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7 jun 2016

BATALLA EN ORACIÓN Y ADORACIÓN


EL INFIERNO TIEMBLA ANTE 
LA ORACIÓN Y ADORACIÓN DE UN SANTO

Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Josué 1:5.

 

El SEÑOR nos hace conquistadores. Él mismo será nuestra guía y nos ayudará en todo; Él jamás nos abandonará. ¡Échenos fuera el miedo y la cobardía. Deuteronomio 31:8.

 

YHWH, está conmigo como poderoso guerrero; por lo tanto, los que me persiguen tropiezan y caen, no podrán prevalecer; serán avergonzados en gran manera, y su maldad no prosperará; su confusión será perpetua y jamás la podrán olvidar. Jeremías 20:11.


Ir por el camino del mal le resulta más fácil a la gran mayoría de la gente, esa es la razón por la cual nuestro Salvador dijo: Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; pero estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son las que la hallan. Mateo 7:13-14

 

Permanecer como personas íntegras, rectas, sinceras, honestas y trasparentes que vivan para agradar el corazón de Dios solo es posible viviendo en función del temor y el amor a Dios, y son pocos lo que suelen vivir así, puesto que a la gran mayoría le resulta más cómodo el facilismo del mundo, esto debido a la pereza y la incredulidad y cada quien se complace más en si mismo, y en ese estilo de vida es imposible mantenerse en oración y adoración para santidad y victoria. Por tanto, puesto que tenemos en derredor una gran nube de testigos, despojémonos de todo peso de pecado, el cual fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1.

 

Tenemos que saber que la santidad es un estilo de vida y en ese estilo de vida resulta más fácil la oración y la adoración como una clave para vencer los enemigos personales del pecado, el mundo y la debilidad de la carne, aunque nos parezca que es más deleitoso complacer nuestro vientre y nuestro cuerpo, obtendremos mayores victorias si cultivamos y conservamos una relación íntima y personal con el SEÑOR Jesucristo, es así como nos desenfocamos de tanto mundo para centrarnos en lo divino, lo puro y celestial para ser más que vencedores como lo asegura la palabra de Dios. Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro SEÑOR Jesucristo. 1 Corintios 15:57. 

 

Lastimosamente, por no conocer a Dios y no buscar a Cristo, la gran mayoría termina siendo esclavos del pecado, amigos del mundo y de su príncipe, en esa atmósfera y condición de vida les resulta lejano, extraño y difícil la oraciób, alabanza y adoración a su Creador. Orar, alabar y adorar a Dios es una forma de servir en el reino de Dios ministrando al corazón del Padre celestial, eso debe convertirse en cada uno de nosotros en un estilo de vida que nos mantiene en victoria, porque eso significa que vivimos en el Espíritu Santo que nos pone por encima de las circunstancias naturales mientras nuestro Salvador pelea nuestras batallas sin que nada nos perturbe ni nos robe la paz. Porque el SEÑOR guarda la paz de aquellos con carácter firme, que en Él piensan y confían. Isaías 26:3.

 

La oración y la alabanza van de la mano, y son parte de una vida de fe obediente y vida de poder, en Dios, en gente fiel que vive en función de Cristo y su reino y no en los caprichos, por lo tanto, la oración y la adoración forman para de la batalla espiritual, que nos identifica como soldados de Cristo y si en verdad amamos a Dios, nos sujetamos a la dirección del Espíritu viviendo la palabra de Dios para adorarlo desde el corazón, junto con la oración, la alabanza y la adoración que se convierten en una arma de guerra a nuestro favor como prioridad cotidiana; la batalla de los hijos de Dios es orar, alabar y adorar en santidad para guardar nuestra pureza y relación con Dios, así veremos que todas nuestras necesidades básicas son suplidas porque quien va delante de nosotros es El Capitán de las huestes del Padre, Jesucristo, nuestro Varón de guerra, Él es el Gran vencedor contra las hordas del mal. Por eso, sometámonos a Dios, resistamos al diablo, y éste huirá de nosotros. Santiago 4:7

 

La forma de someternos a Dios es con nuestra relación personal con Cristo, lo cual nos conduce a orar, alabar y adorar, produciendo santidad y recibiendo lo mejor de Dios en un trabajo de equipo: Dios instruye y ordena, nosotros atendemos, obedecemos y adoramos; Josué y el pueblo hicieron caer los muros de Jericó para tomar la tierra prometida como lo narra Josué 6:1-16, esto resultó de someterse a Dios, para oírlo y obedecer sus instrucciones con la guía del Eterno y vencieron estrepitosamente a sus enemigos, no solo a Jericó sino también a Moab y Amón como lo narra, 2 Crónicas 20

 

Batallar a la manera de Dios es aprender obediencia a la palabra e instrucciones de Dios, en comunión con Cristo, oración y alabanza que son adoración e involucra todas las áreas de nuestra vida, conscientes de la realidad eterna de la presencia de Dios, de su gloria y su voluntad, la cual debemos cumplir trabajando arduamente y no dando lugar a la pereza, sabiendo que vivir en Dios es una continua batalla de fe para ganar en la vida, tener buenas relaciones con las personas que nos rodean, vencer la tentación y hacer frente a la enfermedad y las dificultades que el mundo da. Esfuércense y cobren ánimo; no teman ni tengan miedo de ellos, porque YHWH tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. Deuteronomio 31:6.

 

Y aunque todo podría afectar nuestra vida natural, nuestra espiritualidad debe predominar y prevalecer sobre las circunstancias unidos a Cristo, en oración, alabanza y adoración para permanecer en santidad al SEÑOR, para ello debemos obedecer con fidelidad a pesar de todo, y todo lo que hagamos durante el día pueda llegar a ser una continua oración y alabanza a Dios derrotando así al enemigo; Dios nos capacita para vencer, siendo portadores de su gloria y llevando su reino a donde vamos, Efesios 6:11-12. Cíñanse los lomos de su entendimiento, sean sobrios, y esperen por completo en la gracia que vendrá cuando Jesucristo sea manifiesto. 1 Pedro 1:13. 

 

El enemigo no para, por eso debemos estar alertas orando alabando y adorando venciendo activamente la tentación y manteniéndonos firmes en el Eterno porque nunca termina el ataque del mundo, así que nuestras oraciones no terminan con un sencillo amén, sino cerrando puertas del mal con el bien y ligando nuestra mente a la mente de Cristo, pues estamos sentados en lugares celestiales junto a Él, y el apóstol Pablo enseña que vivimos por Él y para Él. Ninguno de nosotros vivimos para sí mismos, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos para el SEÑOR vivimos, y aunque muramos, del SEÑOR somos. Romanos 8:7-8.

 

Batallar es conversar continuamente con Dios, lo cual podemos hacer todo el tiempo, eso nos prepara para la adoración y alabamos a Dios haciendo lo correcto, haciendo las buenas obras que Él preparó de antemano para que andemos en ellas, así cumplimos su propósito, y nuestra vida se convierte en una continua batalla llena de victorias, puesto que somos pueblo sacerdotal que se centra en su Hacedor y Salvador...No adoren a otros dioses no se inclinen delante de ellos, no los alaben ni les den ofrenda. YO SOY el Dios verdadero; adórenme, ofrezcan sus sacrificios de alabanza solo a Mí, porque YO los saqué de Egipto, mostrándoles todo mi gran poder...2 Reyes 17:35-38

 

Recordemos que ya no ofrecemos al Eterno sacrificios físicos ni materiales, porque nuestro Redentor ya hizo todo el sacrificio, nuestros sacrificios son espirituales, son alabanza y adoración que pronunciamos con palabras de bendición que glorifican el nombre de Cristo. Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesucristo, sacrificios de alabanza, esto es, fruto de labios que confiesan su nombre. Hebreos 13:15.

 

Recuerdo una tarde que oraba, cantaba y hablaba con Abba Padre, a manera de batalla contra las fuerzas del mal, mientras yo danzaba, oí su voz en mi corazón que dijo: Eso me gusta, no pares de orar intensamente y no pares de adorarme porque cuando lo haces, el infierno tiembla, eres mi valiente, sigue en mi presencia. Eso jamás lo olvido y esa es la razón de esta enseñanza. Bendijo Esdras al Eterno, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amen! Alzando sus manos, se humillaron y adoraron a YHWH, inclinados a tierra. Nehemías 8:6. Ya sabemos que el pueblo a pesar de todos los enemigos y su oposición pudieron vencer y construir sus muros de protección para la ciudad de Jerusalén.

 

Somos responsables de alimentar y cuidar nuestra vida espiritual para, que el enemigo no nos robe la fe, la paz ni el gozo, por eso la batalla es continua, pero en Cristo para vivir en victoria. Nada ni nadie puede robarnos la vida abundante que Dios nos da en esta tierra, alabemos y fluyamos lenguaje espiritual conforme a la palabra y quien hará la guerra será el Varón de Guerra con sus huestes celestiales. No hay necesidad de gritar ni pronunciar palabras sacadas de los cabellos, sencillamente nos gozamos y expresamos amor y pasión a nuestro Hacedor y Dios, aunque el mundo lance sus amenazas y sus planes de muerte, somos uno en Cristo orando y adorando al Padre en santidad, que sea este nuestro lema. Cuando Daniel supo que el edicto de muerte había sido firmado por el rey Darío, fue a su casa, y abrió las ventanas de su recamara que daban hacía Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba, dando gracias delante de su Dios, como solía hacerlo siempre. Daniel 6:10

 

Jerusalén representa la ciudad celestial de Dios, es decir el lugar donde Dios habita, los cielos de los cielos que están arriba por encima de todo lo creado, por eso nos arrodillamos, levantamos la mirada y alzamos las manos al Altísimo y Sublime que todo lo llena con su gloria, con la cual debemos llenar nuestra mente y corazón permaneciendo en Dios cuidando lo que pensamos, y el fruto de nuestros labios es la continua alabanza a Dios, así que llenémonos del Espíritu y rechacemos todo pensamiento que no viene de Dios, seamos fuertes. Romanos 8:6-9.

 

Mientras estemos en esta tierra, nuestra existencia será una continua batalla de fe y una lucha permanente por guardar la salvación y la santidad, pero debemos reconocer la grandeza y omnipresencia del Santo y decir agradecidos como el salmista: Te alabaré, oh SEÑOR, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegaré y me regocijaré en Ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Porque mis enemigos retrocedieron atrás; cayeron y perecieron delante de Ti. Tú SEÑOR has mantenido mi derecho y defendido mi causa; te has sentado en tu trono juzgando con justicia. Reprendiste las naciones y destruiste a los malos, borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre...Salmos 9:1-6

 

Sigamos orando con este salmo y obtengamos victoria sobre las tinieblas, el mundo inicuo y la carne, roguemos salvación por los que han de ser salvos. No nos amoldemos al mundo, seamos transformados mediante la renovación de nuestra mente. Así comprobaremos que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2.

 

Aleluyaaas. Santo, santo y santo eternamente.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.









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