PUENTES
VIVOS QUE CONSTRUYEN MÁS PUENTES
En
momento que Jesús expiró, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba hacia
abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron, Mateo 27:51.
Porque
solo hay un Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, Dios
hecho hombre, 1 Timoteo 2:5.
Todo
esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo
mismo, y nos dio el ministerio de la reconciliación, 2 Corintios 5:18.
Esta
es la historia de un par de hermanos que vivieron juntos en una bella provincia
en granjas contiguas, compartían todo unidos por el amor, la armonía y la paz;
hasta que un día vino el conflicto, era su primer problema serio que tenían en
40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e
intercambiando cosechas y bienes en forma continua.
Todo
comenzó con un pequeño mal entendido y fue creciendo hasta que explotó en un intercambio
de palabras amargas y ofensivas, seguido de semanas de silencio y
distanciamiento.
Un día
alguien llamó a la puerta del hermano mayor. Al abrir encontró a un hombre con
herramientas de carpintero, estoy buscando trabajo por algunos días, dijo el
recién llegado, quizá usted requiera algunas reparaciones aquí en su granja y
yo puedo ser de ayuda.
Sí,
dijo el hombre, tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo, en
aquella granja vive mi vecino, de hecho, es mi hermano menor. La semana pasada
había una hermosa pradera entre nosotros que nos mantenía cerca, pero él desvió
el cauce del arroyo para separarnos, él pudo haber hecho para enfurecerme, pero
le voy a hacer algo mejor.
¿Ve
usted aquella pila de madera junto al granero? Quiero que usted construya una
cerca de dos metros de alto, no quiero volver a verlo nunca más. El carpintero
le dijo: creo que comprendo la situación. El hermano mayor ayudó al carpintero
a reunir todos los materiales y se ausentó de la granja por el resto del día
para ir por provisiones al pueblo.
Al
ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero ya había terminado su
trabajo. El granjero quedó mudo y con los ojos completamente abiertos y su
quijada cayó. No había ninguna cerca, ni ninguna pared de dos metros, como él
lo había ordenado; en su lugar había un puente que unía las dos granjas a
través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese
momento, su vecino, el hermano menor, vino desde su granja, atravesando el
puente y corrió para abrazar a su hermano mayor diciendo: Eres un gran hombre,
mira que construir este puente hermoso, después de lo que yo te hice. Estaban
en su reconciliación los hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus
herramientas. No, espere, quédese con nosotros unos cuantos días, pues hay
muchos buenos proyectos para usted, le dijo el hermano mayor al carpintero. Me
gustaría quedarme, dijo el carpintero, pero tengo muchos puentes por construir,
así termina la historia.
Esta
interesante historia es una bella analogía primeramente, a lo que hizo Jesús
por nosotros en el puente de su cruz para reconciliarnos con el Padre, rompiendo
el velo que nos separaba para unirnos y poder comunicarnos en Él, y que como
sus discípulos redimidos, debemos ser también puentes de vida y unión entre
Dios y nuestros semejantes, pues nos dio el ministerio de la reconciliación a través
de la gran comisión y la suministración del fruto del Espíritu, Si alguno dice: yo amo a
Dios, y al mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso. Pues si uno no ama
a su hermano, a quien ve, tampoco puede amar a Dios, a quien no ve, 1 Juan 4:20.
Las características de un puente son extraordinarias, un puente comunica,
acorta las distancias, el puente rompe la división, salva obstáculos, une dos
puntos que estaban distantes, rompe y reconcilia abismos de separación, acerca
las vidas y da acceso a nuevos rumbos, un puente soporta las cargas y
finalmente, es un punto estratégico de visión desde el cual se puede manejar
excelentemente todo un complejo de acciones conjuntas que marquen la diferencia
entre la derrota y la victoria, entre el amor y el desamor y entre la vida y la
muerte, Si tu hermano peca contra ti, repréndele, pero si se
arrepiente, perdónale. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al
día vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento, perdónale. Lucas 17:3-4. El perdón es como un
puente que une y reconcilia.
No
podemos dejarnos dominar por los impulsos de la carne que nos llevan a los celos,
la envidia, los mal entendidos y los enojos que nos alejan, no solamente como
hermanos en Cristo, sino también con nuestra familia, con la gente que nos ama
y que amamos, cuando debiéramos estar unidos por el amor y cercanos el uno al
otro en Jesús porque allí está Dios, Y Yo les digo, que cualquiera que se
enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga necio a
su hermano; será culpable ante el concilio, Mateo 5:22.
Aírense pero no pequen, que no se ponga
el sol sobre su enojo, para que no den lugar al diablo, Efesios 4:26-27.
Dios
nos llama a ser puentes que unen a la gente a su Creador, que acortan la
distancia del desamor y la indiferencia comunicando la bondad de Cristo, que con
brazos de afecto rompamos divisiones de clases, ideologías, mentalidades
erradas; puentes de perdón y reconciliación para unirnos como familia en la
sangre y familia espiritual en humildad y sencillez de corazón porque somos
portadores de la presencia de Dios, para dar acceso a miles de vidas que conozcan
a Cristo y comiencen un nuevo rumbo en su amor y salvación porque, Si
traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con
tu hermano, y entonces ven y presentas tu ofrenda, Mateo 5:23-24.
Soportar
las cargas unos de otros es ser puentes del amor de Dios que une, perdona y
salva en justicia y bondad como la forma de construir un futuro mejor en que
todos seamos hermanos, vecinos, amigos, conciudadanos y habitantes de un
planeta que reclama la manifestación de los hijos de Dios, seamos
hacedores de la palabra, y no seamos solamente oidores, porque nos engañamos a nosotros
mismos, Santiago, 1:22, y la fe sin obras está muerta, Santiago
2:14-17.
¿Cómo
podemos construir puentes?
1.
Al ponernos en el lugar del otro, esto es alteridad, identificándonos con la
necesidad y condición del otro, porque todos somos humanos que podemos reconocer
con humildad que somos vulnerables y nos necesitamos unos a otros, De qué
aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?
2.
Al dar sin esperar nada a cambio, esto es altruismo que es generosidad y
desprendimiento de lo material, Y si un hermano está desnudo y con necesidad de
ser alimentado, pero no le damos nada, ¿podrá esto llamarse fe?
3.
Aceptando al otro tal y como es, dándole el valor y la dignidad que todos
merecemos como personas que sienten, esto es empatía, que es misericordia, compasión
y cercanía para comprender y ayudar al su prójimo.
4. Perdonando y olvidando toda ofensa, sea grande o
pequeña, esto es ministrar sanidad al alma herida para que todos seamos libres
y podamos amarnos con sinceridad y confianza, mostremos nuestra fe por los
hechos y las actitudes correctas.
5. Extendiendo la mano para levantar al caído y darle otra
oportunidad, esto es bondad y fe en acción de buenos samaritanos que socorren
al débil y al menesteroso.
6. Mostrando a Cristo con nuestra manera de vivir, testigos
de su amor con un estilo de vida limpia, porque somos embajadores de su reino, por
lo tanto debemos dar testimonio viviendo en el Espíritu,
7. Muriendo a nosotros mismos para servir sin límites, si
queremos ser los mayores en el cielo; trabajando juntos con visión de reino,
marcando la diferencia entre el bien y el mal y entre la vida y la muerte.
Tú y
yo hemos sido renovados en Cristo para construir puentes y derribar murallas,
como Él lo hizo, sin importar la situación que vivamos, si estamos llenos del amor de Dios podremos cultivar alegría, fomentar fe y sembrar esperanza en el alma de muchos; podremos construir una nueva era, haciendo que
el infierno tiemble, porque somos poderosos en Dios para la destrucción de
fortalezas de maldad; Así como Jesús rompió el abismo que nos separaba del
Padre, de igual manera, rompamos las barreras que impone el mundo, donde miles deben
conocer a Dios como Padre y amar a Cristo como Señor y Salvador; nuestro lema diario debe ser el servicio y el afecto sincero como Jesús nos dio ejemplo, Él nos amó con entrega
incondicional y total, Así
que somos embajadores de Cristo, lo cual es como si Dios mismo rogara por medio
de nosotros. Así, pues, en el nombre de Cristo les rogamos que acepten reconciliarse
con Dios, 2 Corintios 5:20.
Que el
mundo vea que estamos unidos y nos amamos de corazón, para que construyamos
puentes de paz y de justicia derribando las paredes de maldad con que el
mundo separa las familias y divide la sociedad; desde nuestro hogar, nuestro
vecindario, nuestra ciudad, nuestra nación y hasta lo último de la tierra seamos puentes vivos que unen a la gente,
porque a paz nos llamó el Señor; Por el camino nuevo y vivo que Jesús
nos abrió a través del velo, esto es su carne traspasada, y teniéndolo como el
Gran Sumo Sacerdote sobre la casa del Padre. Acerquémonos con corazón sincero,
en plena certidumbre de fe, purificando nuestros corazones de mala conciencia,
y lavados nuestros cuerpos con agua pura. Mantengámonos firmes y sin fluctuar
en nuestra esperanza, porque fiel, es el que prometió, Hebreos 10:19-20. Amén.
Lic.
MEHC hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino
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