# 32.
CONFIESA TU PECADO
Si confesamos nuestros pecados,
podemos estar seguros que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y
nos limpiará de toda maldad, 1 Juan 1:9.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos
en mi gemir todo el día…Salmos 32.
La
confesión de los pecados es totalmente necesaria por muchas razones que nos
enseña la palabra de Dios y que en esta caso encontramos en Salmos 32.
Bienaventurado aquel cuya trasgresión
ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurada la persona a quien YHWH
no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé se envejecieron mis
huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mi tu
mano, se volvió mi verdor en sequedales de verano. Mi pecado te declaré, y no
encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis trasgresiones a YHWH; y Tú perdonaste
la maldad de mi pecado. Por esto orará a Ti todo santo en el tiempo en que
puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán
estas a él.
Tu eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con canticos de
liberación me rodearás.Te haré entender, y te enseñaré el
camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seas como el caballo, o
como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con
freno, porque si no, no se acercan a Ti. Muchos dolores habrá para el impío;
pero al que espera en YHWH, lo rodeará la misericordia. Alegraos en el Señor y
gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón,
Salmos 32.
Para
un cristiano, alejarse de Dios es algo tenebroso porque se frena el flujo de
las bendiciones, se expone al mundo por su cuenta y queda vulnerable ante las
asechanzas de satanás; pero cuando caminamos de la mano de Dios, somos
invisibles al enemigo, porque estamos escondidos en Cristo.
Cuando
abandonamos la comunión con nuestro Padre, a causa del pecado,
llegamos a ser extraños a Él, y sin darnos cuenta, nos vamos deslizando a las
líneas del enemigo como un tiro al blanco dibujado en nuestra espalda que brilla
en medio de las tinieblas. Y como nos enseña este Salmo, no solo nos sucederán
cosas desagradables espiritualmente, sino que claramente dice que nuestro cuerpo
se enferma y nos hace gemir de dolor día y noche, sentimos la disciplina del
Señor, pesada contra nosotros, el verdor de la alegría y de la paz que disfrutábamos
se pierden, nuestra alma se seca como el desierto.
La
causa de todo esto es habernos negado y rehusado a confesar nuestro pecado en
el momento en que lo cometimos, y que el Espíritu Santo nos ha redargüido de
tal contradicción y sin embargo callamos. Todo viene a ser una locura, pero la
biblia nos dice que en el momento en que confesamos el pecado, somos de
inmediato perdonados y al tiempo Dios lo olvidará, Dije: confesaré mis
trasgresiones a YHWH; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Nuestra
cobardía y temor nos llevan a auto-justificarnos lo cual nos impide liberarnos;
debemos saber que el Señor no está interesado en culpar a nadie, o buscar quien
comenzó con todo eso, tampoco intenta que admitamos la culpa para tener una razón
de disciplinarnos, Él actúa cuando nos humillamos arrepentidos para suplicar su
perdón.
En
Génesis
3 observamos
el primer pecado que se cometió y el primer intento de evitar la confesión
culpando a otro: Adán dijo fue la mujer que diste, Eva dijo, fue la serpiente
que me hizo hacerlo. Dios no estaba tratando de averiguar cómo fue que el
pecado se cometió, o quien lo había hecho. Él ya sabía lo que había sucedido.
Lo que el Padre quería era escuchar la confesión, reconociendo la falta para pode
perdonarlos. Pero cuando ellos callaron y no confesaron, tuvo que sacarlos de
su santa presencia, Génesis 3:23-24.
Sigue
sucediendo igual con nosotros cuando pecamos; no se trata de confesar el pecado
para que el Señor sea informado de tal comportamiento para imponer el castigo.
Él ya sabe todo y ha impuesto la disciplina correcta. Lo que Él desea como buen
Padre, es el arrepentimiento de un hijo que con sinceridad reconoce la falta a su Padre y la confiesa para resarcir el error y que no
haya obstáculo que los separe y Él pueda extender su perdón, y su misericordia para continuar unidos.
No
hay ningún motivo en el mundo para que seamos tan tontos en esgrimir ridículas
excusas, imaginando que serán convenientes ante el Santo Dios. Él conoce mejor de
lo que creemos esa situación, y ya ha hecho todo en la cruz para perdonarnos
cada vez que caemos y volvemos a Él arrepentidos. NO existe otra manera de ser
libres de culpa y condenación. La confesión del pecado es buena para el alma,
nos permite ser perdonados, nos trae paz, reconciliación y santificación ante
toda injusticia.
Su
gracia perdonadora reanuda el flujo ininterrumpido de las bendiciones que
vienen del cielo. Mientras nos encontremos en esta tierra, lo más beneficioso
para todos, son las provisiones del Pacto Eterno en Jesús, el Padre dijo al
Hijo, si mueres por ellos, YO los perdono, así se lo promete a su Hijo, y el
Hijo dijo: si Tú los perdonas, YO muero por ellos, Porque no envío Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
Él, Juan 3:17.
Cuando
el Padre y el Hijo hablaron esto, hablaban de ti y de mí. La pena ha sido
cumplida, el precio ha sido pagado y la justicia ha sido hecha. ¡Somos
perdonados! Porque Dios amó tanto a la gente de
este mundo, que me entregó a Mí, su Unigénito Hijo Jesucristo, para que todo el
que crea en Mí no muera, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16.
Cristo fue ofrecido en sacrificio una
sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por Segunda Vez,
ya no para venir a perdonar pecados, sino para llevar con Él a los salvados que
lo esperan, Hebreos 9:28.
Mg.
MEHC, sierva del Dios vivo, real y verdadero.