición, imaginando que se verán vulnerados, y perderán el respeto creyéndolos débiles, o quizá inconstantes e inconsistentes; aquí cabe aclarar que el concepto de “líder” encierra terquedad y rebeldía, hace de alguna manera a las personas mandonas, exigentes, imponentes, inflexibles y tiranas, mientras que el concepto de jefe, dirigente y servidor nos permite ser humildes, serenos, flexibles, con autoridad y accesibles a los que tenemos alrededor.

Jetro aconsejó a Moisés poner jefes: escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez, Éxodo 18:21. Por eso es que no resulta funcional dentro del cuerpo de Cristo ser “líder humilde”, el mundo ha impuesto un concepto de estar por encima de otros y eso es lo que asimila el cerebro humano; pero el concepto en el reino de Dios es totalmente opuesto a esto.

Hay solo una solución y una medicina para poder liberarnos de la terquedad y liberar el corazón de la soberbia, Dios. Cuando reconocemos este pecado, y nos arrepentimos  dejando la terquedad y la rebeldía Él Eterno promete sanarnos y liberarnos. Porque así ha dicho el Señor todopoderoso: incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para sanarte, no hay para ti medicamentos eficaces. Todos…te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y la multitud de tus pecados…Mas YO haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice YHWH… Jeremías 30:12-17. El único medicamento sanador para la terca obstinación es el perdón y la liberación que Cristo hace en muestra alma rendidos a El con humildad y mansedumbre.

Como hijos de Dios tenemos la capacidad para transformar nuestra mente y entender la reprensión cuando nos exhortan y nos llaman la atención por errores que estemos cometiendo, mirándonos en el espejo de Jesús y su palabra, para see renovados, cambiar de actitud y ampliar nuestra mente mejorando nuestra vida, reconociendo que la terquedad no es buena y que bíblicamente es malsana y pecaminosa, causa de dolor y heridas ajenas y propias, y que por lo tanto debemos ser dóciles, dulces, sencillos y enseñables ante la instrucción y la corrección, Efesios 4:23-32 y Filipenses 4:8-9.

PREGUNTÉMONOS:

1. ¿Qué imagen estoy proyectando a quienes me rodean, soy obstinado y terco o soy humilde y manso?

2. ¿En qué circunstancias me cuesta guardar silencio, aceptar flexibilidad y dominio propio? Si no lo puedo hacer, ¿es acaso una señal de terquedad en mí?

3. ¿Cómo puedo mantener mi posición de dominio propio ante los demás?

4. ¿Qué cambios debo hacer para ser una persona como Jesús lo demanda: mansa y humilde de corazón cuando soy confrontado o alguien se me opone?

5. ¿Soy servidor manso, dócil y enseñable para recibir corrección e instrucción de otros?

6. Si le preguntaran a las personas que mejor me conocen si soy terco o humilde, ¿qué dirían ellos de mí?

7. ¿Estoy agradando a mi Creador y Salvador con mi actitud ante la vida y mi prójimo?

Mg. MEHC, Hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.