Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve
con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Josué 1:5.
El SEÑOR nos hace conquistadores. Él
mismo será nuestra guía y nos ayudará en todo; Él jamás nos abandonará. ¡Échenos
fuera el miedo y la cobardía. Deuteronomio 31:8.
YHWH, está conmigo como poderoso guerrero; por lo tanto, los que me persiguen tropiezan y caen, no podrán prevalecer; serán avergonzados en gran manera, y su maldad no prosperará; su confusión será perpetua y jamás la podrán olvidar. Jeremías 20:11.
Ir por el camino del
mal le resulta más fácil a la gran mayoría de la gente, esa es la razón por la
cual nuestro Salvador dijo: Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el
camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; pero
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son las
que la hallan. Mateo 7:13-14.
Permanecer como
personas íntegras, rectas, sinceras, honestas y trasparentes que vivan para
agradar el corazón de Dios solo es posible viviendo en función del temor y el
amor a Dios, y son pocos lo que suelen vivir así, puesto que a la gran mayoría
le resulta más cómodo el facilismo del mundo, esto debido a la pereza y la incredulidad
y cada quien se complace más en si mismo, y en ese estilo de vida es imposible
mantenerse en oración y adoración para santidad y victoria. Por tanto, puesto que tenemos en
derredor una gran nube de testigos, despojémonos de todo peso de pecado, el
cual fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos
por delante. Hebreos 12:1.
Tenemos que saber que
la santidad es un estilo de vida y en ese estilo de vida resulta más fácil la
oración y la adoración como una clave para vencer los enemigos personales del
pecado, el mundo y la debilidad de la carne, aunque nos parezca que es más
deleitoso complacer nuestro vientre y nuestro cuerpo, obtendremos mayores
victorias si cultivamos y conservamos una relación íntima y personal con el
SEÑOR Jesucristo, es así como nos desenfocamos de tanto mundo para centrarnos
en lo divino, lo puro y celestial para ser más que vencedores como lo asegura
la palabra de Dios. Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro SEÑOR
Jesucristo. 1 Corintios 15:57.
Lastimosamente, por
no conocer a Dios y no buscar a Cristo, la gran mayoría termina siendo esclavos
del pecado, amigos del mundo y de su príncipe, en esa atmósfera y condición de
vida les resulta lejano, extraño y difícil la oraciób, alabanza y adoración a
su Creador. Orar, alabar y adorar a Dios es una forma de servir en el reino de
Dios ministrando al corazón del Padre celestial, eso debe convertirse en cada
uno de nosotros en un estilo de vida que nos mantiene en victoria, porque eso
significa que vivimos en el Espíritu Santo que nos pone por encima de las
circunstancias naturales mientras nuestro Salvador pelea nuestras batallas sin
que nada nos perturbe ni nos robe la paz. Porque el SEÑOR guarda la paz de
aquellos con carácter firme, que en Él piensan y confían. Isaías 26:3.
La oración y la
alabanza van de la mano, y son parte de una vida de fe obediente y vida de poder, en Dios, en gente fiel que
vive en función de Cristo y su reino y no en los caprichos, por lo tanto, la oración y la adoración forman para de la batalla espiritual, que nos identifica como soldados
de Cristo y si en verdad amamos a Dios, nos sujetamos a la dirección del Espíritu viviendo la palabra de Dios para adorarlo desde el corazón, junto con la
oración, la alabanza y la adoración que se convierten en una arma de guerra a
nuestro favor como prioridad cotidiana; la batalla de los hijos de Dios es
orar, alabar y adorar en santidad para guardar nuestra pureza y relación con
Dios, así veremos que todas nuestras necesidades básicas son suplidas porque
quien va delante de nosotros es El Capitán de las huestes del Padre,
Jesucristo, nuestro Varón de guerra, Él es el Gran vencedor contra las hordas
del mal. Por eso, sometámonos
a Dios, resistamos al diablo, y éste huirá de nosotros. Santiago 4:7.
La forma de
someternos a Dios es con nuestra relación personal con Cristo, lo cual nos
conduce a orar, alabar y adorar, produciendo santidad y recibiendo lo mejor de
Dios en un trabajo de equipo: Dios instruye y ordena, nosotros atendemos,
obedecemos y adoramos; Josué y el pueblo hicieron caer los muros de Jericó para
tomar la tierra prometida como lo narra Josué 6:1-16, esto
resultó de someterse a Dios, para oírlo y obedecer sus instrucciones con
la guía del Eterno y vencieron estrepitosamente a sus enemigos, no solo a
Jericó sino también a Moab y Amón como lo narra, 2 Crónicas 20.
Batallar a la manera
de Dios es aprender obediencia a la palabra e instrucciones de Dios, en
comunión con Cristo, oración y alabanza que son adoración e involucra todas las
áreas de nuestra vida, conscientes de la realidad eterna de la presencia de
Dios, de su gloria y su voluntad, la cual debemos cumplir trabajando arduamente
y no dando lugar a la pereza, sabiendo que vivir en Dios es una continua
batalla de fe para ganar en la vida, tener buenas relaciones con las personas
que nos rodean, vencer la tentación y hacer frente a la enfermedad y las
dificultades que el mundo da. Esfuércense y cobren ánimo; no teman ni tengan
miedo de ellos, porque YHWH tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te
desamparará. Deuteronomio 31:6.
Y aunque todo podría
afectar nuestra vida natural, nuestra espiritualidad debe predominar y
prevalecer sobre las circunstancias unidos a Cristo, en oración, alabanza y
adoración para permanecer en santidad al SEÑOR, para ello debemos obedecer con
fidelidad a pesar de todo, y todo lo que hagamos durante el día pueda llegar a
ser una continua oración y alabanza a Dios derrotando así al enemigo; Dios
nos capacita para vencer, siendo portadores de su gloria y llevando su reino a
donde vamos, Efesios 6:11-12. Cíñanse los lomos de su entendimiento, sean sobrios, y esperen
por completo en la gracia que vendrá cuando Jesucristo sea manifiesto. 1
Pedro 1:13.
El enemigo no para,
por eso debemos estar alertas orando alabando y adorando venciendo activamente
la tentación y manteniéndonos firmes en el Eterno porque nunca termina el
ataque del mundo, así que nuestras oraciones no terminan con un sencillo amén,
sino cerrando puertas del mal con el bien y ligando nuestra mente a la mente de
Cristo, pues estamos sentados en lugares celestiales junto a Él, y el apóstol
Pablo enseña que vivimos por Él y para Él. Ninguno de nosotros vivimos para sí
mismos, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos para el SEÑOR vivimos, y
aunque muramos, del SEÑOR somos. Romanos 8:7-8.
Batallar es conversar
continuamente con Dios, lo cual podemos hacer todo el tiempo, eso nos prepara
para la adoración y alabamos a Dios haciendo lo correcto, haciendo las buenas
obras que Él preparó de antemano para que andemos en ellas, así cumplimos su
propósito, y nuestra vida se convierte en una continua batalla llena de
victorias, puesto que somos pueblo sacerdotal que se centra en su Hacedor
y Salvador...No adoren a otros
dioses no se inclinen delante de ellos, no los alaben ni les den ofrenda. YO
SOY el Dios verdadero; adórenme, ofrezcan sus sacrificios de alabanza solo a
Mí, porque YO los saqué de Egipto, mostrándoles todo mi gran poder...2 Reyes
17:35-38.
Recordemos que ya no
ofrecemos al Eterno sacrificios físicos ni materiales, porque nuestro Redentor
ya hizo todo el sacrificio, nuestros sacrificios son espirituales, son alabanza
y adoración que pronunciamos con palabras de bendición que glorifican el nombre
de Cristo. Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesucristo, sacrificios
de alabanza, esto es, fruto de labios que confiesan su nombre. Hebreos 13:15.
Recuerdo una tarde
que oraba, cantaba y hablaba con Abba Padre, a manera de batalla contra las
fuerzas del mal, mientras yo danzaba, oí su voz en mi corazón que dijo: Eso me
gusta, no pares de orar intensamente y no pares de adorarme porque cuando lo
haces, el infierno tiembla, eres mi valiente, sigue en mi presencia. Eso jamás
lo olvido y esa es la razón de esta enseñanza. Bendijo Esdras al Eterno, Dios grande.
Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amen! Alzando sus manos, se humillaron y
adoraron a YHWH, inclinados a tierra. Nehemías 8:6. Ya sabemos que el
pueblo a pesar de todos los enemigos y su oposición pudieron vencer y
construir sus muros de protección para la ciudad de Jerusalén.
Somos responsables de
alimentar y cuidar nuestra vida espiritual para, que el enemigo no nos robe la
fe, la paz ni el gozo, por eso la batalla es continua, pero en Cristo para
vivir en victoria. Nada ni nadie puede robarnos la vida abundante que Dios nos
da en esta tierra, alabemos y fluyamos lenguaje espiritual conforme a la
palabra y quien hará la guerra será el Varón de Guerra con sus huestes
celestiales. No hay necesidad de gritar ni pronunciar palabras sacadas de los
cabellos, sencillamente nos gozamos y expresamos amor y pasión a nuestro
Hacedor y Dios, aunque el mundo lance sus amenazas y sus planes de muerte,
somos uno en Cristo orando y adorando al Padre en santidad, que sea este
nuestro lema. Cuando Daniel supo que el edicto de muerte había sido firmado por el rey
Darío, fue a su casa, y abrió las ventanas de su recamara que daban hacía
Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba, dando gracias delante de
su Dios, como solía hacerlo siempre. Daniel 6:10.
Jerusalén representa la
ciudad celestial de Dios, es decir el lugar donde Dios habita, los cielos de
los cielos que están arriba por encima de todo lo creado, por eso nos
arrodillamos, levantamos la mirada y alzamos las manos al Altísimo y Sublime
que todo lo llena con su gloria, con la cual debemos llenar nuestra mente y
corazón permaneciendo en Dios cuidando lo que pensamos, y el fruto de nuestros
labios es la continua alabanza a Dios, así que llenémonos del Espíritu y
rechacemos todo pensamiento que no viene de Dios, seamos fuertes. Romanos 8:6-9.
Mientras estemos en
esta tierra, nuestra existencia será una continua batalla de fe y una lucha
permanente por guardar la salvación y la santidad, pero debemos reconocer la
grandeza y omnipresencia del Santo y decir agradecidos como el salmista: Te alabaré, oh SEÑOR, con todo mi
corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegaré y me regocijaré en Ti;
cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Porque mis enemigos retrocedieron atrás;
cayeron y perecieron delante de Ti. Tú SEÑOR has mantenido mi derecho y
defendido mi causa; te has sentado en tu trono juzgando con justicia.
Reprendiste las naciones y destruiste a los malos, borraste el nombre de ellos
eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados
para siempre...Salmos 9:1-6.
Sigamos orando con
este salmo y obtengamos victoria sobre las tinieblas, el mundo inicuo y la
carne, roguemos salvación por los que han de ser salvos. No nos amoldemos al mundo, seamos
transformados mediante la renovación de nuestra mente. Así comprobaremos que la
voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2.
Aleluyaaas. Santo, santo y santo eternamente.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.