Tu gran amor lo tengo presente, por eso siempre ando en tu verdad. Salmos 26:3.
Tu amor, SEÑOR, llega hasta los cielos; y tu fidelidad alcanza las nubes. Salmos 36:5.
¿Acaso ustedes piensan que la biblia dice en vano que el Espíritu que Cristo ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Santiago 4:5.
Dejemos de luchar y buscar que otro ser humano nos ame y llene nuestras espectativas, porque nuestro corazón y mirada deben dirigirse al amo de Dios a través de Jesucristo, y para eso debemos ser conscientes de su presente y eterno amor, entonces, ¿por qué esforzarnos por lo que ya tenemos? Ningún ser humano puede darnos amor a plenitud ni satisfacer nuestras necesidades más íntimas, como el amor divino; el Padre nos ha entregado su amor inquebrantable al entregar a su Hijo Jesús como Cordero de matadero; ese amor sigue disponible para todo el que cree, porque es el único amor lleno bondad, perdón, salvación y plenitud, marcando a los redimidos con su paz, y produciendo el verdadero descanso del alma. Si obedecen todo lo que YO les mando, los amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque YO lo obedezco a Él en todo. Les digo esto para que sean tan felices como YO...Juan 15:9-27.
Todos necesitamos amor y eso Dios lo sabe bien, pues es nuestro Creador y Formador, Él nos anhela porque le pertenecemos desde el principio y quiere ser parte de nuestra vida para ayudarnos pues nos ve a cada paso, pero el enemigo nos engañó en el Edén, y rompió la amistad íntima y estrecha que teniamos con Dios, el enemigo nos alejó de su presencia y nos hizo creer que podíamos ser independientes del Creador. Pero desde ese mismo momento, el amor incondicional del Padre se manifestó y profetizó la redención, Génesis 3:15; el amor de Dios no se puede comparar ni medir, y para vivirlo tenemos la persona del Espíritu Santo, en Él y la palabra, encontramos el amor que necesiramos, el del Padre y del Hijo que todo lo hace nuevo por amor. Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 1 Juan 4:16.
Dios nos amó y nos sigue amando intensamente para recuperarnos para Él con la redención en el Hijo y que estemos eternamente con Él; Dios ha luchado por lo que es suyo y ganó la guerra entregando su vida en la cruz y resucitando; sin embargo hay muchos que siguen preguntándose si en verdad Dios los ama, y una de las verdades más extraordinarias expresada por Dios en La Escritura, es que Dios nos amó, nos ama y nos anhela ardientemente porque somos suyos.YO, YO SOY el SEÑOR, fuera de Mí no hay ningún otro. YO he anunciado, proclamado y salvado; YO SOY Dios entre ustedes y no SOY un extraño...Isaías 43:10:13.
Dios nos creó y nos dio vida, pero como el pecado rompió nuestra comunión con Él y nos hizo extraños para Dios, Jesucristo vino a morir y resucitar para ser conocido y encontrado por todos; desde la creación y mucho más después de la caída, Dios ha mostrado cuánto anhela que cada ser humano se encuentre con Él para hacernos partícipes de su infinito amor, por eso, su mayor deseo es que tengamos una relación personal directa e íntima con Jesús; su amor nos persigue a cada paso de manera incondicional y latente, pero nos cuesta entender que Dios nos ama y nos anhela ardientemente. En esto consiste el amor de Dios: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio para perdón de nuestros pecados. Jun 4:10.
El amor de Dios nos cesa de manifestarse ni Jesucristo de darse a conocer para que aquellos que fueron credos a su imagen y semejanza puedan responder a su amor, a su llamado y sus manifestaciones de gracia y perdón, y que miles abran la puerta del corazón para que Cristo entre a vivir en cada uno, y que nuestra vida se centre en torno a Él, y su cercanía nos rodee, nos guarde y nos envuelva en su gracia, favor y poder. Porque Dios amó de tal manera a la raza humana, que entregó a su Únigénito Hijo en sacrificio, para que todo el que crea en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16.
Dios nos ama de tal manera, nos anhela y nos lucha hasta conquistar nuestro corazón con su amor, porque nos mira desde su perspectiva de cambio, transformación y perfección, aún conociendo nuestros defectos, pecados y debilidades, porque su amor va más allá de las falencias humanas, hasta que llegue a hacer de cada uno de nosotros una obra de arte sobrenatural y extraordinaria, haciéndonos nacer de nuevo y llevando acabo un proceso restaurador hasta que lleguemos a ser parecidos a Cristo, como nuevas criaturas, y personas que a su vez podamos irradiar su amor y su bondad. Desde el cielo el SEÑOR contempla a todos los mortales, para ver si hay algún entendido que sea sensato y busque a Dios. Salmos 14:2.
Pero, ¿Por qué ese Dios que es perfecto y santo, ama a estos pecadores imperfectos? Desde el momento de la creación del primer hombre y la primera mujer, Dios ha manifestado intimidad con el ser humano porque su anhelo es relacionarse estrecha y directamente con las criaturas que soñó y formo semejantes a Él, para que ambas partes fueran uno solo, en estrecha unión de amistad, para depositar en nosotros sus planes y proyectos; pero la caída impidió por largo tiempo la relación con Dios y el hombre; pero el amor del Padre permaneció y permanece intacto y disponible hasta hoy para todo el que quiera acercarse a Jesús y ser amigo de Dios. Y nadie tiene amor más grande que Aquel que da su vida por sus amigos. (este es Jesús). Ustedes son mis amigos, si hacen todo lo que les mando. Juan 5:13.
Vivimos y servimos al único Dios que todo el tiempo nos ama y nos anhela queriendo tener un continuo encuentro con nosotros, por eso Dios nunca está distante, sino que cada mañana, cada tarde y cada noche, son una continua oportunidad que Dios permite para encontrarnos con el Él, el SER más extraordinario que nos haya amado hasta el punto de derramar su sangre para limpiarnos y purificarnos de pecado para Él, por eso debemos buscar cada día su presencia para que Él nos cubra con el fuego de su amor desde la cabeza hasta los pies; Dios nos desea y nos ama infinitamente, pero nunca hará nada para imponerse sobre nosotros u obligándonos a amarlo; Él solo se acerca suavemente llamando nuestra atención con detalles y situaciones que nos hacen volver la mirada y el corazón al padre, a través de Jesucristo, de tal manera que debemos tener un corazón sensible a Dios y receptivo a sus detalles de amor. Dios ha mostrado su gran amor por nosotros, en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros, Romanos 5:8.
Los seres humanos somos tan tontos que pasamos la vida en la abrumadora búsqueda de que alguien nos ame y nos valore, desperdiciando así el amor eterno que Dios nos ofrece y a Quién tenemos siempre frente a nuestros ojos; fuimos creados para amar y ser amados, porque Dios nos creó con la insaciable necesidad de amor, pues Dios mismo es amor y su amor no tiene límites, principio ni fin; porque el amor que es a la manera de Dios y que fluye de Él lo llena todo, lo sacia todo y nos hace sentir plenos y rebosantes de vida y contentamiento. Por eso no tenemos que ir por la vida mirando si podemos ser amados o no; Dios nos ha dado todo su amor, Él no lo oculta ni lo guarda, sino que lo manifiesta en la medida que nos sumergimos en las aguas de su Espíritu, y las profundidades de su palabra, tal como Él lo ordena: Refúgiense en el SEÑOR y en el poder de su fuerza, busquen su presencia continuamente. 1 Crónicas 16:11.
Hermoso sería nuestro paso por esta tierra si centráramos toda nuestra existencia en torno al amor de Dios, y su deseo de ser nuestro amigo íntimo y fiel, por eso debemos buscarlo con todo lo que somos y tenemos, amarlo tal como lo dice el Gran Mandamiento, porque así nos ama Dios, pero solemos vivir la vida solos, como si fuéramos huérfanos y abandonados; tomemos conciencia y seamos realistas de ¡cuán cerca está Dios de nosotros, con todo su amor! Amarás al SEÑOR tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y c9n todo tu ser. Deuteronomio 6:5 y Mateo 22:34,
Somos nosotros los que estamos fallando al ignorar a Dios, no hablarle ni expresarle todo lo que sentimos y anhelamos, a cambio nos tragamos todas nuestras alegrías, sin sabores y sueños, porque aunque Dios conoce nuestros más íntimos pensamientos, a Él le gusta que se los expresemos; suelo hablar con Dios cada rato, y a veces me asombro que cuando hago oraciones pequeñas y sencillas, vienen a ser proféticas, porque lo que digo en su presencia con mi corazón cargado de amor y en su nombre se cumple pronto, casi de inmediato. ¡Cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas. Salmos 36:7.
Para conocer a Dios hay que ser sus amigos y vivir bajo la sombra de su amor, viviendo todo junto a Dios, eso es tan sencillo, pero nos complicamos mucho, pensando que somos indignos, que hemos hecho tantas cosas feas, que esto, que aquello que lo otro, y así dilatamos nuestro diario encuentro de amor con el más bello y el más hermoso de la creación, Dios; Él nos busca y nos llama en el silencio, como cuando el viento sopla en tu ventana, que es su suave, delicado y apacible susurro que te habla y llama tu atención. 1 Samuel 19:12.
El SEÑOR te está diciendo: No me dejes afuera, déjame entrar, quiero darte una vida increíble y llenarte de mi amor. Por eso Jesús nos dejó al Espíritu Santo Emanuel, para envolverlos en las alas de su amorosa presencia y que cuando el mundo nos rechace o nos mienta, no lo logre porque estamos empapado del amor líquido de Dios que fluyendo como río y refresca todo nuestro ser. Mis pies estaban resbalando, pero tu amor SEÑOR, ya venía de camino para ayudarme. Cuando mi angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. Salmos 94:18-9.
En la palabra de Dios hay textos y versículos que están cargados del amor de Dios y que nos demuestran su anhelo constante porque seamos uno con Él, y mostrado en la inefable y máxima expresión de amor que es la crucifixión de Cristo; es la más clara e inconfundible declaración del amor del Padre hacia una humanidad pecadora e indiferente, necesitada de su afecto y su bondad, para darnos vida cuando estábamos muertos, pero que nos mantiene vivos con su Aliento de vida, que es el Espíritu Santo. La esperanza en Dios no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado. Romanos 5:5.
Pensemos en Pablo que fue un perseguidor y asesino de los primeros creyentes en Jesucristo, sin embargo, cuando se encontró con el SEÑOR, halló el amor más grande que lo desarmó y lo transformó, para hacerlo nuevo de manera extraordinaria, Dios decidió amarlo y Pablo también hasta dar su vida; amar a Dios y al prójimo es nuestra decisión, el amor no solo es un mandato, fruto y principio divino, debe brotar del corazón. Si vivimos en el amor de Dios, somos tal como lo dice la palabra y lo escribió Pablo después de ser lleno del amor de Dios: pacientes, bondadosos, sin envidia, humildes, suaves, amables, generosos, perdonadores, dominamos la ira y el rencor, nos deleitamos en la verdad y en el bien, tenemos confianza, somos gente de fe obediente, soportamos las pruebas, y nuestro amor nunca se apagar a pesar de la pesadez y maldad el mundo. 1 Corintios 13.
Busquemos ya, y continuamente la cercanía y comunión con el SEÑOR, a la luz de la verdad de su palabra, porque Dios siempre está disponible para quien lo busca por amor y con amor sincero para que nuestra vida siempre rebose de la preciosa y todopoderosa presencia del Padre por su Espíritu Santo morando en nuestro ser, Dios nos conoce y nos ama. Y en todo esto somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó…Y ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni lo presente ni lo porvenir, ni los poderes, ni alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro SEÑOR. Romanos 8:37-39.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo real y verdadero y servidora de su reino.