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19 oct 2015

NUESTRA BATALLA ESPIRITUAL

NUESTRA BATALLA ESPIRITUAL ES DIARIA Y PERSONAL

Porque, aunque andamos en este cuerpo físico, no luchamos según nuestra naturaleza humana, porque las armas de nuestra contienda son espirituales y poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. 2 Corintios 10:3-4.

 

Porque los deseos del cuerpo carnal son contra el Espíritu, y el Espíritu es contra la carne; porque carne y espíritu se oponen entre sí, para que no hagamos lo que queramos. Gálatas 5:17.

 

Mira que satanás te ha reclamado para zarandearte como a trigo; pero YO he rogado al Padre por ti para que tu fe no falte, y tú, una vez que hayas salido de la prueba, fortalece a los hermanos. Lucas 22:31-32.

 

Tanto se nos ha hablado de batalla, lucha, pelea y guerra espiritual, pero el SEÑOR nos revela que nuestra verdadera batalla espiritual es con nosotros mismos, Dios quiere hacernos ver que las enseñanzas triunfalistas del error, la falsa teología, la doctrina de la prosperidad y la hipergracia nos han enseñado pensamientos de hombres y cosas antibíblicas, haciéndonos creer que nuestra batalla no es nada personal y que por lo tanto, no tenemos que hacer nada, solo esperar las bendiciones; NO es verdad que si ya estamos en Cristo nada malo nos pasará, Dios a todas las personas que ama, también nos permite el sufrimiento y los procesos de quebranto y humillación. Porque el SEÑOR al que ama disciplina, y azota al que toma por hijo. Y si soportamos su disciplina, Dios nos tratará como a hijos, y ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Hebreos 12:6-7.

 

Vaya que sí lo sé, muchas veces he pasado por duros procesos en las manos de mi Padre Dios, como cuando he resbalado y caído, cuando murió mi padre en accidente de tránsito, cuando mi hermano cayó en drogadicción y finalmente falleció, cuando he enfermado y he estado muy mal, cuando mis hijos me hicieron llorar durante la crianza, cuando estuve sin empleo, cuando he sido despreciada, cuando fuí usada y abusada, cuando muchos me han rechazado e ignorado, etc., y con certeza se que los que me leen también han pasado por momentos oscuros en su vida, porque si nuestro Dios permite el sufrimiento hasta las lágrimas y el dolor del alma, es porque Él quiere extraer de nuestras extrañas los mejores frutos para su gloria y nuestro gozo final. Jesús le dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo tome su cruz y sígame. Y para que el hombre tome su cruz, debe ser piadoso y espiritual guardando mis mandamientos. Mateo 16:25-26.

 

La razón de nuestra batalla está en lo que el SEÑOR Jesús enseñó acerca de la semilla de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto, cuando la cáscara se desprende de la semilla, se rompe y cae, así desaparece su apariencia exterior; esa semilla tendrá que soportar, el agua el viento, el calor del sol en el día, el frio y la oscuridad de la noche, y cuando parece que la semilla muere, lo que en realidad sucede es que libera vida desde adentro de la tierra; así es como batallamos a diario para morir a nosotros mismos y dar fruto abundante para Dios, fue exactamente lo que nuestro SEÑOR Jesús hizo en el sacrificio de la cruz. Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. Les digo la verdad, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará…Juan 12:24-26.

 

Así que la verdadera doctrina bíblica en cuanto a la nuestra batalla espiritual es con nosotros mismos muriendo a la carnalidad del viejo hombre, porque la naturaleza caída desea hacer el mal, pero el Espíritu se opone a eso, y se hace una lucha constante; Dios sabe que no conviene que hagamos lo que nos de la gana y nos pone límites. Es cierto que en Cristo hay seguridad eterna y vida abundante en cuanto a lo que Él hizo en la cruz, pero eso no significa que no vayamos a pasar por enfermedad, crisis, dolor, pérdidas, caídas, y persecución, hasta hoy muchos hermanos mueren en distintas partes del mundo, como misioneros mártires en defensa del nombre de Cristo y el evangelio. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy mando y humilde de corazón; así hallarán descanso para su alma…mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:29-30.

 

Independientemente de que seamos hijos de Dios y seguidores de Cristo, y salvos en Él, tendremos que sufrir reveses en la vida, pero en todo Dios siempre quiere bendecirnos como su su pueblo amado, por lo tanto, no siempre el SEÑOR nos va a evitar el sufrimiento, el dolor y el padecimiento pueden ser el mayor catalizador, lo que nos impulsa a la reflexión y los cambios, estimulándonos en Dios a mejorar para Él promovernos a mayores niveles de espiritualidad y madurez; así que amado, tú que me lees, si estás sufriendo y pasando por una terrible crisis, aprovecha para buscar a Cristo, porque es la oportunidad de conocerlo más y extraer lo mejor de nosotros para dar buen fruto como lo hizo el SEÑOR. Yendo un poco más adelante, Jesús se postró hasta tocar el suelo con su frente, y orando dijo: Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo, pero que no se haga lo que YO quiero, sino lo que Tú quieres...Mateo 26:39.

 

Cada año leo toda la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis, en diversas versiones, y las personas que más admiro en ella, son José, Daniel y sus amigos, Pablo y Silas, ellos fueron personas que pasaron por prisiones, tormentos, rechazos, humillación y dolor, todo por amor a Dios; los héroes de la Biblia padecieron de muchas maneras, pero produjeron fruto y dejaron gran ejemplo hasta hoy, honrando a Dios y extendiendo su reino. Porque todavía, sigue nuestra lucha contra el pecado; pues no hemos resistido hasta el punto de derramar la sangre. Hebreos 12:4.

 

En verdad, nos conviene ser sacudidos para salir de tanto error, amañé espiritual y actitudes equivocadas sin cambiar el mal carácter y la tibieza espiritual de liviana doctrina, sin rendirnos a Dios y permitir que Él nos trate; en muchas ocasiones necesitamos ser humillados para que se nos baje el moño y caer rendidos en lágrimas a los pies de Jesús; así se derriban falsos conceptos, falsas doctrinas, hábitos y costumbres erráticas que para nada aprovechan, pues todo lo torcido e incorrecto cae tarde o temprano por su propio peso, si estamos en Cristo; tenemos que basarnos en la verdad bíblica, pues creemos en el Dios vivo, real y verdadero, que bendice, ama, perdona, sana, pero también disciplina y corrige para enderezar nuestros caminos. Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también nuestro Padre celestial nos disciplina. Deuteronomio 8:5.

 

Dios no nos asegura ponernos siempre en un jardín, también dice que nos llevará al desierto, pero a dónde nos lleve, Él estará con nosotros en el fuego del dolor y la prueba, tal como estuvo con los tres jóvenes en el horno de fuego; si llegamos a Cristo, necesitamos ser procesados para ser nuevos, ser regenerados, renovados y perfeccionados en Él, y no podemos saltarnos los procesos, sino que debemos someternos a Dios, para que su Espíritu Santo trabaje en nosotros, y con Cristo soportar el dolor de la crisis y el sufrimiento en el tiempo que dure la prueba, y una vez que haya terminado ese tiempo, grandes cosas nos esperan. El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. Proverbios 12:1. Y dichoso el que soporta el fuego de la prueba; porque cuando haya resistido, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que lo aman. Santiago 1:12.

 

Lo bueno del dolor es que nos saca del error, y en el desierto experimentamos la presencia de Dios viéndolo obrar a nuestro favor, entonces nos vemos tal como somos, aprendiendo que debemos depender de Dios al 100%; en nuestras batallas conocemos mejor a Dios y aprendemos a amarlo intensamente, porque lo buscamos en la palabra y somos confrontados con muchas cosas que debemos dejar porque estorban, así somos transformados a la imagen de Cristo, morimos al yo, sepultamos el ego, nos negamos a nosotros mismos, odiamos nuestros caprichos y deseos carnales para desear hacer la voluntad de Dios; así apreciamos el trato y los procesos de Dios, deseando llegar a la meta final como dice la palabra: sin mancha y sin arruga, y en la victoria que Cristo ya ganó para nosotros. Derribando argumentos y toda altivez que se levante contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia en Cristo. 2 Corintios 10:5.

 

Dios mantuvo al pueblo de Israel en el desierto para formarlos, quitarles la mentalidad de esclavos que traían de Egipto, y para que entraran nuevos a la tierra prometida; el proceso era Egipto, el desierto y la tierra prometida, tratando con el corazón y el carácter de todo su pueblo y revelándose a ellos, esa es nuestra batalla diaria para llegar un día a eterna tierra prometida al lado de Cristo; nuestra certeza es batallar en el desierto del mundo, enfrentando muchas cosas, pero no solos, Dios siempre estará con nosotros. He aquí, YO la atraeré y la llevaré al desierto, allí la enamoraré y le hablaré al corazón; luego le devolveré sus viñas y le daré el valle de Acor por puerta de esperanza. Oseas 2:12-15.

 

Acor en hebreo, son tres letras del alefato, Ayin-kaf-resh, significa, turbar, perturbar y dificultad; lo cual nos habla de perturbación espiritual del alma, y así como las aguas se ponen turbias con el lodo, nuestro espíritu también se ve agitado a causa del pecado, la desobediencia y las malas acciones, y entramos en crisis, ahí necesitamos al SEÑOR, porque solo Jesús puede calmar las tormentas del alma, con la obra regeneradora y santificadora de su Espíritu y nos trae su calma inexplicable, aprendiendo a descansar en Cristo con nuestra comunión personal con Él; y lo que Dios usó para disciplinar y corregir, Él lo transforma en bendición para rodeándonnos de su paz liberadora, su shalom; fue lo que sucedió con José; Sus hermanos pensaron en hacerle mal, pero Dios lo cambió todo para bien. Génesis 50:20.

 

Nuestra batalla espiritual es personal y directa, enfrentando muchas cosas adversas y contrarias en nuestro trayecto por la vida, sea porque pecamos, hicimos malas decisiones o porque Dios quiere fortalecer nuestra fe, moldear las aristas de nuestro carácter y aprender gobierno y dependencia de Él, con el propósito de que su palabra se cumpla en nosotros y un día alcancemos la estatuirá de Cristo, por eso, recibimos humillación, y somos postrados en el dolor; Dios saca de nosotros todo lo que estorba y lleva a cabo su propósito para nuestra vida y crecimiento espiritual; nuestra esperanza es que Dios no nos abandona, siempre estará a nuestro lado hasta el fin. Después que hayamos sufrido un poco de tiempo, Dios hará que todo vuelva a estar bien, para que no dejemos de confiar en Él; nos dará fuerzas para que no nos desanimemos y hará que estemos firmes y seguros. Porque es Dios que en su infinito amor, nos ha elegido por medio de Jesucristo, para que formemos parte de su maravilloso reino. 1 Pedro 5:10.  

 

Cuando sufrimos, parece que surge una conexión especial, preciosa y maravillosa con Dios, es como que nuestro sufrimiento atrae la presencia de Dios, lo cual vemos claramente en el libro de Job, Dios estuvo pendiente de Job todo el tiempo, no apartó sus ojos de él, aunque le permitió gran dolor, nunca lo abandonó, el Padre celestial estuvo atento y presente a todo lo que le acontecía a Job, aun cuando al profeta le parecía lo contrario; el enemigo le quitó todo, hasta la salud, pero jamás pudo quitarle la presencia de Dios, y en su integridad Job dijo a Dios: Yo sé que Tú lo puedes todo y que no hay nada que Tú no puedas realizar. ¿Quién soy yo para dudar de tu providencia, mostrando así mi ignorancia? Yo hablaba cosas que no entendía…pero Tú me dijiste escucha que quiero hablarte…porque hasta ahora, solo de oídas te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos…Job 42:2-6.

 

Es bueno leer varias veces el libro de Job, de allí aprendemos mucho de la batalla de nuestra vida, en especial para ser fuertes y tener esperanza cuando sufrimos, porque cuando padecemos Dios se nos revela, su presencia se hace muy real y escuchamos su voz consoladora; pero también aprendemos que detrás de nuestras pruebas y sufrimiento, hay una confrontación espiritual de dos fuerzas y dos reinos espirituales muy fuertes, Dios y el diablo; allí Dios pelea por nosotros y le da certeros golpes al adversario, derribando todos sus malignos argumentos contra nosotros, porque nos mostramos como somos: sencillas y pequeñas personas de fe, perseverando firmes y confiados en Dios, honrando su nombre, hasta el punto de adorarlo en medio del más profundo dolor, y tirarnos rostro en tierra para adorar a pesar del quebranto en que estemos, aquí está nuestra verdadera batalla espiritual. YHWH es quien da y quien quita, bendito sea el nombre del SEÑOR…Job se postró en el suelo y adoró, Job 1:20-22.

 

Nuestra batalla espiritual no es gritando, saktando y reprendiendo al enemigo, es cuando tomamos el poco de aliento que nos queda, levantamos las manos y nos doblamos ante Dios, así nos humillamos y adoramos al SEÑOR, expresando la verdad de nuestro corazón; no entendemos nada de lo que está pasando y tenemos muchas preguntas, pero decimos a Dios: te amo mi Dios, me rindo totalmente a Ti SEÑOR, te dejo ganar y me humillo para adorarte Dios; es allí donde le damos el mayor golpe al infierno en la mayor confrontación espiritual. He aquí, aunque Dios me mate, en Él esperaré; y defenderé delante de Él mis caminos, así Dios mismo será mi salvación. Porque un impío no entrara en su presencia. Job 13:15-16.

 

En el dolor más profundo y oscuro de la prueba, adoremos al SEÑOR, nuestro Dios, aun si a nada le encontramos sentido; aún, muchas veces nuestra adoración puede ser sin palabras, solo con lágrimas y gemidos del alma en gran dolor y sin atribuirle a Dios despropósito alguno, sino dando gracias y pidiendo fuerzas por estar a nuestro lado y ayudarnos a soportar, Él entiende los gemidos de un corazón contrito y humillado, porque seguimos confiando y descansando en Él a pesar de todo, Él es Dios soberano y sabe lo que hace; en esta condición llegaremos a la cima de nuestra batalla espiritual, conmoviendo el infierno y acallando la voz del enemigo. ¡Aleluyaaa!


Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.   





 


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