LA CRUZ DE CRISTO ES MUERTE,
PERO TAMBIÉN VICTORIA VICTORIA
Si
alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sigame. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá; pero el que pierda la vida por causa de Mí, la salvará, Mateo 16:25.
Porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos, Gálatas 5: 24
Porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos, Gálatas 5: 24
Anulando el acta de decretos que había contra nosotros y que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojó a las potestades y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz, Colosenses 2:14-15.
Estos textos maravillosos nos direccionan a la cruz de Cristo,
cuando recibimos la revelación de su cruz nos ponemos junto a Él, es cuando más
cerca podemos estar de su presencia, de su cuidado y de su amor, porque
el que tiene a Dios como Padre, no sigue pecando, porque el Hijo de Dios lo
cuida y el maligno no lo toca, 1 Juan 5:18.
Bajo la sombra del crucificado podemos abrazar su cruz, ese puente que nos une al
Padre y que es el lugar de los santos. En la cruz ya no nos apoyamos en nuestro brazo ni confiamos en
hombres débiles y vulnerables, sino en el vencedor del madero sangrante, ese es
nuestro lugar más seguro, Sepa todo el pueblo de Israel, con
toda seguridad, que a este mismos Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios el
Padre lo ha hecho Señor y Mesías, Hechos 2:36.
El vencedor extraordinario que aunque fue traicionado y vendido por su más cercano para llevarlo a la cruz, venció el madero y se levantó de la muerte en victoria para darnos redención y vida nueva para que podamos soportar todas las traiciones y dolores que tengamos que soportar en esta vida; podemos confiar en Él porque la cruz representa los brazos abiertos del Señor en el nuevo pacto de la gracia, para todo aquel que venga a sus pies arrepentido, podemos reposar en sus brazos y apoyarnos en su cruz, podemos aferrarnos a sus pies y no desmayar, Así dice el Señor: maldito aquel que aparta de mi su corazón que pone su confianza en los hombres y en ellos busca su apoyo…Pero Bendito es el hombre que confía en el YHWH, cuya confianza es el Señor, Jeremías 17:5-7....
El vencedor extraordinario que aunque fue traicionado y vendido por su más cercano para llevarlo a la cruz, venció el madero y se levantó de la muerte en victoria para darnos redención y vida nueva para que podamos soportar todas las traiciones y dolores que tengamos que soportar en esta vida; podemos confiar en Él porque la cruz representa los brazos abiertos del Señor en el nuevo pacto de la gracia, para todo aquel que venga a sus pies arrepentido, podemos reposar en sus brazos y apoyarnos en su cruz, podemos aferrarnos a sus pies y no desmayar, Así dice el Señor: maldito aquel que aparta de mi su corazón que pone su confianza en los hombres y en ellos busca su apoyo…Pero Bendito es el hombre que confía en el YHWH, cuya confianza es el Señor, Jeremías 17:5-7....
A los pies
de su cruz, podemos lavarnos y limpiarnos con su sangre; aunque
los torrenciales y los vientos más fuertes nos azoten el alma, la cruz y la
sangre que emana del cuerpo más santo nos da vida y protección; la preciosa sangre de Jesús
es nuestro mayor blindaje protector contra los dardos y trampas
del diablo, ¡Cuánto más poder tendrá la sangre de
Cristo! Pues por medio del Espíritu
eterno, Cristo se ofreció a sí mismo al Padre como sacrificio sin mancha, y su
sangre limpia nuestra conciencia de obras que llevan a la muerte, para que
podamos servir al Dios viviente, Hebreos 9:14.
Anulando el acta de decretos que había contra nosotros y que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojó a las potestades y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz, Colosenses 2:14-15. Cristo destruyó al diablo en el madero. Es por esto que Satanás le tiene miedo a la cruz, y es por esto que el Señor nos dijo que tomáramos la cruz; la cruz es el arma con la cual vencemos a Satanás; porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos, Gálatas 5: 24.
Anulando el acta de decretos que había contra nosotros y que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojó a las potestades y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz, Colosenses 2:14-15. Cristo destruyó al diablo en el madero. Es por esto que Satanás le tiene miedo a la cruz, y es por esto que el Señor nos dijo que tomáramos la cruz; la cruz es el arma con la cual vencemos a Satanás; porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos, Gálatas 5: 24.
Cuando abrazamos la cruz de Cristo estamos seguros en Él, podemos
morir al engaño de nuestra carne, detectando por el Espíritu los dardos que el
enemigo quiere poner en nuestro corazón en contra de nosotros mismos, y aunque
resbalemos en algún momento, aunque parezca irónico, el dolor más grande que
podamos pasar en una prueba, nos dará una mayor liberación, porque el
dolor que sufrimos en esta vida es leve y momentáneo, pronto pasa; pero al
final nos producirá un resultado de gloria eterna, mucho más grande y
abundante, 2 Corintios 4:17.
Nuestra mayor defensa contra el adversario, es cuando crucificamos
nuestro yo; cuando despreciamos las pasiones de nuestra alma y aún nuestra
propia vida, hasta la muerte, ¡Oh qué gran gloria! Porque
ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero, y por el mensaje de la
palabra de Dios que ellos proclamaron; no tuvieron miedo de perder la vida,
sino que estuvieron dispuestos a morir, Apocalipsis 12:11.
Abrazar la cruz de Cristo es experimentar el Shalom de YHWH, la
plenitud de su paz, su seguridad y su fortaleza salvadora. Necesitamos volver a
la cruz continuamente porque somos soldados y discípulos de Cristo apartados
para el Padre en Él; estamos crucificados juntamente con Jesús. Con
Cristo estoy juntamente crucificado, porque ya no vivo yo, sino que Cristo vive
en mí, y lo que ahora vivo en este cuerpo, lo vivo por fe el Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí, Gálatas 2:20.
Crucificarnos en la cruz es algo que nos cuesta mucho y nos toma
tiempo, pero en ocasiones tratamos de alejarnos de ella para evadir nuestra
muerte al ego; pero es grandioso cuando podemos crucificar nuestro yo. Crucificarnos
con Cristo es el proceso que vivimos día a día hasta que Él venga o nos llame, les
aseguro hermanos, por la gracia que tengo del Señor en ustedes, que cada día
muero, 1 Corintios 15:31.
La oración del Getsemaní preparó a Jesús para abrazar su cruz,
llegando a sudar grandes gotas de sangre ante lo que debía padecer por ti y por
mí; cuando estamos en el lugar secreto, le ratificamos con un SÍ al Padre, para
sufrir y padecer dolor de acuerdo con su voluntad…Tú, pues,
sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo; el siervo del Señor
debe ser apto para enseñar y sufrido, , 2 Timoteo 2:3 y 24.
Nuestro peregrinaje diario nos enfrenta al dolor en
muchos momentos y circunstancias, cuando aceptamos con voluntad y amor a Dios, ese
sufrimiento, somos envueltos en la cruz de Jesús; son momentos tan profundos,
que llegamos a contemplar sus heridas, en ese momento nuestro yo muere y nuestra alma se
vivifica; es un momento de intenso dolor donde aceptamos los clavos de sus
manos y sus pies para negarnos a nosotros mismos, En Él tenemos redención
mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su
gracia, Efesios 1:7.
En los momentos de intenso dolor nos ponemos a los pies la
cruz porque allí encontramos libertad; allí nos rendimos totalmente, y nos
humillamos reconociendo su valor y su poder; sus clavos de su cruz, nos restringen
del pecado y pone límites a nuestras propias opciones. El sufrimiento que Dios
nos permite llevar es el mejor antídoto contra el veneno del pecado, cuando
pasamos por el dolor, nos limpiamos con la sangre que cae de la cruz, porque así como Cristo
sufrió en su cuerpo, ámense ustedes con el mismo propósito, porque quien ha
sufrido en el cuerpo, ha terminado con el pecado, 1 Pedro 4:1. Porque
lo bueno del dolor, es que nos saca del error.
Lo más grandioso es que cuando sufrimos con voluntad abnegada y
rendida paciencia en Cristo, llevamos el honor de compartir y cumplir lo que
aún falta de las aflicciones del Señor, Ahora me alegro de lo que sufro…porque de
esta manera voy completando, en mi propio cuerpo, lo que aún falta de los
sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo, Colosense 1.24.
Pocas veces se enseña y se predica lo que significa ser discípulo crucificado
en la cruz de Cristo; esa es la razón por la que muchos cristianos, ven indiferentes
la cruz como un simple recordatorio del dolor de Jesús, la ven con
prohibiciones y sacrificios, pero la cruz de Cristo es mucho más que eso,
Jesús dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame, Mateo 16:24.
Es en la cruz donde el Padre confirmó la profundidad de su amor y
la grandeza de su misericordia; la cruz es el lugar de entrega absoluta del amor
genuino a
favor de todos aquellos que el Padre y el Hijo han amado. En la cruz el Padre dice.
Decidí amarte, el Hijo dice al Padre te amo y ofrendo mi vida por ellos, y
obedientemente nos
confirmó tu misericordia salvadora. Cuando el cristiano crucifica su
carne, le está diciendo: Señor ¡de esta manera te demuestro mí amor! Así que la
cruz no es solo muerte, es el desbordamiento total del amor apasionado y
consumado,
Cristo murió por nuestros pecados una sola vez, el justo pagó por los injustos,
para llevarnos al Padre, muerto en su carne pero vivificado por el Espíritu, 1 Pedro
3:18.
Cuando Cristo nos invita a compartir su cruz, nos llama a la más
sublime intimidad, fusionándonos con Él para ser uno solo en su amor. El madero
horizontal que sostuvo los brazos de Jesús, ahora me sostienen a mí; los clavos
que sostuvieron sus manos y sus pies a voluntad del Padre, ahora me ligan al
corazón de Cristo, y sostienen a la novia que entrega todo su amor al esposo crucificada
en el lecho de la cruz,Y
ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte, Apocalípsis
12:11.
Cuando estamos frente la cruz, las lágrimas llenan nuestro rostro,
su sangre nos lava y los ojos se limpian para verlo a Él en su hermosura y su
esplendor, escuchando su dulce voz diciendo: Padre, perdónalos porque
no saben lo que hacen, Lucas 23:34. La cruz es el puente que me muestra el camino a la vida y me
conduce a casa. La cruz
fue la maldición que Cristo venció, pero la bendición que vida nueva nos dio,
Lo entregarán a los gentiles para que lo escarnezcan, lo azoten y lo cuelguen
en un madero, pero al tercer día resucitará, Mateo 20:18.
Acerquémonos
al monte de la cruz, y digámosle, SÍ, aquí estoy para ti mi Rey;
unámonos al sufrimiento de Cristo como Él lo dice en su palabra, bebamos de su
copa hasta el final, solo así experimentaremos su amor y viviremos bajo la
sombre del omnipotente. La cruz es nuestro lugar secreto, en la cruz veo el
resplandor de su rostro y soy feliz de dejar el mundo atrás donde solo hay
pérdida; en esa cruz quedó clavado mi pecaminoso yo y mi vergüenza se acabó,
allí encuentro toda mi gloria al quedar ligada en cuerpo y alma al vencedor del
madero,
Porque el que no cargue su madero, y no venga en pos de Mí, no puede ser mi
discípulo, Lucas 14:27.
El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, podrá decir: Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien puedo confiar!, Salmos 91:1-2.
El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, podrá decir: Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien puedo confiar!, Salmos 91:1-2.
Mg. MEHC, Hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su
reino.
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