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20 nov 2016

SATISFACCIÓN Y VIDA DE FE?


¿CÓMO LOGRAMOS SATISFACCIÓN Y VIDA DE FE?

 

Porque Dios ha saciado al alma sedienta, y ha llenado de bienes al alma hambrienta. Isaías 44:3.


El que cree en Mi, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:38.


El que beba del agua que YO le daré, no tendrá sed jamás; porque el agua que YO le doy será una fuente que salte para vida vida eterna.  Juan 4:13-14. 

 

Como primera medida aclaremos el concepto de satisfacción que es esa sensación de bienestar, y sentirnos contentos, regocijados, plenos y complacidos con la vida, quizá porque tenemos cubiertas nuestras necesidades y deseos; pero hablar de satisfacción en este mundo de insatisfacciones suena extraño hoy, puesto que la generalidad de la gente es quejarse por todo: por el empleo que tiene, por el sueldo que gana, por los padres y la familia que les tocó, por sus circunstancias y aún por la condición de ellos mismos, la realidad es que la gran mayoría de las personas se sienten insatisfechas con su vida, pero debemos aprender a estar contentos y satisfechos en Dios a causa de la fe que profesamos en Cristo. Los pobres comen y quedan satisfechos; los que buscan al SEÑOR lo hallarán, y de gozo constante tendrán lleno el corazón. Salmos 22:26.

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Como lo dice el versículo anterior, la Biblia nos enseña cómo tener una vida satisfecha, lo cual depende de ser personas de fe y cultivar una relación personal con el SEÑOR Jesucristo viviendo con Él el hoy, el dia a día; es en Cristo que experimentamos la satisfacción de una vida plena y segura porque amamos a Dios y confíamos plenamente en su amor y fidelidad, sin importar las circunstancias que estemos atravesando; Dios nos ha dejado muchas enseñanzas bíblicas para que aprendamos a vivir en contentamiento y con agradecimiento que son parte de la satisfacción, lo cual es vida en el Espíritu que redunda en lo natural de este mundo donde viven los hijos de Dios. El Padre eternos como una madre nos alimenta y nos consuela hasta que quedamos satisfechos. Isaías 66:11.  

 

La vida de fe es vida de piedad, de agradecimiento y de esperanza para estar satisfechos en Cristo, porque la verdadera fe en Dios, nos da la satisfacción de convertir nuestros fracasos en triunfos, esto significa que con lo que tenemos nos sentimos felices y agradecidos con Dios, pues Él sabe saciar nuestra hambre y nuestra sed y así como cuando comemos o bebemos, ya no queremos más porque hemos sido saciados, así la fe en Dios es la virtud que nos nos satisface el alma al tener una relación correcta con Dios, entonces nuestro ser se siente contento y saciado, porque la satisfacción verdadera y real, es espiritual, no  una mera sensación física o emocional, a eso se refirió el SEÑOR Jesús cuando dijo:  YO SOY el pan que da la vida. El que viene a Mí, no volverá a tener hambre, y el que cree en Mí, no volverá a tener sed. Juan 6:35.

 

La satisfacción es contentamiento y complacencia con Dios por lo que somos, tenemos y disfrutamos en Él, para eso se requiere de un corazón agradecido, de una persona que llega a ser como un niño que se goza con los detalles más pequeños y sencillos y no se queja por lo que no tiene, solo se ríe y es feliz con lo que posee; pero el ser humano suele ser ingrato, pide y exige más a cada instante, pide lo mejor y llama la atención, porque muchos se mueven por lo que ofrecen los medios, haciéndonos creer que requerimos de muchas cosas más de las que realmente necesitamos, pero si estamos llenos del Espíritu de Dios, las exigencias de nuestro corazón se reducen y quedan en último plano. Porque gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda, nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo estemos contentos con eso.1 Timoteo 6:6-8.

 

Dios nos enseña que el primer paso para estar satisfechos, es aprender a estar contentos con lo que Él nos da y con lo que logramos alcanzar, reconociendo que nuestro Padre Dios nos provee los que requerimos según nuestra necesidad presente, por lo tanto, nos sentimos satisfechos, y agradecidos, pero esto no debe confundirse con auto satisfacción, porque la satisfacción con Dios es sentirse complacido y pleno de contentamiento, por el amor providencial de Dios y su obra en nuestra vida. ¿A quién tengo yo en el cielo? ¡Solo a Ti SEÑOR! Y estando contigo nada quiero en la tierra. La salud me puede fallar, mi espíritu puede debilitarse, pero Dios permanece fiel. ¡Él es la fuerza de mi corazón, y mi herencia eterna! Salmos 73:25-26

 

Nuestra satisfacción resulta de estar en la presencia de Dios porque sabemos que conversar con Él es un deleite, esa es la manera más hermosa de llenarnos de confianza y gratitud, porque así fortalecemos nuestra fe y nos gozamos en su palabra; allí hallamos la fuente y el manantial de una vida plena de gozo y paz; el amor y la paciencia de Dios para con nosotros debe ser un motivo de agradecimiento y satisfacción para todo aquel que vive por fe, pues su presencia aunque no lo vemos, produce es nuestro interior un gozo inefable y poderoso de dulzura y refrigerio; posiblemente esa fue la razón por la que el salmista escribió los salmos 23 y 27 como alabanzas al Eterno Padre de bondad. Den gracias a Dios por todo, porque esta es la voluntad del SEÑOR para con nosotros, en Cristo Jesús.  1 Tesalonicenses 5:18.

 

En la parábola del hombre rico en Lucas 12:16-21, nuestro SEÑOR Jesús nos enseña que ninguno debe estar satisfecho solo con los bienes materiales de este mundo que perecen, pues no podemos dejar de lado la satisfacción salvadora de la vida eterna, por  lo tanto, nos sentiremos satisfechos y contentos cuando entendamos cuál es nuestro verdadero propósito de estar en esta tierra, porque la realidad de la verdadera satisfacción es permanecer en la presencia de Dios, hablando continuamente con Él. Es una pena dejar de hablar con Dios para pensar en cosas sin importancia y trivialidades, esas falacias y tonterías que en nada aprovechan a nuestro crecimiento espiritual pero sí debilitan nuestra fe en Dios. Den siempre gracias a Dios el Padre, por todas las cosas, en el nombre de nuestro SEÑOR Jesucristo. Efesios 5:20.

 

Si perseguimos nuestras propias ideas, sobre lo que nos puede complacer, nunca encontraremos la verdadera satisfacción; seríamos como pequeños infantes que corren tras las burbujas de jabón, imaginando que pueden alcanzar los sueños, imaginando que van a estar contentos para siempre; porque si buscamos la satisfacción propia por nuestros recursos y habilidades, no nos daremos cuenta que viene otra y otra burbuja inalcanzable la cual perseguimos inútilmente, desperdiciando así nuestra vida, mientras el Creador nos espera con el Manual de instrucciones en la mano. Para el deprimido todos los días son malos; pero el de corazón contento, tiene un banquete continuo. Proverbios 15:15.

 

Deberíamos seguir el ejemplo de Pablo que a pesar por pruebas de persecución y rechazo, lo que describió fue satisfacción en Cristo, y reconociendo que con El estaba juntamente crucificado y ya no vivía él, sino Cristo en él, porque vivía por la fe en el Hijo de Dios, que se entregó así mismo por nosotros para darnos todo su amor salvador, Gálatas 2:20; esa satisfacción de fe la logramos cuando estamos dispuestos a crucificar la carne y morir al viejo hombre, es algo que debemos hacer diariamente con pasión y determinación, permitiendo que el Espíritu Santo revele a Cristo a través de nosotros…No hablo porque tenga escases o necesidad, pues he aprendido a estar contento cualquiera sea mi situación. Filipenses 4:11.

 

Vivir en la presencia de Dios nos produce satisfacción porque así se acrecienta nuestra espiritualidad, se fortalece nuestra fe, aprendemos a amar con desprendimiento, se agudizan nuestras destrezas en todas las áreas y adquirimos familiaridad al sonido de la voz de Cristo; esa satisfacción espiritual se reflejará al ver cambios radicales y notorios en nuestra vida, la familia y la sociedad, entonces veremos milagros con mayor frecuencia. Hallamos satisfacción cuando tenemos la certeza que es el SEÑOR quien gobierna nuestra conducta, para que no perdamos el horizonte de la vida en cosas triviales y sin profundidad en Dios, cosas que tampoco producen fruto visible; satisfacción es saber vivir en Cristo con fe y confianza en Él para llegar a ser vencedores. Porque el SEÑOR se complace en su pueblo; Él da a los humildes el honor de la victoria. Salmos 149:4.

 

La vida que Dios nos ofrece en Cristo, es mucho más sencilla de lo que imaginamos, y tendremos mucha satisfacción en la vida si reconocemos que nuestro propósito es reflejar la gloria del SEÑOR Jesucristo, viviendo de la manera que el Padre celestial lo diseñó, porque proponernos a vivir para Cristo, amándolo intensamente y viendo su mover en nuestra vida y nuestras circunstancias, es la mayor satisfacción que cualquier ser humano pueda tener. Es el deleite más grande que llega hasta la eternidad. El temor al SEÑOR conduce a la vida, y podemos dormir satisfechos sin ser tocados por el mal. Proverbios 19:23.

 

La rendición y entrega a Dios nos produce satisfacción porque gozamos de paz interior, pues nuestra satisfacción está basada en la gloria y la presencia de Dios disfrutando hacer su voluntad y viviendo su palabra por fe;  y aunque algunas veces Él nos permita el sufrimiento, sabemos que tendremos su consolación, porque servimos al Dios vivo, real, perdonador, clemente y piadoso, tardo para la ira pero grande en misericordia y que nunca abandona a sus hijos, Sea nuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenemos, porque el mismo Dios ha dicho: nunca te dejaré y nunca te desampararé. Hebreos 13:5.

 

Un alma rendida a Dios siempre está satisfecha y agradecida proyectando su vida en Cristo, y en todas las circunstancia, sean buenas o sen malas, se goza y es feliz porque sabe que no lucha sola, es Dios quien pelea nuestras batallas, así tengamos que llorar a los pies del SEÑOR; porque la mayor satisfacción de un alma en este mundo, es saber que es salva y cuando muera, se encontrará con su Dueño; por eso los creyentes somos agradecidos y damos gracias al SEÑOR en oración continua, sean tiempos de desierto, oasis, alegría o soledad, es un privilegio y un deleite experimentar el contentamiento y la satisfacción de estar rodeados por la presencia de Dios, y sabemos que el Buen Padre prueba nuestros corazones para afirmarnos en Él y que nuestro corazón no se desvie ni busque en lugares equivocados sabiendo que es el pecado la causa del mayor descontento; Porque así como la muerte y el sepulcro, la codicia del hombre jamás lo dejará satisfecho. Proverbios 27:20.

 

En la vida de fe hay continua satisfaccion y paz interior si andanos en santidad, humildad y mansedumbre como lo ordena el SEÑOR Jesús y le agrada al Padre, así que si conocemos a Dios tenemos que vivir para glorificarlo y darle gracias por su favor y misericordia cada dia, pues Él es es nuestro Gran Ángel guardian que nos cuida y evita que nos extraviemos en cualquier recodo del camino; por lo tanto, no debe haber descontento ni vanos razonamientos humanos en nuestra mente, pues el descontento y la queja son ingratitud y rebeldía hacia Dios, lo cual oscurece nuestro entendimiento y endurece el corazón. Regocijémonos en el SEÑOR siempre. Otra vez digo: regocijémonos. Para que nuestra gentileza sea conocida por todos los hombres. El SEÑOR está cerca. Filipenses 4:4-5.


El descontento solo produce tragedias; recordemos que la insatisfacción del pueblo de Israel después de haber sido liberados de la esclavitud de Egipto produjo quejas y reclamos contra Dios y Moisés, por lo cual los mayores de veinte años no entraron a la tierra prometida, sino que murieron en el desierto, cuando debieron haber estado satisfechos de que Dios mismo los hiciera libres y ordenara su camino  dándoles sentido y libertad para adorarlo y caminar felices con Dios. Con queja y descontento el pueblo ingrato le paga al SEÑOR; se hacen necios y faltos de sabiduría sabiendo que Él es nuestro Padre Creador, y es Él quien nos da la vida. Deuteronomio 32:6.

 

El mundo puede estar insatisfecho, pero un verdadero hijo de Dios debe experimentar la satisfacción continua del contentamiento porque Jesucristo ha pagado el precio de nuestro pecado muriendo en la cruz del Calvario y ahora gozamos de las buenas noticias del Evangelio, que es la palabra viva y eterna de Dios, y más que el perdón, Dios nos ha otorgado vida en su sacrificio redentor, con la satisfacción profunda y duradera de ser salvos y ser llamados hijos de Dios por ser redimidos en Cristo. Y Esdras les dijo: vayan y coman de lo mejor, beban vino e inviten a quien no tenga nada preparado, porque hoy es un dia dedicado al SEÑOR. No estén tristes, porque el gozo del SEÑOR es nuestra fortaleza. Nehemias 8:10.


En la salvacion de Cristo hay satisfacción para el pueblo santo de Dios, y mientras estemos en esta tierra Dios como Gigante de amor y Ángel protector, va con nosotros, y con Él lo tenemos todo, nada nos falta, somos sostenidos por la Cabeza del ángulo que es Cristo nuestra Roca y Torre fuerte, y lo que nos rodea en el mundo, no nos puede robar su gozo inefable, estamos alegres y vivimos felices a pesar de todo, porque le pertenecemos al Padre que nos compró con la sangre bendita del Hijo, por eso vivimos y nos sentimos satisfechos de heredar bendición en el SEÑOR Jesús, pues tenemos el privilegio de ser coherederos juntamente con El, sentados en lugares celestiales y guíados por su Santo Espíritu. Yo tengo todo lo que necesito; estoy siempre a tu lado, y me llevas de la mano derecha…Y fuera de Ti SEÑOR, nada deseo en la tierra. Salmos 73:23-24.


Así que, si queremos gozar de satisfacción en este mundo, vivamos por fe y seamos agradecidos, para ser librados de toda insatisfacción; propongámonos a vivir para Cristo, incluso si los afanes y deseos terrenales llaman nuestra atención, pues nuestra alma que es agradecida, sabe que todo lo de este mundo es temporal, pero nuestra plenitud y completa satisfacción son eternas y para siempre. Tú, SEÑOR, me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleite para siempre. Salmos 16:11.

 

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.