Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, Él sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas. Hebreos 1:3.
Y Jesús salió al encuentro de las mujeres que fueron al sepulcro, diciendo: ¡Salve! y ellas acercándose, abrazaron sus pies y lo adoraron. Mateo 28:9.
A través de la historia vemos que el ser humano solía adorar a Dios en un lugar determinado o una celebración determinada, pero desde que el SEÑOR Jesús habló con la samaritana en el pozo de Jacob, nos enseñó que para adorar al Dios vivo, real y verdadero, no se necesita estar en un lugar específico ni estar en una fiesta especial, sino que podemos adorar en todo lugar y en cualquier momento, solo se requiere de un corazón sincero que conoce a Dios y está dispuesto a adorarlo por amor y gratitud. Seamos agradecidos porque hemos recibido un reino inconmovible. Así que, inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a Él le agrada, con temor reverente, porque nuestro Dios es fuego consumidor. Hebreos 12:28-29.
A Cristo se le adora en espíritu y en verdad, es decir, que para adorar requerimos fervor y pasión por Dios en Cristo, que nos abrió el acceso para buscar el rostro y la presencia del Padre; la adoración es un reconocimiento gozoso de la omnipresencia de Dios fundamentados en la Escritura, y cuanto más conocemos a Dios, más lo amamos con profunda adoración; adorar es una decisión y asunto de un corazón agradecido por todo lo grande y pequeño con que nuestro Dios se manifiesta a nuestra vida con la multitud de sus detalles de amor para con cada una de sus criaturas. SEÑOR, Tú eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre porque has hecho maravillas. Desde tiempos antiguos tus planes son fieles y seguros. Isaías 25:1.
La adoración es única y exclusivamente para Dios en Cristo Jesús, solo a Él se le debe culto, reverencia y adoración; adoramos a Jesucristo porque es nuestro SEÑOR, lo adoramos porque nos salvó, lo adoramos porque nos limpió de pecado con su sangre y nos reconcilió con Abba Padre, lo adoramos porque nos sanó con su cuerpo llagado y traspasado, lo adoramos porque en su resurreccion nos ha dado vida abundante en la tierra y eterna junto a Él; tenemos que adorarlo porque solo Él es nuestro camino al Padre, es nuestra verdad, es nuestra luz y aliento de vida, Él lo es todo para nosotros y merece toda nuestra adoracion; El es el Dios vivo, la manifestación del Padre celestial; Él mismo confirmó su divinidad y la Escritura lo adora en todas sus páginas. Entonces los que estaban en la barca lo adoraron, diciendo: en verdad eres Hijo de Dios. Mateo 14:33.
Jesucristo merece adoración porque Él es el centro de la palabra de Dios y es la palabra viva hecha carne, nadie puede negar la deidad del SEÑOR Jesucristo, el Dios todopoderoso que merece toda nuestra alabanza porque fue Él quien creó todo el universo, por eso, todos los que lo relegan a un simple profeta, están en un gran error y están fuera de la salvación. Jesús mismo aceptó ser adorado, fue adorado y sigue siendo adorado por todos aquellos que Él ha redimido porque hemos creído en Él, y amarlo es adorarlo. Y Él le dijo: Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Mateo 22:37.
Desde el mismo momento de llegar a este mundo, Jesús recibe adoración, y desde el instante que los reyes del oriente fijaron sus ojos en el niño, se postraron y lo adoraron trayendo especias y aromas honrarlo al Dios eterno en forma de niño, Mateo 2:11; también fue adorado cuando entró triunfalmente a Jerusalén montado sobre un asno, todos tomaron ramas de palma para salir a recibirlo y proclamar: ¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Eterno, el Rey de Israel, y esa palabra hosanna significa, ¡Salva a Israel, en una expresión de adoración! Un clamor de todo el pueblo adorando y reconociendo a su Rey. Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo, y clamaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR, el Rey de Israel. Juan 12.13.
En definitiva, todas las expresiones de júbilo hacia el SEÑOR Jesucristo son adoración, un claro reconocimiento de que Él es el único Dios digno de adorar, vemos después que Jesús caminó sobre las aguas, entonces los discípulos que estaban en la barca, lo adoraron y reconocieron que era el Hijo de Dios, Mateo 14:33; y justamente después de su resurrección, la mujeres que iban a contar al resto de los discípulos que el SEÑOR había resucitado, Él les salió al encuentro, y ellas lo reconocieron, y se echaron a sus pies y lo adoraron. Mateo 28:9...Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales. Apocalipsis 14:6-7.
Días más tarde vemos al incrédulo Tomás que no había aceptado la resurrección de Jesús de entre los muertos, aunque sus compañeros le daban testimonio de haberlo visto, pero Tomás no creía, Jesús conociendo la duda de su discípulo, se le aparece y le muestra las marcas de los clavos en manos y pies, así como la herida de su costado; fue así como Tomás reconoció a su Dios y Maestro, y le dijo: ¡Dios mío y SEÑOR mío! Y en ninguno de estos casos nuestro SEÑOR Jesús evadió la adoración, sino que la aceptó, contrario a lo que sí hicieron los hombres y los ángeles enviados por Dios, que no permitieron ser adorados. Pedro y Cornelio, Hechos10:25-26 y el ángel, Apocalipsis 19:9-10.
Hoy, en pleno siglo XX y por la eternidad, seguimos adorando al SEÑOR Jesucristo, y lo adoramos cuando nos ofrecemos a Él en sacrificio vivo y santo, siendo fieles y obedientes seguidores de Él, haciendo su voluntad, obedeciendo sus instrucciones y viviendo sus enseñanzas; lo adoramos porque es Dios Espíritu y es necesario adorarlo en espíritu y verdad; adoración no es simplemente hacerle la venía para inclinarse ante Él, es, cantando y gritando nuestro amor por Él, adorar al SEÑOR Jesucristo, requiere conocerlo, tener comunión e intimidad con Él, ser sus amigos para servirle y confiar en Él con desprendida confianza. Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo y santo, agradando a Dios, porque así lo adoramos con inteligencia. No amoldándonos a este mundo, , sino transformándonos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que podamos comprobar que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2.
Adoramos a Jesucristo cuando creemos en el poder de su nombre, sabiendo que Él calmará nuestras tempestades, y lo honramos cuando dejamos de creer las mentiras de los hombres, y cuando guardamos nuestra boca, no replicamos las palabras despreciables que muchos otros dicen y repiten; los adoramos, hablando como Dios habla, porque reconocemos que voceros de Dios y no del diablo; adoramos al SEÑOR anunciando lo que realmente vale la pena, lo que es bendición y lo que Dios ha dicho siendo así profetas del Dios Altísimo, adoramos si atendemos a Dios y no hacemos casos a lo que se rumora en el mundo, sino que abrimos los oídos a la voz de nuestro Dios y SEÑOR Jesucristo, creemos, lo reconocemos y lo adoramos como hizo el ciego que fue sanado. Jesús oyó que habían expulsado al ciego sanado, y le preguntó: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondiendo el hombre dijo: ¿Quién es, SEÑOR, ¿para que crea en Él? Y le dijo Jesús: pues lo has visto, y es el que habla contigo. Y el hombre dijo: creo, SEÑOR, y adoró a Jesús. Juan 9:35-38.
El hombre de Dios D.L Moody, contó que en una ocasión un grupo de turistas de una región montañosa en Escocia, querían apoderarse de un nido lleno de huevos, el cual estaba en un lugar casi inaccesible y frente a un gran precipicio.
Entonces ellos trataron de convencer a un niño que vivía en las cercanías para que bajará hasta donde estaba el árbol con el nido, pues como era pequeño, delgado y poco pesado, pensaron que podrían atarlo a una soga sostenida desde arriba por aquellos hombres. Le ofrecieron una gruesa suma de dinero al pequeño, pero como no eran gente conocida ni confiable, el pequeño niño se negó a bajar y no cumplió sus peticiones. Pero ellos insistieron diciendo que no le pasaría nada, pues ellos eran grandes y sostendrían muy bien la soga. Finalmente, el chico dijo: La única condición que pongo para bajar tan hondo, es que sea mi Padre, quien me sostenga la cuerda.
Amados de Dios, nuestra responsabilidad diaria es adorar a Cristo, a nuestro Padre celestial, porque una sencilla forma de adoración es el agradecimiento de saber que nuestro Padre eterno sigue sosteniendo a sus hijos y guardando nuestras vidas, Él nos ha hecho nacer de nuevo en su Hijo Jesucristo, por lo tanto, tenemos la certeza de que en momentos de peligro, angustia, ansiedad, prueba, incertidumbre y decisiones grandes del presente y el futuro, podremos clamar en adoración a Él y nos sostendrá. Te exaltaré, mi Dios, mi Rey y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Salmos 45:1.
Adoremos con confianza, como niños arrojémonos seguros a los brazos del Padre celestial sin mirar la altura o profundidad del problema, podemos adorar así. No hay que temer, no hay porque estar confundidos ni miedosos por el futuro y los acontecimientos que vendrán, pues nuestro Dios Salvador es SEÑOR del universo, el dueño de la creación que tiene todo bajo su sola potestad y dominio, Tú eres digno SEÑOR y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque Tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas. Apocalipsis 4:11.
Confiar y sentirse seguros en Dios es adorar aunque estemos balanceándonos al final de la cuerda, recordemos que en el otro extremo está nuestro SEÑOR Jesucristo cuidándonos y sosteniéndonos, y aunque andemos en valles de sombra de muerte, no temeremos mal alguno, Salmos 23:4. Esta declaración de confianza nace de un corazón alineado al corazón de Cristo, de alguien que lleva una vida santa y le grada a Él, algo propio de un alma que sabe con certeza quien es el que nos guarda, en Quien hemos creído y puesto toda nuestra confianza, 2 Timoteo 1:12.
Humillémonos ahora ante su Majestad unidos en amor, oración, ayuno, ruego y lamento, porque viene el día en que los verdaderos adoradores serán notorios, y tendremos que adorar cada momento que respiremos porque Él nos dará verdaderas victorias en medio de los juicios del mundo, pero Dios será nuestro oportuno socorro, Hebreos 4:16 contra el turbión, Isaías 32:2. Cuando pasemos por las aguas de los dolores de parto, estaremos confiados, y si los ríos del mundo nos quieren ahogar, no podrán; si tenemos que pasar por el fuego de la persecución, no nos quemaremos porque las llamas no arderán en un pueblo que alaba y adora a Dios, Isaías 43:2. Así sucedió con Daniel y sus tres amigos Mesag, Sadrac y Abed-nego, en Daniel 3.
Cuando el pueblo de Israel no dio la adoración que le correspondía a Dios, fue llevado cautivo a Babilonia por el cruel ejército asirio al mando de Nabucodonor, y el rey Joacim del reino del norte, que no obedecía al SEÑOR, sufrió las consecuencias de no reconocer al Dios de Israel, además su padre había sido un derramador de sangre, entonces estaban a expensas del enemigo, por eso Dios permitió que le sacarán los ojos a Joacin, pues el SEÑOR no perdonó tanta maldad, deslealtad, desobediencia e incredulidad, 2 Reyes 24.
Vemos en el libro de Daniel, que este siervo de Dios era un adorador que estaba tres veces al día de rodillas ante Dios orando y adorando, por eso él, junto con sus tres amigos, aunque fueron sometidos a diversas pruebas de fuego, y en el foso de los leones, no sufrieron ni un rasguño, Cristo estuvo con ellos protegiéndolos y guardándolos, así salieron intactos, ni siquiera había olor de ropa quemada en ellos, es el resultado de ser adoradores y alabar a Dios aún en medio de las más crueles y fuertes pruebas. El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón confía en Él; de Él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría y con cánticos les daré gracias. Salmos 28:7.
El malvado Nabucodonosor sufrió locura al ser tratado por Dios a causa de su soberbia irreverente, hasta que finalmente se rindió al Dios de Israel, pues cuando la gente evade reconocer y adorar a Dios, Él les permite tragedias que les baja el ego. Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo porque siempre procede con rectitud y justicia y es capaz de humillar a los soberbios Daniel 4:37.
Todo el que reconoce al Dios Todopoderoso para adorarlo, será levantado a lugares de honor, así como Daniel y sus amigos, que llegaron a ser gobernantes de provincias, mientras que el soberbio Nabucodonosor, tuvo que humillarse ante el Eterno Dios del universo. Los enemigos de YHWH y todos los que se oponen a la voluntad de Dios de darle adoración desobedeciendo sus mandamientos y sus principios, tendrán que decir: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed.nego, que envío a su Ángel y libro a sus siervos que confiaron en Él, y que no se sometieron al edicto del rey, sino que prefirieron entregar sus vidas, antes que servir y adorar a otro dios. El rey engrandeció a Daniel, Azarías, Misael y Ananías, que eran verdaderos adoradores con su estilo de vida santa. Jesús contestó: escrito está: adora al SEÑOR tu Dios y sírvele solamente a Él. Lucas 4:7-8.
Nuestra actitud hacia Cristo siempre debe ser la adoración reverente, si fallamos, nos arrepentimos, confesamos los pecados, nos apartamos del mal, AYUNAMOS, ORAMOS, ADORAMOS y ALABAMOS todo el tiempo para salir a CUMPLIR LA GRAN COMISIÓN, eso es adorar a Cristo, siguiendo su ejemplo y sus enseñanzas. Jesucristo es digno de adorar y demanda que nos consagremos, nos santifiquemos, tengamos fe obediente y dependamos totalmente de Él. Grande es nuestro Dios, y digno de suprema alabanza. Su grandeza es insondable. Salmos 145:3. Amén.
Esta palabra me la dio mi Padre Eterno anoche, mientras hablaba con Él y me gozaba adorando en su presencia en el poder de su palabra, haciéndome ver que no importa lo adverso o el buen tiempo, debemos adorar siempre, y adorar es expresar palabras de bendición, agradecimiento y amor a Dios, pero lo contrario a adoración es renegar, maldecir, quejarse y despreciar; sin embargo, debemos saber que hay gran poder en adorar a nuestro Dios y SEÑOR, porque si lo hacemos, Él pelea a nuestro favor. Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; mis labios siempre lo adorarán. Salmos 34:1; SEÑOR, mi boca rebosa de alabanza a tu nombre, y todo el dia proclamo tu grandeza. Salmos 71:8.