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20 oct 2015

PUERTAS ABIERTAS A SU PRESENCIA


           PUERTAS ABIERTAS A LA PRESENCIA DE DIOS
SOMOS TÚ Y YO

Como un ciervo sediento en busca de un río para calmar su sed, así Dios mío te busco a Ti, Tengo sed de Dios, del Dios vivo...Salmos 42.1.

YO he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!. Lucas 12:49.

¡Ábranse, puertas eternas! ¡Quédense abiertas de par en par, y entrará el Rey de gloria! ¿Quién es el Rey de gloria? ¡El Señor, el fuerte y valiente! ¡Es el Señor vencedor en batalla! ¿Ábranse puertas eternas! ¡Quédense abiertas de par en par, y entrará el Rey de gloria! Salmos 24:7-10.

A veces no logro entender, ¿cómo es que la gente puede sentir más pasión por un deporte, por una persona o por un deseo, que por Dios? Los veo enloquecidos en el estadio, aplaudiendo a alguien con locura en un concierto, gritando a mandíbula batiente ante un espectáculo, y no lo hacen ante el Dador de la vida. Para mí, es algo incomprensible, Dios es tan indispensable, tan necesario, tan real, tan colosal y extraordinario que no puede pasar desapercibido, Tu Espíritu me acompaña a todas partes; no puedo escapar de tu presencia, Salmos 139:7.

¡Todo el mundo, empezando por la iglesia, necesita urgentemente encender el fuego y hacer arder con vehemencia y pasión la presencia de Dios en su alma para que este mundo sea impactado y cambie! Mi presencia irá contigo y te daré descanso, Éxodo 33:14.

Como dijo Jesús ¡cuánto quisiera que ese fuego ya estuviera ardiendo! Fuimos destinados para el fuego glorioso de nuestro Creador; Dios quiere ser en cada uno de nosotros una llama viviente, por eso habla de ser luz al mundo, que nuestro corazón rebose de alegría contemplando su gloria; que estemos adorándole todo el tiempo con entrega total, desplegando al mundo su fuego vital, y que no nos cansemos de hablar de Él sin que nos importe qué piensa el mundo, Porque esto dice el Alto y el Sublime, el que vive en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo; YO habito en las alturas y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados, Isaías 57:15.

Sinceramente ruego a mi Señor, que tú y yo seamos puertas abiertas a la presencia de Dios, encendias como antorchas para que arda el mundo con su evangelio de amor; anhelo ansiosamente ser algo fuera de lo común ante los ojos de mi Padre Dios, su Espíritu me inspira constantemente; yo quiero volver a ver a Jesús sonriendo conmigo, como cuando me lavó la cara mientras yo adoraba, o como cuando me tomó de la mano en aquella playa y empezamos a caminar juntos tomados de la mano mientras hablábamos como dos enamorados, o cuando posó su mano en mi cabeza y los ángeles cantaron conmigo su melodía celestial. ¡Oh qué gloria!

Sueño que sea tal su esplendor en mí vida que Él testifique de mí y me defienda como lo hizo con Job, ¡qué privilegio! La pasión ardiente de estar en su presencia es la que me lleva a amar su palabra, a recordarla continuamente, a meditar en ella y examinarme en ella constantemente, porque allí hay fuego, Mi palabra es como el fuego, como un martillo que hace pedazos la roca. YO el Señor lo afirmo, Jeremías 23:29. Muchas veces no puedo evitar llorar al recordarlo y al meditar en sus instrucciones, ¡Hay vida en mi Rey y en sus dichos!

Cuando nos acercamos al Magistral Señor del universo, es como lo que dice la biblia de Moisés cuando subió al monte, Éxodo 19:18: él se metió en el fuego ardiente que no daña sino que limpia y purifica con su gloria para darnos revelación e instrucciones, subir al estrado de sus pies nos impregna de su esencia divina, dejando anclado nuestro corazón en Él, Me darás a conocer la senda de la vida, en tu presencia hay plenitud de gozo, y en tu diestra deleites para siempre, Salmos 16:11.

Para estar en su presencia no necesitas que nadie te invite, ni te imponga las manos, tampoco es por una poderosa enseñanza ni una exquisita adoración, aunque son válidos y bíblicos, lo que necesitamos es meternos en Él como el niño que se acurruca y se mete en el regazo de su madre buscando su abrazo, sus besos y sus caricias; a puerta cerrada o en medio de la multitud, pero con el corazón abierto a su amor para desbordar el nuestro a Él, como escribió Pablo: enciendo mi alma y miro su gloria a cara descubierta, Todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su misma imagen, porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción de Jesús, en el Espíritu Santo, 2 Corintios 3:18.

La necesidad de su presencia es como agonía que no se sacia sino con Él: que nos llena el alma con su Aliento de vida; es el Espíritu el que prende la llama ardiente y coloca celo en nuestras entrañas para buscar al Rey; esa es la razón por la cual la Escritura dice: Dios ama celosamente al Espíritu que ha hecho morar en nosotros, Santiago 4:5. En su presencia se renuevan nuestras fuerzas, se sana el corazón herido, se llena el alma vacía y se recupera la esperanza, En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre, Salmos 16:11.

Jesús es indispensable, imprescindible, no lo podemos sacar de la mente ni del corazón, no podemos soltarnos de Él, es imposible vivir sin Él; su delicia celestial expulsa todo peso, llena todo vacío y liberta toda carga, al grado de querer saltar y saltar de alegría y júbilo frente a Él para expresarle nuestra devoción; cuando estamos en su presencia queremos tocar sus manos besar sus pies, encontrarnos en su mirada y verlo sonreír, mientras su fuego consume nuestro ser en una pasión arrasadora y todo lo que no es suyo se consume, sintiendo intensamente el peso de su gloria ¡Cuánto te amo, Oh Señor! ¡Has de mí un templo vivo donde mi alma sea como un trono ardiente como la zarza que miró Moisés! Éxodo 3:2 y Proverbios 6:27-28.

Si yo pudiera vivir mil vidas, me gustaría vivirlas todas por Jesús y para Él, adherida a su mente, ligada a su precioso Espíritu, y pegada al corazón del  Padre; sin embargo creo que todos esos años serían demasiado pocos para corresponder a su Infinito y gran amor. NADIE ME AMA, NI ME CONOCE, NI MUCHO MENOS ME COMPRENDE COMO SÓLO EL AMADO ETERNO LO PUEDE HACER, eso es irremplazable; ese conocimiento tan profundo que Él tiene de mí, me inspira confianza y me da libertad para hablarle con naturalidad y sincera tranquilidad. Nada de lo que yo le diga lo asombrará, quizá sonreirá y me responderá para aclararme lo que yo no entienda, bienaventurados los limpios de corazón, pues ellos verán a Dios, Mateo 5:8.

Para poder estar en la presencia de Dios, digo, se necesita solo estar hambriento y sediento de Él; Dios siempre está presente, somos nosotros los que nos ausentamos; debemos continuamente anhelarlo para verlo y oírlo; podemos estar junto a Jesús en todas partes, en la cocina, en el baño, en la calle, mientras te duchas, cuando estás en la fila del banco, cuando miras a un dulce anciano, cuando observar el actuar de un niño, cuando te paras junto a un árbol, cuando te sientas y te quedas pensando, allí está la presencia de Dios, porque Él habita en ti y en mí, tú y yo somos portadores de su presencia. ¡Señor, Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en Ti sus pensamientos! Isaías 26:3.

La gloria de su presencia en nuestro corazón hará que toda la gente y todo lo que nos rodea sea sacudido por la manifestación de su gloria y el fluir de su Espíritu en ti y en mí; no existen reglas, ni disciplinas que se nos impongan para estar con Él y en Él, simplemente apasiónate y es deséalo con intensidad y profundo amor queriendo ser uno con Jesús, Juan 17; Enseñándoles todo lo que Él nos mandó, y Él estará con nosotros todos los días hasta el fin, mateo 28:20.

La presencia del Señor es como una llama que arde en tu pecho deseando desesperadamente percibir su majestad, un deseo intenso de permanecer frente a Él…Había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de resistirlo, y no pude, Jeremías 20:29. Deseas ansiosamente hablar con Él, conocerlo más de cerca, saber ¿qué piensa, qué opina de mí, qué quiere que yo haga, qué le gustaría qué yo cambie, a dónde quiere que yo vaya, simplemente satisfacer el corazón de mi Amado, eso me hace feliz,

La agitación diaria, los muchos compromisos, la apretada agenda de algunos, las innumerables responsabilidades, la enfermedad, las dolencias y cantidad de cosas más que a diario nos ocupan, hace que sea muy fácil distraernos, tomar a Dios a la ligera y salir de su presencia, Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo su corazón, Jeremías 29:13.

Estar en la presencia de Dios es un privilegio insuperable que no debiéramos desperdiciar un solo instante, Jesús continuamente estaba recordando a sus discípulos estar en la presencia del Padre, Él mismo lo hacía, buscaba lugares apartados en diferentes momentos del día para dialogar con Él. Hagan un santuario para Mí, para que YO habite en medio de ellos, Éxodo 25:8 ¡Son palabras para hoy!

Cuando nos disponemos ante Dios, debe ser con tiempo, sin prisas, con el corazón abierto y dispuesto a dar todo de nosotros para recibir de su amor, que como un líquido que destila empapa nuestra alma y penetra las fibras más pequeñas de nuestro ser y todo lo que nos rodea, la presencia de Dios nos provee el descanso más increíble y la paz más extraordinario que jamás nadie haya imaginado.

Gran parte del éxito en una vida llena de Dios es eliminar lo urgente y atender a lo importante, y lo más importante para cualquier persona es la gloriosa, dulce y majestuosa presencia de Dios, eso es lo que nos hace ser alguien con un espíritu superior, como lo fueron Daniel y sus tres amigos, ellos amaban intensamente al Santo de Israel; por eso la presencia de Jesús estuvo con ellos en medio del fuego para guardarlos, darles vida, honrarlos y glorificar al Padre.

Estar en la presencia del Dios es como perderse en el espacio, su gloria se hace palpable, su cercanía nos quebranta hasta el llanto, su mano se extiende hasta tocarnos, nuestro cuerpo vibra de manera sin igual, nos hacemos livianos, nos llenamos de gozo inefable, el corazón parece que se va a reventar del amor por Él, Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos…linaje suyo somos, Hechos 17:28.
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Su voz suena como cascada acariciando el alma; se llena el ambiente de su luz y su calor, una luz muy blanca que no lastima nuestros ojos sino que les da frescor pero ver mejor, La presencia del Eterno nos hace olvidar totalmente lo que nos rodea, percibimos su santidad extraordinaria que no podemos levantar el rostro del suelo. podemos llegar a cantar en lenguas, o guardamos largos silencios y es tanta la gloria que queremos que nunca termine. Amén


Mg. MEHC hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino