BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS
Porque ellos alcanzarán misericordia, Mateo 5:7
Vayan, pues, y aprendan lo que significa: misericordia quiero, y no sacrificios. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento, Mateo 9:13.
Con el misericordioso te mostrarás misericordioso.2 Samuel 22:6..
Por la bondad de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es su fidelidad, Lamentaciones 3:22-23.
Ser misericordiosos significa mostrar con nuestra actitud y manera de vivir, que nos parecemos a nuestro SEÑOR Jesucristo, y que somos conforme al corazón del Padre, el Hijo de Dios se hizo hombre para venir a salvarnos cuando el pecado nos hacía sus enemigos. El Hijo del Hombre en sus atributos divinos es benigno, clemente, bondadoso, fiel, compasivo, misericordioso y perdonador, Él vino a ser no solo nuestro Salvador, sino el amigo confidente, el libertador que nos rescata de la esclavitud del pecado y del lazo tirano diablo, el médico que nos sana y el Todopoderoso que nos da vida eterna; Jesucristo, el Unigénito del Padre en su vida terrenal mostró un corazón de hermano que expresaba afecto y ternura, solidarizándose con el dolor de los hombres y con la alegría de los niños, Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran, Romanos 12:15.
La misericordia es una virtud que nace del corazón de Dios, y que debe ser visible en los seguidores de Jesucristo, siendo templos del Espíritu Santo, solo con su llenura podemos hacer efectiva esta maravillosa característica divina que nos hace conforme al corazón de Dios como lo fue David. Sembrar misericordia en nuestros semejantes nos proporciona un estado de gozo, seguridad, confianza y fortaleza de que seremos auxiliados por el León de la tribu de Juda, frente al asedio del enemigo; es Dios quien pelea por nosotros, nos cuida y defiende porque Él habita en nosotros y nos rodea con su presencia y sus ángeles guerreros. La multitud de sus misericordias cada día nos lleva a solidarizarnos con la necesidad del que está afuera en el frío, bajo la lluvia y con el único techo del cielo y las estrellas para correr a socorrerlos y también ir a acompañar a aquel que aunque tiene un techo sufre otras necesidades donde requiere de una voz amiga que se interese en él. Ser misericordiosos es dar amor incondicional a todos, pues todos somos humanos necesitados, no solo en momentos de desgracia, sino debido a nuestra condición espiritual con un alma que debe ser guardada y protegida a cada instante para ser salva, Sean ustedes misericordiosos, como también su Padre es misericordioso. Lucas 6:36.
La misericordia es una luz que destella compasión y sensibilidad ante un mundo frío y cruel; una persona misericordiosa no se ofende fácilmente ante las palabras hirientes, sino que extiende un acto de bondad a favor del débil pecador, esto fue exactamente lo que nuestro SEÑOR Jesucristo mostró en el Calvario y mientras colgaba del madero al decir: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34.
La misericordia está escrita más de 250 veces en la Escritura, es un tema
relevante que en cada texto e historia nos revele el corazón de del Padre,
ratificando que Él no nos castiga como meceremos, y a la vez nos da muchas y
mejores bendiciones de lo que merecemos. Nuestro Maestro de Galilea la enseña en
el Sermón del Monte, como parte del carácter de sus seguidores, que muestran el
amor que Él mismo mostró con los que padecían miseria, debilidad, enfermedad,
pobreza, hambre, consuelo, solidaridad, y perdón de pecado para que
comprendamos la dimensión de haber sido justificados y recibidos sin merecerlo, Por la misericordia de YHWH no hemos
sido consumidos, porque nunca decayeron sus bondades para con nosotros,
Lamentaciones 3:22.
Esta bienaventuranza es para vivirla en la tierra y que redunde en la eternidad; nuestro amado SEÑOR Jesucristo escogió las bienaventuranzas con mucho cuidado, pues una lleva a la otra, ésta se desprende de todas las anteriores, todas están estrecha y lógicamente relacionadas, la que sigue con la anterior Jesús las pronunció frente grandes multitudes para resaltar y dar a conocer virtudes que pertenecen al reino de los cielos. Esto nos advierte que no sirve de nada ni edifica a nadie, si se toma el Sermón del Monte al azar o se independizan sus versículos tratando de entenderlos fuera de su total contexto. El amor y la misericordia me seguirán todos los días, y en la casa del SEÑOR habitaré para siempre. Salmos 23:6.
El plan del Eterno se deriva de su amor misericordioso por su pueblo, sabiendo que no podíamos hacer nada para llegar hasta Él y ser salvos, así nos marcó el camino a través de la cruz, con lo más puro y más amado, su Unigénito Santo; nos marcó como suyos y nos dejó su palabra para que vivamos cada día sus misericordias conociéndolo a Él. Tú SEÑOR, perdonas y eres bueno, y abundas en amor para todos los que te buscan. Salmos 36:5.
Hay una promesa de felicidad en cada bienaventuranza pero a la vez cada una de ellas nos somete a escrutinio con relación a nuestra personalidad y carácter, si no nos gusta alguna de ellas, quiere decir que estamos cojeando en el testimonio y podríamos ir en contravía a la persona que Cristo describe en el Sermón del Monte; Jesús todo el tiempo estuvo enfatizando que debíamos ser personas diferentes al común del mundo, no solo por las obras, sino especialmente por la clase de comportamiento ante los demás, y que seamos cada vez más semejante al Mesías Rey, Mateo 11:29. Porque la sabiduría de arriba es ante todo pura; también es amante de la paz, amable en todo momento y dispuesta a ceder ante los demás y está llena de misericordia. Santiago 3:17.
Cuando el Padre muestra su misericordia lo hace con firme intención y profunda intensidad, podemos ver que no es solo su soberanía lo que rige al universo, sino su infinita bondad. Para entender muchas cosas, es bueno que algunas veces seamos humillados, es bueno que yo me ponga delante del espejo, que muestra no solo lo que soy físicamente, sino que me lleva a pensar lo que realmente soy como persona diseñada por el Padre diseñó y al hacernos nuevas criaturas. Es por eso que el verdaderamente cristiano no se rebela ante la humillación, sino que se hace pobre de espíritu, manso y humilde, Te he puesto para luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra, Hechos 13:47.
El evangelio presentado por el SEÑOR, especialmente en el Sermón del Monte le da más importancia al carácter, la actitud y el comportamiento que a las obras, ellas ya fueron preparadas de antemano por Dios para que andemos en ellas; Dios mira nuestro corazón y la disposición que tenemos hacia Él y su palabra, también nuestras intenciones con la gente. Ser cristiano, es anterior a hacer cosas, somos nuevas personas antes de hacernos seguidores de Cristo, esto quiere decir que SER es más importante que HACER; por lo tanto, nuestra personalidad en lo que somos, es más importantes que lo que hacemos. Si somos realmente nuevas personas, el resultado serán las buenas y correctas acciones. Nuestra fe obediente actúa y se dirige desde la perspectiva de las bienaventuranzas, Pues con nuestra fe puesta a prueba, aprendemos a dar frutos de paciente perseverancia, Santiago 1:3.
La misericordia siempre perdona, así que ningún verdadero cristiano puede guardar rencor, odio o falta de perdón, de lo contrario es un transgresor que no puede esperar perdón de parte del SEÑOR. Dios ha elegido ser misericordioso con su pueblo. La misericordia es una expresión de lo que Dios es, y la profundidad de su amor por nosotros. Éxodo 34:6-7. Es tal tu compasión que no nos has destruido ni abandonado, porque eres Dios clemente y compasivo. Nehemías 9:31.
Vivir en la misericordia de Dios nos provee hermosos beneficios como la
paz, el amor, la alegría y la libertad para vivir; las bienaventuranzas nos
enfocan en la perspectiva de su amor que fluye a través de nosotros sus hijos;
si somos misericordiosos no solo se alegra nuestro corazón, sino el del Padre y
sin Cristo esto es imposible. La misericordia es una piedra angular que
sostiene nuestro caminar sin problemas relacionales. Cristo es la fuente de
nuestro accionar diario, y el que yo sea diferente, Él es el origen de
todas mis actitudes y acciones de amor. Sean amables unos con otros, tiernos, perdonándose
unos a otros, como Dios en Cristo nos perdonó. Efesios 4:32.
Ser cristiano es un asunto de seria responsabilidad y compromiso con Dios, toda nuestra vida es una expresión y proclamación de la realidad que debemos ser en Cristo: así como es Jesús, el cristiano también debe serlo; ser misericordioso significa tener el sentido de vida que tuvo Jesús, pero vivimos en tiempos tan peligrosos, que el pueblo no cree ni acepta lo que es de Dios, por lo tanto es rebelde, ingrato y necio; no acepta la disciplina, evita el castigo, el dolor y la corrección, nadie quiere hacer justicia por falta de la amorosa misericordia. Siempre que puedas, haz el bien a quienes lo necesiten, Proverbios 3:27.
Nuestra tendencia natural es actuar pecaminosa y egoístamente, solo con un corazón transformado podemos ser verdaderamente misericordiosos con las demás personas; es por la misericordia que podemos cumplir el mandato de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, así se perfeccionan nuestras relaciones sobre la base del perdón, el respeto, la paz, la alegría y el compañerismo. La misericordia y la verdad van de la mano, la misericordia es compatible con la gracia. Por eso Pablo saludaba en sus cartas diciendo: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo, 2 Timoteo 1:2.
La gracia es hacia el hombre pecador, la misericordia es hacia el hombre en miseria. En tanto que la gracia mira la miseria del pecado, la misericordia contempla las consecuencias y desdichas del pecador para ir a socorrer y dar luz de vida, Así que según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe, Gálatas 6:10.
Misericordia es realmente un sentido de piedad con un deseo profundo de querer aliviar el sufrimiento de otro; es compasión acompañada de acción. Por eso el cristiano tiene siempre un sentido de bondad que nos lleva a preocuparnos por la desdicha de otros seres humanos queriendo mitigar su dolor, aún con aquel que nos ha ofendido y ha causado dolor. Podemos darnos cuenta si somos o no misericordiosos por lo sentimientos que albergamos hacia otras personas. Si te han ofendido y quieres reclamar tus derechos y hacer que se cumpla la ley, esto es una antítesis a la misericordia. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Proverbios 3:3-4.
La misericordia no alberga venganza, sino indulgencia, no alberga odio, sino perdón, no alberga amargura sino clemencia para los ofensores y enemigos cuando ellos se hallan en tiempos de angustia. Eso fue lo que Jesús quiso decir con: Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica. A todo el que te pida dale, y si al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames, Lucas 6:29-30. La misericordia siente dolor y acude socorrer, aún si son los enemigos en momentos de sufrimiento. Jesús nos enseña misericordia cuando narra la parábola del Buen samaritano en Lucas 10:25-35.
El misericordioso siente dolor y desea auxiliar a las víctimas, cruza el camino, corre la milla extra, se acerca al herido, lo atiende, lo carga y lo lleva para ser sanado. El misericordioso no se queda solo en la compasión, sino que se esfuerza por hacer algo más que mitigue el dolor del que sufre, se esfuerza y lucha por cambiar la situación del necesitado, Si hay algún pobre entre tus compatriotas en alguna ciudad del país que el SEÑOR te da, no seas inhumano ni le niegues tu ayuda porque él te necesita, Deuteronomio 15:7.
El ejemplo supremo de misericordia está en nuestro Padre celestial al enviar a su Hijo a este mundo a morir en nuestro lugar para perdonarnos y salvarnos. Él vio nuestro lamentable estado, vio nuestro sufrimiento y se dolió, y aunque habíamos transgredido su ley, se ocupó de nuestra condición con su justicia, misericordia y verdad. Eso lo entendió Zacarías el padre de Juan Bautista, por eso dio gracias a Dios, de que hubiera venido el Mesías prometido, Lucas 1:67-79. El Creador contempla al ser humano en su condición miserable y pecaminosa compadeciéndose de él. Así su gracia se convierte en misericordia, Él nos salvó sin que nosotros hubiéramos hecho nada bueno, sino por su pura misericordia, nos lavó y nos regeneró, dándonos nueva vida por el Espíritu, Tito 3:5.
En la parábola de los dos deudores, Mateo 18:23-35, el amo tiene misericordia de su siervo y le perdona la deuda, pero el siervo no perdonó a su consiervo, sino que lo llevó a la cárcel por una deuda mucho menor que la de él con su amo, aunque oyó sus ruegos, no quiso perdonar, por eso finalmente ese siervo implacable fue entregado a sus verdugos y puesto en la cárcel hasta que pagara toda la deuda. Nuestro Señor Jesús termina diciendo que también el Padre hará lo mismo con todo aquel que no perdone de corazón porque eso es falta de misericordia.
Soy pobre de espíritu porque me doy cuenta que en mí no hay justicia y por lo tanto nada valgo ante el misericordioso Dios de amor. Lloro por el pecado que hay en mí y porque lo veo en otros, soy manso, y si lo soy, nadie logra herirme, nadie logra ofenderme, nadie logra decir algo odioso contra mí, por eso tengo hambre y sed de justicia, para ser justo delante de Aquel que me reconcilió y me dio una nueva naturaleza saciándome con su amor misericordioso y compasivo, Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayuda en el momento que más lo necesitemos, Hebreos 4:16.
Si alguien aún no ha entendido la gracia y la misericordia de Dios, entonces todavía está apartado de Cristo, sigue en sus delitos y pecados y aún no ha sido perdonado, Oh Señor, ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:31.
La pregunta es: ¿Eres misericordioso o eres juez?
¿Tienes compasión por los pecadores, incluso cuando te ofenden, o reclamas que reciban su castigo?
¿Sientes compasión por todos los que son víctimas del mundo, de la carne y satanás o los miras con desprecio y condenas?
Esto nos golpea como una piedra a nosotros mismos, para decir luego: Jehová, no me reprendas en tu
enojo, ni me castigues en tu ira. Ten misericordia de mí…Salmos 6:1-2a. Escudríñame
oh Señor, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Porque tu
misericordia está delante de mis ojos, y ando en tu verdad. Salmos 26:1-3. Has
escudriñado mi andar mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; Y
ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno, Salmos
139:1-3 y 23-24. Amén
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y
verdadero y servidora de su reino.
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