EN
ESPÍRITU Y EN VERDAD
Más la hora viene, y ahora es, cuando
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores busca que le adoren, Juan 4:23.
Pero se ha
acercado la hora, y ha llegado ya, cuando los que de verdad adoran al Padre, lo
hagan conforme al Espíritu de Dios, pues el Padre busca adorares que le den
culto rindiéndose de manera sincera desde lo más profundo de su corazón, Juan 4:23. Parafraseado.
Entonces dijo Abraham a sus siervos:
esperen aquí con el asno, porque yo y el muchacho iremos hasta allí y
adoraremos.., Génesis 22:5. (Shaja, en hebreo, adorar postrados).
Y al entrar en la casa, vieron al niño
con su madre María, y postrándose, lo adoraron;... Mateo 2:11. (proskuneo, en griego rendir reverencia con profundo
respeto).
Los veinticuatro ancianos se postran
delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos
de los siglos,.., Apocalipsis
4:11-12.
1. ADORAR ES NUESTRA
RESPONSABILIDAD.
¡Que
todo lo que respire alabe al Señor! Salmos 150:6. Vemos que desde
Génesis hasta Apocalipsis se adora a Dios, la palabra nos exhorta, nos anima y
nos ordena que lo adoremos; Adoramos postrados solo ante Dios, Él es único Ser
Superior digno de adorar con respeto y reverencia en reconocimiento a su
divinidad, majestad y poderío. Ya antes en escritos anteriores al respecto aclaré
la diferencia entre alabar y adorar. La alabanza (Tehillah, Halal y Yadah
en hebreo, Génesis 29:35, y Emaion en griego, felicitar para aprobar, Efesios
1:6)
son acciones de gracias mediante palabras de elogio y reconocimiento a Dios con
cantos, instrumentos y danzas, como algo colectivo o individual, lanzándonos en
alegría.
Pero
¿Por qué el mismo Señor Jesucristo dijo que el Padre sigue buscando adoradores
en espíritu y en verdad? Eso es lo que hoy nos ocupa, porque la adoración a la
cual se refiere el Señor es aquella expresión propia de cada hijo de Dios que
ama extrema y apasionadamente a Dios, y debido a esa intensidad de amor, lo
hace con sus propias y originales palabras, tonalidad y cánticos nuevos. Es esa actitud interior
que se expresa hacia el exterior de manera sacrificial y reverente, que brota
de un alma rendida, sujeta y dependiente de su Señor, pero que por los afanes del mundo y la mente llena de mil cosas nos impiden llegar a tal dimensión de unir nuestro espíritu al de Dios.
Cuando
Jesús dijo en Espíritu y en verdad se estaba refiriendo a postrar el alma, humillar
el yo y someter la humanidad, mirando al invisible, Hebreos 11:27, bajo la unción y presencia del Espíritu
Santo porque ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí, Gálatas 2:20 para lanzarnos en alegría.
Esa
clase de adoración que brota de un corazón despojado de sí mismo, amando al
máximo, rendido y entregado hasta lo sumo, pero al mismo tiempo con toda la libertad
para expresar la profundidad de nuestro afecto sincero y genuino, un amor sin
condiciones para ser puesto a los pies del omnipotente, soberano, sublime y
excelso Dios que merece ser reconocido por lo que Él es y por lo que Él representa
para un alma redimida, lavada y perdonada en la sangre del Cordero de Dios, un
ser humano que lo necesita con ansia y desesperación porque reconoce que no
puede vivir un instante sin Él y debe exaltar su nombre.
2. LA ADORACIÓN ES EL ACTO CENTRAL DEL PUEBLO DE DIOS. Canten
a Dios, canten salmos a su nombre; aclamen a quien cabalga sobre los cielos y
regocíjense en su presencia, Salmos 68:4.
Fuimos
creados para adorar y romper así los muros de maldad, la adoración es el acto
central del pueblo de Dios, porque somos nosotros los que necesitamos de Dios,
Él
merece una adoración genuina, no adoramos con preferencias por lo que nos guste
o no, adoramos de acuerdo a la gloria y honra que Dios Creador merece, esos
cantos centrados en nosotros, no es lo que Dios nos pide ni Él lo merece, si lo
hacemos a nuestro manera, arruinamos la adoración porque estamos negando la
gloria y la majestad de Dios.
Adorar
no son cantos de súplicas, nuestras palabras, melodías y música deben brotar
espontáneamente desde lo profundo de nuestro interior sediento de Dios. Adoración
se centra en Dios para exaltar y glorificar el nombre que es sobre todo nombre,
y toda la melodía y las palabras van dirigidas solo a Él y nos olvidamos de todo
lo nuestro, para centrarnos en el señorío de Jesucristo, estamos agradándolo a
Él, no a nadie más y es en medio de esa adoración que El Eterno nos atrae hacia
Él y podemos entrar en su presencia.
3. ADORACIÓN ES RENDICIÓN POR AMOR. Oh alma mía, dijiste a
Jehová: Tú eres mi Señor, no hay para mi bien fuera de to, Salmos 16:2, Te amo, oh Jehová…18:1-3. Cuando Jesús
hablaba con la Samaritana, expreso que los verdaderos adoradores deben amar al
Padre en espíritu y en verdad, se refería a amarlo en todo lugar y en todo
tiempo. Porque cuando adoramos, expresamos a Dios cuánto lo amamos, adorar es obedecer
el Gran Mandamiento, no es imitación, tampoco es tradición o una corriente, es postrarse
satisfechos en Él, para rendirle homenaje cariñoso al máximo ser supremo, Dios.
La
mayor satisfacción para nuestro espíritu es estar en la presencia de Dios;
adorar es una ofrenda y conexión del espíritu humano con el Espíritu de Dios para
honrarlo porque no hay otra manera de estar satisfechos, que disfrutar y
deleitarse en la presencia del Señor del universo; cuando Él nos ve rendidos en
manera suprema, Él podrá obrar en nosotros y a través de nosotros de acuerdo a
su perfecta voluntad y propósito, porque la adoración nos cambia y nos
transforma, pue la santificación es un procesos progresivo ante Dios y en Él.
Necesitamos
concentrarnos en Dios para adorarlo, requiere disciplina, tiempo, sacrificio,
dedicación, apartarse de todo, olvidarse de lo que nos rodea para buscar su
rostro, porque al adorar servimos a Dios con devoción y muerte del yo. Es por
eso que adorar nos santifica a la vez que fortalece nuestra fe, pues nos
permite experimentar la realidad de su presencia y su gloria hasta llegar al
cielo de Dios y quedarse para acompañar a los ángeles en su adoración, lo
podemos oír, lo podemos ver sentado en su trono, tal como lo expresa la Biblia
y muchas veces podemos abrazarnos a sus pies, eso es algo teológico porque gira
alrededor de la majestad de Dios.
Cuando
adoramos en espíritu y en verdad nos darnos cuenta que Dios está con nosotros, y
es cuando fluyen las letras y los cánticos nuevos que brotan en medio del
deleite al contemplar su majestad; y brotan de nuestros labios palabras y
frases que ni siquiera habíamos pensado; ahí nos convertimos en una ofrenda viva
y olor fragante, en vasos de honra, en vasijas llenas de aceite, en odres rebosantes
de vino nuevo, y si lo hacemos individualmente en lo secreto de nuestros
hogares, debemos llevarlo a las congregaciones para que se vuelva algo comunal
y colectivo que contagie e impregne todo el ambiente y todo el cuerpo de Cristo
para que inunde y llene todo alrededor.
La
adoración no tiene tiempo límite, el tiempo es de Dios, para darle libertad al
Espíritu Santo de llenar las vidas y que fluya la gloria de Dios, cuando
adoramos en espíritu y en verdad no nos damos cuenta cuánto tiempo ha pasado, a
veces tres horas nos parecen unos instantes y hasta sentimos un poco de nostalgia
tener que parar para seguir con nuestras tareas, pero aún allí, en medio de los
quehaceres del día, podemos seguir adorando en lo secreto de nuestro corazón.
4. ADORAMOS PARA AGRADAR A DIOS, En el cielo no cesan de adorar
y decir: Santo, santo, santo, es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que
es y el que ha de venir, Apocalipsis 4:8-11.
Cuando adoramos no es para atraer
observadores, sino para que la gloria de Dios descienda y llene el auditorio y
éste se conecte con el cielo, marque vidas y cambie corazones y muchos puedan encontrarse
personalmente con el trono de la gracia, por eso debemos adorar unidos todos,
no en forma individualista como muchos cantantes los hacen, sino cantar como
una comunidad de fe, diciendo: Te amamos Señor, nuestra mejor adoración eres
Tú, aceptamos como ofrenda de amor, podemos adorar pero cuando estamos solos,
pero si es para que muchos se unan a esa adoración, debemos en forma colectiva
y plural así como cuando Dios dijo, Hagamos al hombre, porque los cantos son
dirigidos a Dios.
No
podemos adorar, diciendo que tengo una espada para pelear contra satanás; adoración
no es jugar con la gloria de Dios como alguien canta por ahí, que la gloria de
Dios los deja ganar; el propósito de adorar es exaltar y engrandecer a Dios,
eso es lo más importante.
La
meta principal del pueblo de Dios, es el servicio sacrificial de un acto
reverencial de magnificar al Creador para llegar hasta su presencia, este es el
punto culminante del servicio a Dios, adorar en español no es una palabra tan
fuerte como lo es en hebreo porque no se trata de una intención y demostración
externa como la hemos creído, sino de algo interno y profundo del alma humana
hacia su Creador ante su autoridad superior, en español es más limitada la
palabra para adorar, quizá por eso no lo hemos hecho como lo pide Dios, adorar
es hacer teología porque todo gira en torno a Él y nosotros estamos de cuerpo,
alma y espíritu delante de Él.
Con
la verdadera adoración podemos atraer una revolución espiritual, porque adorar
no es hacer show ni espectáculo para la gente, adorar es hacerlos partícipes y
conectarlos con el corazón de Dios, porque Dios no está interesado en
observadores, el quiero Adoradores en Espíritu y en verdad.
La adoración y la alabanza rompen las cadenas, cambia nuestra respectiva y actitud, y cuando adoramos nuestra
alma se renueva y nuestro espíritu se levanta hasta Dios, y ya es tiempo que
aprendamos a adorar todos unidos en nuestras congregaciones, no más
individualismos de esta decadente sociedad occidental. Debemos orar y buscar
cuál es la música que Dios quiere que le ofrezcamos en las distintas actividades
de la Iglesia, también debemos hacer arreglos a los himnos que se cantan en las
iglesias locales, será un proceso largo, de esfuerzo y tiempo pero debemos
cantar en forma comunitaria, donde todos nos sintamos incluidos en cada
adoración, porque es Dios quien provee la inspiración para todos, no para unos
cuantos, por lo tanto debemos ponernos en las manos del Señor para que Él nos
guie según el contexto.
No
más “yo” ni “mí”, mientras adoramos, debemos cambiarlo por nosotros y nuestro,
porque somos un cuerpo que debe vivir para adorar en espíritu y en verdad, para
que todos seamos partícipes de la experiencia de adorar a Dios, y copartícipes
los unos de los otros de estar en su presencia.