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17 sept 2017

BIENAVENTURANZA No.7- LOS PACIFICADORES, HIJOS DE DIOS


BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES

Porque ellos serán llamados hijos de Dios, Mateo 5:9. 

Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción: pero confíen, YO he vencido al mundo, Juan 16:33.

El que quiera amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala, 1 Pedro 2:10-11.

La semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz, Santiago 3:18.

Las anteriores bienaventuranzas que hemos estudiado, con ésta de ser pacificadores, Dios las une en el vínculo de saber esperar y depender de Dios puesto que la plenitud de calma y tranquilidad solo Dios nos la da; es más fácil identificar lo que no es paz que precisar lo que realmente es la paz: la guerra es lo contrario a la paz, el odio y el resentimiento nos privan de la paz. los conflictos no dan paz, la ansiedad nos roba la paz, y la larga lista puede continuar. Ser pacificadores debe ser un rasgo que caracteriza al pueblo de Dios, la vida del creyente es completamente diferente a la del incrédulo, un espíritu pacificador es reflejo de la naturaleza propia de nuestro Padre celestial. Mi pueblo habitará en mansiones de paz, albergues seguros en moradas de reposo. Isaías 32:18.

Nuestro Señor Jesucristo es el Príncipe de paz que vino a establecer su reino de paz donde el reine y gobierne totalmente en un ambiente pacífico, firme y seguro, algo diferente a la atmósfera del mundo que nos rodea hoy con guerras y conflictos que nos producen angustia e inquietud. Una persona nueva y renovada en Cristo podrá ser pacificadora con una vida plena, calmada y de reposo, aún en medio de las tormentas. Fijémonos que después de ver el milagro de la multiplicación de los panes y los peces los que le harían la guerra al SEÑOR, vinieron para apoderarse de Él para hacerlo su Rey, a lo cual Jesus rehusó diciendo que su reino no es de este mundo, pero su paz puede estar ahora, en medio de nosotros porque es Él quien encarna la verdadera paz. Juan 18:36.

La paz aquí en la tierra implica acción, trabajo y esfuerzo por parte del pueblo de Dios, por eso Él nos ordena orar continuamente por las autoridades y las naciones, para tener una vida tranquila y sosegada, donde podamos habitar con piedad, libertad y dignidad, 1 Timoteo 2:2El Rey de paz caminó por los senderos de Israel invitando continuamente a los que lo escuchaban para entrar a su reino de paz y justicia, pero no escucharon ni obedecieron, sino que lo maltrataron y lo ejecutaron, para resucitar victorioso al tercer día y dejarnos su paz siendo sus hijos y sus embajadores de paz, Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 

La paz de Dios está implícita en su reino eterno, emana de la persona misma del Padre en Cristo y fluye hacia nosotros por su Santo Espíritu, la paz es el ardiente anhelo de Dios para su pueblo como parte de nuestro bienestar integral; es una paz que produce salud en el cuerpo, tranquilidad del alma y seguridad en el espíritu, esta paz es la verdadera plenitud en Dios que produce éxito, prosperidad y llenura en Él, pero debemos hacer nuestra parte mientras estemos en este mundo. Si es posible en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todas las personas. Romanos 12:18.

La paz es más que un valor, es una necesidad apremiante, es un principio fundamental en las relaciones humanas, un fundamento y una virtud eterna para la raza humana, la cual deberíamos dejar que permee y penetre en nosotros los hijos de Dios para que se transfiera a la sociedad, PAZ es la palabra más necesaria y adecuada para este mundo actual; la paz es el pronunciamiento más urgente y claro que la biblia puede darnos en este momento de la historia. No injurien a nadie, no sean contenciosos, sino amables, mostrando consideración para con todos los seres humanos. Tito 3:2. Esto nos corresponde hacer y vivir como pacificadores, hijos de Dios y ciudadanos de su reino.

Los pacificadores son bienaventurados y dichosos porque son distintos a todo el mundo, el don de la paz de Dios nos permite tener calma sin quejarnos ni enojarnos, sino siendo parte de las soluciones de los problemas divisorios, ayudando en la reconciliación de muchos y de mucho, tomando el ejemplo de nuestro Padre que nos reconcilió consigo mismo en su Hijo Jesucristo, Colosense 1:20. Debemos destacarnos por ser gente tranquila, gente pacífica, no revoltosos ni conflictivos, ni agresivos, ni violentos. El pacificador ya no es lo que era antes de conocer a Cristo, los problemas vienen como consecuencia del pecado, las concupiscencias, la codicia, el egoísmo, el egocentrismo, la envidia, la competencia, los celos, etc., todo lo cual provoca disensiones tanto entre las personas, como en las familias, los grupos y las naciones. Surge la pregunta: ¿Por qué hay guerras en el mundo? ¿Por qué hay tensión internacional constante? ¿Por qué hay tanta intranquilidad, conflictos y desacuerdos entre los seres humanos? De las pasiones que combaten en nuestro cuerpo, Santiago 4:1.

Los pacificadores no solo hacen la paz, sino que la restablecen donde hay conflicto y guerra, pero vivir en pecado impide entender el problema belicoso del mundo, solo buscaremos la paz hasta que todos aceptemos la verdad del pecado y el problema del hombre pecador, con Cristo en el corazón las dificultades y los encuentros agresivos se reducen y se terminan; según las Escrituras, la maldad está en el corazón del ser humano, y solo hasta que las personas cambien y se hagan sabias en Dios, se resolverá el problema de la falta de paz, la cual es resultado de la justicia, Porque la sabiduría  que viene de lo alto, es primeramente pura, después pacífica, amable condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilaciones y sin hipocresías. Santiago 3:17.

Debemos ir a la raíz que engendra los conflictos, desacuerdos y guerras, allí está el problema básico, ningún acuerdo ni acción humana por la paz producirá efectos reales, concretos y duraderos, mientras el ser humano siga siendo lo que es, un ser apartado de Dios lo cual lo hace cruel y perverso; este asunto es espiritual, pero por desgracia muchos no lo quieren aceptar sino que lo evaden; lo más trágico es que esta falla, no sólo está en el mundo, también se presenta dentro del pueblo de Dios, quienes somos llamados a ser Pacificadores; está bien trabajar por los derechos humanos, pero es mejor esforzarse por ser un verdadero hijo de Dios y representante de su reino santo. Sin poner la fe ni los ojos en el mundo ni en las habilidades humanas, sino en la guía y el consejo del Dador de la paz. Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR. Hebreos 12:14.

Dios es Dios de paz, y el Espíritu que habita en sus hijos es el Espíritu de la paz; la promesa de poder ser llamados hijos de Dios, se muestra amando a Dios y a la gente, aún a los enemigos, así nos cueste, esto nos hace ser hijos de Dios y pacificadores verdaderos. La promesa es que al ser Pacificadores somos hijos de Dios, pero si hacemos la guerra y creamos conflicto, entonces seriamos sus enemigos; nuestro testimonio de buenos hijos implica eliminar toda forma de enemistad, porque los pacificadores trabajan y se esfuerzan por la paz, ¿cómo? Venciendo el pecado, pues el problema de las guerras está en el corazón no regenerado del todo, pero los verdaderos hijos son gente de paz, En el mundo hay aflicción, pero a pesar de todo en Cristo tenemos paz. Juan 16:33

Lo que condena más fuerte al humanismo cruel y el idealismo vano del mundo, es el Sermón del Monte y los Diez Mandamientos, paradójicamente ellos lo han hecho textos favoritos en los Derechos Humanos, vaciando la esencia vivida del amor, la verdad y la justicia que son los que producen paz, ellos han convertido estos principios divinos en algo totalmente diferente y tergiversado, los principios, fundamentos y mandatos de Dios, el mundo los ha vuelto valores y leyes relativistas y acomodadas. La paz les dejo, Mí paz les doy; YO no se las doy como el mundo la da. No se turbe su corazón, ni tengan miedo. Juan 14:27.

Esta es una bienaventuranza de vital importancia en los tiempos actuales y cuando vemos al mundo bajo la lente de Dios comenzamos a entender. No deberíamos sorprendernos de las guerras y los rumores de guerra, si realmente somos cristianos nacidos de nuevo, lo que vemos en todos los acontecimientos del mundo, es la confirmación extraordinaria de la palabra bíblica. Entonces nuestro enfoque debe ser totalmente doctrinal y de fe no intelectualista ni mundano. Mientras el problema del pecado esté arraigado en el corazón humano, todo esfuerzo del hombre por la paz no resolverá el problema de las guerras y la violencia en definitiva, Porque el que ama la vida y quiere ver días buenos, refrena su lengua del mal, y sus labios no hablan engaño; apártense del mal y hagan el bien; busquen la paz y síganla 1 Pedro 3:10-11.

El mundo necesita con urgencia pacificadores que sean testimonio de prudencia, vida y serenidad ante la confusión y el caos, no podemos seguir fomentando la hostilidad evadiendo e ignorando a los malos, el impulso del Espíritu Santo es hacer paz, pues el Padre sacrificó a su Hijo para reconciliarnos con El y con nosotros mismos, así que, como Pacificadores hijos de Dios, establezcamos enlaces con los demás a través de la oración, luego en la acción. Oremos para que se transforme el corazón cruel de los tiranos, para que se haga justo el corazón de los gobernantes, y para que miles de los que están en eminencia, y muchos del pueblo, tengan un encuentro con Cristo como lo tuvo el Apóstol Pablo que de perseguidor y asesino de cristianos, se convirtió en el instrumento más poderoso del evangelio en las manos de Cristo. Y el mismo SEÑOR de paz, nos dé siempre su paz en todas las formas. El SEÑOR esté con todos ustedes. 2 Tesalonicenses 3:16.

Un pacificador mantiene su pensamiento en Dios y su poder, mira de frente al enemigo, lo lleva en clamor al trono de la gracia con el anhelo de que el Todopoderoso lo transforme, aunque parezca imposible un cambio en defensa de la verdad, la justicia, la libertad y la paz, fomentemos las buenas relaciones con amor y cordialidad. Si se multiplican los pacificadores, disminuirán los crueles impíos y sus guerras. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera; porque en Ti ha confiado. Isaías 26:3.

Ser pacificador es algo sobrenatural, no es simplemente ser tranquilos y fáciles de tratar, tampoco es alguien que a toda costa evita los problemas; las personas facilistas que evitan problemas carecen de sentido de justicia, quizá tengan cierto carisma proyectando amabilidad y modales de buena educación, que por su puesto son necesarios, pero en el fondo es una falacia pues son personas que no se mantienen firmes, sino que son de doble ánimo, personas flojas y cobardes ante el conflicto. La paz de Dios gobierne sus corazones, porque a la paz fuimos llamados en un solo cuerpo; seamos agradecidos. Colosenses 3:15.

Como verdaderos pacificadores fuimos llamados a la paz que procede de Dios, no somos aplacadores de contiendas para posponer la guerra, la simpleza de evitar la guerra, podría ser algo injusto, que no crea paz, ni resuelve problemas. Un pacificador es alguien de quien se puede decir que a) es pacífico, desde un punto de visto de serenidad y paciencia ante la provocación y el ataque, algo que es fácil en el poder de Dios. b) busca la paz y trabaja por ella en forma activa y tangible. c) El pacificador no se angustia ni se queja, tampoco se queda impávido dejando las cosas como están, él busca soluciones, no le importa tanto el estatus sino la vida tranquila y en comunidad. d) se esfuerza en proyectar, crear y mantener bienestar entre personas, entre grupos y si le es posible, entre naciones. Misericordia, paz y amor les sean multiplicados. Judas 1:2

El deseo más importante del pacificador, es conseguir que todos los seres humanos estén en paz con Dios, se reconcilien con Él y se santifiquen en Cristo; esto implica ser testimonio de verdad, integridad y santidad, predicando con su propia vida; porque más que respetar y reclamar derechos, nos corresponde, conocer a Dios, vivir para Él y obedecer sus instrucciones con un corazón dispuesto, dócil, enseñable, nuevo y limpio. Aquel ser humano pobre y limpio de corazón, que llora por el pecador, que es manso, humilde y misericordioso puede ser un pacificador. Empecemos primero por nosotros cambiando y renovando el carácter en el espejo de Cristo y su palabra, antes de ir a ser pacificadores afuera. El fruto de justicia se siembra en paz por aquellos que son pacificadores. Santiago 3:18. Parafraseado.

El pacificador tiene una idea totalmente nueva de sí mismo, se considera servidor y no jefe, facilitador, no exigente  porque antes de ser pacificadores, debemos liberarnos de la tiranía del ego, ese yo viciado y contaminado, siendo como la semilla de trigo que cae a la tierra y muere, colocándonos en segundo plano con consideración y respecto al prójimo, Ser pacificadores es ser neutrales y gobernados por Dios, sin subjetivismos ni parcialidad, a fin de reconciliar las partes del conflicto. Esfuércense en mantener la unidad del Espíritu Santo por medio de la paz que nos une en Cristo. Efesios 4:3.

Un pacificador no es emocional ni está a la defensiva, tampoco sufre el síndrome mantequilla que se derrite con el más leve calor y esparce grasa contaminándolo todo y agravando los hechos. Humanamente hablando Jesucristo no sería candidato para el Premio Nobel de la Paz, Él dijo No piensen que he venido a traer paz a la tierra, sino espada. Mateo 10:34. Esto se debe a que siendo Dios  Él sabía que el concepto de paz estaría alterado tanto para sus hijos como para el mundo, pues la paz depende de la aceptación o el rechazo a su misión salvadora que enfrenta la incredulidad y la rebeldía del común de la gente; la mayoría rechaza el gobierno de Dios y la persona de Cristo negando que sea el SEÑOR y Rey del universo. El pecado mantiene a muchos en su condición más baja de aliados de satanás y enemigos de Dios repudiando toda relación con Él y su palabra. Pero mucha paz hay para los que guardan tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165.

Un pacificador se ocupa del reino de Dios y ve a los otros de forma objetiva, se interesa en ellos y trata de verlos a la luz de la enseñanza bíblica, puestos los ojos en Jesús; por lo tanto el pacificador no habla de los demás, aunque sean agresivos y difíciles, tampoco pregunta por qué son así, sabe que todavía están bajo el dios de este mundo, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia; siente misericordia por ellos, pues sabe que son esclavos del yo y de satanás, se compadece de esas personas, ora y ayuna por ellos. Porque ocuparse de la carne es muerte, pero ocuparse del Espíritu es vida y paz. Romanos 8:6.

Un pacificador sabe callar, evita el problema y tiene la lengua bajo el gobierno y dominio del Espíritu Santo, es una de las mejores formas de ser pacificador, cuando nos ofenden, aunque tengamos la tentación de contestar, no lo hacemos, callamos, tampoco repetimos los chismes, las críticas, ni las murmuraciones, porque comprendemos que las cosas negativas y desagradables que no bendicen no deben repetirse, sino ponerse en manos de Dios, al igual que nuestros cinco sentidos para que Él sea quien los controle, recordemos que el hombre natural es fuerte y trata de dominar siempre si no estamos sujetos a Cristo. Honra es del hombre evitar la contienda; pero el insensato se envolverá en ella. Proverbios 20:3.

Resumamos algunos aspectos importantes del pacificador: 1) se muestra proactivo y efectivo ante la ofensa y la crítica, calla, no responde, porque sabe que es el diablo el que actúa a través de la otra persona; 2) tiene compasión del ofensor y pide a Dios que lo libere de las garras de satanás, 3) entiende que esa persona necesita a Dios y busca la forma de ayudarlo, entonces se humilla y se acerca a él o ella; 4) toma la iniciativa de conciliar y pedir perdón, 5) trata con amabilidad a todos y hace lo posible por crear un ambiente armonioso entre las partes, 6)  trata de difundir la paz donde quiera que él se encuentre, 7) Es desprendido de las cosas materiales y aplica la generosidad. 8) Es una persona asequible con la gente y no busca el reconocimiento ni la promoción personal sino que valora al otro. Y como quieran que hagan los hombres con ustedes, así también hagan ustedes con ellos, Lucas 6:31.

Jesucristo colocó dentro de nosotros la paz de su Espíritu para que tengamos compañerismo unos con los otros. Él es nuestra paz y se humilló hasta la muerte de cruz; su paz es parte del Plan salvador para que vivamos felices, quieta y reposadamente en Él regalando sonrisas y una mano amiga. El SEÑOR te bendiga y te guarde; el SEÑOR te mire con agrado y te extienda su amor; el SEÑOR te muestre su favor y te conceda su paz. Números 6:4-26. Amén.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.

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