EVIDENCIAS DEL FRUTO DEL ESPÍRITU EN LA VIDA DEL CRISTIANO
Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23.
Bendito todo el que confía en YHWH y pone su confianza en el SEÑOR. Será como un árbol plantado junto a las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme si llega el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto. Jeremías 17:7-8.
Si entre ustedes hay alguno que es sabio y entendido, que lo demuestre con su buena conducta, y con la sencillez con que hace el bien. Santiago 3:13.
La evidencia visible del fruto del Espíritu en cada uno de los hijos de Dios, está en conocer y amar al Padre celestial para SER semejantes a Jesucristo para luego HACER lo que nos enseñó y mandó, el resultado será una vida con propósito en el Espíritu Santo, “Vive YHWH en cuya presencia estoy” y a quien ama mí alma. Cuando vivimos en la presencia de Dios su gloria nos impregna en la llenura del Espíritu y el fruto es evidente, llegamos a ser personas virtuosas con amor, ternura, santidad y autoridad a flor de piel; el fruto son virtudes que emanan de Dios a nuestro espíritu, nos distingue y nos hace diferentes al común del mundo en carácter y temperamento como habitantes del Reino y seguidores de Cristo. Producir fruto, es que otros vean a Cristo en nuestra manera de vivir, comportamiento, en la manera de hablar y responder a las personas y las circunstancias. Manténganse despiertos y firmes en la fe. Tengan mucho valor y pórtense varonilmente. 1 Corintios 16:13.
Mostrar el fruto del Espíritu es una clara manifestación de que Dios está obrando en nuestro corazón y dirige nuestra vida, y si no estamos viviendo el fruto del Espíritu, entonces estamos viviendo en la carne, pero si ponemos en práctica ese maravilloso fruto, de seguro habrá un gran avivamiento, seremos más consagrados a Dios y nos evitaremos muchos conflictos y mal entendidos, no solo con los espirituales, sino con los que no lo son, pues no tendrán razón para juzgarnos. ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. Romanos 8:33.
El fruto del Espíritu, es uno solo, un gajo con nueve partes, es como ver una mandarina o una naranja, una unidad con varios gajos; el fruto es uno porque se manifiesta desde una persona, Dios, tiene varios gajos porque manifiesta la multiforme gracia de su poder transformador; una hermosa prueba de la revelación de Cristo en la manera de vivir de los redimidos nacidos de nuevo, y que han venido a ser nuevas criaturas. Ese fruto empezó con el derramamiento del Espíritu Santo sobre los discípulos en el Aposento Alto como lo narra el libro de Hechos, el cumplimiento de la promesa del SEÑOR antes de que volviera a su trono de gloria; ellos no podían salir hasta que fueran revestidos del poder y el fuego de lo alto, así podrían ser poderosos testigos hasta lo último de la tierra. Lucas 24:49. Recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán mis testigos…hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8.
El fruto del Espíritu Santo es para vivirlo en todas las áreas de la vida y en todos los sectores de la sociedad, sean familia, iglesia, vecindario, escuela, universidad, política, gobierno, nación y toda la tierra; vivir en el fruto del Espíritu nos hace pacificadores, promotores de la vida y defensores de la libertad y la paz, pues ya no somos esclavos, sino libres en Cristo, para hacer la tarea que nos designó el Maestro, expresando su afecto y ternura a todos. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro, saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. Lucas 6:45.
Si los primeros cristianos fueron revestidos del Espíritu, también nosotros, somos sus templos vivos, Él vive en nosotros, es así que el Padre pone a nuestra disposición sus recursos para una vida de testimonio donde Él sea glorificado y dado a conocer. Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida; y no se dejan llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. Gálatas 5:16. En la medida que aprendemos a caminar en el Espíritu maduramos y somos fructíferos; es caminando en el Espíritu que se evidencia la calidad de nuestra vida, y que funcionen mejor nuestras relaciones; el fruto del Espíritu es todo lo contrario a lo que vive el mundo de dureza, impaciencia, envidia, odio, competencias, codicia y comparaciones dañinas.
El fruto del Espíritu nos hace poderosos, firmes y estables, no dependemos de las emociones. El fruto nos ayuda a vencer el pecado, porque la presencia del Espíritu Santo nos hace fructíferos y desprovistos de toda mala intención. Vivir en el Espíritu hará que evidenciemos un estilo de vida lleno de gracia y sabiduría con un comportamiento acorde al carácter de Cristo, de acciones objetivas hacia los demás, sin que perdamos nuestra personalidad y particularidad. Dejen que su luz brille ante los hombres, y que vean sus buenas obras, así podrán glorificar al Padre que está en los cielos. Mateo 5:16.
El fruto nos conduce a aquellas actividades de servicio y humanidad, que siembran cariño, alegría, paz, serenidad, amabilidad, mansedumbre y tolerancia en respeto y comprensión, cosechando fruto para el reino de Dios; con el fruto podemos destruir las obras de la carne que surgen como maleza en el campo, evitando que brote la cizaña, pero florezca el trigo. José es como un árbol junto a las aguas, porque produce mucho fruto y sus ramas trepan sobre el muro. Génesis 49:22.
Es interesante descubrir que, en el Sermón del monte, Mateo 5:2-12, nuestro SEÑOR y Salvador estaba hablando del fruto del Espíritu que debe el carácter cristiano: los Pobres de espíritu, son espirituales y humildes reconociendo su necesidad de Dios; los que lloran, son pacientes para esperar su consolación en Dios, los mansos son amorosos y tranquilos; los que tienen hambre y sed de justicia son benignos en la justicia de Dios; los misericordiosos son bondadosos dando sin esperar nada a cambio; los limpios de corazón son gente de fe descansa en su Creador y Salvador, y son dignos de confianza; los pacificadores son conciliadores porque aman la libertad en paz y los que padecen persecución son templados para soportar el dolor y el sufrimiento de la prueba. ¡Aleluya! ¡Santo! Isaías 61.
Los hijos de Dios continuamente debemos orar como el salmista, reconocer nuestros pwcados diarios para llenarnos del Espíritu y que sea visible su fruto en todas las áreas de nuestra vida, haciendo posible los milagros, las bendiciones y la transformación de la atmósfera donde vivimos y nos movemos, porque la evidencia del fruto es visible en una práctica continua que nos debe caracterizar y acompañar para marcar la diferencia toda la vida, dentro de ese proceso perfeccionador de nuestro ser integral para cultivar y mantener sanas y correctas relaciones con todos. Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mi; por tu gran ternura borra mis culpas. Lávame de mi maldad, y límpiame de mi pecado...lléname de gozo y alegría...oh Dios, ¡pon en mi un corazón limpio! ¡Dame un espiritu nuevo y fiel! Salmos 51.
El fruto del Espíritu se hace real y práctico por nuestra relación con Dios, para que se haga real con el prójimo, en la transformación de mi DEBER SER y evidencia de mi carácter cambiado en el DEBER HACER:
a. Amor, gozo y paz, tienen que ver con nuestra comunión con Dios.
b Paciencia, benignidad y bondad, son en el ejercicio de nuestra relación con el prójimo.
c. Fe, mansedumbre y templanza, tienen que ver con nuestro SER y HACER en el carácter.
1. El amor. Es el primero de los gajos del fruto del Espíritu Santo, la esencia del evangelio y la base sobre la cual descansa la salvación en el amor sacrificial e incondicional del Padre al entregar a su Hijo, es el amor visible del Unigénito al darse voluntariamente para salvar a la raza humana, porque Dios es amor, Él es la fuente de este amor que se derrama como agua viva para todo aquel que cree y le cree a Dios; el amor divino por ti y por mi es fuerte, firme, inmedible, compasivo, grande inconmovible, y profundo; es el amor del Dios Santo por los pecadores, algo que no tiene comparación ni se iguala a ningún otro amor y que debe ser práctico y visible entre el pueblo de Dios. Porque Dios no nos negó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros…Romanos 8:32.
Una persona que ama a Dios, se comporta coherentemente con su creencia, evidenciando en su cotidianidad ese amor, es alguien de carácter dulce, delicado y tierno que incondionalmente entrega y prodiga la calidez del afecto sincero con todos a su alrededor ayudando con desprendimiento y voluntariamente, no por necesidad ni obligación; una persona amorosa te hace sentir bien con su alegría, es generosa, siempre está lista a solucionar problemas y prestar apoyo de manera desinteresada y oportuna porque su amor a Dios y a su propia persona, la llevan a amar a otros, cumpliendo en gran medida lo que dice 1 Corintios 13.
Es el fruto del amor en nuestro carácter y temperamento lo que hace que nos amemos sinceramente unos a otros, para vencer las enemistades, envidias, celos, competencia y el odio mal sano y pecamunoso que brota de la carne, razón por la cual la Biblia dice que el amor vence multitud de pecados; el gajo del amor es el primero en la lista del fruto porque es la base de todo el fundamento bíblico, es el timón que debiera mover el mundo para bien de todos, puesto que el amor es el vínculo que nos liga al corazón de Dios, nuestro Dueño y Creador para que vivamos juntos como familia en el resto de las virtudes del fruto. Hagamos todo con amor. 1 Corintio 16:14.
2. El Gozo. Una persona llena de gozo, es aquella que a pesar de las dificultades, las pruebas, los malos momentos y la maldad del mundo, mantiene siempre una actitud alegre y placentera frente a la vida; el gozo nos mantiene serenos y realistas en la prueba porque nuestra confianza está en Dios, por eso el gozo nos hace firmes y con un corazón lleno de gratitud a pesar de; es realista ante la pérdida, pensando que pronto todo será mejor y sabiendo que todo lo que Dios nos permite vivir siempre es en su buena voluntad. Las personas felices por lo general sonríen continuamente, son amables, sinceras, espontáneas, buenos oyentes y tienen éxito. Son alegres los que buscan tu protección; ellos cantan siempre de alegría porque en Ti se refugian seguros. La causa de su alegría es su amor por Ti. Salmos 5:11. ¡Alégrense siempre en el SEÑOR, ¡insisto: permanezcan alegres! Filipenses 4:4.
Si vivimos el gozo, nada ni nadie nos podrá quitar la libertad en Cristo, porque su gozo es nuestra fuerza, Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para nosotros en Cristo. 1 Tesalonicenses 5:16-18.
3. La Paz. Si tú y yo tenemos la paz de Cristo, podremos ser los pacificadores de que habló en el SEÑOR en el Sermón del monte, en Mateo 5:9. Persona con espíritu de reconciliador y comprensivo en todas las formas y frente a cualquier situación; esta parte del fruto está ligada estrechamente a la paciencia, la benignidad y el dominio propio, por lo tanto, una persona de paz es comprensiva y flexible, dispuesta a dar soluciones en el conflicto o en un mal entendido. 1 Samuel 25:23-28.
La paz no es propia del ser humano, es espiritual, nace de Dios y está ligado al correcto desarrollo mental de las personas de fe, que sirven y colaboran en un grupo, sin herir, ni juzgar, saben oír y buscan el momento propicio para el diálogo en caso de discrepancia y desacuerdo. 2 Samuel 20:16-23. Los pacificadores serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9.
4. La Paciencia. Personalmente, tuve que trabajar mucho en mi carácter con esta parte del fruto, porque fui criada en un ambiente militar, disciplinado y estricto, por lo tanto, cuando el SEÑOR salió a mi encuentro empecé a luchar mucho con esto de la paciencia; era muy atacada, acelerada y me angustiaba pronto si las cosas no salían como se esperaba. Ser pacientes es muestra de inteligencia; pero ser impacientes es muestra de gran estupidez. Proverbios 14:29.
Entonces aprendí que una persona paciente es aquella que ama intensamente a Cristo, por lo tanto, se llena del Espíritu Santo para ser tranquila, calmada y serena; es bueno permanecer serenos y saber esperar los tiempos de Dios para poder enfrentar los problemas de la vida sin quejas, sin afanes ni apuros. No nos podemos quedar en el lío, sino que con inteligencia, fe y optimismo buscamos las posibles soluciones en cada caso, aún en los encuentros más difíciles a causa de las diferencias. Siempre sencillos y amables, pacientes y tolerantes unos a otros en amor. Efesios 4:2.
Personas pacientes son lo que necesita el mundo, para conservar la calma en los diálogos y las reuniones, ellos son longánimos, nobles, altruistas y desprovistas de apegos unilaterales, viven en paz consigo misma sin importar el ambiente que las rodea, tienen la paz interior de Cristo. La persona paciente no es reactiva, sino proactiva y asertiva, es decir, saben manejar la situación y no se dejan manipular ni manejar por las circunstancias; hablan con sinceridad, directa y amablemente sin herir las susceptibilidades; el paciente intenta siempre mantener un ambiente sano en armonía y cordialidad. Por lo tanto, evita el conflicto, la pelea y la ofensa, guarda cierta distancia con las personas ruidosas, quisquillosas y problemáticas. Porque con paciencia ganarán sus almas, Lucas 21:19. Dios hará resplandecer la inocencia y su justicia brillará…Guarda silencio…quédate quieto…espera en Dios…no te alteres por los que practican la maldad…! ¡No te enojes, deja a un lado la ira! No pierdas los estribos que son causa de daño. Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el SEÑOR poseerán la tierra. Salmos 37:6-9.
5. Benignidad. Nuestro máximo ejemplo de benignidad es Dios, su benignidad es un atributo propio de su carácter divino y bueno en esencia, porque de Él nace y fluye todo lo bueno. Una persona benigna, es aquella que muestra cualidades humanas muy altas porque siempre es cordial, gallarda y gentil debido a su temperamento dulce, agradable e inofensivo, por lo tanto, son perdonadores, simpáticos, comprensivos, de buena voluntad, con empatía, cariñosos y sencillos para con todos. Vístanse como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, con benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia. Colosenses 3:12.
Una persona benigna ayuda a salir del dolor a los que sufren porque posee un hermoso corazón que actúa para bendecir, servir y ayudar a otros. Mantiene buenas relaciones porque es alguien sincera y comprensiva porque considera que ha sido creada para hacer el bien. Un sacerdote, es un hombre débil como los demás, por eso es comprensivo y benigno con los que pecan por ignorancia. Hebreos 5:2.
6. Bondad. Si hablamos de una persona bondadosa, nos referimos a alguien ejemplar debido a su temperamento apacible y hacedora de lo bueno con recto corazón porque es benévola y de limpias intenciones, sin malicia ni intereses mezquinos. Mejor sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4:32.
Una persona bondadosa es alguien buena en esencia, incapaz de hacer lo malo desde ningún punto de vista; es un cristiano santo que siempre muestra integridad y gentileza con su prójimo, se preocupa por los demás, pasa por alto las ofensas, expresa afecto y amistad incondicional porque es noble y trasparente, también es dadivosa, muy humana, magnánima y sensible ante el dolor y la necesidad de otros, Salmos 23:6. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, especialmente a la familia de la fe. Gálatas 6:10.
7. Fe. Hablar de fe es hablar de fidelidad, por lo cual una persona de la fe, es aquella que por ser obediente a Dios y su palabra haciendo su voluntad, es alguien en quien se puede confiar, y es digna de confianza por su lealtad demostrada y comprobada; una persona de fe alegra el corazón del Padre porque evita todas las obras de la carne. Así que, si ustedes me obedecen en todo y son fieles a mi pacto, serán siempre mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece. Éxodo 9:5.
Para una persona de fe, no comete adulterio ni traiciona a sus amigos, ser fiel no es un sacrificio sino un placer, por eso la persona de fe se sujeta a Dios y a sus autoridades, es enseñable y dócil; alguien que se deleita en servir, da y comparte de las bendiciones y enseñanzas que Dios le da y camina Con Pasos Firmes, tras las pisadas de Jesús, porque anhela ser como Él. La fe, que es confianza en Dios se debe reflejar en todos nuestros actos y n lo que vivimos. Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá las promesas que nos ha hecho. Hebreos 10:23.
8. Mansedumbre. Esta parte del fruto es bien importante en los hijos de Dios, porque la mansedumbre va ligada a la humildad de corazón, en alguien que conoce a Dios y reconoce su pobreza espiritual, porque sabe que si hacemos o tenemos algo es por los méritos de Dios, nos por nuestra propia inteligencia ni nuestra propia fuerza. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, reciban con mansedumbre la palabra dada por Dios, la cual puede salvar muchas almas. Colosenses 3:12.
Una persona mansa posee ecuanimidad de espíritu, algo poco fácil de encontrar entre la gente, se olvida de sí misma y se centra en Dios y ser de bendición a otros, mansedumbre es la mayor virtud y la que más nos conviene para vencer nuestra vieja naturaleza; la mansedumbre es poder que se desprende de Dios para tener fortaleza ante la injusticia y la ofensa; las personas mansas transmiten paz y tranquilidad y nos pierden la serenidad ante la adversidad. Con toda humildad y mansedumbre, sopórtense con paciencia los unos a los otros en amor. Efesios 4:2.
Una persona mansa es modesta y recatada emocional, moral y espiritualmente; la persona mansa tiene gran poder de reciedumbre, es decir, posee un carácter fuerte y firme frente a las dificultades, es decir, razonamiento bajo mansedumbre. ¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Muestre con su buena conducta, sus obras en sabia mansedumbre. Santiago 3:13. Si alguno de los hermanos es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenle con espíritu de mansedumbre, considerándose así mismos, pues también podrían ser tentados. Gálatas 6:1.
9. Templanza. La templanza es dominio propio, tiene que ver con evitar los excesos siendo moderados en continencia y fuerza para controlarnos en todo lo que hacemos en la vida dominando los impulsos con la ayuda del Espíritu y poniendo voluntad y disposición. Una persona templada es aquella que actúa y habla sin transgredir la palabra ni pecar. Come con moderación y se siente satisfecha con lo que es y con lo que tiene, por lo tanto, evita los locos deseos y bajas pasiones de los cinco sentidos y se abstiene de todo lo que no aprovecha. Por la gracia que me ha sido dada, les digo a todos ustedes: Que ninguno tenga un concepto más alto de sí mismo que el que debe tener; sino que piense de sí mismo con cordura y moderación, según la medida de fe que ha recibido de Dios. Romanos 12:3.
Una persona templada vive bajo el poder del Espíritu, tiene autocontrol, cordura y limitaciones para su vida, no solo suprime el mal, sino que practica el bien sin cansarse; es alguien espiritual pero aterrizado en su manera de vivir. La templanza va acompañada de serenidad y sabio razonamiento. Esta persona posee una personalidad madura, equilibrada y educada, trabaja con dedicación y esmero, practicando la prudencia y la fortaleza; sus acciones se caracterizan por el respeto, la responsabilidad y la honradez. Porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio. 2 Timoteo 1:7.
La templanza como fruto del Espíritu, nos ayuda a poner límites y evitar la tentación y las extralimitaciones, y en todo lo que tiene que ver con guardar la santidad en nuestra integridad con la gente; una persona templada y dominio propio, permanece sobria, razona, analiza, piensa y luego actúa con control sobre sus emociones y sus impulsos; la templanza es una de las cuatro características más importantes, después de la justicia, la prudencia y la fortaleza, son virtudes que nos permiten afrontar y soportar todos los males del mundo que se oponen al bien. Porque si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que iniciamos cuando creímos en Él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. Hebreos 3:14.
Analiza este estudio y examínate para ver si en verdad estás mostrando las evidencias de ser lleno del Espíritu y estar dando fruto, pídele a Él que te redarguye y te muestre lo que esté oculto a tus ojos y empieza a trabajar en tu santidad y crecimiento espiritual, personal y social.
Mg. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
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