BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN
Porque ellos serán consolados, Mateo 5:3
El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas. Salmos 126:5.
Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después, Romanos 8:16.
Por eso, teniendo a nuestro alrededor tan gran nube de testigos, dejemos a un lado todo lo que nos estorba, y el peso del pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, fijemos los ojos en Jesús, porque de Él procede nuestra fe, y Él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esta muerte, porque sabía que después de su sufrimiento, tendría gozo y alegría, para sentarse a la derecha del Padre, Hebreos 12:1-2.
En esta segunda bienaventuranza que el SEÑOR nos presenta, pareciera que hay una contradicción al decir dichosos los que lloran, pero la verdad es de fondo espiritual; el mundo es un valle de dolor y sufrimiento, lo sabemos desde Genesis, por eso el ser humano llora muchas veces por diversas razones, Génesis 42:23-24. Unas veces lloramos por dolor físico o por enfermedad, algunas personas lloran de impotencia y de rabia, también podemos llorar por las consecuencias de malas decisiones, y en ocasiones las penas se vuelven crónicas por no resolver los asuntos; sin embargo, esas no son las lagrimas de las que el SEÑOR habla en esta bienaventuranza, Génesis 28:38.
Llorar es parte de la vida y hasta lloramos de alegria; en ocasiones cuando lloramos se tranquiliza el alma porque hacemos catarsis descargando así nuestro ser en mayor o menor grado, aliviando el dolor físico o emocional para volver a sonreír. Pero hay un dolor que es espiritual y quebranta todo nuestro ser, es ahí cuando nuestro Padre celestial acude a consolarnos, es mientras oramos en medio de las lágrimas: el momento en que lloramos arrepentidos porque le hemos fallado a Él, nos duele y pedimos su perdón; también son esas lágrimas cuando nos solidarizamos con el dolor de otros, o nos duele ver a miles perdidos y oramos llorando por su salvación, es a esto que se refiere el SEÑOR cuando dice, Bienaventurados los que lloran porque serán consolados. Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta oído a mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy delante de ti, peregrino como todos mis padres. Salmos 39:12.
Ningún pajarillo cae a tierra sin que el Creador lo note, lo vemos en Génesis 21:17, referente a la situación de Agar e Ismael en el desierto, también con Ana que lloraba a Dios en el templo por un hijo y Dios le dio a Samuel. 1 Samuel 1:1-17. El mundo evita el sufrimiento inventando cosas para evadir el dolor, pero el cristiano enfrenta, esta es una característica que nos hace diferentes; filosóficamente se dice que debemos hacer todo lo posible para darle la espalada a todo lo que implique sufrimiento. Los medios trabajan arduamente promocionando el dinero, las riquezas, el placer y el poder mental de cosas positivistas para tener una vida sin esfuerzo y sin tristezas, algo totalmente contrario a lo que Jesús enseñó y vivió. El Maestro divino también lloró ante la tumba su amigo y al ver el pecado de la ciudad, Lucas 19:41 y Juan 11:35.
En la mayoría de sus discursos, Jesucristo aseguró que los que primero lloran, luego reirán, es una promesa de gozo y felicidad para los que lloramos; nuestro Salvador hablaba en términos espirituales. Él no se refiere, al cualquier clase de llanto, como las lágrimas de cocodrilo que manipulan, Jesús se refiere al llanto del alma por un dolor que acongoja el espíritu, son las lágrimas de arrepentimiento y el dolor que sentimos por la tragedia del pecado, algo que no es muy evidente hoy debido al estilo de vida superficial y amoldado del mundo; el llanto espiritual surge desde las entrañad suplicando la salvación de las almas porque nos duele mucho su condición sin Dios, y nos dolemos con el que sufre, como cuando nos sentamos al borde del lecho de un enfermo grave o un moribundo. El Padre se fija en cada suspiro y malestar que nos sucede y nos causa dolor; llorar es una forma de desahogarnos, pero más importante es llorar para expresar solidaridad, piedad, bondad, misericordia y afecto como una posición altruista y de alteridad, lo cual consolida el amor de la familia y los amigos, pero también atrae vidas. Así Él pone nuestras lágrimas en su redoma. Salmos 56:8.
Necesitamos rescate al estilo de vida piadoso, limpio, misericordioso y sufrido como lo experimentaba Jeremías sintiendo dolor por su pueblo perdido y la dureza de su corazón, Jeremías 4:19-21. También los primeros cristianos lloraron por el martirio y la persecución, pero al mismo tiempo ellos conservaron un carácter vivo y alegre para compartir la palabra, no era algo meramente superficial de apariencia era amor de Dios en los corazones; Ezequías era un enfermo terminal, pero cuando se arrepintió y lloró a Dios, Él le respondió: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas¸ he aquí que YO te sano, al tercer día subirás a la Casa del SEÑOR, y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de manos del rey de Asiria…2 Reyes 20:5-6. ¡Increible que el arrepentimiento de un gobernante pueda salvar su nación del enemigo!
El pueblo de Dios tiene que llenarse de amor para dejar la superficialidad, la fríaldad y la indiferencia, dolerse y llorar en oración por los pecadores para que no caigan sigan cayendo tantos al infierno, orar con lágrimas que broten desde el espíritu, pero a veces ni siquiera nos dolemos por los hermanos que padecen hambre y necesidad de ser oídos, consolados y saciados; esto sería comprensible para un seguidor de Jesús: Dios hecho Hombre estuvo dispuesto no solo a llorar, sino a sufrir y padecer por nuestros pecados, ¿Por qué no nosotros? Quizá nuestra oración y nuestras lágrimas rescate a alguno de las garras del diablo. Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda sus heridas. Salmos 147:3.
Algunos quizá lloren de rabia y venganza por eso respiran odio, malas acciones e impotencia, tienen una herida abierta que supura en su corazón, debido a que tienen problemas sin resolver y se han alejado de su Creador; vayamos por ellos en oración y juntos seremos consolados, si lloramos por su cambio y su salvación. He visto sus caminos, pero Yo los sanaré; los guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran. Isaías 58:18.
Llorar por los pecadores y los que sufren no es algo que se enmascare, son sentimientos reales, visibles, nobles y profundos cargados de amor que nace de nuestro ser, hacia el que necesita ser salvo, liberado y ayudado; en gran medida la falta de sensibilidad, piedad y compasión se debe precisamente al defectuoso corazón que nos ha dejado el pecado, y que nos impide experimentar la naturaleza del amor y el gozo que son fruto del Espiritu cristiano para servir y hacer el bien. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Romanos 12:15. Bienaventurados somos porque recibiremos recompensa.
Nos cansamos del pecado porque sus consecuencias dolorosas vienen y van, pero es bonito cuando el arrepentimiento nos hace llorar anhelando ser buenos, que lo que digamos y hacemos no dañe a nadie ni a nosotros mismos; necesitamos tener un total compromiso con Dios y un verdadero abandono a la vida licenciosa para que lloremos pero de gozo ante la presencia del Santo; la idea que existe acerca del gozo y la felicidad que Dios otorga, necesitan ajustarse a lo que enseña la Escritura, para que no hayan personas superficiales e insensibles, que se manejan por emociones y por apariencia, Dios demanda amor sufrido y verdadero de sus redimidos. El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita,, no guarda rencor…todo lo sufre…todo lo soporta… Corintios 13:4-7.
Tener desfasados los conceptos bíblicos acerca del pecado, la salvación, el gozo, el sufrimiento, las lágrimas, la ley y la gracia, han desubicado la vida de muchos creyentes, lo cual redunda negativamente para ganar almas y hacer discípulos, algo que se evidencia y se refleja en el cuerpo de Cristo. Necesitamos ser pobres en espíritu y llorar por los perdidos para que todos seamos consolados; esto implica negarse a nosotros mismos para ser saturarnos de la dulce presencia del Espíritu Santo y portadores de su gloria atrayendo corazones. Pues por la mucha aflicción del corazón, les escribí con muchas lágrimas, no para entristecerlos, sino para que conozcan el amor especial que tengo por ustedes. 1 Corintios 2:4.
Ser conocedores de la verdad y convencidos de los fundamentos, es un camino por recorrer después de la conversión para vivir y disfrutar consolación, amando a Dios y compadeciéndonos del prójimo hasta las lágrimas, esto nos permite experimentar la verdad del gozo verdadero en Cristo, como una parte del carácter pulido de un verdadero cristiano que llora por las naciones y consuela a los perdidos. YHWH nos consuela de todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en angustia, con la consolación que somos consolados en Cristo. 2 Corintios 1:4.
Nuestro Salvador llora por la ciudad porque Él no quiere que sufran a causa de su rebeldía y su pecado, les hace ver que la condición de vida que llevan les traerá destrucción y muerte, aquí hay profundidad de esta bienaventuranza, Jesús lloró por el presente del pueblo, no por su pasado, los ojos de ellos estaban vendados y su corazón como una piedra, Lucas 19:41-44. Dichosos, bienaventurados somos cuando lloramos ante la miseria y el cáncer del pecado de la humanidad, seremos consolados porque nuestra tristeza es según Dios para salvación. Ahora me alegro; no por la tristeza que les causo, sino que esa tristeza los hizo volverse a Dios. Fue una tristeza según la voluntad de Dios, nosotros no les causamos ningún daño. 2 Corintios 7:9.
La ceguera espiritual incapacita a la gente para ver su pecado y ser salvos; era necesario que nuestro Salvador fuera varón de dolores, con el rostro desfigurado por el dolor al experimentar el quebranto como lo dice Isaías 53; como discípulos de Cristo e hijos de Dios no estamos exentos al sufrimiento y el dolor, nos lleva trabajo, tiempo y lágrimas nuestra transformación y purificación para que nuestra naturaleza y carácter cada día sean más parecidos al de Cristo, consolados de saber que un día el pecado llegará a su fin porque el Espíritu del SEÑOR gobierna sobre nosotros y nos sujetamos y sometemos al Padre, Isaías 61: 1-4.
En Getsemaní vemos al salvador sufriente, entonces ¿qué de nosotros? El Apóstol Pablo también sufría en su lucha contra el pecado, este apóstol como el resto de apóstoles del NT, eran realmente santos, cristianos genuinos, que sufrían a causa del evangelio, Mejora es llorar que reír, porque con la tristeza y las lágrimas se repara el corazón, Eclesiastés 7:3. Nuestras lágrimas según Dios serán reemplazadas por óleo de alegría, Isaías 61:3 y Hebreos 1:9.
Cuando le fallamos a Dios, lloramos y reconocemos nuestra condición frágil de pecadores débiles necesitados del fuerte Dios, Hacemos el mal que no queremos hacer, Romanos 7:19-20. Gemimos por el pecado del mundo, Por eso suspiramos mientras vivimos en este tabernáculo, pues quisiéramos mudarnos ya a nuestra casa celestial; y aunque seamos despojados de nuestro vestido, no queremos estar desnudos. Mientras vivimos en este cuerpo, suspiramos afligidos, porque no quisiéramos ser despojados, sino revestidos de lo espiritual y que lo mortal no esté ya más, sino que seamos absorbidos de la vida nueva, 2 Corintios 5:2-4.
Llorar es propio de los pobres en espíritu porque las fallas nos hacen doler el corazón arrepentidos. ¿Por qué me enojo fácilmente? ¿Por qué no soy paciente? ¡Necesito controlarme! Esto nos oprime el corazón y nos constriñe el alma, esta es la realidad del cristiano genuino. Si a ti no te gusta esta enseñanza, ni sientes malestar, temo decirte que no formas parte de esta bienaventuranza, por lo tanto, no eres espiritual y necesitamos más de Cristo y menos de ti.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados, y aunque el pecado rompe nuestra comunión y nos aleja por momentos del SEÑOR, el dolor y el arrepentimiento nos hacen volver a Él para encontrar paz y felicidad. Los sufrimientos del tiempo presente no son nada comparados con la gloria que tendremos y nos será revelada por nuestro Señor Jesucristo, Romanos 8:18. Somos consolados con su bondad, su favor, su perdón, su gracia, su amor y sus bendiciones.
Sufrimos por los que pueden quedarse, cuando Cristo vuelva, pero nos consuela saber que el pecado, el mundo y el diablo serán totalmente destruidos. Si alguien no cree esto, ¿Qué esperanza puede tener? Al mundo sin Cristo no le queda ninguna esperanza. Según Jesús, el que llora es una persona apesadumbrada, pero no malhumorada, alguien triste pero no infeliz; alguien serio, pero no amargado, sobrio, pero no un ogro, templado pero no frío ni lejano; como Pablo dijo: Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre y en todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Cristo se manifieste en nuestras vidas, 2 Corintios 4:7-10.
Al cristiano genuino lo acompaña la cordialidad y el atractivo de la gracia por el Espíritu Santo que vive en él; es alguien que vive la realidad con serenidad, seriedad, responsabilidad, con los pies en la tierra pero la mente en el cielo de Dios, porque comprende la vida es perspectiva espiritual, y aunque sufre también disfruta su travesía con Cristo y el Espíritu Santo, mostrando a Cristo y se comporta como si Él estuviera en su lugar, en el mundo hay aflicción pero Cristo ha vencido. Juan 16:33.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
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