SANTIFÍCATE, CRISTO NOS HA RESCATADO PARA VIVIR EN PUREZA
Como
hijos obedientes, no se acomoden a los deseos que antes tenían, cuando andaban
en ignorancia; sino sean así como Aquel que los llamó, sean ustedes también santos
en toda su manera de vivir. Porque escrito está: sean santos porque YO SOY
santo. 1 Pedro 1:14-16. Sigan la paz con todos, y vivan en santidad, porque sin
la santidad nadie verá al Señor, Hebreos 12:14.
Santidad se desprende
de santificar y purificar algo que es para uso divino unicamente y no profano, en el AT se usa del hebreo gadosh que da la idea de estar limpio,
moralmente consagrado y dedicado para Dios: en el NT en el griego es hagios que se traduce como algo consagrado para uso santo. Aplicándolo a la vida del cristiano, Dios nos
llama a vivir, convivir y movernos con pureza e integridad porque Cristo nos limpió del pecado y la culpa, por lo tanto somos responsables de mostrar un
estilo de vida moralmente irreprensible, físicamente limpios y espiritualmente
consagrados para ser instrumentos de uso santo en las manos de Cristo, 2 Corintios 7:9.
La santidad es un
mandato de Dios para todos sus hijos porque sin santidad será imposible verlo;
ser santos es vivir en esta vida apartados del mundo, libres de pecado y pegados a Dios, muriendo cada día a los deseos
pecaminosos del cuerpo y con sanas intenciones en el corazón y la mente,
porque dichos y felices son los de limpio corazón, porque ellos
podrán ver a Dios, Mateo 5:8. No hemos sido quitados del mundo, seguimos en medio del mundo apartados para el reino de Dios aunque las tinieblas nos rodeen, Juan 17:15.
Ser santos es vivir
en Cristo, practicar su palabra y hacer todo como para el SEÑOR; la compañía del Espíritu Santo nos recuerda la palabra y nos da fuerzas
para ser libres de prácticas inmorales y corruptas que predominan en el sistema mundial
gobernado por satanás, Juan
14:30.
Cuando andábamos sin
Cristo seguíamos la corriente del mundo, esclavos del príncipe de la potestad
del aire, que se manifiesta en los hijos desobedientes. Entre ellos viviamos antes presos de los deseos carnales, hacíamos
nuestra propia voluntad y seguíamos nuestros propios pensamientos, por eso
éramos llenos de ira igual que todo el mundo. Pero Dios que es rico en
misericordia, por el gran amor con que nos amó en su Hijo Jesús, nos resucitó
de la muerte espiritual y nos ha dado vida juntamente con Cristo, somos salvos
por la gracia de Dios, Efesios 2:2-5.
La santidad es un
proceso progresivo que avanza mientras permanezcamos alineados a Dios buscando alcanzar cada día la estatura y plenitud de Cristo, hemos sido apartados por el
mismo Dios para ser su morada gloriosa de pureza e integridad, somos
responsables de cuidar nuestra pureza hasta que Cristo regrese o
nos llame a su presencia al morir, 1 Corintios
6:19-20.
Dios nos ha dejado principios y mandatos absolutos para que vivamos un
estilo de vida que a Él le resulte agradable y aceptable, pero los hombres viven en valores relativos reclamando derechos que contravienen la santidad y voluntad de Dios. Los
principios y mandatos de Dios son estables, perfectos y eternos, nunca cambian.
Si esto se acata y respeta, habrá orden, paz y justicia y esta sociedad resplandecería con la luz de Cristo, disipando las tinieblas de maldad que hoy cubren la tierra, Mareo 5:14-16.
Así como Dios es santo y su palabra es pura, clara, limpia y buena, nosotros debemos reflejar tanto la palabra como a su Autor, pero
los seres humanos le han dado la espalda a Dios, se han vuelto necios y
perversos acomodados a sus debilidades morbosas y oscuras y han llenado el
mundo de maldad, desorden, injusticia y perversión, Romanos 1:22-32.
Los hijos del santo Dios no necesariamente somos perfectos mientras
estemos en este mundo, pero debemos cuidar la pureza del alma en una lucha continua y sin ciartel por ser santos, venciendo el pecado y
practicando las enseñanzas de evangelio de vida, Así que amados, puesto que
tenemos promesa grandiosas en Dios, limpiémonos de toda contaminación de carne
y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor reverente a Dios, 2
Corintios 7:1.
El carácter del cristiana debe sobresalir por encima del mundo para resaltar vidas limpias y consagradas al santo y maravilloso que no escatimó ni a
su propio Hijo para salvarnos y presentsrnos como novia limpia y sin manchas, Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así YO los he
enviado al mundo. Y por ellos YO me santifico a Mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad, Juan 17:17.
1. NOS SANTIFICAMOS POR LA PALABRA. No hay métodos
humanos para poder ser santo, lo único que nos puede santificar es vivir en la
Palabra y permanecer en amistosa comunión con Dios, porque por la palabra de Dios y por la oración somos santificados, 1
Timoteo 4:5.
2.
NOS SANTIFICAMOS POR IMITAR A CRISTO.
Jesús dijo: Llevad mi yugo sobre vosotros
y aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mí yugo es fácil y ligera mi carga, Mateo 11:28-30. Imitar a Cristo es
tomar su yugo aceptando que Él nos gobierne, siendo sometidos a su
voluntad y sus mandatos que no son pesados ni gravosos, 1
Juan 5:3.
3. NOS SANTIFICAMOS MURIENDO A NOSOTROS MISMOS. Pórtense
como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de afecto entrañable, sean, buenos,
humildes, mansos, pacientes; sopórtense y perdónense unos a otros, si alguno
tiene queja contra otro, de la misma manera que Cristo lo hizo con ustedes,
Colosenses 3:12.
Ser santos nos exige abandonarnos totalmente en las manos de Dios, negándonos a vivir complaciéndo nuestros sentidos, y muriendo al yo como el grano de trigo, menguando a nosotros mismos mientras que Cristo crece
en nuestro corazón, Colosenses 2:11.
La
base de nuestra santificación es nuestra dependencia a Dios, por lo tanto es
nuestra obligación sujetarnos para alcanzar limpieza sin humilde sumisión a Cristo. La santidad es una vida práctica de la verdad que desecha toda mentira y engaño.
Una vida santa evita toda vana manera de vivir, Efesios 2:3; desecha todos
los viejos hábitos dominados y viciados por los pensamientos materialistas del
cuerpo. Ser santos es dejar de apoyarnos en nosotros para vivir y construir con sabiduria sobre la Roca, Proverbios
3:5-7.
4. NOS SANTIFICAMOS VIVIENDO EN EL ESPÍRITU, Ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino
conforme al Espíritu, Romanos 8:1.
La santidad provee vida abundante y seguridad de salvación, y si vivimos
en el Espíritu y por el Espíritu de Dios, podremos mostrar su fruto, pues solo Él provee las características divinas que nos hacen semejantes a Cristo, caminando Con pasos
firmes y dejando de hacer hechos vergonzosos y malignos para vivir piadosamente y sin entristestecer al Espíritu que es Santo, Efesios 4:30 .
Continuamente somos santificados por la Palabra y la obra del Espíritu Santo que nos recuerda quienes
somos y para dónde vamos, lo cual nos ayuda a resistir el pecado para vivir limpios de culpa.
La santidad es un don divino, no la podemos obtener por nuestros propios
esfuerzos ni buenos deseos, se expresa al ser salvos y convertimos en templos vivos del Espíritu Santo. Ser santos no es un atributo moral inherente al ser humanos, es la
esencia de la naturaleza de Dios viviendo en el creyente, Gálatas 2:20.
La santidad es el atributo único y verdadero que nos hace distintos al
común del mundo y se desarrolla en nuestro ser interior con el encuentro diario
cara a cara con Dios y con su palabra, Juan 15:3-5.
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