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28 ene 2017

A PESAR DE TODO, YO CONFÍO EN TI MI DIOS



EN MEDIO DEL CAOS CONFÍEMOS MÁS EN DIOS

Cuando pases por las aguas, YO estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2.

Amo al Eterno Dios, pues ha oído mi voz y mis súplicas.; porque ha inclinado a mi su oído; por tanto lo invocaré en todos los días de mi vida. La muerte me envolvió en sus cuerdas; los terrores de la tumba se apoderaron de mí. Lo único que veía era dificultad y dolor. Entonces invoqué el nombre del Señor y grite: ¡Señor, Señor, por favor, sálvame! ¡Qué bondadoso es el Señor¡ ¡Qué bueno es Él! Sí, es muy misericordioso nuestro Dios…Salmos 116.

Quizá hemos creído que ahogarnos es solo en el agua, pero no es así. Muchas veces hemos tratado de ahogarnos en las tribulaciones, el dolor, la escasez y la enfermedad y de muchas otras formas más. Pero si ahondamos en los mensajes de Dios, en su palabra eterna, podremos darnos cuenta, que Él nos anima a encontrar oportunidades para fortalecer la fe en medio de la angustia y construir un espíritu fuerte ante las tormentas de la vida.

La Biblia está repleta de hermosas promesad de vida para empapar nuestro corazón de confianza y seguridad en el Creador; Él se alegra de los creyentes que se abandonan en su regazo, Él hace milagros donde encuentra fe.

No nos dejemos ahogar por el mundo y sus quebrantos; Dios es oportuno, perfecto, y siempre tiene la respuesta en el momento que Él estima conveniente para cada uno de sus hijos. Cristo ya ha ganado la batalla, lo aseguró con sus labios mientras moría,” Consumado es”.  Con la salvación Dios ya ha previsto y hecho todo a nuestro favor y hasta un nuevo nombre nos ha dado. Su amor y su fidelidad son eternas y sin condición, su mirada siempre está puesta sobre los que lo aman y lo invocan.

Es cuando pasamos por las aguas o el fuego de la prueba cuando Dios está más cerca de nosotros, lo que sucede es que nuestro corazón atribulado no lo deja percibir a nuestra alma. Así que arranquemos y lancemos fuera toda duda, miedo, inseguridad y zozobra que aparecen cuando nos sentimos humanamente desamparados, solos, abandonados o abatidos.

Solo nuestro Amado Padre celestial en Cristo Jesús es el único que puede protegernos con seguridad, su omnipresencia lo hace presente todo el tiempo en nuestra vida; andar corriendo buscando ayuda en los otros o en nuestra propia autosuficiencia nos hará retroceder y andar por caminos que no son los de Dios, eso aumentará nuestra angustia e incertidumbre, haciéndonos caer.

Creo que ya hemos comprobado que no hay más respuesta para el ser humano, sino la respuesta salvadora que ofrece Dios. Abandones hoy nuestra alma en la presencia del Señor, despojémonos de toda carga y entreguemos todo en las manos del Aquel que sostiene el universo. Basta ya de dudas y miedos; permitamos que sea nuestro amado Dios quien nos proteja, nos ayude y nos abra el camino, solo en Él encontraremos la Paz que sobrepasa toda expectativa humana. Mejor inundamos nuestro ser con su presencia, desbordemos de fe con su palabra, saltemos de gozo con su amor y demos gracias en oración.

No permitamos que otro día nos deje tener incertidumbre, fortalezcámonos en la fe de Cristo y el poder de su Espíritu Santo que habita en nosotros para ayudarnos todo el tiempo. Dios enderezará nuestros pasos y nos mostrará el camino por donde hemos de andar. Seamos entrenados en la paciencia y el tiempo de Dios, así todo irá mejor. Amén

Papito Dios te doy todo el reconocimiento y la gloria, porque se que me amas, y aunque las dificultades me traten de ahogar, Tú estás conmigo como poderoso gigante de Amor y poder para ayudarme. Fortalece mi fe para ver que todo está en tus manos y hacer de mi un hijo sabio, agradecido, valiente y victorioso. Que yo entienda y aprenda que cada dificultad es una oportunidad para ver tu amor y poder a favor de mi. Gracias por guardarme cada momento que respiro, permíteme gastar mi vida en ti, obedeciendo tu palabra y siendo testigo de tus grandes maravillas, en el nombre de Jesús, amén.