MATA EL FRÍO DE TU ALMA
AVIVANDO EL FUEGO DE DIOS EN TI
Con columna de nube los guiaste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrar el camino en que debían de andar. Nehemías 9:12.
Abrí yo a mi Amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar se fue mi alma. Lo busqué y no lo hallé; lo llamé y no me respondió, Cantares 5:6.
Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra del Padre. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, Colosenses 3:1-2.
En la vida hay ciertos temas que atraen nuestra curiosidad y plantean un reto a nuestro entendimiento, como ese fuego que a veces arde en nuestro interior y nos mueve a estudiar, indagar y aprender más de Dios, temas que por lo general no se abordan a profundidad en los grupos de creyentes, eso es lo que mueve mi corazón para compartir algo al respecto. Humo subió de su nariz, y el fuego de su boca consumía; carbones fueron por Él encendidos. Salmos 18:8.
Ese fuego celestial que describe Salmos 18, sin duda es el fuego sacro que emana de la gloriosa presencia de Dios para encendernos como carbones y antorchas de vida cuando adoramos y Él se manifiesta. Yo misma he experimentado ese fuego santo que te hace vivir en otra dimensión, en un ambiente de amor inefable, paz y gloria divina mientras nos sumergimos en la persona de Cristo, allí es dónde más hay presencia de su Espíritu que corre por nuestro ser como un río que lo llena todo con alegría y luz; es cuando nuestro amor por Dios nos desborda y Él se agiganta fluyendo en nuestro ser, dándonos su revelación en visiones, con tanta fuerza y poder que el peso de su gloria casi no podemos soportar, nos inunda tanto que invade toda nuestra humanidad, como si el universo estuviera a nuestro favor, es lo que describe Daniel: Un río de fuego corría, saliendo de delante de Él. Miles de millares le servían, y miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él…Daniel 7:10.
Esa visión de Daniel y esas experiencias que he tenido con Cristo y su Espíritu debiera ser nuestro continuo estado de vida en una atmósfera intensa que nos saqué del mundo natural, para asi mantener la lámpara de nuestra vida encendida, matando el frío del desamor y la tibieza espiritual que muchas veces en el camino nos aleja del Aliento de vida y su calor vivificador. Estar alejados de Dios y ser indiferentes a su presencia es como el frío de un intenso invierno en el que la nieve cae sin piedad de las altas montañas y el golpe de los fuertes vientos helados congelan y hacen daño a nuestro cuerpo, afectándo nuestra humanidad de manera nefasta, negativa y letal. Las circunstancias nos ponen muchas veces entre el frío y el calor de la vida espiritual y física, pero debemos escoger el calor que da vida en el Espiritu y no el frío del mundo que mata, porque asi como sucede en lo físico, sucede en lo espiritual. Del sur viene el torbellino y del norte el frío. Job 37:9. ¿Dónde permanecemos más tiempo: arriba en el Espíritu, o abajo en lo mundano?
Nuestro cuerpo no está diseñado para las bajas temperaturas de los helados polares; la gran mayoría de nosotros busca los lugares cálidos para gozar de vida con salud y calor, aunque hayan personas que ya se han adaptado a la vida en los polos, en realidad ningún ser humano está hecho para vivir en el frío extremo, de igual modo sucede con el frío espiritual. Hay fríos que no se deben al clima, son los fríos del alma, helados corazones que deprimen y acaban la vida de muchas personas debido a la lejanía que tienen de Dios, Como hacía frío, los criados y los guardianes del templo habían hecho fuego, y estaban allí calentándose. Pero también estaba con ellos Pedro, calentándose junto al fuego, Juan 18:18.
La comprensión del alma desde el punto de vista humano, es bastante compleja e incomprensible a nuestra razón; la raíz hebrea para alma se entiende como la persona en sí misma, el ser viviente que razona, piensa y decide por voluntad propia, somos seres necesitados del continuo calor divino para vivir, no vivimos solo por lo físico, somos espirituales con un alma eterna; somos los únicos seres vivos dotados de lo físico y lo espiritual simultáneamente, capaces de muchas cosas, con todo un potencial de vida y poder dado por nuestro Creador para mantener vivo y encendido el fuego Creador de la existencia por el Espíritu de Dios que habita en nuestro interior, a través de Jesús, el Hijo de Dios cuando nacimos de nuevo en Él, Solo en Dios halla descanso mi alma, y de Él viene mi salvación, Salmos 62:1.
La salvacion en Cristo es calor de vida para el alma, fuerza en el cuerpo para caminar y avanzar, y poder en nuestro espíritu para vivir y servir a Dios; eso nos permite la manifestación de su gloria y esencia en nuestra existencia para irradiar no solo su luz sino también emitir su fuego santo donde nos hallemos. Una cosa es un ser viviente y otra estar vivos para Dios; los seres vivientes vegetan porque carecen de alma, mientras que el ser humano es el ser vivo que la biblia describe como persona completa y plena a la imagen de Dios porque posee espíritu, alma y cuerpo, pues hemos sido llenos de su Aliento de Vida, de su Ruaj Creador, Entonces el SEÑOR me dijo: Habla en mi nombre al Aliento de vida, y dile: Así dice el SEÑOR: Aliento de vida, ven de los cuatro puntos cardinales y da vida a estos cuerpos muertos. Ezequiel 37:9.
El fuego de Dios es el que da vida aunque los cuerpos estén muertos, aún sean huesos secos como lo narra Ezequiel, El Creador tiene el poder de soplar su aliento de vida y hacer que vuelvan a vivir los muertos y sus huesos secos, es por eso que su fuego santo de vida no se puede apagar en nuestro ser para no ser semejantes al Valle de los huesos secos; este valle representa al pueblo de Dios, dormido, ausente, tirado en el cementerio del mundo, con religión pero sin fe ni nuevo nacimiento, un pueblo muerto al Espíritu pero vivo para el mundo. NO apagues el Espíritu. 1 Tesalonicenses 5:19.
Apagar el fuego de Dios empieza al dejar de orar, de leer la Biblia, dejando de hacer el devocional y abandonando la congregación de YWHH, eso apaga el primer amor como en la Iglesia de Efeso. Dios desea que el fuego de su amor y pureza arda en nuestro corazón, Él nos ama, somos sus sacerdotes, su nación santa, el pueblo adquirido por Él y para Él; así como en la antigüedad el sacerdote se encargaba de mantener encendido el fuego en el altar del lugar santo, también nuestra vida como templo del Espíritu Santo debe mantener ardiendo ese fuego de amorosa comunión y dependencia a Dios; si ardemos en Dios generamos calor, vida y luz para que otros lleguen a Cristo; es de esta manera que evitamos caer en el frío espiritual de una rutina religiosa que impide ver con claridad la realidad de nuestra vida, el fuego de Dios es sabiduria para tomar decisiones inteligentes y correctas en vidas vivificadas y guiadas por el consejo divino. Tus oficiales son como la langosta parados sobre las tapias en un día frío; sale el sol y se van, y no se sabe dónde están. Nahum 3:17.
Es vital mantener encendido el fuego de Dios que purifica y da fuerzas nuevas en todo tiempo; el fuego del Espíritu actúa en nuestra alma como las llamas que limpian el oro y la plata; el fuego de su presencia es poder anticipado para la victoria en el calor de la prueba o el frío nocturno del desierto: bajo el fuego y la luz de Dios crecemos en su conocimiento para discernir y desechar aquellas cosas que no deben estar en nuestra vida, la luz que emite el fuego de su presencia nos permite ver las escorias que dañan la joya de nuestra alma. Esa era la razón por la cual El Padre era Columna de fuego en la noche mientras Israel iba por el desierto rumbo a la tierra prometida. Ese Fuego irradiaba luz, calor de vida y dirección, nunca se apagó hasta que llegaron a la tierra de la promesa. Éxodo 17:21-22.
Somos tesoros esculpidos en las manos del Alfarero, por lo tanto debemos arder de pasión y amor por Jesucristo porque sin su fuego se marchita y se muere todo: el afecto en el matrimonio se esfuma y el calor del hogar se apaga, provocando que los integrantes sufran y el cuerpo de Cristo se debilite por el frío. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don que hay en ti…2 Timoteo 1:6.
El fuego de Dios genera en nosotros energía, fuerza de fe, vitalidad y energía para la lucha diaria para cumplir con nuestro llamado, nuestra encomienda, nuestro encargo y nuestra misión. Como hijos de Dios y soldados de Cristo siempre enfrentaremos oposición, pero mantener vivo el fuego de su presencia y su amor nos permite ser como carbones encendidos en el altar del sacrificio donde muere el viejo yo con sus acciones e intenciones impuras para dar a luz lo santo y no fallar ni cansarnos de hacer el bien, aunque hayan momentos y situaciones en que casi desmayamos, como le sucedió al profeta: No hablaré ya más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de evitarlo, y no pude. Jeremías 20:9.
Él fuego vivificador de la santa presencia del Santo Espíritu consume el mal y nos hace arder en lo bueno y santo para vencer el pecado y enfrentar el mundo cruel con bondad y ternura de Dios en nuestro corazón; su fuego alumbra nuestro entendimiento y aclara nuestra menta para ver mejor la vida a través de su palabra, no como el sistema quiere. Los que han dejado enfriar su alma en el frío del pecado y el mundo se alejan de Cristo, y podrían morir eternamente de hipotermia espiritual alejados de la fuente de la vida, y la unción de la gloria, si no se arrepienten y abandonan su iniquidad, Y se sentó un anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como una lana limpia; su trono, y las ruedas eran fuego ardiente. Un río de fuego corría, era fuego que salía de delante de Dios; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él; el Juez (Cristo) se sentó y los libros fueron abiertos, Daniel 7:9-10.
Esta enseñanza es un llamado de Dios para salir del frío y la tibieza espiritual, avivar y atizar el fuego de la intimidad con Cristo con santidad, fe obediente y frutos dignos de arrepentimiento; nos urge poner la leña de nuestra humanidad en el Altar Santísimo del sacrificio para quemar el cebo del pecado y que arda el fuego santo que nos permita ver la manifestación de su gloria; encendamos la llama de la pasión por su presencia, echemos la leña de nuestra humanidad en El para que arda el Primer y sea grande la llama de la vida en Jesucristo; que su evangelio permee nuestro interior y arda como fuego en el altar de nuestro ser, alinieándonos al diseño original de Dios, no privemos del calor divino a nuestra alma; salgamos de la tibieza y el frío de la muerte espiritual porque somos templos vivos donde Dios reside, Nadie enciende una lámpara para esconderla debajo de una mesa, sino que la pone en lo alto para que alumbre a todos los que están en la casa, Mateo 5:15.
El frío de la muerte espiritual es lo más terrible que pueda experimentar el ser humano, peor aún si ha sido alguien que ya ha conocido al SEÑOR y se vuelve atrás. Estar en la cima caminando con Jesús para caer de barrigazo en el cieno del mundo, es la peor caída y el mayor descalabro que podamos experimentar; es desquiciante, triste, perturbador, doloroso y desesperante, profundamente agotador caer sobre la nieve solitaria del pecado que mata. Cuando oras, literalmente tus oraciones rebotan contra el techo, lloras sin parar, te sientes solo, desprotegido, miserable, perdido y abandonado porque has apagado el fuego del Espíritu Santo, El alma que peque, esa morirá, Ezequiel 19:20a, por la iniquidad de su codicia me enojé y te herí, escondí mi rostro y me indigné…Isaías 57:17.
El ser humano es culpable por la tibieza, fríaldad y congelamiento de su alma en la desolación del pecado y el árido desierto del mundo; cuando la persona tiene el alma fría, le falta el amor de Dios que abandonó, su corazón está duro como hielo congelado, deja de leer la biblia, deja de orar, abandona la iglesia o cambia de iglesia, se separa de los demás hermanos, y en muchos casos su forma de pensar y actuar se vuelve frívola, indiferente y mundana. Algunos quizá sigan frecuentando su congregación, pero de manera religiosa para acallar su conciencia, pero su espíritu está muerto y su alma en oscuridad, Pues la mente de este pueblo está entorpecida, tienen tapados los oídos y han cerrado sus ojos, para no ver ni oír, para no entender ni volverse a Mí…Mateo 15:15.
El ser humano sin Dios es frío como la nieve, hay muchos que teniendo sus pies en el templo, tienen su corazón en el mundo, pensando y viviendo para sus deleites, su corazón endurecido les hace hastíar la presencia de Dios y rechazar las delicias de su reino, sus ojos se han cargado y extraviado en los placeres de la carne, pues Demas, que decidió amar las cosas de esta vida, me ha abandonado y se ha ido al mundo, 2 Timoteo 4:10.
El frío del alma te lleva a desear lo que Dios prohíbe, los ojos tienen escamas, los pies se deslizan y el espíritu cae. Este proceso no viene de la noche a la mañana, viene poco a poco, es algo muy sutil que se va dando en la medida que dejas de orar y buscar la presencia del Eterno, la caída es algo gradual hasta que la persona se hace desleal, mentirosa, falsa, de doble ánimo, maneja máscaras, se vuelve extremadamente criticona, nada le gusta de la congregación, los hermanos le parecen aburridos, etc. etc., Tú me has dejado, declara el SEÑOR, sigues retrocediendo. Extenderé pues mi mano contra ti y te destruiré; estoy cansado de compadecerme de ti, Jeremías 15:6.
Mientras que el frío tenebroso de tu alma entristece a Dios, el diablo se ríe porque sabe que como no quisiste que tu vida ardiera en el fuego santo de Dios, tu alma arderá en el infernal fuego eterno del abismo, Porque los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que adoran ídolos, y todos los mentirosos, a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la condenación eterna, Apocalipsis 21:8.
Por favor, mata el frío, descongela tu alma, elimina la oscuridad del pecado y haz arder tu corazón de pasión por Dios, se santo, no seas indiferente, alégrate con la bendición del otro, genera confianza no celos, da generosamente, no codicies, trabaja arduamente y gana, no robes, no hagas riquezas en la tierra, haz tesoros en el cielo, no te centres en ti, adora a Dios, alégrate con la felicidad que viene del cielo, ayuda y bendice, perdona a todos todo, vive la palabra, honra a tus padres. Expulsa de tu vida al congelador enemigo sometiéndote a Cristo, que todo tu ser arda en la vida de Dios; no te aísles, únete, comparte, echa leña de afecto en tu hogar, impregna de vida todo a tu alrededor, se libre, recobra el Aliento del Espíritu y vive el día a día siguiendo las pisadas de Jesús, Y toda carne verá, que YO, el SEÑOR, he encendido el fuego, y no se apagará. Ezequiel20.48.
Arrepiéntete y salva tu alma, reconoce tu pecado hasta que te duela el corazón y confiésate ante el Eterno Santo, suplica su perdón y enciende el fuego de la comunión e intimidada con el Amado; una nueva oportunidad vendrá y arderás de gozo en el fuego del Espíritu Santo. ¡Oh qué alivio, qué paz! La voz del SEÑOR levanta llamas de fuego. Salmos 29;7..
Vuelve al calor del Espíritu Santo, revive tu espíritu y arde en el fuego santo, su gloria, su poder y su fuego debe arder perpetuamente en nosotros, no podemos dejar que se apague, Así dice el Dios todopoderoso, que crea los cielos y los extiende, que afirma la tierra y lo que de ella brota, que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan y te dice: YO SOY el Señor, en justicia te he llamado; te sostendré por la mano y por ti velaré, y te pondré como pacto para el pueblo, como luz a las naciones, Isaías 42:5.
Como lo narra la historia bíblica, seamos sacrificio vivo, santo y de olor fragante que arde en el altar del sacrificio en el lugar santo, para que la presencia de Dios se manifieste en continua acción para quemar, consumir, purificar, levantar y operar transformación, ardiendo en el amor de Cristo, en santidad con el Padre y en comunión con su divino Espíritu; como las vírgenes prudentes mantengamos aceite en las lámparas y que no falte el fuego. Dejemos que el Divino Alfarero nos trate y procese y alimentemos el fuego en nuestras almas con la leña de su palabra, mantengamos viva la llama de la comunión diaria con Jesús adorando con un corazón agradecido, Dios mismo dice en su palabra que, Él hace a sus ministros llama de fuego, Hebreos 1:7. Amén
Lic. MEHC hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
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