El nuevo nacimiento no solo nos provee de nuevas vestidos, sino que nos injerta en una nueva naturaleza espiritual en Cristo y nos provee una gran serie de bendiciones indescriptibles; el Padre nos adopta como hijos, pasamos a formar parte de su pueblo; ahora somos espirituales y antes éramos carnales vendidos al pecado, pero ahora en Cristo y para Él, vivimos y servimos para el reino de los cielos; así como en el Antiguo Testamento solo los sacerdotes podían portar el Arca del Testimonio y el tabernáculo, del mismo modo hoy, los hijos de Dios lavados en la sangre del Cordero, somos los encargados de llevar, reflejar, mostrar y portar su presencia. Somos luz y sal en Él. Pues si por la transgresión de uno reinó la muerte, mucho más reinará la vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de su gracia y el don de la justicia de Dios. Romanos 5:17.
Jesucristo es la Luz del mundo, nosotros somos luminares y lámparas que alumbramos con su luz para honrar al Padre y mostrando el amor del Hijo, su gracia, su favor y sus obras; somos responsables de portar la esencia de su presencia. El Padre nos ungió, Cristo nos confirma; Él mismo Dios nos ha sellado y nos ha dado las arras de su Espíritu en nuestros corazones. 2 Corintios 1:21-22.
Si hemos sido sellados con el Espíritu de Dios, somos propiedad de Dios, si Cristo habita en nuestros corazones, hemos sido hechos real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por el Padre, para mostrar su gloria anunciando las cualidades divinas de Cristo que nos sacó de las tinieblas a su Luz admirable; eramos como cualquier otro pueblo, pero ahora somos pueblo de Dios. Somos pueblo elegido. Somos sacerdotes del Rey; somos una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Es por eso que podemos mostrar a otros la bondad de Dios, pues Él nos sacó de la oscuridad y nos puso en su maravillosa Luz. Antes no teníamos identidad como pueblo, ahora somos pueblo de Dios; antes no recibíamos misericordia, ahora tenemos las misericordias de Dios. 1 Pedro 2:9-10.
Si somos templos vivos del Espíritu Santo que habita en los redimidos, eso nos hace portadores de la gloria de Dios, como sus embajadores y sus representantes en la tierra, es decir que somos los responsables de bajar el cielo a la tierra siendo ministros de fuego como lo fue Elías, somos los encargados de extender el reino de Dios por todas las naciones; cada hijos de Dios ya no vive para sí mismo, porque ahora Cristo habita y reside dentro de nuestro ser; es la misma presencia de Dios en cada uno que debe ser notoria en los redimidos en la sangre del Cordero de Dios; por lo tanto, es nuestra obligación impactar el mundo permitiendo que su gracia, bondad, amor y misericordia sean manifiestas en todo lugar por donde nos movemos. Ahora, nosotros, que éramos gentiles, hemos oído la verdad, las Buenas Noticias de que Dios nos salva. Cuando creímos en Cristo, el Padre nos identificó como suyos, al darnos de su Espíritu, el cual había prometido desde el tiempo antiguo. El Espíritu Santo en nosotros es la garantía que tenemos de parte de Dios y que nos hace herencia suya, pues nos compró para que seamos su pueblo; y por todo esto debemos darle gloria y alabanza. Efesios 1:13-14.
Entonces, bajo todas estas premisas, somos reflejo de Cristo, sello del Espíritu y portadores de la gloria de Dios que es su presencia visible en nosotros; estamos en capacidad de ser verdaderos testigos de su reino y discípulos genuinos y activos de Jesucristo, nuestra vida y nuestra acción diaria están en dependencia a Él como auténticos hijos del Padre Dios, Fue Él quien nos preparó para esto, Dios mismo, quien nos dió de su Espíritu como garantía 2 Corintios 5:5. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se tienen amor unos a otros, Juan 13:35
Debemos ser conscientes de lo que significa y lo que implica ser embajadores, ser testigos, ser luz, ser sacerdotes, ser pueblo santo y ser sellados como propiedad de Dios. Porque cada vez que pecamos, le fallamos a Dios, dejamos de reflejar su gloria y entristecemos al Espíritu Santo. Por eso dice la palabra: NO contristen al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que Él nos identifica como propiedad de Dios; así nos ha garantizado ser salvos el día de la redención. Por eso, líberense de toda amargura, de toda ira y enojo, de palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros; sean de buen corazón y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. Efesios 4:30-31.
Tristemente gran parte del pueblo de Dios parece que ha olvidado los fundamentos y que Jesús habita en sus corazones y en vez de honrarlo siendo vasijas de honra, son tropiezo a otros. Parece que no conocieran su palabra, no se han dado cuenta que ha habido un cambio en el sacerdocio, que Jesús resumió la ley en amarlo a Él por encima de todo y al prójimo como a nosotros mismos; ha habido un cambio de dispensación que surgió hace más de 2000 años, porque lo del AT era sombra, ahora Cristo se revela a sí mismo a través de sus enseñanzas que deben ser forma de vida en sus redimidos, servidores y ministros, del rebaño que Él compró con su preciosa sangre, Porque la ley de Moisés era solamente una sombra de los bienes que habrían de venir, y no Su presencia verdadera. Por eso la ley nunca puede hacer perfectos a quienes cada año se acercan a Dios para ofrecerle los mismos sacrificios. Hebreos 10:1.
Es un error creer que solo los ministros pueden mostrar la gloria de Dios, todos, absolutamente todos los hijos de Dios, hoy cristianos genuinos en Jesucristo estamos revestidos de la presencia de Dios, por lo tanto estamos llamados a mostrarlo y permitir que el fuego del Espíritu Santo fluya desde nosotros en nuestra atmósfera, alrededor y por donde vamos, cuando llegamos a un lugar el ambiente debe cambiar porque la presencia de Dios y su luz se deben proyectar a través de cada uno de nosotros iluminándolo todo y produciendo vida y paz. A tal punto, que aún sacaban los enfermos a las calles y los tendían en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayera sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas, muchos venían a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados. Hechos 5:15-16.
La santidad y el amor de Cristo reinando en nuestros corazones hace derramar la gloria de su presencia permeando al mundo de su bondad. Si somos un pueblo santo, debemos marcar la diferencia y hacer diferente al mundo. Necesitamos anhelar ardientemente su maravillosa, dulce poderosa e impactante gloria de su presencia; ser saturados de sus pensamientos, rebosantes de su sentir y amables en nuestra actitud para con la gente, educados, sinceros y sonrientes al acercarnos al otro, para que ellos deseen esa gloria que fluye de nuestras vidas, algo que es poco común hoy en día, para ello debemos permanecer en la presencia de Dios. Y aconteció que, descendiendo Moisés del monte con las dos tablas del testimonio en la mano, al descender no sabía que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Éxodo 34:29.
El problema que muchos tienen para no mostrar a Cristo, ni la gloria del Padre y tampoco permitir el fluir del Espíritu Santo, es que creen ser cristianos, pero no han nacido de nuevo, han cambiado de religión y de ritos, pero aún no han sido injertados en la Vid Verdadera, no dependen de Dios, no son testigos de Cristo y no aman la palabra, por lo tanto, no la leen, no conocen a Dios y tampoco pueden meditar en sus instrucciones, por eso no viven lo que Dios enseña y como consecuencia no conocen de cerca al Autor de la vida y dador de la gracia salvadora; no tienen comunión ni amistad con su Creador y Salvador, Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho, Juan 15:15.
Esta clase de creyentes están en peligro, porque no son ni fríos ni calientes, deben arrepentirse ahora, confesar sus pecados, apartarse de la tibieza, la mediocridad y la atadura del pecado, necesitan nacer de nuevo y tener un encuentro personal con Jesús para cultivar vidas Cristo céntricas. Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Apocalipsis 3:16.
Nacer de nuevo, vivir en el Espíritu y practicar la palabra es la solución a tantos problemas personales de los creyentes estancados, dentro de las congregaciones, muchos dejarán de estar pidiendo que oren por ellos todo el tiempo, dejarán de quejarse y verán bendición; serán libres y sanarán; empezarán a orar por otros, podrán ministrar la gloria de Dios y la presencia de Cristo será visible en su manera de vivir, porque sin santidad nadie verá al Señor, Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin santidad, nadie podrá ver al Señor, Hebreos 12:14. Amén.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios, Romanos 8:19. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación está gimiendo a una con dolores de parto; y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, también estamos gimiendo dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo, Romanos 8:18-23.
Hemos sido salvados, transformados, sellados, llenados y capacitados con el Espíritu Santo para portar la presencia del Eterno Dios. Recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, así serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra, Hechos 1:8. Señor, envía tu voz a la tierra, haz que tu palabra corra velozmente, Salmos 147:15.
Guardémonos de la apostasía los falsos profetas que vienen a nosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los podemos conocer. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Isaías 49:15. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado en el fuego, así que, por sus frutos los conocerán, Mateo 15:20 y Lucas 6:43-44.
Éramos higos silvestres, pero por gracia hemos sido plantados en la Vid Verdadera, por lo tanto somos llamados a dar buen fruto, el fruto de su gloria donde todos vean y perciban la presencia del Dios vivo, real y verdadero que nos hace irradiar la luz de su gloria en Cristo Jesús, así que llegó el momento de impactar el mundo con el poder de la gloria de su presencia que produce paz, descanso, en excelencia en el fruto de su amor, el fruto de su ternura y su bondad, Somos portadores de la gloria gracias a Jesucristo, Levántate, resplandece; porque ha venido su luz, y la gloria del SEÑOR ha nacido sobre ti. Pues tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; pero sobre ti amanecerá YHWH, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los gobernantes a tu resplandor...Isaías 60: 1-4.
Somos portadores de su gloria porque:
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