La familia tuvo su
origen en el corazón y la mente de Dios, fue la primera institución que Él
formó para responder a las más profundas necesidades físicas, fisiológicas,
espirituales y personales de toda la humanidad, por eso es vital que tengamos
en cuenta la importancia de la familia, pues lo hijos deben crecer y desarrollarse
en el seno de una familia constituida por un padre y una madre (hombre-mujer).
Es en la familia donde
un niño desarrolla su propio concepto de lo que es el hogar, un pequeño sin
hogar no tiene ese beneficio, no sabe quién es, ni tiene autoconciencia clara.
Pero los niños que crecen dentro de su familia, sabrán quienes son, qué pueden
llegar a ser y qué es lo que se espera de él o ella.
El alma de un niño se
forma dentro del calor familiar, allí desarrollan el sentido de seguridad y de
confianza; aprenden a ser amados, a sentirse dignos, a saber que son valiosos.
Un niño mira el rostro de sus padres y ve en sus ojos lo que es amor, y se
siente seguro por ese amor.
Cuando en el hogar
hay parámetros, límites, reglas y disciplina, los hijos entienden que no son
ellos mismos la ley, La vara de la disciplina imparte sabiduría
y corrige, pero los hijos malcriados avergüenzan, Proverbios 29:15; los hijos criados
así, aprenden a convivir con su familia, aprenden a someterse y ser obedientes,
aprenden a respetar la autoridad, por eso la biblia dice que un niño, un adolescente
y un joven dejado a su voluntad, será una vergüenza para sus padres, El
hijo sabio alegra a sus padres, pero los
hijos necios son tristeza para ellos, Proverbios 10:1; el hijo necio es pesadumbre de su
padre, y amargura para la que lo dio a luz, Proverbios 17:25.
Los padres deben corregir
a sus hijos, No dejes de disciplinar al muchacho;
porque le des unos cuantos azotes, no morirá, pero sí librarás su alma de la
muerte, Proverbios 23:13-14; por eso, es en el seno del hogar donde los hijos
adquieren el conocimiento y concepto de Dios, desde allí lo pueden conocer como el Padre amoroso que sabe enseñarnos y corregirnos, pero si los hijos no reciben amor, misericordia, gracia, cuidados y
disciplina, el concepto que ellos tengan a cerca de Dios será totalmente
torcido.
La familia es la
unidad básica de la sociedad, por eso satanás desde el Jardín del Edén hasta
nuestros días, tiene declarada la guerra contra la familia para desestabilizar
y enloquecer a la sociedad, algunos seriamente preocupados preguntan: ¿Hay algún
futuro para la familia? ¿La familia como base institucional del orden social continuará
existiendo? o ¿pasará con ella lo que ha pasado con los dinosaurios, que han
desaparecido? ¿Se volverá la familia solo una reliquia de otra época? La
respuesta a esas preguntas está en nuestras manos.
Hay cosas en la familia
que absolutamente NO son negociables, ciertas cosas como los principios, la
moral y el buen ejemplo, que debemos aprender y defender si es que queremos un
futuro promisorio para nuestras familias, porque si no hay futuro para la
familia, tampoco habrá futuro para la sociedad, para las naciones ni para el
mundo.
Los diez mandamientos
de Éxodo
20 y
Deuteronomio
5 son
para reforzarlos; Dios dice en Deuteronomio 5:29, ¡Quién
diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardaran todos los días todos
mis mandamientos, para que a ellos (padres) y a sus hijos, les fuera bien para
siempre!
Dios dice que si cumplimos sus mandamientos, habrá un buen futuro para la
familia, y muchos conocen los diez mandamientos, pero no los obedecen.
Deuteronomio
6:1-8
nos dice claramente que nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos
debemos obedecer los mandatos de Dios, y habrá un buen futuro para la familia,
algunos se preguntarán: ¿Por qué debemos obedecerlos? El final del verso 2 tiene la respuesta: “para
que tus días sean prolongados”.
En los versos 3 al 8
nos habla a todos nosotros en la actualidad, Amarás a JHV tu Dios de
todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y estás palabras
que YO te mando hoy estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como
frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa y en tus
puertas.
Dios nos dice lo que debemos
hacer para el futuro de la familia, por lo tanto como padres, estamos en la
obligación de instruir a nuestros hijos, para que todos como familia, como
sociedad y como nación, tengamos un buen futuro.
1. El hogar es la universidad de la vida. Dios establece que sus mandamientos
deben ser enseñados dentro de la familia; Él no dio estos mandatos a los
gobiernos, aunque los gobiernos deben guiarse por ellos, tampoco se los dio a
la industria, aunque todos los industriales deberían aprender de ellos, tampoco
se los dio al sistema educativo, aunque la educación puede beneficiarse de
ellos, Dios dio estos mandamientos a la familia, lea bien el contexto, para que
no tenga ningún pretexto.
El plan prioritario
de Dios es que la fe sea transmitida de los padres a los hijos, nuestros hijos
deben ver nuestra fe en Dios, en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos;
la atmósfera y el medio en el cual nuestros hijos crecen debe estar saturado de
piedad, de respeto reverente a Dios, basados en el cumplimiento de los diez mandamientos.
Por ser la familia el
centro, el corazón y el núcleo de una sociedad amable y en orden, el diablo ha
declarado una guerra sin cuartel contra la familia tratando de destruirla todo
el tiempo, y los seres humanos le seguimos el juego con separaciones,
divorcios y divisiones en la familia.
2. Los padres son los primeros profesores en esta universidad de la vida, cuando habla de
repetir esos mandatos, está diciendo que los debemos enseñar a los hijos,
cuando ellos crezcan serán el reflejo de sus padres, tratando de actuar como
ellos; así que si los padres se quejan de tener hijos irresponsables, los
verdaderos irresponsables son los padres, pues no han hecho lo que deberían
hacer como padres, han botado a la basura sus responsabilidades delegándoselos
a terceros.
Como profesores en
esta universidad de la vida, ¿qué cualidades y calificaciones deben tener los
padres? El verso 5 lo dice: Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y
con todas las fuerzas. Este es el principal requisito de los padres para ser
buenos profesores de sus hijos en la universidad de la vida de sus hijos. Los
padres son el ejemplo a imitar por sus hijos, por eso los hijos repiten muchas
cosas que sus padres hicieron.
Como padres
profesores de los hijos, debemos entender que hay un control especial para cada
hijo, y muchos no lo hacen, porque han dejado que sean los hijos quienes lleven
el control, en tal caso, Dios no va a pasar por encima del control de los
padres, porque Dios no va a forzar a nadie a comportarse de cierta forma.
Dios nos capacita
para ser padres y nos guía, a Él le gustará que usted y yo hagamos ciertas
cosas, pero en última instancia, nosotros como padres y madres somos quienes
decidimos qué hacer con los hijos, por lo tanto, si queremos ser buenos padres,
nosotros decidimos si tenemos a Dios en nuestra vida y en nuestra casa o si lo
dejamos de lado, pero también llegará un momento en la vida de los hijos, en
que ellos deberán tomar sus propias decisiones, y lo que hayan recibido en el
hogar, marcará el rumbo de sus vidas.
Tome sus propias
decisiones como padre y como madre, nunca fije metas y objetivos para los
demás, porque usted no puede tomar el control de nadie, nuestro deseo como
padres y abuelos, debe ser que nuestros pequeños amen a Dios con todas las
fuerzas de su ser, que vivan vidas puras, honestas y piadosas, que nos amen
como padres y abuelos, que se amen entrañablemente los unos a los otros, y que
Dios los use poderosamente, ese debiera ser el deseo del corazón de todos los
padres y abuelos y nuestra oración por nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Oremos diariamente
por ellos, y aunque roguemos por ellos, debemos tener nuestras propias metas
para el futuro aunque estemos entrados en años; una de esas metas es que seamos
buenos padres y abuelos, así como decidirnos por Jesús, que decidamos por la
gracia y ayuda de Dios para ser los mejores padres y abuelos que podamos para
nuestras jóvenes generaciones, amando a Dios con todo nuestro corazón.
La calificación y
cualidad primera de los buenos padres y abuelos es amar a Dios con un corazón
sincero, no con mediocridades ni tibiezas, porque nuestros niños, adolescentes
y jóvenes necesitan ver en nosotros firmeza en el amor a Dios, acompañado de sinceridad,
verdad y apasionamiento. Recordemos que los hijos detectan las intenciones de
sus padres con gran certeza intuitiva, ellos saben que no somos perfectos, pero
también saben cuándo amamos o no a Dios con el corazón, porque vivimos
motivados por ese amor, todo nuestro ser interior debe respirar para Dios, y si
usted quiere saber si ama a Dios con todo su corazón y con toda su alma, hay
dos cosas que debe examinarse:
a)
su dinero y b) su agenda; la primera para saber cómo y en qué está
invirtiendo su dinero, y la segunda para saber en qué o cómo invierte su
tiempo. Así sabrá lo que realmente tiene importancia para usted, y a qué le
está dando prioridad en su vida.
Los hijos deben saber
que no hay rincones en nuestra vida que tengan el rotulo de “privado” para
Dios, no puede tener una vida doble, una que muestra a sus hijos, y otra que
realmente vive; esto tiene que ver con lo que lee, la música que escucha, sus
canales favoritos en la tele, las páginas de la internet que consulta, las
diversiones que tiene, la forma que habla, las actitudes que maneja, etc.
La pregunta es:
¿Tiene usted una relación personal con Jesucristo? De esto dependerá que usted
sea o no un buen padre o una buena madre.
Les comparto este mensaje tomado de mis apuntes en la predicación de un siervo de Dios que ya está en su presencia.
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