QUE ARDA EL FUEGO DE DIOS
EN ESTE
TIEMPO
Humo
subió de su nariz, y de su boca fuego consumídor; carbones fueron por Él
encendidos, 2 Samuel 22:9.
Él
los bautizará con Espíritu Santo y fuego, Mateo 3:11.
Porque
nuestro Dios es fuego consumidor, Deuteronomio 4:24, Isaías 33:14 y Hebreos 12:29.
El
fuego es uno de los elementos más poderosos e importantes sobre toda la
creación, se le ha visto con cierta superstición desde la antigüedad a causa
del paganismo y las falsas ideas religiosas que surgieron entre los pueblos sincretistas antiguos que no conocienon a su Creador, pero
también se le ha considerado como símbolo de fiesta y celebración en los
juegos, posesión de gobernantes y fiestas nacionales de los países porque, el
fuego también se ha considerado sagrado, hasta el punto de rendirle culto como a Dios, Levítico
18:21.
El
fuego es la fuente de energía más valiosa que conocemos porque con su calor conserva la vida, si lo consideramos
desde el punto de vista del sol que es centro de nuestro sistema planetario. Hay fuego en las entrañas de la tierra que habitamos, vemos fuego
en la potencia de artillería militar humana y la maquinaria en la industria, el fuego es como dinamita
pura que hace explotar una bomba en tiempos de guerra e importante en el
empleo de la electricidad con sus incontables adaptaciones que van en aumento en el uso en la industria en el manejo de maquinas y artefactos, que generan trabajo y
comercio, La mitad del leño quema en el fuego; sobre esa mitad
prepara un asado, come carne y se sacia. También se calienta, y dice: ¡Ah¡, me
he calentado, y he visto las llamas, Isaías 44:16.
Dios
siempre ha hablado del fuego en su palabra, no como objeto de superstición,
sino como símbolo de su gloria trascendente y del poder de la presencia del Espíritu Santo. Dios es el origen del fuego y es la fuente de toda la energía
que existe sobre el universo, por medio de Él es que funcionan todas las
baterías que mantienen la creación en movimiento, porque todo poder le
pertenece al Creador; Dios es el fuego consumidor de todo mal, pero también el seno que emana la vida, porque así como el fuego mantiene el calor de la vida, también el fuego
consume todo lo que alcanza, puede ser fuego de castigo que quema el mal, o fuego que purifica, refina y limpia. El SEÑOR hizo llover fuego y azufre
sobre Sodoma y Gomorra, Génesis 19:24.
El
propio Dios en la persona del Espíritu Santo nos ha enseñado a reconocer en esa
tremenda fuerza del fuego, el símbolo de su propia personalidad y esencia sobrenatural que crea el bien y destruye la maldad, Él
nos bautiza con Espíritu Santo y fuego, Mateo 3:11. El fuego de Dios no
es una fuerza misteriosa deslumbrante inalcanzable, Dios se ha manifestado con fuego como lo vemos en la historia sagrada, con Moisés, con Elías y cuando destruyó el
campamento de Israel por haber provocado la ira de Dios, su fuego se manifesta unas veces
con gran estruendo como en el monte Carmelo y en otras se presenta silenciosamente
como en la zarza ardiendo que no se consumía o como silvido apacible en la cueva con Elias, todo esto nos habla de la
presencia divina del Omnipotente Dios santo, sea porque está airado o desea manifestar su gloria. En columna de nube para guiar en el día y columna de fuego para alumbrar el camino de noche. Éxodo 13:21 y Salmos 78:14.
Con la venida de nuestro SEÑOR y
Salvador Jesucristo, su muerte y victoriosa resurrección, el fuego de Dios ha
descendido sobre nosotros en la persona del Espíritu Santo que nos bautiza con fuego espiritual para habitar y
quedarse en nuestro corazón dirigiendo la existencia humana hacia la pureza que proporciona poder y autoridad de Dios contra toda fuerza del enemigo. Dios
purifica con fuego santo y consume lo malo con la gloria de su presencia haciendo huir al enemigo que tiene a miles de cautivos al borde de la
condenación, pero que al final quedará bajo el fuego eterno, Mateo 25:41, mientras Dios rodea a su pueblo de su gloria y sus maravillas. Hechos 1:8.
Elohim ha puesto sobre sus hijos,
los redimidos en Jesucristo toda su fuerza, su respaldo y sus recursos espirituales, para
que seamos vencedores contra las opresiones del mal, y que vivamos a la manera de Dios.
Así como se emplea la electricidad en los negocios, la industria y los hogares,
así la presencia poderosa de Jesucristo por su Espíritu opera en nosotros para ayudarnos a vivir en la Luz de su verdad que nos hace libres. La ley del
Espíritu que da vida en Cristo Jesús, nos liberó de la ley del pecado y de muerte, Romanos 8:2, y Por fuego serán reveladas y probadas las obras de cada quien. 1 Corintios 3:13.
El
Santo Espíritu es Emanuel, Dios con nosotros, no solo es el Autor de la
vida espiritual más elevada, sino que Él es el compañero, ayudador, consejero y amigo fiel que 24/7 está a nuestro alcance porque Él debe ser el Director de todo lo que
somos, pensamos y hacemos. Él está para guiar nuestra conducta y comportamiento para que seamos felices en la vida a pesar de tantos altibajos para que hagamos sonreír al Padre celestial, en lo natural viviendo en lo sobrenatural del perfeccionamiento integral que Dios hace en nosotros. El
Espíritu de Dios, es el Único que nos guía a toda verdad, Juan 16:13, y con la Palabra de Dios no nos deja ser
engañados, porque A sus ángeles los hace ministros en llama de fuego. Hebreos 1:7.
Así
como Abba Padre se manifestó en el fuego de la zarza que no se consumía, hoy se
manifiesta en todo aquel que cree, acepta y tiene y Jesucristo en su vida; Dios quiere mantener su presencia viva ardiendo como fuego en medio de su congregación, porque la gloria del fuego sagrado, que estuvo en el lugar santísimo del tabernáculo,
hoy se levanta en templos vivos, para
responder a las plegarias, oraciones y necesidades que dirigirnos andando por el camino
de la Luz hasta que lleguemos a nuestra mansión celestial; esta es la razón
por la cual nuestro Dios nos llama a ser ofrenda y
sacrificio y vivo santo, agradables a nuestro Dios, Romanos 12:1. Esto es vivir en
santidad comprometidos con el Dador del fuego que puririfa, prueba, da vida y victoria, Para que con fe conquistemos reinos, hagamos justicia, alcancemos promesas, tapemos boca de leones, Apaguemos fuegos impetuosos, evitemos filo de espada, saquemoa fuerzas de debilidad, nos hagamos fuertes en batallas, y pongamos en fuga los ejércitos del mal.Hebreos 11:33.
Como en la antigüedad el holocausto que se ponía sobre el altar, debía ser
consumido por el fuego, nosotros como Cristo lo hizo en la cruz, debemos
ofrecernos por entero a nuestro Creador, mueriendo al cuerpo de pecado y consagrados en rendición total con el fuego Santo de su presencia que quema el pecado; que seamos tal como el cebo del sacrificio que era consumido en las llamas y el pecado era echado en azazel al desierto lejos del campamento para ser olvidado, simbolizando que morimos a las pasiones del cuerpo y nos descargamos en Cristo con arrepentimiento para que el Espíritu Santo obre en nosotros con su fuego
purificador y dejemos en el olvido la vida de pecado. Porque ¿Quién podrá resistir el día de
su venida? ¿Quién podrá entonces permanecer de pie? Pues llegará como un fuego,
para purificarnos; será como un jabón que quitará nuestras manchas, Malaquías
3:2.
La
palabra nos enseña que el Rey vendrá por una novia sin mancha y sin arrugas: sin las manchas del pecado y sin arrugas de tanta debilidad e imperfecciones que deben reducirse cada día con la llenura del Espíritu, donde yo menguo y Cristo crece,
de modo que cuando el Espíritu Santo nos llena y efectúa su obra perfeccionadora en nosotros,
no tenemos nada que ver con el pecado que nos dominaba y abrumaba, lo que nos
corresponde ahora, es mantenernos consumidos en las brasas del amor y la pureza en Dios, ese fuego santo que derrite el cebo pecaminoso, para que arda la llama de la pasión a Cristo en nosotros; y para que haya ese fuego de amor intenso necesitamos el Bautismo de fuego en el Espíritu, la Presencia de Dios y el aire del Espíritu que óxigena el alma, y con la leña de nuestro ser alimentando la hoguera espiritual, así como en lo natural ponemos carbón o leña en la chimenea para que se mantenga encendidido el fuego; tenemos que vivir bajo el fuego abrasador del peso de su gloria…Por eso debemos
mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en
el espíritu; y en el temor de Dios procuremos alcanzar una completa santidad…2
Corintios 7:1.
Así
como en en AT la llama se mantenía encendida en el altar, hoy el fuego del
Espíritu debe ser atizado con la madera de nuestro corazón ardiente y apasionado por Dios, libres de malas intenciones, esto es lo que
hace que nuestra vida ante Dios sea un continuo sacrificio, de pureza agradable al Padre que aromatiza su trono, como el olor delicioso que exhala un asado y produce más hambre. 2
Corintios 2:15. Porque nuestra fe es sometida a prueba para que seamos preciosos como el oro, el cual aunque es perecedero se prueba con fuego, pero nosotros debemos ser alabanza, gloria y honra en la manifestación de Cristo. 1 Pedro 1:7.
En los sacrificio de paz el fuego quemaba la grosura, es decir, la grasa y las entrañas del animal hasta que
eran consumidos en las llamas, esto nos habla de morir a nosotros mismos en nuestra comunión con
Dios, y que nos representa en la paletilla y el pecho que comía el sacerdote; una comunión que solo es posible cuando Cristo reina en nuestro ser por el Espíritu enciendido y avivado en nuestro interior para iluminar las vidas como si fueramos antorchas que guían el camino, y siendo alimentandos con el Pan de Vida cada día. Porque para este propósito hemos sido llamados, pues también Cristo sufrió por
nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas, 1 Pedro 2:2, porque al final todo será consumido por el fuego. Apocalípsis 8:8.
El
fuego era parte fundamental en las ofrendas de incienso y especies
aromáticas que debían ser maceradas y molidas hasta quedar vueltas una fina
harina que al quemarse producían humo fragante que llenaba todo el tabernáculo,
esto nos habla del ministerio sacerdotal de Cristo y el fuego de la entrega en nuestro
ministerio intercesor profético como libros abiertos donde todos pueden leer a Cristo, y también cuando proclamamos la palabra en oración y adoración que viene a ser como incienso a Dios, si somos inspirados por el Espíritu, sin el cual
ninguna de nuestras oraciones llegaría al cielo: El Santo
Espíritu es quien gime por nosotros, con gemidos que no es posible describir,
Romanos 8:26.
El fuego santo que da vida está en el Espíritu de Cristo con el cual hemos sido bautizados, ungidos y sellados como propiedad del Padre, Él hace la obra constante
de purificación y limpieza quitando cualquier mancha o contaminación cuando somos quebrantados y tallados como piedras preciosas para producir en nosotros fe y poder en medio del mundo y las cosas terrenales que nos rodean; es allí donde vemos el fuego consumidor que quema la carne orgullosa y pecaminosa de la soberbia y autosuficiencia que deja a Dios de lado, porque aunque duela, es una bendición ser tratados, procesados y purificados
constantemente por la mano del Herrero celestial y en el fuego de su taller para ser aceptables al Padre por medio de Jesucristo y alejados del enemigo, Porque YO he venido a prender fuego
en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! Lucas 12:49. Jesús desea vernos
ardiendo en el fuego de su Espíritu
Vemos,
pues, que el Espíritu Santo es el fuego en el cual debemos arder y trabajar por mantenerlo encendido para dar fruto y activar los dones porque es el poder de Dios obrando
en sus hijos, es el único fuego que todas las
aguas del maligno no podrá extinguir, porque es el fuego que se mueve en los
lugares más difíciles y agrestes para realizar la tarea más grande arrebatando vidas del fuego del infierno, con el fuego del amor, que es la hermosa figura de la obra del Espíritu Santo, rodeándonos del afecto y la ternura del Padre y con la pasión por Cristo. Porque
ustedes ya no viven según sus inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que
el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no
es de Dios, Romanos 8:9, Porque del Santo cielo descenderá fuego de Dios para consumir del todo al enemigo y sus demonios causantes de toda maldad. Apocalípsis 20:9.
Pero existe
un fuego extraño que Dios destruye, como fueron destruidos los campamentos de Nadab y Abiu que
pretendieron ser sacerdotes, Levítico 10; el fuego de Dios
consumió todo lo que era de ellos, por eso no debemos pretender hacer algo que no nos
corresponde ni Dios nos ha mandado hacer. El fuego del E.S. es el
poder vengador contra los enemigos de Dios, y así como castigó con la muerte a Ananías y
Safira, volverá a enviar juicio sobre los falsos, presumidos e hipócritas que aparentar ser de Dios, pues el Espíritu Santo todo lo escudriña y está presente en la congregación de
YHWH y bajo cuyas alas podemos acampar confiadamente para escondernos de nuestros enemigos y de todas las plagas del mundo que han salido del
infierno y pululan sobre las cabezas para hacer daño al pueblo. Aterrados están los pecadores…el
temblor se ha apoderado de los impíos. ¿Quién podrá habitar con el fuego
consumidor? ¿Quién podrá habitar con las llamas eternas? Isaías
33:14.
Mientras
el agua limpia la parte externa, el fuego santo purifica por dentro; la
predicación de Juan Bautista era fuego para el alma llamando al arrepentimiento;
porque con este sencillo acto voluntario empezamos el proceso reformador de nuestro
carácter, sembrando la verdad en el corazón, que unido al bautismo de fuego del
Espíritu Santo penetra hasta las entrañas midificando nuestra conducta y revelando nuestros más íntimos pensamientos e intenciones. Dios no quiere
solo que seamos puros, sino que respiremos pureza desde lo profundo de nuestro
ser; asi eso es llama que refina el oro y quema toda la escoria.
El Señor se sentará a purificar a los sacerdotes…como quien purifica la plata y
el oro en el fuego…Malaquias 3:3.
Necesitamos
el fuego de Dios que vivifica así como el calor hace
germinar las semillas en los invernaderos, solo el fuego de Dios nos da la
fuerza y el poder que necesitamos para germinar, multiplicar y dar fruto. Y toda carne verá que
YO, el SEÑOR, he encendido fuego; no se apagará, Ezequiel 20:48.
Así que arrepintámonos, seamos hijos fieles y obedientes, tengamos sed y hambre del Espíritu y la palabra, fortalezcamos la fe, cultivemos la esperanza, vivamos en oración, apropiemonos de la verdad de Dios y seamos llenos del Espíritu para ver los resultados; que la fortaleza y el dinamismo celestial caigan como fuego de lo Alto, para que no
sea nada humano sino del Eterno, Dios
nos dará su fuego para vencer el frío de la indiferencia y el desamor, y en vez de quejarnos por las
circunstancias, arderemos en oración y alabanza para ser útiles en el poder del Espíritu Santo. Amados
hermanos, no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si algo
extraordinario aconteciera, 1 Pedro 4:12. Porque has guardado la palabra de mi
paciencia, YO también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre
el mundo entero, para probar a los que habitan en la tierra, Apocalipsis 3:10.
Oremos: Abba Padre, hazme arder en el fuego de tu
amor, para bendecir y perdonar a todos como Tú lo haces conmigo, hazme arder en el fuego de
tu verdad y tu santidad para irradiar tu luz en medio de tantas tinieblas que
se ciernen alrededor de mí; permiteme con tu presencia ser la lámpara que
alumbra el camino de miles de almas que necesitan conocerte para que salgan de
las tinieblas a tu luz admirable, en el poderoso nombre de Jesucristo te lo imploro. Miqueas 1:4 y Hechos 2:19. Amén.
Mg.
MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
La amiga del Espíritu Santo.