EDIFICANDO FAMILIAS RESCATAMOS LA NACIÓN
Cualquiera, pues, que oye estas
palabras, y las hace, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la Roca, Mateo 7:24.
Por tanto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne,
Génesis 2:14
La familia es institución de origen divino, pues
Dios mismo es el autor y creador de ella. Fue Dios mismo quien la fundó cuando
creó y bendijo al primer hombre y la primera mujer, así dio origen a la casa,
la descendencia, el linaje, la parentela, la generación, la posteridad, la
simiente que llamamos familia y el hogar que arde en la hoguera del amor. Por
tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne, Génesis 2:14; Así que no son ya dos, sino una sola carne, por
tanto lo que Dios juntó, no lo separé el hombre, Mateo 19:6.
La familia constituye la unidad social básica, el sistema natural para que una persona pueda coexistir, crecer, desarrollarse y ayudarse mutuamente sobre la base del afecto, la comunicación interpersonal, la integralidad, el lenguaje, el pensamiento, el sentido de pertenencia a un grupo unido consanguíneamente, por la aceptación y la identidad a un núcleo cerrado. La tarea más importante de la familia consiste en mantener los lazos afectivos y relacionales que permitan la estabilidad integral de sus miembros.
El ser humano, por naturaleza es un ser gregario y de relaciones humanas que necesita el seno familiar para lograr madurez y plena realización que le permitan cumplir sus roles y ejercer sus obligaciones, deberes, derechos y aspiraciones, con base en principios y valores planteados por Dios en su Manual de instrucció para la vida.
El texto bíblico habla muy claro acerca de la familia, “Mejor son dos que uno, porque sacan más provecho de lo que hacen. Si uno de ellos tropieza, el otro puede levantarlo. Pero pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse. Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío. Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es tan fácil derrotarlas. Eclesiastés 4:9-12.
Este texto nombra primero a dos personas, que bien podría aplicarse a los esposos que se apoyan y se sostienen mutuamente, después nombra tres personas, que se aplicaría a los hijos. La familia unida es la fuerza vital que sostiene un pueblo; es un lazo de tres dobleces que el Creador entrelazó para que haya equilibrio en la comunidad; Cristo y el amor deben constituir el centro de todo hogar, de este modo el infierno NO podrá destruir la familia, porque estará fundada sobre la Roca, Mateo 7:24-25.
La familia fue creada de conformidad con la intención y los propósitos divinos, Génesis 2:18. Dios estableció el matrimonio por decreto como un organismo gobernado por principios bíblicos y valores para guardar el orden social para que la familia prevalezca ante los embates del mundo, los gobiernos, el cambio de las épocas, el modernismo y el materialismo intelectual.
Un hombre y una mujer serían hechos una carne por medio de un pacto ante Dios basado en amor, justicia, respeto, fidelidad y verdad, Génesis 2:21-24, de la misma forma que se encuentran estas características en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas que forman un solo Dios.
La familia constituye la unidad social básica, el sistema natural para que una persona pueda coexistir, crecer, desarrollarse y ayudarse mutuamente sobre la base del afecto, la comunicación interpersonal, la integralidad, el lenguaje, el pensamiento, el sentido de pertenencia a un grupo unido consanguíneamente, por la aceptación y la identidad a un núcleo cerrado. La tarea más importante de la familia consiste en mantener los lazos afectivos y relacionales que permitan la estabilidad integral de sus miembros.
El ser humano, por naturaleza es un ser gregario y de relaciones humanas que necesita el seno familiar para lograr madurez y plena realización que le permitan cumplir sus roles y ejercer sus obligaciones, deberes, derechos y aspiraciones, con base en principios y valores planteados por Dios en su Manual de instrucció para la vida.
El texto bíblico habla muy claro acerca de la familia, “Mejor son dos que uno, porque sacan más provecho de lo que hacen. Si uno de ellos tropieza, el otro puede levantarlo. Pero pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse. Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío. Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es tan fácil derrotarlas. Eclesiastés 4:9-12.
Este texto nombra primero a dos personas, que bien podría aplicarse a los esposos que se apoyan y se sostienen mutuamente, después nombra tres personas, que se aplicaría a los hijos. La familia unida es la fuerza vital que sostiene un pueblo; es un lazo de tres dobleces que el Creador entrelazó para que haya equilibrio en la comunidad; Cristo y el amor deben constituir el centro de todo hogar, de este modo el infierno NO podrá destruir la familia, porque estará fundada sobre la Roca, Mateo 7:24-25.
La familia fue creada de conformidad con la intención y los propósitos divinos, Génesis 2:18. Dios estableció el matrimonio por decreto como un organismo gobernado por principios bíblicos y valores para guardar el orden social para que la familia prevalezca ante los embates del mundo, los gobiernos, el cambio de las épocas, el modernismo y el materialismo intelectual.
Un hombre y una mujer serían hechos una carne por medio de un pacto ante Dios basado en amor, justicia, respeto, fidelidad y verdad, Génesis 2:21-24, de la misma forma que se encuentran estas características en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas que forman un solo Dios.
El Dios Triuno ejemplifica grandiosamente al esposo, la madre y
los hijos, tres clases de personas para formar una sola esencia y entidad
llamada familia, en ella se conjugan diferencias y talentos en un todo que se
complementa y sustenta armoniosamente, “Casadas,
sujétense cada una a su marido como corresponde a quienes pertenecen al Señor.
Los esposos, amen cada uno a su esposa, y nunca la traten con aspereza. Hijos,
obedezcan siempre a sus padres, porque eso agrada a Dios. Padres no exasperen a
sus hijos, para que no se desanimen, Colosenses 3:18-21 y Efesios 5:21-25.
La familia es el lugar donde el fuego del amor debe arder como una
hoguera encendida continuamente como un altar donde Dios es el centro, un lugar
de cálido afecto donde todos convergen alrededor del calor de padres, esposos e
hijos; en ese medio se puede recibir consuelo, se mitigan las penas, se sana el
alma y se vivifique el espíritu.
Así como para hacer arder la hoguera debemos alimentar el fuego
con leña, en el hogar el amor, la comprensión, la ternura, los abrazos, las risas
y el diálogo, deben ser los leños que alimenten el calor de la familia que
retine los hijos dentro para que crezcan sanos integralmente, El fuego se mantendrá encendido sobre el altar, no se
apagará; El sacerdote quemará leña en él todas las mañanas, y pondrá sobre el
altar holocausto y quemará la grasa de la ofrendas de paz, Levítico 6:12-13.
El hogar es el lugar donde todos deben disfrutar el éxito de sus
integrantes; donde se celebran los méritos de cada uno; donde los padres se
aman y así mismo son amados y respetados por los hijos; la familia es el lugar
donde los hijos son deseados y esperados para ser recibidos en medio del cálido
afecto de los padres que ayudan a los renuevos a que se desarrollen, crezcan y
se proyecten, pues ellos son ángeles que Dios envió por un tiempo y luego se
van. Efesios 5:28-33.
La unidad familiar que se funda en el fuego del amor genuino, preserva a los hijos y a los esposos de los males del mundo, de las garras de las tinieblas y la debilidad de la carne.
Un hogar debe ser un pedacito de cielo en la tierra. La familia es tan importante, que la primera idea que los niños se forman acerca de Dios proviene de la calidad del trato y relación que los padres se muestren como pareja, y que a su vez éstos prodiguen a sus hijos. Hijos, obedezcan a sus padres. Ustedes proceden de Dios, y eso es lo que les corresponde hacer. Honren a su padre y a su madre, ese es el primer mandamiento que contiene una promesa: Si honras y cuidas a tu padre y a tu madre, te irá bien y tendrás una larga vida en la tierra. Y ustedes padres no hagan enojar a sus hijos con la forma que los tratan. Mejor edúquenlos y denles buenas enseñanzas y ejemplo.” Efesios 6:1-4.
Si a los hijos se les ama, se les disciplina y se les corrige con misericordia, bondad y respeto, les quedará fácil entender y aceptar el concepto de Dios como Padre y las razones que se sustentan de Él como Dios para venerarlo, adorarlo y consultarlo; pero a los niños maltratados, denigrados, abandonados y violentados, costará un gran esfuerzo hacerles entender y aceptar el amor y la persona de Dios. Proverbios 22:6.
La calidad relacional de la familia y las leyes que deben gobernarla se consolidan en las verdades bíblicas que vivan sus miembros en la cotidianidad. Todos los que toman el concepto de familia a la ligera ignoran que la familia fue diseñada por Dios, para ser la primera escuela formativa en principios, valores y virtudes de toda persona.
Es en el seno del hogar donde los individuos aprenden a triunfar o fracasar en la vida. Es dentro de la familia donde se cultivan y construyen los grandes seres humanos que hacen historia, los empresarios y los profesionales morales y éticos del futuro; también los trabajadores responsables, comprometidos y productivos.
La unidad familiar que se funda en el fuego del amor genuino, preserva a los hijos y a los esposos de los males del mundo, de las garras de las tinieblas y la debilidad de la carne.
Un hogar debe ser un pedacito de cielo en la tierra. La familia es tan importante, que la primera idea que los niños se forman acerca de Dios proviene de la calidad del trato y relación que los padres se muestren como pareja, y que a su vez éstos prodiguen a sus hijos. Hijos, obedezcan a sus padres. Ustedes proceden de Dios, y eso es lo que les corresponde hacer. Honren a su padre y a su madre, ese es el primer mandamiento que contiene una promesa: Si honras y cuidas a tu padre y a tu madre, te irá bien y tendrás una larga vida en la tierra. Y ustedes padres no hagan enojar a sus hijos con la forma que los tratan. Mejor edúquenlos y denles buenas enseñanzas y ejemplo.” Efesios 6:1-4.
Si a los hijos se les ama, se les disciplina y se les corrige con misericordia, bondad y respeto, les quedará fácil entender y aceptar el concepto de Dios como Padre y las razones que se sustentan de Él como Dios para venerarlo, adorarlo y consultarlo; pero a los niños maltratados, denigrados, abandonados y violentados, costará un gran esfuerzo hacerles entender y aceptar el amor y la persona de Dios. Proverbios 22:6.
La calidad relacional de la familia y las leyes que deben gobernarla se consolidan en las verdades bíblicas que vivan sus miembros en la cotidianidad. Todos los que toman el concepto de familia a la ligera ignoran que la familia fue diseñada por Dios, para ser la primera escuela formativa en principios, valores y virtudes de toda persona.
Es en el seno del hogar donde los individuos aprenden a triunfar o fracasar en la vida. Es dentro de la familia donde se cultivan y construyen los grandes seres humanos que hacen historia, los empresarios y los profesionales morales y éticos del futuro; también los trabajadores responsables, comprometidos y productivos.
Del seno de la familia surge la empresa y los negocios exitosos, es
en la familia donde cada persona aprende a ser valiente o cobarde, persona de
fe o incrédula; el secreto del éxito está en los fuertes lazos familiares y el
conocimiento que se tenga de Dios dentro de la familia. Instruye
al niño en el camino de Dios, y aun cuando se ya adulto, nunca se apartará de
Él. Proverbios 19:18, 22:6 y 29:17.
Es en el núcleo familiar donde se aprende el cómo, cuándo, dónde de la vida y sus decisiones, el tono en que nos dirigimos a los demás, creciendo en condiciones favorables de educación, urbanidad y buenos modales para relacionarnos pacíficamente. La familia es donde todos se sienten amados, aceptados, tenidos en cuenta, apoyados, respaldados, seguros y tienen un lugar al que pertenecen, con posibilidades de ser cada día personas auténticas, reales, rectas y mejores en calidad y esencia, Efesios 6:1-3.
Dentro de la familia se detectan nuestros defectos, cualidades, fortalezas, debilidades, habilidades y aptitudes. Nos levantamos el ánimo cuando estamos tristes, nos consolamos cuando nos sentimos derrotados y frustrados, nos prodigamos el mayor de los afectos, que en ninguna otra parte se podría encontrar, sino en casa, bajo el fuego de Dios en el corazón de papá y mamá, Colosenses 3:18-20.
Los padres y los hijos son un todo, un equipo que vive para contribuir la felicidad y realización personal mutua. El amor es el eje motivador para lograr la armonía familiar y vivir la paz. Muchos jóvenes y niños se refugian en malos amigos, el alcohol, la droga, los desvíos sexuales y hasta buscan el suicidio porque no hallan la pedagogía de la presencia paterna y materna, tampoco hallan espacios de diálogo en casa ni momentos que expresen ternura o importancia; a nuestros niños y jóvenes les resulta imposible resolver sus problemas porque los ven muy grandes, los padres muchas veces asumen a sus hijos como carga o error, lo cual mata la auto concepto y el amor propio de los hijos lanzándolos a abismos profundos, que tristemente en muchos casos se pierden, Efesios 6:4.
Todo intercambio de comunicación en la familia ha de llevar un propósito de apoyo, comprensión, mejora, acercamiento, conciliación, animación y reconciliación para levantar a todos los miembros, así podremos eliminar la ofensa, la herida, el castigo que afecte negativamente; una disciplina bajo la ira, sin amor ni respeto, provoca resultados nefastos, Miren de no menospreciar a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos, Mateo 18:10.
Es en el núcleo familiar donde se aprende el cómo, cuándo, dónde de la vida y sus decisiones, el tono en que nos dirigimos a los demás, creciendo en condiciones favorables de educación, urbanidad y buenos modales para relacionarnos pacíficamente. La familia es donde todos se sienten amados, aceptados, tenidos en cuenta, apoyados, respaldados, seguros y tienen un lugar al que pertenecen, con posibilidades de ser cada día personas auténticas, reales, rectas y mejores en calidad y esencia, Efesios 6:1-3.
Dentro de la familia se detectan nuestros defectos, cualidades, fortalezas, debilidades, habilidades y aptitudes. Nos levantamos el ánimo cuando estamos tristes, nos consolamos cuando nos sentimos derrotados y frustrados, nos prodigamos el mayor de los afectos, que en ninguna otra parte se podría encontrar, sino en casa, bajo el fuego de Dios en el corazón de papá y mamá, Colosenses 3:18-20.
Los padres y los hijos son un todo, un equipo que vive para contribuir la felicidad y realización personal mutua. El amor es el eje motivador para lograr la armonía familiar y vivir la paz. Muchos jóvenes y niños se refugian en malos amigos, el alcohol, la droga, los desvíos sexuales y hasta buscan el suicidio porque no hallan la pedagogía de la presencia paterna y materna, tampoco hallan espacios de diálogo en casa ni momentos que expresen ternura o importancia; a nuestros niños y jóvenes les resulta imposible resolver sus problemas porque los ven muy grandes, los padres muchas veces asumen a sus hijos como carga o error, lo cual mata la auto concepto y el amor propio de los hijos lanzándolos a abismos profundos, que tristemente en muchos casos se pierden, Efesios 6:4.
Todo intercambio de comunicación en la familia ha de llevar un propósito de apoyo, comprensión, mejora, acercamiento, conciliación, animación y reconciliación para levantar a todos los miembros, así podremos eliminar la ofensa, la herida, el castigo que afecte negativamente; una disciplina bajo la ira, sin amor ni respeto, provoca resultados nefastos, Miren de no menospreciar a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos, Mateo 18:10.
Ya basta, de perder familias, niños y jóvenes, es tiempo de tomar
conciencia de la responsabilidad que Dios nos ha dado al ser padres, debemos desempeñar
correctamente los roles de papá y de mamá, esto es lo más importante para
construir una sana sociedad, en aras del progreso y en términos espirituales,
morales y éticos, Colosenses 3:21-23.
Construir familia es un compromiso y un deber de todos, algo serio delante de Dios. Los padres se constituyen en los primeros maestros y orientadores de los niños y los jóvenes; de la madurez de los padres depende el futuro de los hijos y el estado social de una comunidad, una ciudad y una nación. 2 Crónicas 7:14. Cuando los padres permanecen unidos a Dios, se mantiene sano el territorio familiar, local, nacional y global.
Nadie podrá poner en el corazón de los hijos la confianza en sí mismos, la seguridad, la fuerza, el empuje, el valor en sí mismos, el sano auto-concepto, el espíritu de superación, el avance personal, el sentido de responsabilidad, la semilla de la excelencia, la nobleza de la humildad y el amor a Dios, como sólo pueden hacerlo los padres, a quienes el Creador ha equipado con el afecto y la autoridad necesarias para tal fin, Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa, Hechos 16:31.
En una era caracterizada por la falta de compromiso, indiferencia y egoísmo, los adultos están llamados a rescatar principios fundamentales y valores mínimos tales como: la espiritualidad, la fe, la responsabilidad, el respeto, la seguridad, la credibilidad en la palabra, el orden, la honestidad y la fidelidad, entre otros aspectos claves para que nuestros niños y jóvenes los interioricen, los vivan y lo experimenten desde la familia.
Construir familia es un compromiso y un deber de todos, algo serio delante de Dios. Los padres se constituyen en los primeros maestros y orientadores de los niños y los jóvenes; de la madurez de los padres depende el futuro de los hijos y el estado social de una comunidad, una ciudad y una nación. 2 Crónicas 7:14. Cuando los padres permanecen unidos a Dios, se mantiene sano el territorio familiar, local, nacional y global.
Nadie podrá poner en el corazón de los hijos la confianza en sí mismos, la seguridad, la fuerza, el empuje, el valor en sí mismos, el sano auto-concepto, el espíritu de superación, el avance personal, el sentido de responsabilidad, la semilla de la excelencia, la nobleza de la humildad y el amor a Dios, como sólo pueden hacerlo los padres, a quienes el Creador ha equipado con el afecto y la autoridad necesarias para tal fin, Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa, Hechos 16:31.
En una era caracterizada por la falta de compromiso, indiferencia y egoísmo, los adultos están llamados a rescatar principios fundamentales y valores mínimos tales como: la espiritualidad, la fe, la responsabilidad, el respeto, la seguridad, la credibilidad en la palabra, el orden, la honestidad y la fidelidad, entre otros aspectos claves para que nuestros niños y jóvenes los interioricen, los vivan y lo experimenten desde la familia.
Debemos ponernos retos para que haya un cambio social, un rescate
a la vida, la integridad, la autenticidad y la pureza con el propósito de que
los humanos de hoy crezcan, se desarrollen y evolucionen moralmente con el
heroísmo de padres esforzados y valientes que amen al Dios santo y verdadero. ¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Amós 3:3.
Aunque no se nos enseña a ser padres, Dios en su Palabra nos ha dejado un arsenal de respuestas para la armonía, estabilidad y prolongación de la familia, desde allí deben fluir las fortalezas espirituales, emocionales y sociales con miras a regir y salvaguardar el futuro de la humanidad, criando hijos, espirituales, sanos y construyendo tejido social en dependencia a Dios, aunque tristemente muchos padres “modernos” crean lo contrario porque no conocen a su Creador. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5 y 1 Corintios 13.
Padres sin el conocimiento ni el amor de Dios muy difícilmente podrán alcanzar éxito con sus hijos. No existe ni podrá darse una verdadera felicidad familiar fuera de la certidumbre de que sólo Dios puede ayudar a conservar y construir la familia en medio de los buenos y los malos tiempos, Oseas 4:6. La mayor bendición que se puede dar como padres y recibir como hijos es tener a Cristo como Señor y Dios de la casa, Yo y mi casa serviremos a JHV, Josué 24:15.
Aunque no se nos enseña a ser padres, Dios en su Palabra nos ha dejado un arsenal de respuestas para la armonía, estabilidad y prolongación de la familia, desde allí deben fluir las fortalezas espirituales, emocionales y sociales con miras a regir y salvaguardar el futuro de la humanidad, criando hijos, espirituales, sanos y construyendo tejido social en dependencia a Dios, aunque tristemente muchos padres “modernos” crean lo contrario porque no conocen a su Creador. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5 y 1 Corintios 13.
Padres sin el conocimiento ni el amor de Dios muy difícilmente podrán alcanzar éxito con sus hijos. No existe ni podrá darse una verdadera felicidad familiar fuera de la certidumbre de que sólo Dios puede ayudar a conservar y construir la familia en medio de los buenos y los malos tiempos, Oseas 4:6. La mayor bendición que se puede dar como padres y recibir como hijos es tener a Cristo como Señor y Dios de la casa, Yo y mi casa serviremos a JHV, Josué 24:15.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario