Me sedujiste, Oh
Jehová, y fue seducido; más fuerte fuiste Tú que yo, y me venciste; cada día he
sido escarnecido, cada cual se burla de mí… quise renunciar, pero en mi corazón
había un fuego ardiente metido en mis huesos, traté de impedirlo pero no pude…
Mi Dios está conmigo como Poderoso Gigante; y todos los que me persiguen,
tropiezan, caen y no prevalecen; serán avergonzados en gran manera y no
prosperarán en su maldad; tendrán perpetua confusión que jamás olvidarán. Oh Jehová de los ejércitos que pruebas a los
justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos;
porque a Ti he encomendado mi causa, Jeremías 20:7-12.