PLACEBO Y SANIDAD, ENTRE LA FE Y LA CIENCIA
Y le trajeron un sordo y
tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Entonces Jesús tomándolo
aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de
él, y escupiendo tocó la lengua del hombre, y
levantando los ojos al cielo gimió, y le dijo: efata, que significa, sean
abiertos. Al momento fueron abiertos los oídos y la lengua de aquel hombre, y
hablaba bien, Marcos 7:33-35.
Cuando llegaron a
Betsaida, unas personas llevaron a un hombre ciego ante Jesús, y le suplicaron
que lo tocara y lo sanara. Entonces tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera
de la aldea; y escupiendo en sus ojos le puso
las manos encima; y le preguntó si veía algo. El hombre miro
alrededor y dijo: sí, veo a algunas personas, pero no puedo verlas con
claridad; parecen árboles que caminan. Entonces Jesús puso nuevamente las manos
sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Su vista fue plenamente restaurada
y podía ver con claridad, Marcos 8:22-25.
Jesús sanó a un ciego de
nacimiento; escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva,
y untó con el lodo los ojos del ciego. Y le dijo: ve a
lavarte en el estanque de Siloé. Fue entonces el hombre y regresó viendo, Juan
9:6-7.
La medicina y la ciencia desde la edad media ha utilizado el
término “efecto placebo” asegurando que es la autosugestión a la que se induce a
la gente para hacerles creer que son sanados mediante factores externos de un ambiente prometedor de salud total eliminando la enfermedad y el dolor, sin que se suministren medicamentos
químicos o fármacos convencionales. Porque en todas las cosas, Dios nos ha enriquecido en Cristo, en toda plabra y en toda ciencia. 1 Corintios 1:5.
Un buen grupo de profesionales de la medicina alopática no cree en
las sanidades que se reciben por la fe en Dios; por otra parte, tampoco están
de acuerdo con otros métodos de la medicina llamada alternativa porque en su
opinión, se usan líquidos incipientes y procesos terapéuticos que simulan ser
medicamentos con los que se sugestiona a los pacientes para ser sanos, de allí nació el término placebo en el siglo XVIII, año 1955, con el anestesista
norteamericano Henry K, Beecher que acuñó el término al observar que varios
pacientes mejoraban cuando se les administraba pastillas parecidas a
medicamentos convencionales habituales que no eran fármacos, y que por lo general producen efectos colaterales nada saludables. La ciencia es el árbol de conocimiento del bien y del mal que menciona. Génesis 2:9.
El placebo en la medicina convencional alopática está en el
suministro de sustancias inertes sin ningún principio activo, suministradas dentro de un
proceso que carece de acción curativa, según ellos, y aunque se usa como remedio terapéutico, obran más en la mente del paciente que desea quitar un dolor intenso y sanar una enfermedad aguda, sin afectar el cuerpo. Esto no quiere decir que un médico engaña a un
paciente con un medicaento, ellos lo hacen porque conocen bien los efectos secundarios y adversos
de la gran mayoría de los paliativos químicos de la farmaqueia, adempas, porque
hay por ahí muchos hipocondríacos que exigen un medicamento para sentirse bien. El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos. Proverbios 17:22.
La Universidad de Michigan asegura que la creencia de la fe es un
forma de sanidad real, y que no es creer solo en un fármaco analgésico, es la
posición espiritual de confianza y descanso en el Dios vivo que obra a través de los medios que Él permite crear a favor de la humanidad, para que sean usados a
favor de la buena salud; esta fe es lo que activa nuestro sistema de endorfinas desde el
cerebro, a las zonas relacionadas con el dolor. La verdad NO es solo de un
método o un medio, es la realidad de la fe genuina en el Dios de amor y misericordias que por ser Creador, conoce nuestro cuerpo y renueva todo el organismo de manera integral y sobrenatural, poniéndolo a funcionar correctamente para nuestro bienestar y sanidad de Cristo en su cuerpo llagado y traspasado. Verdaderamente, Cristo soportó todos nuestros sufrimientos y cargó nuestros dolores...el castigo que Él recibió hizo posible nuestro bienestar y en sus heridas nos sanó. Isaías 53:4-5..
Según el profesor de radiología Jon Kar Zubieta, somos lo que
creemos, lo que pensamos y lo que sentimos, sin embargo la realidad no es tan
superficial, es algo más profundo, es espiritualidad en plena manifestación, de vida en el Espíritu, eso es más fuerte y de peso que lo natural, lo material y mental, es fe
para recibir sanidad o incredulidad para permanecer enfermo y morir; los
creyentes somos más que vencedores en Cristo, somos hijos de Dios, que recibimos su sustancia espiritual para ver y recibir cosas increíbles, sobrenaturales y
grandiosas que proceden del Creador al ver la verdad de nuestro corazón, así operan los milagros que Dios pone en la realidad de nuestro espíritu para que se haga visible en cuerpos sanados, Como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo
aman, 1 Corintios 2:9.
Existen terapias alternativas como la acupuntura antigua, lo homeopático y la terapia neural
más reciente, que escogen los enfermos, porque ven una salida
eficaz para la mejoría de su salud en la eliminación del dolor y las enfermedades graves. Sea cual sea la razón que aluda la ciencia y la medicina tradicional con relación a
la sanidad de muchas personas, a lo que quiero llegar es que nuestro Dios es el MÉDICO y SANADOR por excelencia, Él sana cuando hay fe en las personas; Jesús nos sorprende
cuando usó saliva y barro para sanar a un ciego, y cuando puso las manos sobre un sordo,y metió sus dedos en los oídos para
sanar y hacerlo oír, en su tiempo. Si Dios es el dueño de todo, de la ciencia y el conocimiento, Él es soberano para sanar usando lo que la medicina y cencia no aceptan. Porque si sirven a YHWH, su Dios, Él bendecirá nuestro pan y nuestra aguas; Él apartará de nosotros toda enfermedad. Éxodo 23:25.
¿Será que Jesús es el fundador del “efecto placebo”? NO, la Biblia
sencillamente lo denomina FE. Creerle a Dios es más que el efecto placebo, la
confianza en Dios produce verdaderos milagros creativos porque Él es la fuente de la ciencia, la sabiduría y el conocimiento, es el Creador del universo, Dios obra de maneras que el
ser humano no alcanza a comprender. Conocemos muchos testimonios de cómo Dios
pone órganos nuevos o coloca lo que faltaba, o quita el dolor y extirpa
tumores, aún, resucita a los declarados muertos por la ciencia y la medicina. Mientras
el SEÑOR Jesús estuvo en la tierra se asombró de dos cosas: de la fe de quienes no lo conocían y la incredulidad de quienes no lo conocían, Mateo 8:10 y 13:58.
¡Oh mi Dios!
La fe del creyente en Jescristo se fundamenta en la máxima autoridad que es
Dios y su palabra, basta creerle a Cristo y su sacrificio para que Dios haga
retroceder la enfermedad y elimine el dolor. Si creemos de corazón, confesamos con nuestra boca su palabra y nos apropiamos de sus promesas para
recibir la sanidad que Él ya hizo, así veremos su gloria. Pero sin
fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios, crea que Él es real y que recompensa la confianza de aquellos que aceptan
su soberanía y majestad, creyéndole, por eso son dichosos, Hebreos
11:6.
La fe que sana está basada en la verdad de Dios, la biblia no es
cuestión de sugestión, placebo ni paliativo, en las Escrituras se registran sanidades reales y definitivas
que a diario vemos en los testimonios de miles de personas curadas de
enfermedades mortales y graves. Yo misma soy testimonio de cómo Dios cambió mi
pie plano, eliminó las migrañas y desapareció una alergia de muchos años. Jesucristo
llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por
azotado, herido y abatido. Pero Él fue herido por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; castigado y golpeado para darnos su paz, y por sus llagas
fuimos nosotros curados, Isaías 53:4-5.
Dios no sólo nos cura, sino que nos añade paz, activa su palabra y
resucita muertos, Jehová Dios mío, a Ti clamé, y me sanaste. Oh
SEÑOR, hiciste subir mi alma del seól; me diste vida, para que no descendiera a
la sepultura, Salmos 30:2-3.
Desde siempre Dios está empeñado en liberar a la humanidad de la enfermedad, el dolor y la muerte. Cuando Dios sana lo hace completo y con añadidura: a. Adora al
SEÑOR tu Dios, y Él bendecirá tu pan y tu agua. Y YO apartaré de ustedes toda
enfermedad, Éxodo 23:25. b. La
alegría es una buena medicina, pero el espíritu de tristeza trae enfermedad,
Proverbios 17:22. c. El SEÑOR restauró el bienestar de Job cuando
éste oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo que Job había
perdido, Job 42:10. El pecado, la desobediencia y la falta de adoración a Dios
enferman el alma porque son rebeldía que afecta negativamente al cuerpo. Dios ordena en su
palabra que lo adoremos, que oremos unos por otros y que estemos alegres y gozosos,
¿por qué no obedecemos?
Muchos galenos de la medicina se asombran al ver a sus pacientes
terminales sanados y a los ya casi muertos restaurados, porque así es el amor y
la soberanía de Aquel que murió por todos cumpliendo su palabra, YO les
traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de
verdad, Jeremías 33:6; En Cristo están contenidos todos los tesoros de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento. Colosense 2:3.
El Creador formó y sigue formando con perfección a cada persona en el
vientre de la madre, y si enfermamos pero oramos y acudimos a Él con corazón sencillo y en humildad, Él nos sanará, Porque Tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre…Mi embrión vieron tus ojos, y en tu
libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin
faltar una de ellas, Salmos 139:13 y 16. Si Dios nos hizo y nos entretejió con
sus dedos, ¡Cuánto más podrá reparar lo que este mal en nosotros si le creemos
con fe obediente! Cumplamos los requisitos: no dudar, no ser desobedientes, ni
sucios pecadores, seamos santos.
El soberano Dios, por haberlo creado todo, lo conoce todo y a cada
uno de nosotros en detalle. Así que cuando vamos al doctor para hallar una respuesta a
nuestras dolencias y enfermedades, de alguna manera estamos acudiendo a Dios
que es el dador del conocimiento y la ciencia y la medicina, Él
restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas, Salmos 147:3.
Los médicos son instrumentos en las manos de Dios, ellos actúan
por amor, por vocación, con ética y con responsabilidd moral, porque ellos anhelan ayudar a la gente a mitigar sus
dolencias; ellos sin darse cuenta se sacrifican y lo dan todo por sus pacientes,
aunque no se den cuenta, están cumpliendo el mandamiento: Sanen a
los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de enfermedad a los que tienen
lepra…Mateo 10:8.
Los médicos y la medicina son una bendición que Dios ha dado a la
humanidad, y aunque muchos profesionales de la salud no crean en los milagros,
Dios los hace y ellos son testigos, para que si alguno no cree en su palabra,
crea por las maravillosas obras milagrosas. Y
recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando
el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo,
Mateo 4:23.
Así sigue recorriendo Cristo todos los rincones de la tierra dando vida y
sanidad a través de las manos de los médicos.
Cuando recibimos sanidad, no es porque hayamos puesto nuestra
confianza en los medios, ni en los medicamentos, ni los recursos, es la fe que actúa y nos lleva a
colocar todo en las manos de Dios, confiando lo que Él dice en su palabra y lo hará. Así
como Jesús sanó en la antigüedad usando barró, saliva, metiendo los dedos en
los oídos, de igual manera Él obrará a nuestro favor por medio del médico, los
medicamentos, los instrumentos y los procesos terapéuticos, No sean
sabios en su propia opinión; mejor teman a Dios y huyan del mal. Porque esto
será medicina a su cuerpo, y refrigerio para sus huesos, Proverbios 3:7-8.
En la sanidad de Naamán el sirio, un hombre importante que buscó al siervo
de Dios, deseando ser sano de su lepra, tuvo que obedecer lo que el profeta Eliseo le dijo aunque no le gustaba la idea: Ve y
lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. 2
Reyes 5:10. Naamán se enojó y en principio no quiso ir porque estimó
sucias las aguas del Jordán. Pero su siervo le dijo: señor si el profeta hubiera
pedido que hicieran algo más difícil no lo harías? ¡Cuánto más si te dice que
te laves y serás curado! Entonces Naamán fue y se sumergió siete veces en el
río Jordán. Y su piel quedó tan sana como la de un niño, así se curó, Reyes 5:13-14.
Dios puede sanar a través de un médico y de la medicina, pero
también sana sin intervención humana: creemos, oramos, confesamos y confiamos esperando en Él, así somos sanados. He sido sanada sin la intervención médica, Dios sanó de
tres infecciones y salvó de la muerte a mi nieta prematura mientras estuvo en
la incubadora cuatro meses; he visto a cientos de personas ser sanadas de
cáncer, de sida y muchas cosas más, quizá no todos sanen porque tienen que
partir, pero Dios es quien tiene la última palabra pues es Soberano y dueño de
la vida…YO pongo mi vida, para volverla a tomar.. Nadie me la quita, sino
que YO de Mí mismo la pongo. Tengo poder para dar vida, y tengo poder para
volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre, Juan 10:17-18.
Dios usa los medios como Él quiere porque es para su gloria, eso no es efecto
placebo que sugestione el cerebro y la mente, es seguridad y convicción en el
efecto sobrenatural del Fiel y Verdadero Dios que redundará en un cuerpo sano y reparado. Dios conoce muy bien cómo
funciona nuestro organismo, es cuestión de creer con certeza de fe y a la luz del contenido bíblico
sembrado en nuestro corazón; esa fe y ese conocimiento de Dios hace que nuestro cerebro empiece a producir cambios
biológicos y neurológicos, pues todo lo físico y lo material tiene origen
espiritual, eso es vida de fe. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Dios, y apártate del mal; porque esto será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Proverbios 3:7-8.
También la fe produce el milagro en la ciencia porque para
Dios no hay imposibles, Él pone en nuestro camino los profesionales y los buenos métodos de la salud que nos permiten experimentar alivio y curación a través de
procesos terapéuticos que nos ofrecen ayuda y esperanza; así suceden milagros reales
provocados por la fe y la obediencia unidos a la ciencia y la confianza en Dios, los instrumentos humanos y naturales, Porque así como el ejercicio físico
es provechoso para el cuerpo, mucho más lo es la piedad que es útil para todo,
porque tiene promesa para esta vida presente y para la eterna, 1 Timoteo 4:8.
Todo lo material y lo físico debe ir acompañado de vida espiritual en oración, fe obediente y confianza sincera en Dios. Cuando Jesús se veía rodeado de enfermos, Él se
apartaba de la multitud y oraba, Lucas 5:15-16. Así echamos sobre Dios toda nuestra ansiedad, porque Él tiene cuiddo de nosotros. 1 Pedro 5:7.
Dice
el profesor de Neurociencia de la Universidad de Turín, Fabrizio Benedetti, que
el efecto placebo se efectúa por creer en algo que nos aliviará el tormento del
dolor y la enfermedad, haciendo que el cerebro libere
opiáceos endógenos naturales que son sustancias que fluyen desde el sistema nervioso
hacia el torrente sanguíneo, provocando alivio al cuerpo, es decir, que nuestro organismo se alinea a la fe en Dios y la vida espiritual, haciendo que reorene y reorganice el funcionamiento del sistema interno de
manera correcta y armónica. Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 1:2.
La certeza de tener lo que esperamos y la convicción de lo que
nuestros ojos humanos no ven físicamente, lo vemos y lo anhelamos con los ojos del espíritu de fe, eso hace que se efectúe una actividad
vital esperanzadora provocando que tomemos una posición sanadora que fluye
desde lo más profundo de nuestras entrañas para recorrer todo el cuerpo; eso la ciencia no
lo entiende ni lo asimila como milagro, algunos de ellos no entienden que es un proceso invisible al ojo humano pero real y poderoso en Dios, obrando sobre la carne humana para ordenar lo que está en desorden; Dios es SEÑOR de orden, y su Espíritu ejecuta lo de Dios sobre nuestra humanidad, poniéndonos en sintonía. Porque mis palabras son vida, y los que la hallan, tendrán medicina para su cuerpo. Proverbios 4:22..
La fe genera vitalidad, porque el Espíritu en el creyente es aliento y soplo de vida en situaciones
sobrenaturales, pero la incredulidad genera enfermedad, oscuridad y situaciones negativas. Jesús no
hizo ningún milagro en Nazaret. Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino
en su propia tierra, y entre sus parientes y en su casa. Y no pudo hacer allí
ningún milagro, solo sanó a unos pocos enfermos poniendo sobre ellos las manos.
Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Marcos 6:1-6. Un
incrédulo no satisface el corazón de Dios, por lo tanto no recibirá de su
gracia salvadoras ninguna cosa sobrenatural sanadora, Hebreos 11:6. Sáname, oh YHWH, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porue Tu, SEÑOR, eres la razón de mi alabanza. Jeremías 17:14.
Sólo la fe en YHWH Rapha, el Sanador, operará
sanidades, nos curará, y veremos sus milagros en el nombre de Jesucristo, el amor a Dios y la
pasión por Cristo en el fuego sanador del Espíritu Santo podrá vencer lo que nos supera y nos
esclaviza, esto hará que encontremos salidas en las encrucijadas de la vida y la santidad activa; porque por fe
andamos, no por vista, 2 Corintios 5:7, y por gracia somos salvos por medio de
la fe, Efesios 2:8; Porque YO SOY YHWH, tu Sanador. Éxodo 15:26b.
¡Alabado sea nuestro Todopoderoso Dios de milagros
para quien no hay nada difícil ni imposible! Jeremías 31:17, Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario