FAMILIA GPS, GENERACIÓN PODEROSA Y SANTA- PARTE UNO.
Grávate en
la mente y en el corazón todas las palabras que YO te he dicho hoy; enséñaselas
continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el
camino, cuando te cuestes y cuando te levantes. Deuteronomio :6-7.
No ocultemos la ley y fidelidad de Dios a nuestros hijos; contemos a cada generación venidera la potencia y las maravillas hechas por el SEÑOR, para que todos alabemos lo que Él ha hecho. Salmos 78:4.
Esta es una enseñanza emanada del corazón de Dios con base en su palabra, y expuesta por una sierva del SEÑOR en la congregación, algo muy oportuno para estos tiempos oscuros, confusos y peligrosos donde se atenta contra la familia y el diseño perfecto de Dios, por l9 cual debemos proteger la familia y desarrollo correcto de estas nuevas generaciones, sobre la base de los principios de Dios para salvar vidas y almas. El tema se llama GPS de familias que multiplican una generación poderosa y santa para Dios en cada hogar, con padres y abuelos cristianos y sabios que aman a Dios y educan bien a hijos y nietos para que lleguen a ser instrumentos en las manos de Dios, viviendo a la manera del Creador y Salvador y que no imiten ni amen el mundo, porque si se conquista el mundo, pero se pierde la familia, habremos fracasado en la vida, pero Dios tiene el control y la última palabra con cada uno de sus hijos, como ya se ha escrito varias veces en este Blog.Todos tus hijos serán enseñados por el SEÑOR, y Él multiplicará su paz sobre tus hijos. Isaías 54:13.
Siempre lo he sostenido y lo afirmaré hasta el final: la familia es lo más importante
después de Dios, la familia es el centro y núcleo de los vínculos afectivos más fuertes que
sustenta la sociedad, y manifiesta el reino de
Dios en la tierra, porque es en la familia donde los padres construimos no solo
la casa, sino la vida de nuestros hijos sobre la Roca que es Cristo y su
palabra. Y aunque ustedes hayan creído que el enemigo les
arrebataría sus hijos, serán esos niños que todavía no tienen uso de razón, los
que entrarán a la tierra prometida; YO les daré propiedad a ellos. Deuteronomio
1:39.
Si hay familias sanas integralmente, se podrá edificar la Iglesia del SEÑOR
como GPS de generaciones poderosas y santas, promoviendo el orden, la justicia, la verdad y libertad de las naciones que progresan y honran al Creador, con el fruto de padres y abuelos responsables que han educado, edificado y
conducido a las nuevas generaciones en la palabra de Dios y caminando de la mano
de Dios. Porque Dios estableció testimonio en Jacob y puso ley en
Israel, la cual mandó a nuestros padres que lo notificaran a sus hijos; para
que la generación venidera lo sepa y los hijos que nacerán; y los que se
levanten, lo sigan contando a sus hijos, para que pongan en Dios su esperanza,
y no ignoren ni se olviden de las obras de Dios, sino que guarden sus
mandamientos. Salmos 78:5-7.
Somos los padres y los abuelos los responsables de la clase de personas que
serán nuestras nuevas generaciones en el futuro próximo, porque la fe genuina es coherente con lo que enseñamos a los
niños y los jóvenes, conscientes de que ellos son el regalo más grande e importante que Dios ha
depositado en nuestras manos; de tal manera que padres y abuelos, estamos llamados a dejar la huella de un legado y una herencia moral y espiritual a la familia, dándoles a conocer a Dios, en Cristo con nuestra vida como ejemplo y testimonio a seguir y al servicio del SEÑOR. No vivimos una religión llena de sermones, porque lo
que Cristo nos enseñó y mostró, fue santidad y obediencia al Padre; nosotros de igual
manera, mostremos y reflejemos a Cristo siendo padres y abuelos conforme al corazon de Dios y con el carácter de Cristo. Hasta que todos
lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, y
alcancemos la edad adulta, como corresponde a la plena madurez en Cristo.
Efesios 4:13
Los hijos y los jóvenes repiten lo que han visto hacer en los padres, lo que ellos son, creen y muestran, es el legado que los adultos vamos dejando en su carácter, y no les podrás exigir o pedir que hagan algo que no vieron en casa; el legado del cristiano es intangible y eterno, se diferencia de la herencia material que dejamos a hijos y nietos, porque es un legado moral de principios y valores espirituales por la fe en Jesucristo y su palabra, algo que nadie podrá quitarles ni romper, pues queda plantado en su alma para caminar con Cristo. Dale buena educación e instrucciones a tu hijo, conforme a la palabra de Dios, para que cuando llegue a viejo, se mantenga firme en ello. Proverbios 22:6.
Para poder dejar ese legado y esa herencia, lo
primero que debemos cultivar entre ellos y nosotros, es el vínculo perfecto del amor, dentro de una relación y conexión de
afecto y respeto mutuo, porque Dios es amor,
por eso el Gran Mandamiento nos ordena amar a Dios, como lo recalcó Jesús: Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es e
principal mandamiento, y de él se desprenden los demás. Lucas 10:27
En el vínculo y conexión del amor hay comunión, comunicación, conocimiento y comprensión que involucra todo nuestro ser, tanto en lo que somos, hacemos, como en lo que sentimos y pensamos unos de otros, lo cual debe marcar la diferencia entre padres cristianos y padres del mundo; nuestros niños
deben aprender a escuchar la voz de Dios a través de los padres, abuelos y la familia en
general, así no atenderán la voz de los extraños que los desvía de la verdad; por
lo tanto, padres y abuelos deben estar de acuerdo en la casa, a cerca de lo que
deben hacer con sus niños y jóvenes pero sin rivalizar ni competir, sino estar de acuerdo, porque para el niño y el joven, el bueno será aquel que complace
sus caprichos, y el malo el que se los niega. Que ustedes los
padres no hagan enojar a los hijos; porque es mejor educarlos con disciplina e
instrucción, que es lo que ordena el SEÑOR. Efesios 6:4.
El vínculo del amor es la base de todo lo mejor que podemos dar a los pequeños, y que nos conecta física, espiritual, emocional y sicológicamente con ellos, produciendo intimidad, seguridad y confianza, lo cual implica un estado profundo de vida santa e intencional, de tal manera, que en muchos momentos, los padres puedan corregir a sus hijos con tan solo una mirada, porque al mismo tiempo, los padres que intimidan con sus hijos, saben qué le sucede a cada uno de ellos; pues fue exactamente la intimidad y la comunicación con Dios lo primero que perdieron Adán y Eva en el Huerto del Edén, y al oír la voz de Dios se escondieron; a partir de ese momento se le complicó la vida al ser humano, y todo se hizo difícil y pesado, no solo en la relación con Dios, sino en la comunicación entre padres e hijos. Génesis 3:8.
Algunos padres no golpean a los hijos con las manos, pero los hieren profundamebte con puños
emocionales que les causan dolor, cuando debieran dar tiempo de calidad para el diálogo, la comunicación y la comprensión, cultivando el vínculo del amor, ellos crecen muy
rápido, la vida pasa pronto, y los polluelos vuelan pronto del nido; y Dios no nos dio
familia solo para ser proveedores de lo material y lo físico, sino para
cultivar amor sincero, afecto y calor de hogar, sacando tiempo para
estar juntos, padres e hijos, en familia, practicando la empatía y el acompañamiento
con cada hijo, tanto en los procesos de desarrollo, como en los eventos de la vida diaria, y los hijos aman y
quieren la presencia de sus padres, porque con ellos se sientes seguros, eso significa
trabajar con la pedagogía de la presencia que construye vidas fructíferas, firmes y
útiles para Dios, para sí mismos y para la sociedad; con esta pedagogía tendremos
hijos sanos, seguros, determinados y honestos. Disciplinar y
corregir a los hijos producirá gente sabia, pero el hijo consentido avergüenza
a su familia. Proverbios 29:15.
Para llegar a ser los padres y abuelos que Dios espera de nosotros, tenemos que sanar primero las heridas de nuestro corazón y del alma, evitando así desahogar nuestro dolor y rabia con los hijos, pues al corregir los hijos, siempre debemos estar lúcidos y sibrios para disciplinar con cordura y a la manera de Dios, no en nuestras emociones enfermas; tengamos en cuenta que niños y jóvenes son espirituales y emocionales como los adultos, así van poseer y repetir lo que hacemos con ellos; por siempre tendrán en su mente y en su corazón lo que fueron sus padres con ellos cuando eran pequeños y estaban en la temprana juventud, época cuando todo ser humano es inexperto y necesitado de ayuda, comprensión y dirección. Padres no sean exasperantes ni exigentes con sus hijos, para que ellos no se desanimen. Colosenses 3:2.
Por ningún motivo se debe ver a los hijos como si fueran una carga
económica o emocional, ellos son herencia de Dios para la familia y la
sociedad, de nosotros los adultos depende que ellos sean gente poderosa y santa para Dios y bendición para los padres; los hijos nos fortalecen, nos dan sentido y ánimo para vivir, de igual manera somos para ellos; mutuamente somos usados por Dios para que aprendamos a convivir y mantenernos juntos, y que los padres no se
divorcien; si llega una prueba o dificultad un hogar donde los padres se
mantienen firmes, Dios enviará provisión y bendición de muchas maneras; vaya
que sí lo sé y testifico esta gran verdad, porque Dios es fiel, y como padres
debemos permanecer en el hogar; por eso ambos padres dejan su casa paterna para
que ser uno en su hogar. Con las primeras palabras de los niños más pequeños, y
con los cantos de los hijos mayores, Dios ha construido en nuestro hogar, una
fortaleza contra los enemigos. Así hacen callar a los que pregonan odio y
venganza. Salmos 8:2.
Dios nos ha hecho padres inteligentes para aprender a conocer y ver el interior de los hijos con tan solo
una mirada, y así saber lo que le sucede a nuestros hijos, con cada silencio, cada gesto, ademán
y palabra de nuestros hijos, ya hay un mensaje para los padres, razón por la cual debemos
estar presentes y atentos a escucharlos, evitando que corran a los extraños, de
tal manera que tenemos que estar siempre llenos del aceite del Espíritu Santo dando
fruto, porque todo lo mejor se desprende del amor, el gozo, la paz, la
paciencia, la benignidad, humildad, mansedumbre, piedad y templanza o dominio
propio hacia los hijos, y todo eso lo necesitamos los padres y abuelos a diario para criar a niños y educar jóvenes. Hijo mío,
obedece el mandamiento de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre.
Proverbios 6:20.
Si los padres están llenos del Espíritu, se verá el fruto para no gritar ni
golpear violentamente a los hijos, para responder con suavidad y afecto como legado recordado de amor y comprensión, y cuando ya no estemos, ellos nos recuerden bien, y sean repetidores de lo bueno y correcto que les dimos y marcó su corazón, aprendiendo lo mejor de sus padres y abuelos; ser padres y abuelos es hermoso, algo
incomparable que nos hace ver a Dios en la vida de los infantes y la unión
familiar, tener hijos no solo es un regalo, es un privilwgio y mandato de amor para poblar la tierra, Genesis 1:28, lo cual muchos
cristianos a causa del miedo no lo hacen, pero los musulmanes sí, hasta el punto
de tener 30 hijos para sembrar el extremismo salvaje, violento y diábolico, y ¿qué de nosotros? Dios
es nuestro mejor Padre y nunca como padres nos deja solos ni abandonados. Porque
como es de tierno y compasivo un padre con sus hijos, así el SEÑOR es tierno y
compasivo con los que le temen. Salmos 13:13.
Tenemos un antes para dejar nuestro legado a los hijos recordando lo
bueno que aprendimos de nuestros padres y abuelos para repetirlo sin olvidar lo bueno y lo no tan bueno, pero siendo hijos de Dios y ciudadanos de su reino, nuestro legado es eterno, por eso debemos cultivar nuestra amistad con Cristo para estar conectados con Dios, de
corazón, espíritu, mente y cuerpo aportando sabiduría a los hijos para que sus
emociones y sentimiento sean a la manera de Dios, y reflexionando en su palabra, juntos como familia en el altar familiar; con la ayuda de Dios criaremos hijos inteligentes,
temerosos de Dios, pacientes y prudentes, y que todos terminemos pareciéndonos
al SEÑOR Jesucristo, pues en nuestra relación íntima con Dios somos
confrontados, cambiados y transformados rumbo a la perfección. Porque cada
uno recogerá el fruto de lo que dice y hace, Proverbios 13:2; y todos debemos
estar sujetos unos a otros, Efesios 5:21; Para lograr ser perfectos como
nuestro Padre celestial es perfecto, Mateo 5:48.
Del proceder y comportamiento de los padres y adultos de la familia, depende
el acercamiento de los niños y los jóvenes a Dios, ya sea por ser acogidos o
rechazados, porque los pequeños deben experimentar confianza y no miedo; por
eso, escuchemos más y hablemos menos, lo que realmente es necesario, pues los
hijos requieren ser escuchados todo el tiempo conectados con sus padres; asi que los padres no seamos cantaletosos; es en el ambiente comunicacional de
la familia pues todos aprenden a identificar los procesos psicológicos,
emocionales y biológicos unos de otros, acompañándonos y comprendiéndonos hasta
el final, pues hasta la muerte somos padres; y el SEÑOR Jesús destaca la importancia de recibir a los niños con amor.
El que recibe a un niño en mi nombre, me recibe a Mí, y a Aquel que me
envío. Marcos 9:37.
Los padres que son hijos de Dios deben caracterizarse por ser verdaderos progenitores que desbordan cariño, atención y responsabilidad en el desarrollo integral de niños y jóvenes, conociéndolos, identificando sus gustos y disgustos a centrándose en la importancia de la relación y el vínculo
afectivo, mediante constante comunicación al calor del hogar. Así, el hijo prudente
escucha la instrucción de su padre; porque los padres crían a sus hijos en la
disciplina y amonestación del SEÑOR. Efesios 6:4.
Si tenemos hijos, es porque Dios nos ha confiado la misión y responsabilidad de ser
padres y abuelos para educarlos en el camino del SEÑOR, y que al final los entreguemos
a Él, formados y construidos en la palabra, y que pidamos decir; Padre, he cumplido la tarea y la
misión que me diste con los hijos, entonces todo será multiplicado y bendecido, porque la instrucción en la palabra y la devoción, crea personas reverentes a Dios y
enseñados por Dios; padres y abuelos debemos estar anhelando a Dios en
cada respirar, con la decisión de buscarlo cada día, llenando nuestra mente
y corazón con el fluir del Espíritu. ¿quién habitará en tu casa, y quien morará en tu
monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su
corazón. El que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo, y tampoco
admite reproche alguno contra su vecino…el que permanece firme y el engaño no lo
cambia; el que no da su dinero a usura, ni contra el inocente admite cohecho.
El que actúa así, no resbalará. Salmos 15.
Todo padre y abuelo está llamado a ser un mentor y maestro de niños y jóvenes, y las buenas costumbres y hábitos empiezan en el hogar, y aunque muchos padres dan premios y cosas a sus hijos por merecerlo, Dios nos da
todo por gracia y por amor, y en el espejo de Dios tenemos que vernos para aprender
a ser padres, razón por la cual nadie en el hogar debe estigmatizar a los niños
ni a los jóvenes, por algún error que cometieron, y los padres no deben decir cosas negativas de sus hijos, al contrario, deben prifetizar bendiciones sobre ellos, de acuerdo a la palabra de Dios, escucharlos, comprenderlos y explicarles cada situación, pues cada hijo es una joya
preciosa, un tesoro en particular en las manos de Dios y de los padres. Y aunque el
padre y la madre abandonen a los hijos, el SEÑOR, se hará cargo de ellos.
Salmos 27:10.
Si como padres no valoramos a los hijos en el hogar, entonces ¿quién y dónde?
Valorar y cuidar a los hijos, es formarlos con carácter y fe firme, leyéndoles la Escritura, explicando y compartiendo textos donde ellos ouedan hacer preguntas, y mostrando el punto central de cada texto, para conectar su corazón al corazón de Dios, pero primero
debemos revisar cómo estámos nosotros los padres con Dios, porque no podemos darles lo qye no tenemos y tampoco perder su proceso de desarrollo y ciclo vital; y aunque los hijos crezcan y
maduren, hay que estar enterados de cómo está su mundo interior y qué hacen; si en algún
momento sufrimos por ellos, todo tiene un propósito en Dios, lo cual se pregunta en oración. Porque si
sufrimos es para nuestra corrección, porque Dios nos trata como a hijos. ¿Acaso
hay algún hijo a quien su padre no corrija? Hebreos 12:7.
Si los hijos no nos buscan, nosotros los padres los buscaremos, es lo
que nos corresponde mientras tengamos vida, pues padres seremos hasta el final de nuestros días; la Biblia nos muestra ejemplos de padres desde Adán padre de la raza humana,
Abraham para de naciones, Noé y Moisés padres de todo un pueblo, y Jacob padre de las doce tribus,
hasta David, un hombre conforme al corazón de Dios y José, padre terrenal de
Jesús, pero el mejor Padre siempre será Dios y a Él debemos imitar, porque Dios es luz
y verdad que no cambia, es misericordioso y justo, escuchando siempre a los que
se refugian en Él. 1 Juan 1:5, Santiago 1:7, Salmos 50:6, 116:5 y Salmos 18:30.
Amemos a los hijos de palabra y con acciones que confirme nuestro amor por ellos, abrazándolos,
dándoles besos, hablándoles tierna y cálidamente, cara a cara y personalmente
mirándolos a los ojos con actitudes amables; cada mañana en la
oración, pidamos a Dios que nos dé una frase que nos conecte con los hijos, y que cada familia tiene su altar familiar, y que cada hogar pueda llegar a ser una
iglesia, una congregación pequeña para Dios; pues vienen días peligrosos de persecución y muerte, por eso debemos esforzarnos como los padres valientes y de fe, del final de lis tiempos, gente cristiana poderosa y santa que ha nacido de nuevo, y se mantiene revestida del hombre nuevo, en la nueva naturaleza y el carácter de Cristo. Dios los
ama a ustedes y los ha escogido para que pertenezcan a su pueblo santo. Revístanse
con sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Colosenses 3:12; Pues me acuerdo de la fe sincera que hay en ti, la cual
residió primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y que estoy seguro que
también habita en ti. 2 Timoteo 1:5.
Mg. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino eterno.
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