DIOS TRATA, HABLA Y TRANSFORMA
He
aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque el
adversario me forme proceso, Job 31:35.
Dios
trata al ser humano, una y otra vez, lo sana y lo libra de la muerte, para sacar
su alma del hoyo, y para iluminarlo con la luz de los vivientes, Job 33:29-30.
Cuando estamos abatidos y en grandes pruebas, deseamos escuchar la
voz de Dios indicándonos una salida, esto fue exactamente lo que sucedió con el
mensaje que Eliú dio a Job, son palabras admirables que revelan los más
profundos principios del gobierno y de la bondad de Dios. El mensaje de Eliú no
sólo nos enseña sino que nos muestra que no hay ninguna discusión acerca del
trato que Dios da a sus criaturas, además que con su amor y apropiada
disciplina nos llama la atención hacia Él hablándonos constantemente de
diversas formas, en una o
en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende, Job 33:14.
El
problema está en que los seres humanos no hacen caso, no ven y no oyen, por consiguiente
no pueden entender la voz de su Padre celestial que les enseña y corrige de
manera amorosa, pero como el ser humano sigue en sus propios
razonamientos y terquedad, Dios tiene que hablar por medio de las pruebas y la
enfermedad, …Tienen tapados los oídos, Señor, y no pueden escuchar;
se burlan de tu palabra, no les agrada, Jeremías 6:10b.
Ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que endurecieron sus cerviz
para no oír ni recibir corrección, Jeremías 17:23.
El
cuadro de Job es el de un hombre enfermo y afligido por el dolor, hundiéndose
más y más cada día en su agotamiento, casi a punto de entrar en el sepulcro,
pero alguien que amaba y temía a Dios y retenía su confianza en su Hacedor, He aquí mi confianza es
que el omnipotente testificará por mí. Aunque el adversario me forme proceso,
Job 31:35.
Esa confianza agradó al Eterno, por eso Él envío palabras de poder
transformador para Job; Dios necesitaba de un verdadero mensajero que llevara
las palabras precisas, y ese era Eliú, uno entre mil, y ¡Cuán rara vez se
encuentra el verdadero mensajero que de las palabras precisas de parte de Dios!
El joven
Eliú había esperado que sus mayores hablaran, pero al ver que no había respuesta
en los tres, entró a dar su mensaje. Las palabras de Eliú enseñan la justicia
de Dios y la amorosa ternura del castigo divino, con el propósito de guiar al
ser humano al arrepentimiento, llevarlo a la reflexión para luego revelar salvación; Con lo cual Eliú
exclama: Dios tuvo misericordia de Job y lo libró de descender
al sepulcro pero Job halló redención, Job 33:24. Al pasar Job por este proceso tan doloroso sin quejarse y alabando a Dios, hubo
una respuesta maravillosa de parte de Dios a través de los labios de Eliú, su carne sería más tierna que la de un
niño, y volvería a los días de su juventud, Job 33:25; esto me recuerda Salmos 92:12-15. Dios se gozo en renovar y restaurar a sus hijos enseñables, dóciles y que lo adoran en medio del dolor.
Desde
estos tiempos tan antiguas ya estabamos viendo el maravilloso mensaje de la
propiciación de Cristoque llevando en su cuerpo llagado todas las enfermedades
humanas y el peso del pecado, es un mensaje que despierta la fe y que conduce a la oración y
la espera en Dios para hallar respuesta a nuestras más duras necesidades del
alma y del cuerpo; este mismo mensaje continua inalterable para todo aquel que recibe a Cristo y cree a las promesas de Dios consignadas en la biblia, Así
trata Dios al ser humano, una y otra vez, lo sana y lo libra de la muerte, para
sacar su alma del hoyo, y para iluminarlo con la luz de los vivientes, Job
33:29-30.
Cuando
el ser humano persiste en el pecado de su obstinado corazón, debe estar seguro que
los castigos de Dios vendrán como rayos salidos del firmamento, que caerán sin
que sepamos dónde ni cuándo; a pesar del castigo, y el trato amoroso y correctivo del Padre
Eterno, Él nos hará comprender por qué ha permitido y envíado la aflicción; su palabra nos exhorta y conduce a examinarnos y reflexionar en sí mismos para hacer loa cambios respectivos y volvernos al parecer de Dios, pero si nos examinamos bien diariamente y dejamos el yo crucificado,
el Padre no tendría que castigarnos. Pero cuando el Señor nos castiga, es para
disciplinarnos y que aprendamos, y no vayamos a ser condenados juntamente con el mundo, 1
Corintios 11:31-32.
Dios
nos ama tanto que nos corrige para sacarnos del error y del pecado, para que
hagamos su sagrada voluntad y que asimilemos la lección que quiere enseñarnos
cada día; Él es el primero en desear aliviarnos de las presiones que nos
agobian; cuando Dios nos reprende, está mostrando claramente que esta a nuestro
favor y desea bendecirnos, para sanar tanto el cuerpo como el alma. Su amoroso
carácter de Padre nos revela su fiel bondad, ese el mensaje de Eliú para Job, el
soplo del Omnipotente hará al hombre entender, Job 32:8b. Esas fueron las
palabras de Jesús a sus discípulos, El Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les
recordará todo lo que les he dicho, Juan 14.26.
Job
nos representa a todos, y Eliú nos hace ver lo mejor del Padre Dios. Podemos
ver en Job esa clase de persona recta, a un ser humano bueno y el mejor que
pueda producir la gracia divina entre muchos mortales, hasta que llega el momento
de morir a su propio yo-ego y muere su propio carácter para que empiece a gozar
de una genuina comunión con su Creador. Parecía que todo estaba bien en Job,
hasta que Dios derrama su luz reveladora, y con su bisturí divino empieza a
arrancar el prepucio de su humano corazón. Todo el falso auto concepto se
derrumba y aparecen todas las debilidades e indignidades de nuestra perdida
humanidad carnal, Eliú dice: mis razones declararán la rectitud de
mi corazón. Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad, Job 33:3.
Dios
no señala ni convence a Job de ningún pecado atroz, sino de sus propias
flaquezas, de su propia falta de rectitud, y del erróneo concepto que tenía de
sí mismo y su valor propio. Nos queda difícil ver lo que realmente somos, no
debemos inflarnos ni ufanarnos de nosotros mismos, sino que debemos mantener
crucificado y colgado el yo, inmolando nuestra humana voluntad, para que sea
todo lo de Dios, lo que gobierne y dirija nuestra vida, Eliú reconoció que no
debemos lisonjearnos ni engrandecernos a nosotros mismos, Porque
no se hablar lisonjas, de otra manera, en breve, mi Hacedor mi consumiría, Job
32:22.
Esto
no es algo que aprendamos por las buenas, antes de llegar a reconocerlo,
tendremos que pasar por muchas pruebas, desiertos y hoyos cenagosos de dolor y
desesperación para que nuestro yo, sea humillado y reconozcamos que somos
pecadores necesitados del Dios Santo, Respóndeme si puedes; ordena
tus palabras, ponte en pie. He aquí, a mí, en lugar de Dios, conforme a tu
dicho…tú dijiste, y yo oí…yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay
maldad en mí. He aquí que Dios buscó reproche contra mí, y me tiene por su
enemigo. Puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas. He aquí, Job, en
esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el
hombre, Job 33:5-12.
Job
aparece tal cual es, se puede ver su incredulidad, tratando de justificarse
ente sí mismo culpando a Dios por su aflicción; Job descubre que los argumentos
de sus tres amigos son solo falacias y los rechaza hasta el momento que aparece
Eliú; el propio Dios se reveló a Job a través de este joven con un mensaje
inspirador, y transformador; luego, la misma presencia de Dios vino sobre Job
como un torbellino y una dulce voz cálida, Job 38.
Ante
la luz del propio Creador, Job puede ver su indignidad y cae postrado a los
pies del Eterno Padre y por primera vez puede hablar reconociendo su
desconocimiento de Dios: Señor, solo te conocía, por lo que
había oído de Ti, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto de todo lo
que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza, Job 42:4-6. Fue esta la primera
vez que Dios aprobó la actitud de Job, perdonando a su siervo sus errores y sus
flaquezas, y vindicándolo ante sus amigos. Y sucedió que después
que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Lifaz temanita: Se ha
encendido mi ira con ti y contra tus dos amigos, porque no han hablado de Mí lo
que es recto, como siervo Job, Job 42:7.
¿Qué fue
lo correcto que dijo Job? Fue su humillación ante Dios y sus palabras
reconociendo su indignidad, su auto justificación y desconocimiento de su
Creador, por consiguiente ahora Su Hacedor podía comenzar a obrar en él; de tal
manera que ante la muerte del yo de Job, Dios responder inmediatamente,
concediéndole a Job no solo sus favores y bendiciones, sino que le devolvió
toda su prosperidad y bienestar que había tenido y perdido a causa del enemigo,
¿Acaso es sabio contender con el Omnipotente? El que disputa contra Dios que
responda. Entonces continuó el Señor y dijo a Job: Tú, que querías
entablar juicio contra Mí, el Todopoderoso, ¿Insistes todavía en responder?
¿Qué puedo responderte yo, que soy tan insignificante? Prefiero guardar
silencio ante Ti porque soy vil. Ya he hablado una y otra vez, y no tengo nada
que añadir, Job 40:1-5.
Desde
ese momento, Job renace a una nueva vida tanto material como espiritual; esa es
la resurrección que Jesucristo nos ha dado en la cruz y que la ha confirmado al
darnos de su Espíritu, sacándonos de la muerte y resucitándonos a una vida en
Cristo Jesús. El Padre está deseando llenar a muchos que se dispongan a Cristo,
aquellos que como Job mueran a sí mismos, Dios desea revelar y destruir toda
esa sutileza que se esconde en los corazones, y muchos esconden con miles de
disfraces, y que les cuesta tanto hacer que muera en su yo, Y
Jesús decía a todos: Si alguno quiere venir en pos Mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día, y sígame, Lucas 9:23.
Dios
muchas veces, no solo tiene que hacernos sufrir y ponernos en lecho de
enfermedad y dolor, sino que tiene que ponernos en circunstancias en que
podamos ver que no somos tan buenos como lo imaginamos y que nuestra reputación
se hace pedazos. Esto es para llevarnos a la humillación y reconocimiento de que
nuestra vieja naturaleza debe ser totalmente crucificada, solo en esa condición
estaremos verdaderamente a los pies de Jesús. Y solo entonces, aprenderemos a
depender únicamente de Él, sólo el Omnipotente nos da las fuerzas y la vida necesaria
para vencer cuando Cristo es nuestra Cabeza viva, Porque todo el que se
ensalce, será humillado; y el que se humille será enaltecido, Lucas 14:11.
Pedro
fue salvó después de su caída, el yo del apóstol tuvo que morir para que
pudiera vivir perfectamente en su Mesías y Señor.Debemos morir de una vez por
todas a nosotros mismos y renunciar a confiar en si mismos; solo así contaremos
con los recursos de Jesucristo y Él podrá darnos lo que le dio a Job, todas las
riquezas de su bondad y todos los planes de su buena voluntad para nuestra
vida. Aunque comenzamos la vida con cosas terrenales, debemos terminar con las
cosas espirituales.
La preciosa
exposición y enseñanza de Job es una hermosa conclusión a las tribulaciones,
maduramos en la muerte al yo y en el dolor del alma rendidos de corazón a los
pies de Cristo, Este es el mayor y vivo goce que alguien pueda experimentar en
una relación directa y personal con Dios; ahí está el Espíritu Santo para
llenarnos de su fuego y de su fruto para conducirnos a la senda de la vida,
conociendo de manera personal y cara a cara al Dios vivo, real y verdadero, YO
conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de Ti, Job
42:1.
Así es
como el Omnipotente nos hace ascender por la escalera de la vida, primero nos
hace bajar, nos derriba del caballo, y luego nos hace ascender en el ascensor
de su gracia salvadora, hasta las alturas de su reino, Les
aseguro que si el grano de trigo al caer en la tierra no muere, quedará solo;
pero si muere, dará una abundante cosecha, Juan 12:24.
Bendito
sea tu poderoso nombre Abba Padre, pues solo Tú eres quien nos ayuda a morir al
viejo hombre, y en el lecho del dolor nos sostienes y nos hablas, solo Tú unges
nuestra cabeza con el aceite fresco de tu presencia, y nos haces rebosar de
gozo en el Espíritu cuando hemos aprendido la lección. Amén.
Mg.
MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.