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2 jul 2018

JESUCRISTO Y LA PALABRA




CRISTO Y LA PALABRA SON UNO Y SON VIDA

En  el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios, y el Verbo era con Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres, Juan 1:1-3.

Aquel que es la palabra se hizo Hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad, Juan 1:14. Y está vestido de un manto empapado de sangre, y su nombre es: El Verbo de Dios, Apocalipsis 19:13.

Ahora los encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que es poderosa para edificarlos y darles la herencia entre todos los santificados, Hechos 20:32.

Hoy más que nunca la iglesia de Jesucristo necesita retomar y volver a la doctrina bíblica pura, porque es la palabra la que nos enseña a conocer al Autor y Consumador de la fe y Actor del mensaje transformador de las vidas que están sedientas de afecto y vacías de amor; Cristo y la palabra son vida, sentido y razón de ser de nuestro paso por la tierra y de la eternidad de nuestra alma.

Los que hablamos español, sabemos que el verbo es la parte principal de la oración que expresa algo con sentido completo; el verbo es la acción de un predicado, el que ejecuta los hechos de un sujeto, los procesos y existencia que afectan la vida de los seres vivos y todas las cosas que existen; el verbo actúa en diferentes tiempos, aspectos, personas y funciones como el núcleo o parte central y principal de un predicado, que como su nombre lo indica es aquella parte que predica, una proposición que dice algo de un sujeto.

Verbo y palabra en hebreo es Dabar, y logos en griego que traduce lo fundamentalmente dicho, pensado y pronunciado conocido como gnosis o conocimiento supremo de donde salvación proviene de tener una mente correcta como resultado de conocer lo propio y creer en lo correcto. Entre una y otra hay diferencias de tipo cultural y discrepancias entre el pensamiento judío y helénico. Dabar desde el punto de vista hebreo define el pensamiento y la intención del Gran YO SOY, Aquel que con el poder de su voz crea, funda, ordena y hace como Él quiere y pudo decir: Hágase al luz y fue hecha; Dabar es el centro creador que transforma y perfecciona.

El Dabar de Dios es acción en pleno movimiento, que cuando se pronuncia crea, transforma y realiza hazañas; Cristo la palabra viva, El Verbo eterno que a través de su escrito bíblico hace que tomemos la forma, la imagen y la semejanza del Creador, porque es Él es el Verbo que produce vida, la palabra que nos revela el principio y el fin de las cosas. Dabar expresa el nombre sagrado de Elohim, tan santo que no se puede pronunciar, YHWH, YO SOY el que SOY.

Jesucristo, el Hijo de Dios, el Autor y consumador de la fe por el espíritu de la palabra vino para hacerse la palabra viva que modela el comportamiento y la conducta de los seres humanos; sufriendo, muriendo y resucitando para restaurar la relación entre el Creador y sus criaturas, De manera que Cristo more por la fe en sus corazones; y que arraigados y cimentados en amor, sean capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, y así sean llenos de la plenitud de Dios, Efesios 3:17-19.

No puedes quedarte con la teoría y la historia del libro, debes conocer y amar al Autor del libro a través de su palabra escrita, si Cristo vive en mí, su palabra debe ser visible en mí para que otros la lean; Jesús solo puede habitar en aquel que lo ama y lo conoce a través de la fe en su palabra; la fe se desarrolla por conocer la palabra y amar a su Autor; nuestro corazón fue hecho para la fe, vivimos por fe no por emoción ni opinión propia; Cristo, la palabra viva obra en mí y a través de mí por su palabra, que cobra poder cuando la atesoro en los pensamientos, la pronuncio y me muevo en ella por Jesús, es asi que Él me enseña a vivir y a decidir de manera moral y normal por su palabra, lo moral y lo normal es lo que se ajusta a su palabra, Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón, Hebreos 4:12. 

Cristo es el poder de su palabra que mora en nosotros para que podamos producir fruto del Espíritu, quien nos mueve a orar y ver los resultados de nuestra fe en una oración hecha en el poder del nombre de Jesucristo; cuando expresamos esa clase de oración con todo el corazón, mencionado a Cristo y confesando su palabra, se genera poder de Dios en los aires y Cristo obra; al nombrar a Cristo va implícito el poder de su sangre purificadora y liberadora, por eso somos limpios en y con su palabra, porque ¿con qué limpiamos nuestro camino? Viviendo su palabra, Salmos 119:8.

Cristo es la palabra viva, el Verbo hecho carne, porque siendo Dios se hizo hombre, la palabra viva del Padre que vivió en la tierra en medio de los hombres, confirmando que Jesús siempre ha existido como Creador y Dador de vida y siempre ha sido Dios; por esto se escribió la palabra que venía del Padre y ha sido revelada por el Hijo, para aclarar a muchos su confusión; Jesús pudo hacer señales y milagros delante de sus discípulos y quienes lo seguían, para que muchos creyeran que Él es el Cristo, el Hijo de Dios, el Verbo eterno, la voz de Dios y el Actor central del reino de los cielos para que muchos sean salvos. Juan 20:30-31.

Si Cristo habita en nosotros, su palabra debe invadir, llenar y saturar nuestro corazón para que se lleve a cabo el propósito de Dios en nosotros y llevemos el fruto que Dios espera de nosotros; no es solo el intelecto de lo que aprendemos, es el poder de Dios en su palabra sembrada en nuestro corazón y Cristo gobernando nuestro yo-ego que es el alma; para que podamos producir el carácter de Cristo por el  Espíritu de su palabra, porque toda la palabra de Dios es limpia. Él es escudo a los que en Él esperan, Proverbios 30:5. Vemos claramente que Cristo y la palabra son uno.

El simple hecho de memorizar y recitar mecánicamente la palabra de Dios, no producirá lo que Él desea hacer en nosotros, solamente será posible por la fe en Cristo y su palabra puesta en acción, que habrá milagros, maravillas y proezas; cambiando vidas, transformando maneras de pensar y floreciendo nuevos comportamientos en cada hijo de Dios por el Espíritu; porque la palabra es el Espíritu de Dios que habla, no es el libro, Si ustedes permanecen unidos a Mí, y son fieles a la palabra que le he enseñado, pidan lo que quieran y les será hecho, Juan 15:7.

Para que los milagros sucedan y las respuestas lleguen, debemos amar a Cristo y vivir en su palabra, tomando tiempo para leerla pausadamente mientras la meditamos y la repetimos varias veces, escribiéndola y repasándola todo el tiempo que sea necesario, al punto que esa palabra va marcando nuestro derrotero, va matando las obras muertas y destruyendo viejos esquemas mentales y hábitos sin fundamento, ablandando nuestro corazón de piedra para hacerlo de carne, sensible a la voz viva del Padre, así que la fe salvadora y transformadora viene por el oír su palabra, Romanos 10:17. Habiendo nacido de nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por medio de la palabra de Dios que vive y permanece para siempre, 1 Pedro 1:23.

Cristo y la palabra son eternos, por eso cuando vamos a la Escritura, no solo la leemos, sino que ella cobra vida en nosotros a través de Jesús y muchas veces nos quebranta, nos hace llorar, nos lleva al arrepentimiento, a confesar los pecados y ser perdonados para santificación; luego salimos para predicarla, la compartimos, y testificamos de Cristo, porque son uno; Él es el Verbo vivo que provoca acción  de la palabra en el cambio y la Santidad. Cuando yo recibía tu palabra, yo la devoraba; porque tu palabra me fue por gozo y alegría para mi corazón, porque tu nombre se invocó sobre mí, Señor y Dios todopoderoso, Jeremías 15:16.

Con Cristo ya no somos del mundo, somos del reino de Dios, por su palabra ya no hablamos como el mundo, hablamos lenguaje de reino, ya no pecamos deliberadamente; odiamos lo que Dios odia y amamos lo que Él ama; nuestro interior está iluminado por Cristo que es la Luz del mundo y su palabra que es làmpara a nuestros pies que son enderezados por el poder de su palabra. Ya no odiamos, sino amamos, no guardamos rencor, perdonamos, no somos amargados, somos felices, no somos esclavos somos libres, ya no maldecimos, bendecimos; ya no juzgamos, tenemos misericordia, ya no vociferamos, sino que pensamos para hablar, porque ya no vivo yo, es Cristo quien vive en Mí y la voz viva del Padre retumba en mi interior; Él nos santifica en su verdad, porque su palabra es verdad, Juan 17:17.

Cuando Cristo me gobierna todos los ámbitos de mi vida funcionan en orden, su palabra cobra tal dimensión de vida en nosotros que todo el cielo de Dios se hace real, se manifiesta en nosotros y en nuestras circunstancias; la vida se hace una aventura diaria al someternos a Cristo y llenando nuestra mente con su palabra, todo se hace más claro y más hermoso, porque dependemos de Él para hacer su voluntad siendo templos vivos y santos, Respondiendo Jesús le dijo: el que me ama, mi palabra guardará, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras, y la palabra que habéis oído no es mía, sino la voz del Padre que me envió, Juan 14:23-24.

Es la palaba la que nos revela el poder que hay en el nombre de Jesús, es la palabra la que nos muestra el valor de nuestra alma y la necesidad de santificarnos para Dios y la vida eterna; es mediante la palabra que reconocemos la autoridad que hay en Jesucristo sobre toda la creación y la autoridad contenida en su palabra contra las fuerzas del mal, Porque hoy pongo mis palabras en tus labios. Te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar, derribar, destruir y demoler, pero también poder para construir y plantar, Jeremías 1:10.

El poder de Cristo en nosotros cobra fuerza por su palabrada en nosotros y la hacemos efectiva al vivirla, practicarla y atesorarla con la ayuda del Espíritu, cada uno en particular, como propiedad del Dios vivo que en su palabra instruye, corrige y pule vasijas que emanan olor fragante llenas de aceite fresco para su  honra, aroma de Cristo en los que se salvan, Por la voluntad del Padre nos hizo nacer mediante la palabra de Verdad, para que fuéramos los primeros y mejores frutos de su creación, Santiago 1:18.Porque somos como el olor del incienso que Cristo ofrece al Padre, olor que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden, 2 Corintios 2:15.

La palabra es a Cristo como Cristo a la palabra, de tal manera, que hay maldición y juicio para los que la adulteran, le quitan o le aumentan y transmiten un mensaje contaminado y acomodado, porque en eso que hacen, atentan contra la verdad de Cristo, pues a Él le ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra, de Él es el gobierno y el señorío de todo lo creado, y su palabra lleva en sí misma la esencia de su amor salvador por la eternidad, Y si alguno quita de las palabras del libro de la profecía, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y de la ciudad santa, y de las cosas que están escritas en el libro, Apocalipsis 22:19, Deuteronomio 4:2, Proverbios 30:6; Yo también sé que todo lo que Dios ha hecho es perfecto y permanece para siempre. No hay nada que añadirle, ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante Él se guarde reverencia, Eclesiastés 3:14

Cristo y la Palabra deben doblegarnos y humillarnos con obediencia como Él lo hizo al Padre, y cuando más meditemos y vivamos su palabra, más el Espíritu Santo actuará en nosotros y más y más seremos uno en Cristo, nuestra alma se sujetará a Él, y su palabra se hará parte de nuestra existencia, generando poder y libertad, para hacer huir al adversario, porque seremos uno con Cristo y no nos contaminaremos tan fácil. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he dicho; sigan unidos a Mí, como YO sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a Mí, Juan 15:3-4.

Este es el poder que reclama la tierra en la manifestación de los hijos de Dios, Cristo como Señor y la doctrina de su palabra para despertar un avivamiento espiritual; el poder de la Iglesia está en el poder de Cristo y su su palabra, para que se rompan las cadenas, se derriben los muros y se pudran los yugos de maldad, porque los cielos y la tierra que ahora existen, están reservados por la misma palabra, guardamos para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos, 2 Pedro 3:7.

Mg. MEHC, hija del Dios vivo y servidora de su reino


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