SOLDADO DE CRISTO,
¿ERES TERMOSTATO O TERMÓMETRO?
Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio, (disciplina) 2 Timoteo 1:7.
Pero
el Señor me ha dicho: Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra
plenamente en la debilidad. Así que prefiero gloriarme en ser débil, para que
repose sobre mí el poder de Cristo, 2 Corintios 12:9.
Mantengámonos
firmes y sin fluctuar, en la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el
que prometió. Hebreos 10:23.
El termostato es un componente del sistema eléctrico que controla
y mantiene estable la temperatura de un vehículo, de las máquinas industriales
y de los sistemas de aire acondicionado. Por su parte el termómetro es un
instrumento que mide la temperatura ambiental y continuamente está subiendo y
bajando dependiendo del estado de calor de un cuerpo o un ambiente, es decir,
que el termómetro es lo opuesto al termostato, mientras uno permanece estable a
la temperatura, el otro cambia continuamente mostrando el nivel de calor o de
frío según el estado del clima…No seamos niños fluctuantes llevado por doquiera de cualquier viento...Efesios 4:14a.
Esta es la comparación que Dios me da para abordar el tema de ser
soldado de Cristo enfrentando la vida; no somos llamados a permanecer
estáticos, ni pasivos con aires de derrota, tenemos al Dios Grande y poderoso
que nos dirige y guarda en todo tiempo y momento; todo lo que sucede a los
hijos de Dios está bajo su cuidado, Él usa muchas situaciones en nuestro
entrenamiento para hacernos fuertes y valientes, capaces de luchar y vencer con
valor sin afligirnos ni desmayar en el combate; todo tiene una razón, ya sea
para entrenarnos, formarnos, afinarnos, madurarnos, fortalecer nuestra fe, pulir el carácter o transformar
nuestra manera de pensar para saber vivir, Porque Tú nos probaste, Oh Dios; nos ensayaste como se afina la
plata, Salmos 66:10.
Nuestro Padre quiere sacarnos de la comodidad de la inercia para que
enfrentemos nuestra guerra que no es contra carne ni sangre, porque las armas
de nuestra milicia no son humanas sino poderosas en Dios para pisar serpientes
y escorpiones con la valentía de soldados, laborioso en la evangelización y el
discipulado, firmes en oraciones de fe, ecuánimes en justicia, con dominio
propio para actuar, equilibrados y proactivos adorando frente a los
altibajos del mundo y con la autoridad de Dios; sin dudar ni temer ante las
circunstancias, ni ser inestables ante el dolor, sino agresivos espirituales que
creen, obedecen y siguen a su Máximo Capitán y Comandante supremo, Jesús, el
Valiente soldado de la Cruz, porque el que duda es semejante a
la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra, Santiago
1:6b.
.
Cuando amamos a Dios pagamos el precio, por encima de todos los
gigantes y los Saules que se levanten en las pruebas y las adversidades que en
realidad son buenas herramientas que el Padre usa para el moldeo, porque el
Reino de Dios está necesitando de hombres y mujeres que de verdad le crean a su
Padre, y dejen su posición de víctimas, para convertirse en verdaderos
soldados, que permanecen firmes hasta el último momento y NO languidecen entre la duda y el miedo para levantarse a actuar como gente santa que soporta
y no se contamina; Pablo amó con pasión a Jesús y nos ha dejado su testimonio
de amor, Para vergüenza mía lo digo, hemos sido
demasiado débiles para saber comportarnos; pero si hay otros que se atreven y
son osados, entonces también yo me atreveré, aunque a muchos esto les parezca
locura… 2 Corintios 11:21-29.
Dios pone nuestro corazón en balanza para ver si somos hallados
fieles o faltos en medio de la lucha, Él quiere hijos dóciles, santos y
aguerridos; valientes soldados que lo exalten con obediencia, amor apasionado y
entrega abnegada. Claramente lo vemos en Moisés: siendo criado y educado en la comodidad
de la corte egipcia, salió al desierto, se convirtió en un fugitivo por miedo a
faraón cuando privó de la vida a un egipcio, intentando defender a un hebreo; él
pasó de la frescura del palacio al calor ardiente del desierto; de príncipe en
Egipto, a pastor de ovejas al servicio de su suegro, esto era como caer de la
cumbre al abismo, o dejar de ser rey para pasar a ser vasallo, pero el
propósito era grande; ser el libertador de Israel, Éxodo 2:15. Tú y yo
tenemos un llamado y un propósito, luchemos y cumplamos nuestra parte, YO, el
Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según
sus caminos, según el fruto de sus obras, Jeremías 17:10..
Debemos calificar para alcanzar la añadidura, sin importar lo
pequeños que nos vea la gente, ni lo mal que nos catalogan y critiquen, nuestra
mayor preocupación, es complacer el corazón de Dios; vale la pena cuando nos
saca de la comodidad palaciega para llevarnos al desierto, conocerlo a Él y ser
entrenados es lo mejor; no estamos aquí para despertar lástima, sino para
luchar hasta las últimas consecuencias junto al Gran Libertador, porque le
hemos dado el corazón y la vida al Señor con la seguridad que nos llevará a
puerto seguro hasta que obtengamos la victoria, Porque el que empezó la buena obra, Él mismo la perfeccionará,
Filipenses 1:6.
Dios no nos dará el galardón, si primero no hemos pasado por el
fuego; Dios nos conoce y continuamente prueba nuestra convicción, carácter y
resistencia; Si Él nos mete en medio de la batalla, debemos clamar por su
apoyo, fortaleza y protección con su divino Espíritu que nos dirige y nos llena
del poder de su presencia para que podamos fluir en Él. Dios es quien mejor nos
conoce y sabe cómo tratarnos para perfeccionar nuestra vida y cumplir sus
planes para que demos fruto abundante: Él nos ensaya y nos prueba de diversas formas para examinar nuestros
pensamientos y los intereses de nuestro corazón; por eso Él lima nuestras
asperezas y limpia nuestro ser sacando la cizaña del egoísmo, derribando la
egolatría del yo y derritiendo el cebo de la vanagloria y el pecado escondido para hacernos más
parecido a Jesús, Él se sentará como fundidor y
purificador de la plata, y purificará a los hijos, y los acrisolará como a oro
y como a plata, y serán los que presenten ofrenda de justicia al Señor,
Malaquías 3:3.
Despierta de tu apaciguamiento y letargo, levántate y pelea la
buena batalla de la fe, porque nos espera la victoria y un gran galardón. No podemos
olvidar de dónde nos sacó el Señor; aunque estemos en medio de los momentos más
álgidos, la firmeza de nuestro carácter y el conocimiento que tengamos de Dios y
su palabra jugarán un papel importante a la hora de la guerra, nuestro entrenamiento
diario en el Camino, nos debe hacer imperturbables. El mundo y sus ataques no
nos pueden mover como trompos ni impedirnos cumplir nuestra labor, Dios no
quiere hijos termómetro que suben y bajan según la temperatura del momento, Él
Padre quiere y forma hijos termostatos fijos y adheridos a Él, inamovibles y firmes como la
Roca que nos sostiene, enarbolando siempre la espada del Espíritu, porque el
que duda es semejante a la ola del mar, que es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra, Santiago 1:6.
Si no somos
sabios y proactivos ante la angustia y la dificultad, fallaremos en la certeza
del amor y el encargo que tenemos que cumplir para Dios, podríamos rayar en la desobediencia
y la ingratitud, olvidando sus bendiciones; como hijos de Dios somos benditos y
gozamos de muchas cosas buenas, pero tampoco podemos olvidar que como
discípulos de Cristo, también somos soldados que deben estar siempre listos
para la batalla, Toma tu parte en los sufrimientos
como buen soldado de Cristo Jesús, 2 Timoteo 2:3.
¿Crees
que eres un fiel soldado de Jesucristo? Recuerda que no podemos quedarnos en
las comodidades del mundo lleno de liviandades y del mínimo esfuerzo. Tenemos
un precio que pagar, y lo primero es morir a nuestro propio yo; renunciar a
nuestros caprichos, nuestros propios proyectos y puntos de vista, para adoptar
la mentalidad de Jesús, con valentía para vivir en la voluntad de Aquel que nos
sacó del muladar del pecado para no volver atrás, sino avanzar, Porque
después que me aparté, me arrepentí, y después que comprendí, me di golpes en
el muslo; me avergoncé y también me humille...Jeremías 31:19.
El soldado está atento a lo que sucede
a su alrededor;
si en verdad somos de fe y hemos nacido de nuevo muriendo al viejo hombre, somos
conscientes y estamos dispuestos a sufrir penalidades, soportar aflicciones, afrontar
problemas, afrontar desprecios, odios, oposición, escasez y hasta la
persecución de los instrumentos del maligno, esta es nuestra realidad en la
tierra, pero también sabemos que tendremos gloria en el reino de Dios, por lo
tanto debemos pararnos firmes contra todo ataque del mal,
Sean firmes y valientes, no teman ni se atemoricen ante ellos, porque el Señor
su Dios es el que va con ustedes; Él no los dejará ni los desamparará,
Deuteronomio 31:6.
Todo
obstáculo y problema es tiempo de escrutinio y aprendizaje. La crisis hace
fuerte al débil, feliz al amargado, valiente al cobarde, el ofendido aprende
perdón y el autosuficiente aprende a sujetarse al Capitán y Varón de guerra. Dios
forma pueblo aguerrido, maduro y firme de carácter, para ir a la guerra en las
fuerzas del divino Espíritu, y aunque nos pongamos un poco tristes, permanezcamos
en nuestro puesto de vigilancia, parados sobre la Roca, sin intimidarnos, Hijo
mío, Dios te ama mucho porque has creído en Jesucristo. Pídele fuerzas para
soportar cualquier cosa, 2 Timoteo 2:1.
Debemos discernir en medio de los acontecimientos, porque no todas
las dificultades vienen de Dios, algunas de ellas vienen a causa del pecado, Salmos
38:1-3, el enemigo tiene
algún derecho para hacer daño, Lucas 22:31; otras vienen a causa de
malas decisiones por independizarnos de Dios, Salmos
31:10 y
otras por la maldad de seres sin temor ni amor de Dios, Salmos 142:2-3; por incredulidad, Éxodo
16:2-3, y sufrimiento
por causa de Cristo y nuestra fe, Mateo
24:9.
La vida de fe en Cristo no puede ser como el termómetro que cambia
según el ambiente o la situación, tampoco podemos estar reaccionando
inestablemente por los eventos que suceden en el mundo. Conocemos la palabra
que nos ayuda a entender los tiempos para ser soldados termostato firmes y
fieles, porque hemos creído en Aquel que venció al diablo, el mundo, la carne y
el pecado; somos su imagen, pueblo fuerte que permanece en pie y seguro sin que
nada nos mueva de nuestra posición de guerreros, aunque la temperatura cambie, Podrán
desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios es la fortaleza de mi corazón;
Él es mi herencia eterna, Salmos 73:26.
Nuestra
serenidad, aplomo, madurez, fuerza, firmeza, confianza, coraje y seguridad
provienen de Dios, por eso podemos hacer frente a la batalla; trabajemos, enseñemos a otros y
no nos quedemos en la comodidad de la inercia, el letargo ni la inactiva pasividad esperando a ver qué pasa, somos actores no espectadores; vivamos la palabra y
ejercitemos la fe, Así como el deportista no puede
recibir el premio, si no lucha de acuerdo a las reglas, 2 Timoteo 2:5.
Un soldado no huye ni se esconde en tiempo de guerra, tampoco se
mueve de su lugar de guardia; un hijo de Dios en tiempo de prueba no se deja
mover por los vientos que soplan, el soldado de Jesús siempre está armado
con el escudo de la fe para apagar todo dardo de fuego del maligno,
Efesios 6:16; a los hijos de Dios no nos regula lo que pasa en el
mundo, en la sociedad ni a nuestro lado, sino que somos guiados por el Espíritu
Santo y sostenidos por la mano del Dueño de todo, y los
cobardes no heredarán el reino de Dios, Apocalipsis, 21:8.
Estamos llamados a responder a los desafíos con la divina fuerza
espiritual en Dios: vencemos con amor el desamor, con bien el mal, con verdad
la mentira, con justicia la injusticia, con pureza la impureza, con valor la
cobardía, y con gozo la tristeza, algo que sólo se aprende y es posible al
conocer de cerca a Jesús y profundizar en su palabra Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha
vencido al mundo: nuestra fe, 1 Juan 5:4.
Si somos soldados de Jesucristo no podemos darnos el lujo de ser
controlados por lo coyuntural. Si permitimos que las circunstancias muevan nuestras emociones, ya no seremos soldados, seremos víctimas o victimarios de sí mismos
o de otros. Para el discípulo y soldado de Cristo, aunque todo esté oscuro, en él debe resplandecer la luz de Cristo porque va de la mano del Vencedor en batalla, derribando
todo obstáculo y viento contrario, superando en el Espíritu todo lo que se
opone, Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece, Filipenses 4:13.
Somos soldados valientes ante los embates del enemigo, el amor de
Dios nos hace cubrir multitud de pecados con las personas difíciles y nos
permite ser fieles creyentes en los momentos en que no hallamos respuesta;
Jesús es nuestra fuerza para vencer todo lo que se mueve en lo espiritual y lo
natural. Necesitamos reflexionar seriamente nuestro proceder para saber si en
verdad somos fieles soldados de Cristo. El Señor es fiel, Él nos fortalecerá y
nos protegerá del maligno, 2 Tesalonicenses 3:3.
Sólo aquellos
que cultivan una fuerte y profunda relación con Jesús podrán vencer y
experimentar la victoria en medio de las tormentas y lo alto de la marea del
mar del mundo; Ninguno
de los que militamos se enreda en las costumbres de la vida natural ni en los
afanes del mundo, porque vivimos para agradar a Aquel que nos tomó por
soldados, 2 Timoteo 2:4.
La vida se puede comparar con un cultivo, si no sembramos la
tierra, la gente morirá de hambre, de igual modo si no cultivamos la valentía y la fortaleza dependiendo
de Dios, entonces la debilidad saldrá a flote al momento de
enfrentar la dificultad y la prueba, no somos de los que retroceden, sino de los
que avanzan, No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para preservación del alma, Hebreos 10:39.
Los
soldados termómetro son inestables en su fe, y fallan en la fidelidad a Dios en el momento del reto; los que están sentados en la comodidad de la inercia son
parte de la violencia, que es el recurso de los incompetentes y los necios; los
hijos de Dios somos soldados de la vida y la paz, por lo tanto rechazamos toda agresión
y violencia; la guerra es la masacre entre gentes que no se conocen, propiciada
a favor de unos cuantos que sí se conocen, pero que no se masacran. Fuimos
llamados a la paz y el ministerio de la reconciliación, no salpiquemos a otros
con nuestra guerra interior, La obra de Dios nos reconcilió consigo
mismo por medio de Cristo, y nos envió a anunciar la reconciliación, 2
Corintios 5:18 y 1 Corintios 7:15c.
Transmitamos vida, amor y seguridad que es lo que necesitan las
familias, las naciones y la tierra entera, y ¿Quién es
el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 1 Juan
5:5. Ganamos
las batallas del mundo con fe y dependencia en el Deseado y Esperado de las
naciones, porque el gozo del Señor será nuestra fortaleza, Nehemías
8:10 y Salmos 28:7. Pregúntate: ¿Eres un verdadero soldado de Cristo?
Señor de los cielos y la tierra, Dios de toda gracia y abundante
misericordia, míranos con tus ojos de amor, susténtanos en tus brazos de poder,
dirígenos con la voz de tu Espíritu y ayúdanos a permanecer fuertes, santos,
íntegros y fieles a tu amor a pesar de todo lo que pase, te lo imploramos en el
poderoso nombre de Jesucristo de Nazaret, Amén.
Mg.
MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
LUCHA