BIENAVENTURADOS LOS MANSOS
Porque ellos recibirán la tierra por heredad, Mateo 5:5.
Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí que SOY manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma, Mateo 11:29.
Moisés era un hombre manso, más manso que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra, Números 12:3.
Para empezar, sería bueno entender qué es mansedumbre o quien es una persona mansa, no es debilidad, ser menso ni tampoco cobardía, la mansedumbre es una característica propia del carácter noble, sencillo y moderado que domina la reacción de las emociones y la ira con su explosión y desórdenes ante el ataque, la crítica y el rechazo. El Salvador mostró ese tipo de personalidad sencilla, calmada y serena cuando entró a Jerusalén montado en un burro, por eso tuvo la autoridad para decir: Tomen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí que SOY manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma, Mateo 11:29.
Ser mansos es reconocer que el poder y la autoridad no son cuestión para manejar la fuerza, sino mantenernos ecuánimes y firmes en la verdad y el amor; la persona mansa respeta, considera y cuida el trato con los demás, reconociendo el lugar de dignidad que a cada uno le corresponde. Una persona mansa es sabia en su relación con los semejantes, trata bien a todos porque quiere ser bien tratado, relaciones sin orgullo, hipocresía ni altanería. Para ser mansos, primero debemos ser pobres de espíritu. Los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz, Salmos 37:11.
Esta bienaventuranza es una descripción perfecta para el carácter dócil y bueno que debiera tener un verdadero cristiano, es totalmente opuesta a todo lo que el hombre natural piensa y actúa; una persona mansa es enseñable, respetuosa, amable y con dominio propio, acepta órdenes, recibe encomiendas y lleva a cabo una tarea con obediencia, responsabilidad y espíritu de servicio. Una persona mansa posee una gran fuerza interior y una enorme convicción de principios porque antepone el alterego del yo, pensando y poniéndose en el lugar del otro con empatia y cordialidad; el manso con su actitud altruista tiene poder para evitar o enfrentar conflictos con valiente y paciente calma. El Señor nos enseña que la conquista del mundo, el gozar de un lugar digno en la sociedad y ocupar una posición de honor en el universo, se logra siendo mansos, es decir, siendo serenos, tranquilos y con actitud de autocontrol…Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor. Efesios 4:2.
Los judíos en su mundo natural esperaban un conquistador de carne y hueso, un osado y altanero guerrero que montado en un brioso corcel mostrara dominio y poder para liberarlos del yugo romano; esa es exactamente la idea de mucha sociedad, imaginando que dominar y tener poder lo es todo; este error de conceptos, hace que el mundo se desenvuelva compitiendo, envidiando, odiando y codiciando, razón por la cual los líderes del mundo quieren pasar por encima de lo que sea para lograr sus insanas ambiciones. Los gobernantes en medio de las naciones son como lobos que desgarra la presa, derramando sangre y destruyendo vidas para obtener ganancias injustas. Ezequiel 22:27…Son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y corre tras sus dádivas. No defienden al huérfano, ni la causa de la viuda. Isaías 1:23.
Dios nos ofrece una gran promesa: Bienaventurados, dichosos, felices y plenos son los mansos, porque son ellos los que tendrán la tierra por herencia; fue lo que escribió el salmista inspirado por el Espíritu Santo, pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra, Salmos 2:8. Tanto el salmo como la bienaventuranza, exhiben características de la personalidad y carácter de Jesús, por su puesto aplicable a sus seguidores, lo cual nos recuerda que el cristiano es completamente diferente al común del mundo, es una diferencia en calidad y esencia con la cual estamos llamados a ser portadores de la gloria de Dios. Y yo mismo, Pablo, les ruego por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo, que soy manso cuando estoy delante de ustedes, pero osado cuando estoy ausente. 2 Corintios 10:1.
La mansedumbre es un gajo del fruto del Espíritu, lo que nos indica, que
ser mansos no es posible por nuestros propios medios, es algo que emana de Dios
a nuestro corazón desde que empezamos a ser nuevas criaturas, nuevas personas, y
completamente diferentes a al mundo terrenal; esto el mundo no lo puede entender, porque le es una locura, razón por la cual las bienaventuranzas están puestas al comienzo de las enseñanzas de Jesús, para que tengamos una idea de lo que es el reino de Dios. Una persona mansa es accesible y abordable porque muestra un carácter sin altivez ni vanidad. Su bondad sea conocida de todos los hombres. El SEÑOR está cerca. Filipenses 4:5.
Por todas las edades, el mundo ateo y las personas sin Dios han tenido la idea que la soberbia del autoritarismo debe ser impuesto para conquistar, dominar y manipular; en sus mentes torcidas hay arrogancia y altivez de espíritu, son poseídos por un fuerte afán de poder, porque aman las riquezas y hacen todo por la fuerza, el fraude y la violencia, algo totalmente opuesto a las enseñanzas de Cristo. El SEÑOR es excelso, y tiende al humilde, pero al altivo mira de lejos. Dios resiste a os soberbios y da gracia a los humildes. Salmos 138:6-7.
Con esta bienaventuranza Jesús descarta del todo el pensamiento intelectualista avasallador y materialista del mundo. Él dice: YO no SOY así y mi reino tampoco. No son los violentos, ni los soberbios, ni materialistas, ni los poderosos millonarios los que poseerán la tierra, serán los mansos los que la hereden; asombrosamente una parte de la iglesia de hoy se opone a esta bienaventuranza, porque se asocian, se organizan y crean empresas, clubes, etc., creyendo que así combaten al mundo, en vez de mostrar con sus vidas el carácter de Cristo y el fruto del Espíritu, 2 Timoteo 2:24-26.
Dios insiste en la unidad porque el cuerpo unido podrá enfrentar al enemigo que está bien organizado dividiendo, sembrando mentiras, odio, engaño y manipulación. La unanimidad de espíritu en almas limpias y miembros mansos dependientes de la Cabeza, hará que el mundo cambie y la congregación del Eterno ocupe el lugar que le corresponde, tomando posesión de la tierra fructificando y multiplicando para el reino de Dios; los mansos sufren con paciencia el rechazo, la humillación y la persecución sin irritarse ni resentirse, El SEÑOR espera tener piedad de ustedes, Él se levantará para tener compasión. Él es Dios de justicia; bienaventurados son todos los que en Él esperan…No lloren más. Ciertamente el SEÑOR se apiadará al clamor de su voz, cuando los oiga, les responderá. Isaías 30:18-19.
Bienaventurados, dichosos, felices y plenos son los mansos porque confían y esperan en Dios, no así los que confían en personas, gobiernos y organizaciones, tampoco los que confían en sus fuerzas, ni en su capacidad personal. A Gedeón, Dios le redujo el ejército a 300 hombres, pero le dio la victoria, a David lo reprendió cuando censo al pueblo porque éste miraba su obra y el poder de su fuerza para defenderse de los enemigos. Dios no trabaja con multitudes, aunque hace milagros entre la multitud; Cristo escogió solo a doce y envío a 70; Él se mueve con los pocos mansos, pobres de espíritu y humildes que se sujetan, confían, esperan y se rinden a Él. Todo el Sermón del Monte nos muestra el método de Dios para hacernos efectivos en su reino y herederos de bendición, Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra, Números 12:3.
Cada palabra que Jesús pronunció, en el Sermón del monte contiene el postulado fundamental acerca de una vida que le pertenece a Dios, hombres y mujeres de Dios con espíritu dócil, tierno, apacible, sereno, amable, respetuoso, sencillo y lleno de amor, gente que se duele de otros y de su propia condición pecadora. A medida que el Señor avanza en sus enseñanzas, se van haciendo cada vez más difíciles para el ser humano que razona y pone lógica a lo espiritual de Dios, porque para muchos la mansedumbre les resulta humillante y denigrante. Pero Jesucristo demostró mansedumbre aguantando todo tipo de injurias, en silencio y sin quejas, incluso al ser sacrificado como un Cordero. Isaías 53:
La primera Bienaventuranza, Pobres en espíritu, nos lleva a reconocer nuestra necesidad de Dios a causa de la debilidad e incapacidad, la segunda nos enfoca en el amor por los perdidos; son principios para el carácter cristiano que no solo nos ponen de frente con los Diez Mandamientos y la ley moral de Dios, sino que nos enfoca en la vida misma del Salvador. Si tú sigues confiando en ti mismo, en tu conocimiento, en tus fuerzas y en tus alcances, si tú no clamas por la salvación de otros, entonces no eres un verdadero cristiano. Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, pero a los humildes (mansos) dará su gracia. Proverbios 3:34.
La mansedumbre nos lleva a aceptar que lo que el Creador permite para nuestra vida, es para nuestro bien. Pablo cuando fue derribado de su caballo que representa la fuerza humana, quedó ciego representando la ceguera de la ley sin la gracia, pero estuvo al frente del Salvador que lo transformó, allí pudo levantarse y reconocer que era pecador necesitado, ese encuentro lo marcó y lo hizo un hombre pobre de espíritu y manso para reconocer que era hombre débil, que lo que él creía bueno, en verdad no lo era y dijo: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias a Dios cuando nos baja del caballo de la arrogante autosuficiencia y nos derriba del ego independiente para acudir a Él constantemente, Entre los mansos están los Intercesores, los que claman y lloran suplicando salvación para la humanidad y la transformación de los pecadores. Los mansos no luchan contra la voluntad de Dios, viven con la expectativa de aprender algo y ganar experiencia y madurez, postrados ante el trono de la gracia. Busquen a YHWH todos los mansos de la tierra, practiquen el derecho, y busquen la justicia, y la humildad; tal vez sean protegidos en el día de la ira de YHWH, Sofonías 2:3.
La actitud mansa de Abraham lo hizo interceder por Sodoma y Gomorra, también es un cuadro maravilloso de mansedumbre, al permitirle a Lot elegir la tierra que él quería para vivir, Abraham no murmuró, ni se quejó, le dio libertad a su sobrino para elegir y él quedarse con otra parte de la tierra. Si examinamos la vida de Moisés, el hombre más manso de la tierra, vemos la tendencia a tolerar al pueblo criticón y amenazador, aunque estuvo en la corte de Faraón como hijo de la princesa, no lo consideró valioso al hacerse pastor de las ovejas de Jetro, en su corazón estaban los principios de Dios enseñados por su madre y el amor por su pueblo, por eso se humilló ante la voluntad del Padre y soportó muchas cosas. Es mejor ser humilde y vivir con los pobres que compartir riquezas con los orgullosos, Proverbios 16:19.
Otro gran ejemplo está en David respecto a Saúl, aunque éste lo perseguía para matarlo, reconocía que Saúl era el ungido, por eso soportó la persecución y las injusticias de este rey. Tuvo varias oportunidades para liberarse de él, sin embargo, reconoció en todo a Dios y le respetó la vida a Saúl. David se angustiaba por las injusticias y el sufrimiento, pero se mantenía bajo control porque poseía la gracia del Padre y el fruto de su Espíritu, aprendemos a ser mansos al convencernos y creer que el mal que otros nos hacen son permitidos por Dios para propósitos superiores, como podemos recordar con el caso de José, Génesis 45:3-8.
Jeremías era manso, soportó tener que dar un mensaje poco común e inusual para la congregación de Dios, tuvo que confrontar la verdad acerca de la clase de vida que tenía el pueblo, dijo lo que Dios quería, no lo que el pueblo quería oír ni hizo lo que quería hacer. Tuvo que aislarse para no hacerse jefe dirigente ni cooperador de ellos, prefirió hacerse siervo de Dios, llorando amargamente por la maldad del pueblo y los juicios de Dios, le dolía al profeta tal situación, ellos eran su pueblo. Tito 3:2.
El ejemplo supremo lo tenemos en nuestro Salvador Jesucristo, su amor, su entrega, despojarse de su posición de Dios y con mansedumbre venir a salvarnos y afirmar: Vengan a Mí todos los que están cansados y agobiados y YO les daré descanso. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí que SOY manso y humilde de corazón, y hallarán reposo en su alma, Mateo 11:28-29.
Vemos en toda su hermosa vida, pobreza de espíritu al obedecer y depender del Padre; la mansedumbre y humildad que mostró Jesús con quienes lo rodeaban, su reacción frente al dolor de los otros, su manera de sufrir la persecución, la mofa, la ofensa, el sarcasmo y la acusación mentirosa hasta el suplicio de la cruz y su muerte. El salmista escribió de Él: No gritará, no alzará su voz ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña resquebrajada, ni apagará la lámpara que poco humea, conforme a la verdad, traerá la justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que haya implantado en la tierra la justicia. Las costas esperan su ley, Isaías 42:1-4.
La venida de Jesús no fue para pisotear al pequeño ni acabar con las pocas fuerzas del débil, tampoco vino a forzar a la gente para que lo escuchara, tampoco vino a gritar ruidosamente, Él llegó silencioso y sencillo a un pesebre y entró mansamente sobre un pollino, como el Salvador tierno y perdonador que da libertad a quien decide su destino en Él, trayendo salvación con lazos de amor y cuerdas de misericordia a todo aquel que le cree y se dispone para Él. Colosenses 2:12-13.
No consideró su prerrogativa de ser igual al Padre, no se aferró a ese beneficio, sino que descendió de su posición de Dios y se hizo semejante al ser humano para venir a servir y dar su vida por todos. Esto es verdadera mansedumbre y genuina humildad. Esta es la cualidad de mansedumbre del fruto que Él estableció y nos mandó: Aprendan de Mí que SOY manso y humilde de corazón; esta virtud es un mandato que los cristianos tenemos que aprender y vivir, no es una disposición natural, es producida por el Espíritu Santo y debemos procurarla.
La mansedumbre es fortaleza, que produce autoridad y poder como defensores de la verdad, la libertad y la vida. Los mártires fueron mansos, pero no débiles ni cobardes, fueron personas valientes, determinadas y con carácter. Un cristiano manso domina los labios, el carácter, las emociones y la lengua, no dice cosas que tenga ganas de soltar. El manso tiene el concepto sano y equilibrado de sí mismo, no se impone ni busca lo suyo, tampoco exige derechos, ni que lo tengan en cuenta, no busca privilegios, ni bienes y mucho menos status, no es susceptible a sus propias necesidades ni intereses personales, sino que pone por encima a los otros. ¡Esto es locura para el mundo natural, que reclama derechos! ¿verdad? Pero para el cristiano es una exigencia en su carácter de santo. Proverbios 19:11,14:29 y 25:21.
Un cristiano manso vive sorprendido de que Dios y los otros piensen bien de él y de que lo traten tan bien como lo tratan, es necesariamente benigno y bondadoso. Es una persona asequible, no critica, no condena, no polemiza, no es conflictivo, es amoroso, comprensivo y es paciente, esto produce alabanza de Dios: Se vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, Filipenses 4:12-13.
Los mansos ya han heredado la tierra, por lo tanto, ellos son los que van a juzgar al mundo y a los ángeles, 1 Corintios 6:1-4. Si sufrimos, también reinaremos con Cristo, entonces yo debo ser manso y paciente, porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido, Lucas 14:11.
Padre ayúdanos a ser mansos y humildes como Tú Hijo amado nuestro Señor Jesucristo, Amén.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y
verdadero y servidora de su reino.
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