¡Y a la media noche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salgan a recibirlo! Mateo 25:6.
Así como el relámpago será la venida del Hijo del Hombre. Mateo 24:27.
Ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen. Mateo 24:44.
La venida del Rey Jesús a la tierra es una profecía y una enseñanza escrita desde hace muchos siglos en la palabra de Dios; es una palabra profética de fe y esperanza que se ha venido repitiendo una y otra vez, con el propósito de que los creyentes en Cristo no se desanimen, ni se desvíen del Camino, la Verdad y la Vida, imaginando que Dios se tarda; y aunque a muchos les es indiferente, por lo que abunda en su corazón, y a otros les puede resultar repetitivo, rutinario y aburrido, así como rutinaria y aburrida es la vida de ellos, pero otros se gozan, se fortalecen y se alegran pensando en ese gran momento, pero muchos se olvidan que debemos saber esperar en el Espíritu a Jesús, porque nuestro encuentro con el SEÑOR será un gran acontecimiento para el cual nos preparamos día a día sin olvidar la palabra enseña: Aguarda a YHVH; esfuérzate y aliéntese tu corazón; si, esperas al SEÑOR. Salmos 27:14.
Esperar al SEÑOR es un mandato, no una opción de esperar en Él, como vemos en el verso anterior, Dios nos ordena esforzarnos y alentarnos para esperar en Dios; Él sabe que humanamente nos resulta difícil ser pacientes y perseverantes para saber esperar, en especial si ya ha pasado tanto tiempo según nuestro parecer; a menudo el SEÑOR aborda del tema de la espera, pues es un principio de prioridad aprender a ser pacientes y es esperar según los tiempos y soberanía de Dios. Mientras tanto aguardamos y esperamos para ver ese feliz dia, la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito 1:13.
La espera es un asunto que nos atañe a todos en muchos aspectos de nuestra vida, tanto natural, como espiritual. Por eso Dios nos exhorta en muchas ocasiones saber esperar en el poder del Espíritu y la verdad de su palabra, a esperar nuestro encuentro en los aíres con Cristo; porque esperar y ser pacientes no son solo un tema, son clave salvadora para todo creyente, que ama a Dios y no se avergüenza de ser discípulo y seguidor de Jesucristo, sino que anhelamos una aternidad bienaventurada con el Gran Rey. ¡Que no sea avergonzado ninguno de los que en Ti confían! ¡Que sean puestos en vergüenza los que sin motivo se rebelan contra Ti. Salmos 25:3!
Hoy existe una gran urgencia de que la gente tome conciencia y reflexione acerca de la importancia de saber esperar nuestro encuentro con el Salvador, para no debilitarnos en la fe ni perder la esperanza, prefiriendo cosas que nos resultan provocativamente inmediatas, pero que nos podrían desviar de la salvación; Dios sabe cuándo estamos listos para recibir la realización de sus promesas, y cuánto más importante lo es su encuentro con nosotros. Así como Jesús vino la Primera vez al mundo naciendo en un humilde suká o enrama en la fiesta de los tabernáculos, para cumplir lo profetizado en Isaías 9:6-7, de igual manera se cumplirán todas las profecías para el final de los tiempos, lo cual no podemos olvidar ni pasar por alto, porque nuestra alma estaría en riesgo de perder tan esperanzador, magno y sublime acontecimiento, como es nuestro encuentro con Jesús en los aíres. Velemos porque no sabemos a qué hora vendrá nuestro SEÑOR. Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21.
No olvidemos que la fe del creyente cristiano, se vive por principios bíblicos, y esperar es un principio bíblico muy importante, para muchos se mantengan en el rumbo correcto, tomando decisiones basados en lo que Dios dice, no en lo que imagina nuestro limitado entendimiento; tenemos que saber esperar mientras el SEÑOR nos enseña, nos instruye y prepara, haciendo lo que es su voluntad, pero si ignoramos el proceso de la espera, muchos podrían pagar un alto precio, pues en el proceso de aprender a esperar, también está el de saber obedecer y sujetarnos a Dios, colocando nuestra agenda en segundo plano. Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Dios, heredarán la tierra. Salmos 37:9.
Heredaremos la tierra porque nos iremos en el arrebatamiento, pues regresaremos con Jesús en su Segunda Venida; por lo tanto, lo más sabio es esperar, obedecer y confiar, hasta que el SEÑOR actúe en su tiempo perfecto, pero estemos seguros que el SEÑOR Jesús volverá como viene un ladrón a media noche, 2 Pedro 3:10-13. Volverá no como el niño de Belén, sino como el Rey que pone su pie en el monte de Sión, glorificado en cuerpo y alma, vendrá con poder y gran gloria con su novia, la esposa; vendrá a dictar sentencia. ¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Apocalipsis 22:12.
Los hijos de Dios y discípulos de Cristo, somos tratados, enseñados, procesados y preparados, para aprender a dejar de lado ciertas actitudes que nos distraen y nos sacan del camino, como la impaciencia, la incredulidad, el nerviosismo, las quejas, las dudas, la frustración, la ira, la irritabilidad, el descontento, la indiferencia, el desamor y la mezquindad que son mundanalidad, tenemos que ocuparnos en lo que dijo el SEÑOR Jesús: ¡Velen y oren! Marcos 13:33.
Nuestra agudeza espiritual para estar atentos consiste en mantener amistad íntima con Cristo, e intimidad con su Santo Espíritu, porque no sabemos el día ni la hora del arrebatamiento, por eso tenemos que estar siempre en espera, despiertos y en santidad. Consuélense, y consuelen a mi pueblo. Hablen con cariño...Una voz grita: preparen al SEÑOR un camino en el desierto, tracen para nuestro Dios una calzada recta en tierra estéril. Isaías 40:3.
Si no hemos aprendido a esperar en Dios, es porque no conocemos al SEÑOR Jesucristo, e ignoramos que tenemos al mejor Padre bueno y fiel, que nos da muchas más oportunidades de las que merecemos; Él no nos dará ni hará aquello para lo cual no estamos preparados para recibir, lo cual sería un gran peligro. Saber esperar al SEÑOR no es sinónimo de ser un simple observador pasivo, es el desarrollo de la fe y la confianza en lo que Dios ha dicho, y Él es la única persona que no nos miente ni nos defrauda. No es que el SEÑOR tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que Él tiene paciencia con nosotros, pues no quiere que nadie se pierda, sino que todos se arrepientan y se vuelvan a Dios. 2 Pedro 3:9.
Prepararnos activamente dentro de la cultura del reino viviendo los principios de Dios:
1 Con paciencia en Dios, que es serenidad y carácter templado comprendiendo que Él es más sabio que nosotros, y que somos bendecidos al obedecerlo y ser procesados para la espera. Salmos 40:1-3.
2. En quietud y reposo, en vez de acelerarnos y quejarnos, para saber recibir mucho más abundantemente de su gracia, Salmos 62:5.
3. Con fe, confianza en Dios, no es sinónimo de inercia, es fe obediente en acción, trabajando en la comisión, con la mirada y el corazón en aquel día y aquella hora tan crucial para nuestra vida eterna. Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también fervientemente esperamos, a nuestro Salvador, el SEÑOR Jesucristo. Filipenses 3:20.
4. Esperemos en esperanza y contra esperanza. Tenemos a Dios en nosotros con la persona del Espíritu Santo morando en nuestro ser, Él es nuestro aliento de vida, guía y fuerza en la espera hasta el último momento. Él dirigirá nuestros pasos, nos mostrará el camino y nos enseñará el tiempo de Dios, por eso debemos orar cada día, confiando que Él será la luz y el faro en este mundo oscuro y confuso. Salmos 27:13.
5. Esperemos con Valentía, es profesar una fe
aguerrida que se mantiene a pesar de los duros tiempos, y la larga espera,
porque humanamente no comprendemos los tiempos de Dios, ni porqué nos parece
que retrasa lo prometido. Salmos 27:14.
6. Esperemos firmes en su palabra, porque la Biblia es certeza profética, cimiento y fundamento seguro, donde nos podemos parar confiadamente a observar en el trascurso de la historia, cómo Dios obra en concordancia y de acuerdo con su tiempo perfecto y voluntad buena y agradable. 1 Juan 5:14-15.
Preparémonos para Jesús haciendo lo que nos corresponde como lo enseña la palabra; Dios nos revela por el Espíritu Santo sus misterios, 1 Corintios 2, y si estamos ligados a Él en oración, espíritu, verdad y santidad podremos estar listos para el Gran día del SEÑOR; los que vivamos en el Espíritu, comenzaremos a anticipar que algo sucederá, Amós 3:7. Por lo tanto debemos recordar la parábola de las 10 Vírgenes, donde cinco de ellas fueron prudentes aguardando la venida del Amado, Mateo 25:1-13. El que da testimonio de estas cosas, dice: Sí, vengo pronto. Amén, ven SEÑOR Jesús. Apocalipsis 22:20.
Las lámparas de nuestra vida deben alumbrar llenas del aceite de la presencia del Espíritu Santo para que brillemos y alumbremos con Él. Cada uno decide la manera correcta e incorrecta de esperar en el Espíritu al SEÑOR, recuerde los numerales antes citados, y tome su postura. Estén ceñidos sus lomos, y sus lámparas encendidas; ustedes sean semejantes a hombres que aguardan a que su SEÑOR regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, ustedes le abran enseguida. Lucas 12:35-48.
Querido lector, no permitas que el arrebatamiento te sorprenda durmiendo, viviendo a oscuras, seco y sin aceite. Vuélvete amigo de Dios, permite que el Espíritu Santo te muestre la senda correcta y prepara tu camino para aquel día cuando el Eterno Dios te llame y venga a recogerte. Manténganse despiertos porque no saben el día en que vendrá su SEÑOR, Mateo 24:42; Ya se acerca del fin de todas las cosas. Oren y manténganse sobrios con la mente despejada. 1 Pedro 4:7.
No es la Navidad, ni la semana santa o las fiestas religiosas lo que nos recuerda la Venida del SEÑOR, es cada momento en esta vida, que es una oportunidad para recibir a Jesús en el templo de tu corazón, para que puedas caminar Con Pasos Firmes en Dios, y estar siempre preparado para cuando oigas el clamor a media noche, “El Esposo ha llegado por ti”. Aún hay tiempo, el Espíritu Santo está anunciado y el cielo da voces. Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona. Apocalipsis 3:11.
¿Puedes oír su voz? Jesús te dice, ¡levántate, ven a Mí, mis brazos están abiertos, ven a ser mi amigo. Entra por la puerta estrecha, que aún está abierta, ¡quiero que seas parte de mis planes! ¡Prepárate porque a la hora que menos piensas vendré! Mateo 25:1; ¡Mira! Estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, YO entraré y cenaremos juntos como amigos. Apocalipsis 3:20
Feliz tiempo para todos los lectores del SEÑOR en este blog. Y por favor, no olviden dejar sus comentarios, sus palabras son de gran aliento y ánimo para continuar con este ministerio de la página escrita.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino
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