Seguidores. Indica que te gusta

1 jun 2016

CRISTO ES SANIDAD GARANTIZADA


LA SANIDAD YA LA TENEMOS, ES CUESTIÓN DE FE Y CAMBIO PERSONAL.

Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, sanando toda enfermedad y dolencia ebtre la gente. Su fama se extendió ñor toda Siria, le llevaban todos los que padecian diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y Él los sanaba. Mateo 4:23-24.

Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñándo en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, sanando toda enfermedad y toda dolencia. Mateo 9;35.

Al ponerse el sol, la gente llevaba a Jesús todos los que padecían diversas enfermedades; Él ponía las manos sobre los enfermos, y ellos sanaban. Lucas 4:40.

Dios es más grande que cualquier enfermedad, es una de las certezás más firmes que debemos tener los hijos de Dios. No ha habido ni habrá jamás una enfermedad, un virus, o una infección que se resista al nombre del SEÑOR Jesucristo, no hay espíritu inmunda que pueda resistir o quedarse cuando oramos y echamos la enfermedad en el nombre que es sobre todo nombre. Nuestro Dios es el vencedor, Jesús ya nos dio sanidad en su sacrificio y su cuerpo llagado, ¡no lo dudemos! Porque estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas...sobre los enfermos pondrán sus manos, y ellos sanarán. Marcos 16: 17-20.

Recordemos que desde el AT se nos enseña que uno de los nombre de Dios, es YHWH-Rapha, que quiere decir, nuestro Dios es Sanador, Jesucristo es el Todopoderoso que puede quitar y lanzar fuera cualquier enfermedad, Él mismo lo aseguró: YO SOY el SEÑOR, el que les da la salud, Éxodo 15:26. Esta es una gran razón para confiar en Dios, creer en Cristo y tener la firme confianza en lo que dice su palabra que es la verdad eterna; así que podemos orar y pedir nuestra sanidad, salud y fortaleza y Él lo hará, Dios no miente, Dios es firme en su palabra, Jesús se compadece de nosotros porque, sufrió en su propio cuerpo todo nuestro dolor y nuestras dolencias. Sáname, oh SEÑOR, y seré sano; sálvame y seré salvo; porque Tú eres el Dios de mi alabanza. Jeremías 17:14.

Nuestro SEÑOR y Salvador no solo predicó las Buenas Nuevas, su ministerio también era para sanar todo tipo de enfermedad, consolar, acompañar y liberar de toda condición física o espirirual que agobie y cause conjoga al ser humano; y si la gente de su época se dio cuenta, que Él poseía el verdadero poder para devolvernos el bienestar integral, hoy también nosotros lo experimentamos con gran poder, porque su Espíritu Santo está entre nosotros. El vino a esta tierra y apareció a muchos justos e injustos, para salvar, sanar y liberar, en su ministerio terrenal, el SEÑOR Jesús pedía que le acercarán los enfermos, cojos, ciegos, mudos, paraliticos y gente presa de muchas enfermedades porque Él sabía que había venido para liberar a los afligidos. Traíganmelos, aquí y YO los sanaré, eso lo dice Dios desde el AT. en Jeremías 33:6-8, y nuestro SEÑOR lo cumplió para mostrar la gloria de su reino. YO les traeré sanidad y medicina, los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad, eso debemos creerlo y atesorarlo en el corazón para vivir sanos.

Lo primero que debemos reconocer es que Jesucristo es Dios en forma de hombre, que Él vino a darnos salvación y esa salvación es vida eterna para el alma con perdón de pecados, liberación espiritual para conectarnos con Dios y sanidad para el cuerpo para vivir en bienestar; si creemos esto, tenemos que saber con certeza que Jesús es nuestro único y suficiente sanador Sanador por excelencia, la biblia nos muestra y enseña que Él lo es. Isaías 53, Él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores...Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:4-5.

Tenemos que conectarnos con la mente de Cridto y con el amor del Padre que lo dió a su propio Hijo para sanarnos, en el propio cuerpo llagado y traspasado del SEÑOR, quedó destruida toda enfermedad, y eso nos debe llevar a enfocar nuestra mirada y nuestra fe en el SEÑOR Jesús, creyendo que lo que Dios ha hecho es una realidad y que lo que Dios dice es totalmente cierto. Dios ha regalado una medida de fe a cada uno, por el Espíritu Santo que nos produce esa fe como fruto de nuestra creencia y confianza en Dios y su palabra, desde el momento que somos salvos, si en verdad hemos recibido y aceptado a Jesús como Salvador y SEÑOR; al comienzo todos tenemos la fe del tamaño de una semilla de mostaza, y esa diminuta semilla requiere que la hagamos crecer y fortalecer, plantándola en la tierra de nuestro corazón, para ser regada con la palabra y el agua del Espíritu; es así que esa pequeña semilla se hace como la más grande de las hortalizas. Mateo 13:32. Él es el que perdona todas tus iniquidades, y el que sana todas tus enfermedades. Salmos 103:3.

Jesúcristo nos sana y nos libera del dolor, porque Él es la puerta a la plenitud de Dios y en su bondad Él tiene compasión de todos los que lo buscamos y le creemos para recibir conforme a lo que hemos creido, así nos será hecho; Jesucristo El es el ungido del Padre, el que con su Espíritu tiene el poder, la autoridad y la verdad sanadora que nos devuelve la vida; así que, tenemos que quitar la mirada del dolor y la enfermedad para poner los ojos en Jesús y recibir nuestra sanidad y nuestros milagros, porque Él siempre está dispuesto; pidamosle a Él nuestra sanidad no solo desde el corazón, sino con palabras audibles clamando al SEÑOR con fuerza de fe en el Espíritu que destruye los espíritus que atormentan y estén robando la salud, la paz y vida; la ley del poder y el amor que salió de la boca de Jesús, se tienen que cumplir. Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8.

Pero atención, hay cosas que impiden la sanidad: como los pecados admitidos a manera de una forma de vida, y otros que se ocultan, cosas que en realidad sabemos pero no lo queremos soltar sino que lo retenemos porque ya nos parece normal, ¿entonces qué? Arrepentimiento, cambio de vida y transformación de mente, oracion, santidad y declaración de sanidad; otra cosa que obstaculiza la sanidad, es guardar rencor y no perdonar, porque para ser sanos se requiere ser libres de toda carga que este en nuestras manos soltar, para así poder recibir, porque en la medida que nos cueste perdonar, también costará la sanidad, a causa de un corazón duro con falta de perdón.  Porque si perdonan las ofensas de los demás, también el Padre celestial los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan, tampoco ustedes serán perdonados por el Padre. Mateo 6:14-15.

El pecado está relacionado con la salud mental y la amargura que carga el alma afectando el cuerpo, de ello se desprenden muchas enfermedades por falta de perdón y pecado oculto, lo cual nos estresa y hace que el cuerpo produzca químicos que dañan el cuerpo, lo envenenan, lo enferman y lo matan. Añadido a esto viene la depresión que produce grandes cargas espirituales que intoxican el cuerpo y lo enferman con maldición y tormentas del pasado. Descarguémonos, rectifiquemos el daño y si está a nuestro alcance, pidamos perdón, perdonemos, para sanar el corazón, y así hacer libre al alma para que el cuerpo se sane de manera total. Al abandonar el pecado y perdonar, la gracia y el favor de Dios fluyen en nuestra vida como raudal de aguas vivas y nunca más seremos esclavos del dolor y la enfermedad...Perdonemos hasta setenta, veces siete, para cuidar el corazón con vida y salud, y no callaemos el pecado, porque se debilitan los huesos. Salmos 32:3-8,Proverbios 4:23. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaido seca los huesos. Proverbios 17:22. 

Muchos pueden orar y orar, interceder y enterceder, pero no reciben sanidad, porque aunque dicen ser hijos de Dios y creyentes en Jesucristo, su falta de fe los hace actuar como gente mala, no recibe ni aceptan su sanidad, y por lo tanto, no la confiesan, y al no abandonar el pecado ni perdonar, se abren grandes puertas de maldición para que el enemigo ataque con enfermedad en el cuerpo, así que todos requerimos fe firme y confianza en Dios confesando su palabra sanadora; al nacer de nuevo y recibir a Cristo como Salvador todo espíritu malo sale y la enfermedad se va, pero como ellos ven que no hay perdón ni abandono del pecado, y no nos hemos llenado del Espíritu y la verdad de Dios, vuelven y se quedan. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: volveré a mi casa de donde salí; cuando la halla, la encuentra, desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo, otros siete espíritus, peores que él, y entran a morar allí, y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también sucede a la mala generación. Mateo 12:43-45.

Alimentemos el alma y el espíritu, con la palabra, escudriñémosla a diario para afianzar la fe en Dios, que el sentido de sanidad se fortalezca y se haga más grande que las mentiras del enemigo, porque eso es fe, y asi nos alineamos al SEÑOR en cuanto a lo que El dice con relación a la sanidad; la palabra confesada y creída desenmascara y rompe todo obtaculo del diablo. La palabra leida debe ser atesorada en el corazón, confesada por nuestra boca y practicada en nuestra vida para ser asimilada por el cuerpo. La palabra de Dios penetra hasta los tuetanos y nos cambia la vida, por el poder del Espíritu que vive en nuestro corazón; asi la palabra viene a ser medicina para el cuerpo y vida para el alma, bajo el fuego del Espíritu que nos da la llave del conocimiento que bendice y libera en nosotros el poder sanador de Dios, eso nos lleva a alabar al SEÑOR por la luz que arroja su palabra sobre las tinieblas. Adora al SEÑOR tu Dios, y  Él bendecirá tu pan y tu agua. Él apartará de nosotros toda enfermedad.  Éxodo 23:25.  

Abandonar el pecado es mostrar a Dios sujeción en obediencia y santidad, perdonar es humildad y decisión del corazón para abrir puertas de bendición sanadora. Así que, en gran parte, la sanidad, no solo es un regalo de Dios, es resultado de la fe obediente que perdona y nos santifica, purificandonos en la sangre de Cristo, luego se hace evimidente la sanidad porque nada inquieta el alma, ni nada duele en el cuerpo. El Espíritu del SEÑOR está sobre mi, por cuanto me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a pregonar el año del favor de Dios. Isaías 60:1  y Lucas 4:8-19.

Recibimos sanidad con las buenas nuevas de salvación, siendo pobres en espíritu y reconociendo que somos necesitados de Dios 24/7; entramos a la libertad de la cautividad del pecado, se nos abren los ojos del entendimiento y dejamos de ser ciegos al conocimiento de Dios, dejamos de estar bajo la opresión de satanás y el mundo, y empezamos a vivir el nuevo tiempo en el favor de Dios. Aquí está el poder liberador que salva, sana, libera y da poder para conservar y guardar la salvación, ser sanos del cuerpo y libres de toda opresión espiritual. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia las buenas nuevas. Mateo 11:5.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.