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31 ene 2018

# 31-INTIMIDAD CON DIOS



# 31. COMUNIÓN ESTRECHA CON DIOS

Fiel es Dios por el cual fuimos llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor, 1 Corintios 1:9. El Señor aborrece al perverso, pero su amistad íntima es con los justos, Proverbios 3:32b.

Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y habla a tu Padre que está en el secreto. Y tu Padre que ve en lo secreto, te dará la recompensa, Mateo 6:6.

Cuando tenemos comunión con otras personas, reflexionamos juntos en el cumplimiento de tareas, intercambio de experiencias y deberes que nos ayuden a estrechar los lazos de integración, amistad y colaboración mutua.

Nuestra comunión con Dios debe basarse en un trato familiar, íntimo y amistoso de dos personas que caminan juntas y que comparten experiencias, pero que al mismo tiempo participamos de compañerismo en espacios de diálogo y camaradería. Una estrecha amistad con nuestro Dios es un continuo diálogo con Él, llenando nuestra mente de su palabra, el corazón con su presencia y el alma con su gloria para irradiarla a quienes nos rodean, En Cristo, todo el cuerpo, bien conectado y unido entre sí por las coyunturas, se ayuda mutuamente, y según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor, Efesios 4:16.


Amistad íntima con Dios desde la raíz hebrea significa cohesión y unión estrecha de una entidad compuesta de dos o más personas que permanecen juntas en íntima relación, conocimiento y tiempo, al punto que llegan a saber cómo piensa, qué le gusta y cómo obra cada una de ellas, esto es para el cristiano, tener la mente de Cristo, 1 Corintios 2:16, y en griego es koinonia que alude a mantener activos los vínculos entre los miembros de un grupo.

La común unión con Dios es un permanente caminar con Cristo guiados por su Espíritu. La comunión con Dios está tácita en el Tabernáculo de reunión; al lugar santo entraban los sacerdotes a quemar incienso todos los días al amanecer y en la noche, mantenían la iluminación del lugar y cambiaban los panes de la proposición, esto es para el cristiano un andar permanente, alto y de calidad con Dios andando bajo la nube de su gloria para escucharlo hablar, como lo escuchó Zacarías el padre de Juan Bautista. 

Es esa intimidad donde nadie más interviene, es unión profunda y privada a solas donde se comparten sentimientos, actos y palabras de afecto con sinceridad; las personas hablan y se expresan claramente lo que cada uno siente por el otro sin esconderse nada; se abre el corazón y se desnuda el alma para revelarse uno al otro como lo hacen los esposos.

La intimidad con Dios está representada en el lugar santísimo, la cámara interior de la morada de Dios, la parte principal del tabernáculo donde solo podía entrar el sumo sacerdote para estar ante la gloria de Dios y santificarse, porque allí en la intimidad con Dios no encontramos con su excelsa presencia, cada uno cara a cara con el Eterno.

En nuestra intimidad con Dios ya no se juntan el siervo y el Señor, sino se unen dos amigos estrechos y cercanos que se aman, sin reservas el uno al otro, como en el caso del matrimonio, Ya no los llamó siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho, Juan 15:15.

Así que comunión es intimidad reveladora desde el corazón, privacidad en la habitación donde cada uno entrega el tiempo para escucharse hablar con atención y amor, Juan 14:3. En la comunión con Dios, nos conectamos dos, pero uno depende del otro; allí Dios se manifiesta y nos revela sus planes; nos corrige, nos confronta y nos enseña con infinita ternura; somos uno con Él, transformados y purificados por Él y en Él, nos fundimos en un solo Espíritu trayendo el cielo a la tierra para dar a conocer y vivir los deseos del corazón divino...Como Tú, oh Padre, estás en Mí y YO en Ti, que también ellos estén en nosotros…Juan 17:21.

Pero Dios siempre quiere que vayamos más allá, Él nos anhela con el ansia que supera nuestro entendimiento y expectativas humanas. Él nos desea continuamente de manera personal, lo cual es un honor y privilegio extraordinario para el cristiano, hijo de Dios y nacido de muevo. Esa intimidad con el Amado la pudieron experimentar Moisés y David, pero Jesús la mantuvo con el Padre y recibían la voluntad del corazón del Padre a sus corazones, Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído escuchó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios, 1 Corintios 2:9-10.  Entonces: ¿Cómo podemos desarrollar la intimidad con Dios?

1. Abriendo nuestro corazón, humillándonos y siendo honestosTodas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y todo aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar, Mateo 11:27. Un buen ejemplo en las Escrituras es la vida de Job y David, fueron fieles, obedientes y rendidos al Eterno Dios de amor, ellos no solamente abrieron totalmente su corazón al Señor, sino que lo entregaron todo, fueron honestos delante del Él. No se guardaron nada de su yo para sí mismos, sino que se despojaron de su propia vida para humillarse y dedicarse a buscarlo y agradarlo todo el tiempo, Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte…Isaías 26:9.

Esta intimidad solo la podemos desarrollar cuando nos encontramos a solas con Jesús en el lugar secreto o caminamos con su presencia desde lo profundo se nuestro corazón, Siete veces al día te alabo, Salmos 119:62, y Jesús dijo: Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y habla a tu Padre que está en el secreto. Y tu Padre que ve en lo secreto, te dará la recompensa, Mateo 6:6.

En nuestra intimidad con Dios, desnudamos completamente nuestro corazón ante Él, por eso la intimidad que Dios quiere con su Iglesia, es como la del esposo con la esposa; algo profundo, estrecho, sincero y de total entrega, que produce descanso y placer al alma estando entre sus brazos de amor. En esa intimidad se une nuestro espíritu con el del Santo, y llegamos a ser uno solo, esa fue la razón por la cual Jesús oró por la unidad entre Él y sus discípulos, Juan 17.

2. Debemos quedarnos quietos y en silencio para escucharlo. ¡Ríndanse! ¡Quédense quietos y reconozcan que YO SOY Dios! ¡YO estoy por encima de todas las naciones! YO seré exaltado en toda la tierra! Salmos 46:10. No podemos desarrollar intimidad con Dios estando de prisa o con la mente dispersa. Moisés solía entrar en el Tabernáculo de reunión para hablar con Dios, y allí escuchó su voz, Números 7.89. Era un lugar perfecto para buscar su gloria y hablar de tú a tú con el Grande y Señor del universo.

Jesús al clarear el día, cuando aún era oscuro, buscaba apartarse de sus discípulos para tener intimidad con el Padre, levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba, Marcos 1:35. Hoy tenemos al Espíritu Santo y a través de Él podemos mantener una estrecha intimidad con el Padre y con el Hijo. Ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que lo lleve a tener miedo, sino que tienen al Espíritu que los hace hijos de Dios. Por medio de Él nos dirigimos a Dios, diciendo: ¡Abba, Padre! Romanos 8:15. Esto quiere decir que podemos desarrollar con confianza para hablar como a Padre tierno y comprensivo: Papito Santo, aquí estoy para Ti, busquen a YHWH y su poder; busquen su rostro continuamente, 1 Crónicas 16:11.

Para llegar a estar adheridos con Dios, necesitamos estar quietos, guardar silencio y no distraernos para poder oír sus misterios y revelaciones, es algo que requiere disposición, disciplina, tiempo y práctica. Dios nos llama y nos habla en la quietud del silencio como le sucedió a Samuel, Y vino YHWH y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla porque tu siervo oye, 1 Samuel 3:10.

3. Permitir que sea Dios quien tome el controlEl hombre debe quedarse quieto y callado, solo cuando el Señor se lo impone, Lamentaciones 3:28; solo el Espíritu Santo es quien escudriña y examina nuestro corazón, Él nos da revelación del Padre y del Hijo; es con Él que tenemos conocimiento y discernimiento para nuestra vida y ministerio en un despertar de los dones, Juan 14:26 y 16:13.

El Espíritu Santo, nuestro Ayudador, nos revelará al presente, tres cosas básicas que ya conocemos: el amor, el perdón y la salvación; también nos revelará las cosas del futuro: la verdad de los hechos y lo profético, para saber orar, hablar o actuar según la perfecta voluntad divina, Juan 3:16. Y finalmente el Espíritu Santo actuará a través de los dones que nos han sido concedidos y nos ayudará a mantenernos en la presencia de la gloria de Dios, para ser luz y sal y bendecir e instruir a quien Él nos indique, 1 Reyes 19:9-12.

Mg. MEHC, hija del Fios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.


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