FUEGO ARDIENDO EN EL ALTAR
ES EL ANHELO DEL PADRE PARA SU PUEBLO.
Se mantendrá el fuego encendido en el altar, no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él para quemar la grasa de las ofrendas de paz. Levítico 6:12.
Un río de fuego corría saliendo de delante de Él. Miles de millares le servían, y miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros. Daniel 7:10.
Salió fuego de delante de YHWH, y consumió a los docientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso extraño. Números 16:35.
El fuego es un tema sobresaliente en las Escrituras, y hace referencia a la presencia de Dios por su Espíritu en nosotros lo que se compara al fuego que purifica lo que ha de ser perfeccionado y consume lo que ha de ser quitado; el fuego de Dios se manifiesta en nuestra vida en la medida de nuestra entrega a Dios la pasión, consagración y rendición a Cristo, y si nos mantenemos unidos a Él llenándonos de su Espíritu, esto nos permitirá ser firmes en la fe, con una vida de pureza que revela la gloria extraordinaría del Altísimo, y el esplendor de su poderío, soberanía y majestad gobernando nuestro caminar diario, y así como Él tiene el control sobre toda su creación, dejémonos gobernar por el Eterno Sabio; el fuego en el altar es Cristo reinando en el corazón de su pueblo y su Espíritu soplando en nuestro corazón. El fuego se mantendrá encendido y nunca se dejará apagar...Levítico 6:12.
El fuego es un elemento importante en los sacrificios del AT como una sombra del Espiritu Santo que sería derramado sobre la congregación de YHWH en el Aposento Alto; el fuego santo de Dios es un regalo eterno de su presencia en su pueblo, con el fin de nutrirnos espiritualmente y afirmarnos físicamente como sacrificio vivo y santo de una vida recta, que agradable como grato aroma al Padre; el fuego fue encendido por Dios mismo en el AT y completó su unción con el sello del Espiritu de Cristo en sus discípulos en el NT hasta nuestros días, para equiparnos de poder y autoridad para su obra; mantener el fuego encendido en el altar significa avivar nuestro amor y pasión por el SEÑOR tal como lo ordena el Gran Mandamiento, el fuego en el Altar es nuestro amor ardiente como una antorcha que crepita en toda su fuerza porque está llena de aceite fresco, asi debe ser el amor a Dios en el corazón de sus sacerdotes, su nación santa que ha sido hecha testigo de sus poderosos hechos, maravillas y milagros en el cambio de miles de vidas. El SEÑOR es fiel y no admite la idolatría, por lo tanto, su fuego santo consume toda impureza e infidelidad. Levitico 10:1-2. Y toda carne verá que YO, el SEÑOR, he encendido el fuego; y no se apagará. Ezequiel 20:48.
Mantener el fuego en el altar significa permanecer en la presencia de Dios y llenos del fuego del Espíritu, su presencia viva, el fruto visible y los dones latentes en sujeta adoración desde nuestras entrañas con lo que somos, hacemos, pensamos y decimos, fuego en el altar es adorar a Rey en obediencia y entrega total de aquellos que dicen ser su pueblo, los que expresan ser seguidores de Jesucristo y lo tienen reinando en su vida como único SEÑOR y Rey Salvador; el fuego del Espíritu es el combustible que nos permite cumplir el llamado, mientras nosotros, la leña, mengua para que Cristo crezca y sea visible en nuestra vida de trabajo con pasión en el establecimiento del reino de los cielos en la tierra; fuego en el altar es amar a Cristo con fuerza incontenible por lo que Él representa y ha hecho por la humanidad en el calvario y la tumba vacía. Amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que Él ha hecho a favor de nosotros. Que seamos un sacrificio vivo y santo, esa clase de sacrificio que le agrada a Él. Esa es la verdadera forma de adorarlo. Romanos 12:1. Ofrenda diaria de vidas santas
Hasta ahora hemos tenido una corta visión y escaso conocimiento acerca del fuego en la Biblia, pues nos hemos limitado a verlo desde el punto de vista del uso humano para calentarse y no morir de frío o para preparar los alimentos y no morir de hambre; pero el fuego de Dios es mucho más, NO ES ese fuego rojo, negro y amarillo que emana humo negro y gris que asfixia y destruye dejando cenizas, o cuando la apostasía hace ritos paganos de sacrificio a los ídolos y los demonios con ofrendas extrañas y oscuras buscando recibir un favor egoísta del enemigo, igualmente oscuro, malsano y perverso, eso es una vil burla y suplantación al fuego santo en el altar de Dios, que Él ordenó en el Primer Pacto cuando todo era sombra profética. ¿Y quien podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá permanecer de pie cuando Dios se manifieste? Porque Él es como fuego purificador y como jabón de lavadores. Malaquias 3:2.
El fuego que emana de Dios y que debemos ofrendar a Dios, es puro, blanco y trasparente como lo vió Moisés en la zarza, fuego que no mengua porque es fuego que purifica y santifica, limpiando y vivificando lo que toca y ha de ser perfeccionado pero también es fuego que destruye lo malo que ha de ser quitado; hoy el Eterno Dios santo exhorta a su nación a rescatar la pureza y la santidad del fuego revitalizador del Espíritu en la plenitud de su presencia, el Padre anhela que su congregación sea envuelta en su fuego de amor y pureza para que podamos ser luz y esperanza de vida que elimina lo sucio, lo impuro, lo oscuro y lo que le resulta extraño al Santo Dios, porque en su fuego somos apartados de toda escoría del pecado y perversión del mundo, en su presencia y llenos de amor por Él somos refinados como el oro para convertirnos en dignas y hermosas joyas que resplandecen en su trono como ofrendas de olor fragante. Porque aroma de Cristo somos para el Padre entre los que se salvan y frente a los que se pierden...2 Corintios 2:15.
Todos los hijos de Dios somos llamados a encender nuestro ser entero en el fuego del Espíritu Santo como templos vivientes que somos y debemos arder con la gloria divina y el amor que no menguan, comprometidos y alineados con Dios como verdaderos altares de adoración donde el fuego de la santidad, la fidelidad y obediencia al SEÑOR es una continua alabanza al Eterno, irradiando en Cristo calor de vida, luz en el camino y poder de victoria en su resurrección que conserva la vida a plenitud, en un ambiente de luz donde realmente somos lámparas llenas de aceite que alumbran como luminares y como antorchas encendidas en medio de las tinieblas de este mundo, reflejando a Cristo y vivenciando su palabra escrita en nuestro corazón para gloria y honra de la Luz Admirable. Siendo irreprensibles y sencillos hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecemos como luminares en el mundo. Filipenses 2:15.
Hemos sido bautizados con el fuego del Espíritu Santo que el Eterno eligió derramar como lenguas de fuego posandose sobre los creyentes en Pentecostés después del Pesaj o Pascua y celebrado en el Aposento Alto, Hechos 2:2-4, para luego ser puestos en medio de las naciones en la edificación de muchos, especialmente de los santos, con la manifestación de maravillas y prodigios en amor fraternal, pero sufridos y perseguidos, porque hemos confirmado por la historia que cuando somos movidos y tratados en el taller del Maestro por la mano del Arquitecto, podremos ser verdaderamente la luz que el mundo necesita, pero cuando nos quedamos parqueados y escondidos entre las cuatro paredes de un templo, tendemos a ser como azufre mal oliente que desagrada desde la distancia. En Sión los pecadores tiemblan, los malvados se llenan de miedo y gritan: No podremos sobrevivir al fuego destructor de Dios; ¡ese fuego no se apaga y no quedaremos con vida. Isaías 33:14.
Tenemos que volver a la vida entregada y santa del pueblo de Dios como los creyentes del primer siglo, los genuinos seguidores del Maestro de Galilea después de Pentecostés, ellos entendieron muy bien su misión de testigos fieles que hacen discípulos, evangelizan y proclaman las Buenas Nuevas de la cruz de Cristo avivando así el fuego del Espíritu con testimonio, obediencia y hasta sacrificar la vida. Si ellos no hubieran hecho lo suyo, nosotros hoy no seriamos salvos. Pero gracias a su humilde y firme trabajo obediente en el Reino, seguimos aquí, y como ellos, debemos entender muy bien la obra, la oración y el testimonio de vida de Jesús, si Él es la Luz del mundo, nosotros su reflejo. Ustedes son luz para el mundo. Una ciudad situada sobre un monte que no se puede ocultar; como tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de la cama, sino que se pone en un candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, viendo sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. Mateo 5:14-16.
Sin embargo, y tristemente, el pueblo del Eterno no mantiene el fuego encendido en el altar, ni son luz para el mundo porque todos hacen su voluntad propia y no tienen a Cristo en el centro de sus acciones diarias, el espíritu del Cuerpo de Cristo que se vió en Hechos, ha ido menguando, porque se ha dejado apagar el fuego vivificador del Espíritu Santo que moldea y esculpe nuestro ser integral dando forma a vasijas comunes de madera y barro para que seamos de oro y plata en la casa del Padre, Romanos 9:21 y 2 Timoteo 2:20; debemos regresar al lugar de su presencia para vivir con el peso de su gloria, encendidos como hogueras celestiales que destruyen toda tiniebla desde adentro; ser esas virgenes prudentes con la lámpara de la vida llena del aceite que lubrica el alma para permanecer encendidos en amor y pasión celestial mientras esperamos al Novio; ahora es de noche en el mundo, por lo tanto, tenemos que alumbrar como instrumentos de luz y vida nueva, Romanos 8:9. Fuego vine a echar a la tierra, ¿y cómo quisiera que ya estuviera encendido? Juan 12:49.
El fuego es una hermosa figura vivificante de la obra y el mover del Espíritu de Dios en el corazón y la mente de genuinos creyentes que se disponen para la Luz, donde su Espíritu alumbre, obre y de forma al Cuerpo orgánico de Cristo en las naciones de la tierra, y si cada miembro del cuerpo se llena del fuego santo, será una gran hoguera de gloria que expanda el Reino de Dios, pero eso dependerá de la condición espiritual y moral de los encargados de irradiar la luz de Cristo a otros hombres, ahi donde nos movemos y somos testigos. He aquí, te he purificado, y no como a plata; te he probado en horno de aflicción. Por Mi, por amor de Mi mismo lo haré para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro. Isaías 48:9-10.
El fuego de Dios que es poderoso para consumir el mal, también es glorioso para vivificar el bien, evitando que se sequen los huesos y haya renovación y despertar con nuevas fuerzas en su pueblo que obra con justicia contra todo lo que se opone a lo establecido por Dios, venceiendo lo que roba la gloria y honra al Eterno debido a la idolatría y la religiosidad babilónica anticristo que finalmente serán destruidas con el fuego santo que brota del trono de Dios; pero es necesario que sucedan ciertas cosas para que se avive el fuego y se restablezca el diseño original de Dios, porque si el fuego consumía los holocaustos, con mayor razón debemos ser pasados por el fuego para ser pulidos y encendidos en el fuego que no se consume ni mengua y llegar a ser genuinas ofrendas vivas que reflejan la gloria celestial y hacen que venga la plenitud de su reino haciendo su voluntad en la tierra como en el cielo. Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de YHWH llenó la casa. 2 Crónicas 7:1.
El fuego del Eterno sigue ardiendo para dejar atrás lo viejo y gastado del pasado y completar su obra implantando la cultura de su reino en la nación santa con la cual El Dueño impactará la tierra como al principio, ese poderoso fuego que separa las mezclas y saca las impurezas del oro fino, restaurando lo inicial en el Templo y avivando a los sacerdotes, ministros y ayudantes del Tabernáculo, profetas de fuego como Elias, quien fue poderoso para acabar con los profetas de Baal, hacer bajar fuego del cielo para quemar el sacrificio secando el agua de la zanja, detener la lluvia y volverla a traer con el poder de la palabra; hombre de fuego que levantó muertos porque su celo era permanecer en el peso de la gloria de Elohim: "Vive YHWH, en cuya presencia estoy", 1 Reyes 18:15; esto y mucho más deberiamos hacer hoy en el nombre de Cristo porque somos altares vivientes de su Espiritu en el Tabernáculo viviente que es Cristo, quien nos conecta y relaciona con el Lugar Santísimo en permanente sacrificio de adoración en su presencia, "Vive YHWH, en cuya presencia estoy", 2 Reyes 5:16. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aqui un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino, 2 Reyes 2:11.
Mantener el fuego encendido en el Altar es nuestra tarea para engrandecer a Cristo desde nuestro ser interior y que brote la luz de su verdad para que sea visible la luz de su gloria que disipa las sombras de engaño, muerte y enfermedad que produce el mundo, porque esa Luz también es visible espiritualmente en los que arden en el fuego santo para que seamos guardados del mal, Salmos 119:105. Viene el tiempo, cuando ese fuego vivo quemará la paja y el tamo, quitará lo tibio y calentará lo frío para aislarnos de todas las plagas, los depredadores y las fieras salvajes del desierto del mundo a causa del fuego que dará luz de discernimiento, conocimiento, revelación y sabiduria para separar lo bueno de lo malo, y seremos escudados por los escuadrones celestiales que nos defienden de los demonios y al ver la Luz de Cristo huirán al resplandor de su gloria, porque los valientes no se esconden en sus miedos e inseguridades, sino que enfrentan y pelean la buena batalla de la fe. Porque la voz del SEÑOR levantará llamas de fuego. Salmos 29:7; Y haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo Joel 2:30.
Hay mucha necesidad del fuego de Dios en las vidas, las familias y las naciones, porque escrito está que mayores cosas que las que hizo el SEÑOR haremos en su nombre con el poder abrasador del fuego santo con el cual hemos sido ungidos para dar soluciones a este mundo desubicado y confundido, antorchas que dejan fluir el fuego del Espíritu para que el reino de la luz se ensanche como un Gosén de refugio y lo oculto en tinieblas sea expuesto a la Luz de la Verdad y sea mostrado el Kabot, el peso de la gloria celestial y la shekina del lugar de su presencia en el Tabernáculo que produce descanso y paz inigualables en el esplendor de la grandeza y majestad de Cristo a traves de nuestra vida. Él está listo para separar la paja del trigo; quemará la paja en el fuego que nunca se apaga y guardará el trigo en su granero. Mateo 3:12.
Urge que este fuego sea visto en medio de la tierra para romper corazones de piedra, derretir cerrojos tiránicos de hierro y desmenuzar muros de impiedad con el poder del martillo de la palabra y el cincel del moldeo en el trato de Dios que da forma a la roca de las vidas que deben ser cambiadas, trayendo el derrumbamiento de filosofías de hombres que han desviado al pueblo del SEÑOR, y que toda obra mundana del enemigo sea consumida como leña quemada que se convierte en ceniza por la acción del fuego, con nuestra boca profetizando para arrancar de raíz toda la cizaña que el enemigo sembró en las vidas y las naciones, porque todo será probado por el fuego de Fundidor y emblanquecido con jabón de lavadores...He aquí YO voy a hacer que mis palabras en tu boca sean como fuego, y que el pueblo sea como leña, y que ese fuego los devore. ¿No es mi palabra como fuego, dice el SEÑOR, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremias 5:14 y 23:29.
Con fuego el Eterno ordenará su reino en la manifestación sobrenatural de Cristo en estos postreros tiempos, empezando por los suyos; ha llegado el momento de llenarnos del Espíritu de Dios para ser luz que guía y aliento que anima las vidas llevando consuelo, ayuda y salvación en la reactivación del pueblo de Dios, arderemos como zarzas mientras vamos de camino con todo el poder del Espíritu Santo alcanzando a toda nuestra familia, nuestra ciudad y nuestra nación; pero parece que esto solo sucederá si somos removidos, tratados y dispersados. Y cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:31.
El propósito de Dios es purificarnos con el fuego de su Espíritu Santo, Él, y la palabra son el medio de santificación para que el Orfebre funda el hierro en el horno y obtenga acero fuerte, que el Alfarero en la rueda convierta el barro en vasijas finas separando las escorias y produciendo instrumentos y joyas preciosas, asi el Padre usará su Espíritu para eliminar el pecado y la contaminación del mundo en su pueblo, seremos oro refinado y vasijas de uso honroso en su casa. Porque Tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. Salmos 66:10, El oro y la plata, el fuego los prueba; pero los pensamientos los prueba el SEÑOR. Proverbios 17:3.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadeto y servidora de su reino.