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19 jul 2016

YO MENGÜO Y CRISTO CRECE EN MI.


YO MENGÜO PARA QUE CRISTO SE AGIGANTE EN MI. 

Respondió Juan y dijo: no puede el hombre recibir nada si no le es dado del cielo, ustedes mismos son testigo de que dije: yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. El que tiene la esposa, es el esposo; pero al amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe. Juan 3:25-30.

Cristo debe brillar cada vez más, mientras yo voy quedando en la sombra. Juan 3:30.

...Somos  como una neblina que aparece por un momento y después se desvanece. Santiago 4:14.

Es necesario que mengüemos para que Cristo crezca en nosotros, es decir, que tenemos que disminuir la carrera en sí mismos, ya no corremos como locos en el mundo para satisfacer ambiciones y cumplir lo que queremos, sino que nos apaciguarnos no para relucir, ni buscar la fama, sino para quedarnos tras bambalinas trabajando para que sea Cristo visto en mi, mientras me someto,  y me sujeto al SEÑORIO de Dios, orando al SEÑOR, para saber lo que a Él le gustaría que yo haga para Él; la mejor forma de adoración es la obediencia, si realmente amamos a Dios lo que deseamos es agradar y complacer su corazón porque queremos más de Él y menos de nosotros. El que tiene mis mandamientos y los obedece, ése es el que me ama; el que me ama, será amado por mi Padre. Y yo lo amaré y me manifestaré a él. Juan 14:21

Es Dios quien debe ser complacido en la totalidad de mi vida, para que otros lo vean moverse a traves de mi, yo no soy la importante, es nuestro SEÑOR Jesucristo; menguar y morir a nosotros mismos significa obediencia a Dios, a Él es a quien primero debo atender y acatar sus instrucciones por encima de todo lo demás, no es lo que yo y el mundo quieran, sino lo que Dios establece y ordena; esto es parte de mi menguar y mi morir a diario para que Jesucristo sea dado a conocer y sea revelado en mi para salvación de otros.  Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mi. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a la muerte por mi. Gálatas 2:20. 

Menguar significa que sea Cristo quien obre en mi, mientras yo me niego a hacer lo que quisiera, voy muriendo a los caprichos del yo y al ego inflado que debe fenecer diariamente; negarme a las debilidades y apetitos de la carne, llenándome de Dios para que se vayan opacando las pasiones del cuerpo con el fuego del Espíritu de Cristo que vive en mi ser para que ya no resalte este mortal, sino que Cristo sea engrandecido a traves de mi, con la vida santa que debo llevar. Hagan pues morir todo lo terrenal que haya en ustedes; que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia que una forma de idolatría...Colosenses 3:5-10.

Debo vacíarme de la vieja naturaleza de pecado, para que Cristo sea manifestado, predicado, mostrado y exaltado con mi testimonio; esta es la parte más importante de nacer de nuevo, ya no vivimos para satisfacernos a sí mismos, ni figurar en el mundo, sino que Cristo se hace real en mi vida porque Él es el centro de todo lo que soy, hago, pienso y programamo cada día, en mi continua comunión y oración con Dios, la lectura y meditación de su palabra, que me confronta y me redargulle, pues ella es un espejo en cual se revela mi interior; entonces yo cambio y me transformo para llegar a ser semejante a Cristo. Examínense ustedes mismos, para ver si están firmes en la fe; póngase a prueba. ¿No se dan cuenta que es Jesucristo el que está en ustedes? Porque si no confían verdaderamente en Cristo, es porque Él no está en ustedes. 2 Corintios 13:5.

Dios se manifiesta en ti y en mi, en la persona del SEÑOR Jesucristo, y el fluir de su Espíritu en ti y en mi; ya no actuamos a nuestro parecer ni acomodo, Dios gobierna la totalidad de nuestro vivir en el Espíritu, y damos a conocer su amor y sus maravillas con nuestro comportamiento, conducta y carácter para que todo alrededor lo obedezca y se someta a la autoridad de Cristo y el Padre sea glorificado con sus milagros, si creemos y hacemos todo lo que Él nos dice; María siendo la madre del Salvador creyó y habló en humildad. Entonces Myriam dijo: He aquí la sierva del SEÑOR; hágase conmigo conforme a tu palabra...mi alma glorifica al SEÑOR, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Lucas 1:38-46; luego testificó, Y dijo a los que servían: hagan todo lo que Él les diga. Juan 2:5.

Mientras voy rumbo a la mansión celestial, estoy sirviendo y haciendo todo lo que Dios me dice que haga, no hago lo que quiero hacer ni el mundo me dice que haga; porque ésta, mi naturaleza carnal y natural está sujeta a la voz del Buen Pastor, lo atiendo y obedezco; yo voy decreciendo y desapareciendo mientras Jesucristo se va haciendo más notorio a través de mi, ahora soy su reflejo, porque Él es mi Luz, y yo un luminar en el oscuro mundo, voy dando de su amor, soy genuina hija del Dios viviente, soy verdadera cristiana, sirvo de ejemplo con mi vida santa; tú y yo como hijos de Dios y discípulos del SEÑOR Jesús cada día vamos siendo apocados con humildad, mansedumbre, visibles para Dios en sujeción a Él como servidores de su reino, pero muertos e invisibles al mundo. Jesús dijo: si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Mateo 16:24.

Después que Juan Bautista habló de que él debía menguar, Jesucristo enseñó de su muerte comparándose al grano de trigo que cae en tierra y muere, así como Cristo murió para este mundo, nosotros también debemos morir al mundo y a sí mismos como semillas de trigo que deben dar fruto; Jesús aseguró que si el grano de trigo no muere, tampoco dará fruto; sí nuestro SEÑOR tuvo que padecer y morir para cumplir su misión de limpiar nuestros pecados con su sangre y traer salvación muriendo en la cruz para luego resucitar, glorificarse y subir al cielo; ¡cuánto más nosotros, vulnerables humanos pecadores, tenemos que morir a todo lo que se llama mundo! negándonos a nuestra carnalidad para cumplir el llamado y estar vivos para Dios, atesorando la salvación y dando fruto de labios que confiesan su nombre! Les digo la verdead, el grano de trigo, debe ser sembrado en la tierra para que muera y quede solo. Pero su muerte producirá muchos granos más, será una abundante cosecha de vidas nuevas. Juan 12:24.

Como seres temporales en este mundo, somos ese grano de trigo que se va deshaciendo en la tierra, mientras peregrinamos en el mundo, pero vamos enraizados en el huerto de Cristo y el plantío de YHWH, para ser árboles de justicia que glorifican al Labrador; esramos sembrados en tierra fértil dando abundante fruto para el reino de los cielos, porque somos transformados y renovados, pasamos de ser semillas a ser árboles, pero en ese proceso de cambio y crecimiento pasamos por penas y alegrías, por momentos buenos y no tan buenos, de bendición como de prueba, en ese proceso, somos cavados alrededor y abonados por el SEÑOR del Huerto, quien con su mano quita toda hojarazca, cambia la atmósfera y quita alrededor todo lo que estorba porque Dios cuida su plantío para que haya fruto. Porque Dios corta toda rama que no produce frute, y poda las ramas para que den más fruto. Juan 15:2.

Quizá en la poda quedemos solos, porque así como nacimos solos, también morimos solos, pero en Cristo, y mientras vamos muriendo, su palabra y su Espíritu, son los aliados que nos sostienen y ayudan a desaparecer para el mundo, pero a vivir para Dios cada día, dejando atrás la naturaleza vieja y gastada a cambio de la vida nueva de fe y santidad en el SEÑOR, quien nunca nos dejará a mitad de camino, sino que nos perfeccionará para producir lo que Dios quiere que produzcamos: Acabaremos con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y conversaciones que no aprovechan; nos iremos despojando del viejo hombre con sus obras. Colosenses 3:8-9.

En nuestro proceso de perfección y santificación, Cristo va creciendo y se hace cada vez más visible en nostros, mientras tú y yo vamos acabando como la neblina que pasa, pero Él permanece y estará con nosotros hasta el fin del proceso; en la dificultad de la prueba vamos identificando lo que sobra, vamos muriendo a muchas costumbres y habitos que adquirimos en el camino, pero que en Cristo ya no sirven y deben desaparecer para que Él se vaya revelando y brille en nosotros; nos hacemos pequeños rayitos de humildad, a la Luz plena de Cristo, mermando a nuestros deseos, planes y proyectos para que se haga la voluntad y el propósito de Dios en nuestra vida.. Enséñame, oh Dios, a hacer tu voluntad porque Tu eres mi Dios, tu buen Espíritu me guie a tierra firme. Salmos 143:10.

Para morir a lo viejo y menguar a sí mismos, necesitamos renunciar a todo lo que no lleve el sello de Dios, a todo lo contaminado por el mundo y debilitado en la carne, arraigados en Cristo para dar el fruto que corresponde, porque separados de Él no podemos hacer nada bueno. El que se separa de Cristo y le da la espalda a Dios, será echado fuera y se seca, como las ramas muertas que se recogen y al final del Otoñó y se echarán al fuego para que ardan y no estorben. Juan 15:4-16.

Nuestro proceso de purificación y santificación es progresivo porque vamos menguando a la vieja naturaleza viciada, para desaparecer a malas cosas e influencias oscuras que dañan el alma, por eso morimos cada día al viejo hombre mientras se regenera el nuevo; muere el que perdió su inocencia y quedó alejado de su Creador en el Huerto del Edén a causa del pecado de incredulidad y desobediencia; cuando llegamos a Cristo empezamos el proceso de la semilla plantados en la casa del SEÑOR, para florecer como la palmera y crecer como cedros del Libano, haciendo efectiva la orden de crecer, multiplicar y gobernar con justicia. Así como al Hijo del Hombre le llegó el momento de entrar en la gloria por su sacrificio y resurrección, Juan 12:23; a nosotros también nos llega el momento de morir y renunciar al mundo para entrar en la gloria redentora del Padre trabajando y haciendo lo que el Padre quiere. Juan 13:31...Padre que no se haga mi voluntad sino la tuya. Mateo 26:42.

La esencia de la vida cristiana está en morir al yo, negarnos a nuestro ego vano, desobediente, soberbio e independizado de Dios, para ser humildes, santos, obedientes y dependientes del SEÑOR, muertos para el mundo y el pecado, rechazando todo lo impuro, y colocando en último plano nuestras propias necesidades para priorizar las instrucciones de Dios; el mundo ya no es un deleite, porque nuestro gozo y nuestra satisfacción es tomar la cruz del ejemplo de Cristo para seguir sus pisadas. Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus pisadas. 1 Pedro 2:21.

Ahora somos hijos del Dios, no advenedizos, Cristo, somo discípulos no populacho, Él nos ha hecho nuevos seres humanos y nuevas personas, para NO ser naturales ni carnales sino sobrebaturales y espirituales; este proceso de menguar y morir dura toda la vida, vamos subiendo la escalera de la vida santificándonos hasta llegar a la cima. NO seamos necios. Cuando se siembra una semilla, ésta tiene que morir para que cobre vida una nueva planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano de trigo, o el de otra semilla. Después Dios le da a cada planta la forma que Él quiere, y a cada semilla Él le da el cuerpo que le corresponde…1 Corintios 15:36-41.

Cuando el SEÑOR habló a los discípulos de tomar la cruz, nos estaba hablando de muerte al yo, para poder seguirlo como verdaderos discípulos, hijos de Dios y ciudadanos de su reino; Jesús lo dijo muy claro: si alguien quiere seguirlo, debe negarse a sí mismo, lo que significa renunciar a vivir en nuestro propio parecer personal de vida mezquina, natural y física, para entrar en la vida espiritual de pureza e íntegridad; es tan importante esto para Dios, que el SEÑOR lo expresó así: Si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues es mejor que pierdas un miembro de tu cuerpo, y no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno. Mateo 5:30.

Hasta este punto de nuestra existencia, salvar nuestra vida terrenal ya no es tan importante, porque el que lo intente perderá su vida eterna; pero aquellos que damos la vida por amor a Jesucristo, su palabra y nombre, tendremos una eternidad bienaventurada junto a Él, y esto es mucho mucho mejor y más profundo de lo que imaginamos: aquellos que no estén dispuestos a sacrificar sus vidas por el SEÑOR Jesucristo, no podrán ser llamados sus discípulos. Si alguno quiere ser mi discípulo, olvídese de sí mismo; cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa de Mí, la encontrará…Mateo 16:24-25.

El cristiano genuino nace de nuevo, confirma su decisión de morir así mismo, cuando se bautiza, dejando en el olvido su vida antigua de pecado, Romanos 6:4-8; entonces renacemos en la vida de Jesucristo, la simbología del bautismo, al ser sumergidos en el agua representa ser sepultados juntamente con Cristo, y al salir del agua, se confirma la resurrección a la vida espiritual y eterna en Él. Es por eso que Pablo dijo que el bautismo nos identifica con Cristo en su muerte y resurrección, describiendo así, que la vida del cristiano es un morir continuo a sí mismos para vivir por Cristo y para Él eternamente, porque Él venció la muerte al resucitar dejando el sepulcro vacío, es decir, el mundo queda sin tí y sin mí porque Él nos ha sentado a su lado en lugares celestiales, no somos de aquí, Gálatas 2:20, pero: Mientras viva cantaré al SEÑOR. ¡Alabaré a mi Dios hasta el último suspiro! Que todos mis pensanientos le agraden, porque me gozo en el SEÑOR. Salmos 104:33-34 .

Así que, menguar y negarnos a nosotros mismos para que sea Cristo expuesto en su grandeza, significa, mantener colgada la carne en la cruz, crucificados con Cristo, es decir, apercibirnos y asegurarnos de que el viejo hombre y la naturaleza carnal queden muertos para siempre en la cruz de la santidad y la consagración a Dios, es Jesucristo quien vive en nuestro ser; la vida vieja que se inclinaba al pecado y a estar en los caminos del mundo, ha fenecido y expirado para siempre, éste nuevo hombre, ésta nueva criatura es altar y morada de Dios, dejamos de ser guarida del diablo para convertirnos en templos de su Espíritu Santo; ahora vivimos en Él, por Él y para Él; por lo tanto, si estamos muertos al pecado, ya no sentimos el deseo de ir tras los placeres del mundo, ni los impulsos de la carne, ya no participamos de costumbres, hábitos, vicios ni manías pecaminosas. Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y sus deseos. Gálatas 5:24.

El egoísmo, la indiferencia, el desamor, la injusticia, la inmoralidad y todo eso que aprisiona en el mundo, ya no son parte de nosotros, ahora somos de Cristo, estamos llenos de luz porque somos lámparas que alumbran en lugar oscuro; nuestra existencia se llena cada día con el aceite fresco del Espíritu, somos odres nuevos que contienen el vino nuevo del gozo porque somos portadores de su presencia, y buscamos las cosas de arriba para hacer lo que le agrada al Padre. Menguar, morir a sí mismos, negarnos a lo nuestro y crucificar la carne para acabar con el viejo hombre, NO ES OPCIONAL en la vida del cristiano; es la realidad del nuevo nacimiento; no podemos seguir a Cristo si no nos sometemos totalmente a Dios y su palabra; así que estás vivo o estas muerto para Dios, o menguas y te niegas o te quedas atrás. YO se todo lo que haces; que no eres ni frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras uno o el otro! Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca! Apocalipsis 3:15-16.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.