EN
MEDIO DEL CAOS CONFÍEMOS MÁS EN DIOS
Cuando pases por las aguas, YO estaré
contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2.
Amo al Eterno Dios, pues ha oído mi
voz y mis súplicas.; porque ha inclinado a mi su oído; por tanto lo invocaré en
todos los días de mi vida. La muerte me envolvió en sus cuerdas; los terrores
de la tumba se apoderaron de mí. Lo único que veía era dificultad y dolor.
Entonces invoqué el nombre del Señor y grite: ¡Señor, Señor, por favor,
sálvame! ¡Qué bondadoso es el Señor¡ ¡Qué bueno es Él! Sí, es muy
misericordioso nuestro Dios…Salmos 116.
Quizá
hemos creído que ahogarnos es solo en el agua, pero no es así. Muchas veces
hemos tratado de ahogarnos en las tribulaciones, el dolor, la escasez y la
enfermedad y de muchas otras formas más. Pero si ahondamos en los mensajes de
Dios, en su palabra eterna, podremos darnos cuenta, que Él nos anima a
encontrar oportunidades para fortalecer la fe en medio de la angustia y
construir un espíritu fuerte ante las tormentas de la vida.
La
Biblia está repleta de hermosas promesad de vida para empapar nuestro corazón
de confianza y seguridad en el Creador; Él se alegra de los creyentes que se
abandonan en su regazo, Él hace milagros donde encuentra fe.
No
nos dejemos ahogar por el mundo y sus quebrantos; Dios es oportuno, perfecto, y
siempre tiene la respuesta en el momento que Él estima conveniente para cada
uno de sus hijos. Cristo ya ha ganado la batalla, lo aseguró con sus labios
mientras moría,” Consumado es”. Con la salvación Dios ya ha previsto y hecho
todo a nuestro favor y hasta un nuevo nombre nos ha dado. Su amor y su
fidelidad son eternas y sin condición, su mirada siempre está puesta sobre los
que lo aman y lo invocan.
Es
cuando pasamos por las aguas o el fuego de la prueba cuando Dios está más cerca
de nosotros, lo que sucede es que nuestro corazón atribulado no lo deja
percibir a nuestra alma. Así que arranquemos y lancemos fuera toda duda, miedo,
inseguridad y zozobra que aparecen cuando nos sentimos humanamente
desamparados, solos, abandonados o abatidos.
Solo
nuestro Amado Padre celestial en Cristo Jesús es el único que puede protegernos
con seguridad, su omnipresencia lo hace presente todo el tiempo en nuestra
vida; andar corriendo buscando ayuda en los otros o en nuestra propia
autosuficiencia nos hará retroceder y andar por caminos que no son los de Dios,
eso aumentará nuestra angustia e incertidumbre, haciéndonos caer.
Creo
que ya hemos comprobado que no hay más respuesta para el ser humano, sino la
respuesta salvadora que ofrece Dios. Abandones hoy nuestra alma en la presencia
del Señor, despojémonos de toda carga y entreguemos todo en las manos del Aquel
que sostiene el universo. Basta ya de dudas y miedos; permitamos que sea
nuestro amado Dios quien nos proteja, nos ayude y nos abra el camino, solo en
Él encontraremos la Paz que sobrepasa toda expectativa humana. Mejor inundamos
nuestro ser con su presencia, desbordemos de fe con su palabra, saltemos de
gozo con su amor y demos gracias en oración.
No
permitamos que otro día nos deje tener incertidumbre, fortalezcámonos en la fe
de Cristo y el poder de su Espíritu Santo que habita en nosotros para ayudarnos
todo el tiempo. Dios enderezará nuestros pasos y nos mostrará el camino por
donde hemos de andar. Seamos entrenados en la paciencia y el tiempo de Dios,
así todo irá mejor. Amén