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14 sept 2015

HUMILDAD QUE TRAJO SALVACIÓN Y VIDA.

LA HUMILDAD ESTÁ REPRESENTADA EN EL SEÑOR JESUCRISTO PARA NUESTRO EJEMPLO.

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable, de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. Colosenses 3:12.

 

Por el encargo que Dios en su bondad nos ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo como si fuera más que los demás, más. Sino que cada uno piense de sí mismo con moderación, según los dones y la fe que Dios ha dado a cada uno. Romanos 12:3.

 

No se interesen tanto por la belleza externa, sino por la interna, la del Espíritu, la belleza de un corazón incorruptible con un espíritu suave, humilde y amable; esa belleza vale mucho más delante de Dios. 1 Pedro 3:3-4.

 

Bíblicamente, si observamos el texto bíblico desde Génesis hasta Apocalipsis, nos damos cuenta que la humildad son más que obras y presencia humana, bíblicamente humildad es tener un carácter santo e íntegro como el de nuestro SEÑOR Jesucristo; es decir, y según lo que he podido aprender directamente del SEÑOR y de la Escritura, la humildad nace del corazón y se vive espiritualmente como resultado de nuestra comunión con el Espíritu Santo, la amistad con Jesucristo y el navegar en las aguas de la palabra, para llegar a ser esa clase de personas que Dios aprueba por la sencillez del corazón, una cálida calidad humana que ama a todos sin hacer acepción de personas.

 

Un verdadero hijo de Dios redimido en Jesucristo imita a su Maestro, que sirve al necesitado que tiene cerca, a pesar de que tengamos limitaciones, debilidades y defectos; porque si somos humildes habrá disposición de corazón y pobreza de espíritu para servir con generosidad sin esperar que los demás nos devuelvan lo servido, pues consideramos a nuestro prójimo personas valiosas por haber sido creados a imagen de Dios, todos con capacidades, dones, virtudes y talentos, y que por dicha razón todos somos dignos de respeto y de tratarnos bien. Siempre humildes, pacientes, amables, afectuosos y tolerantes con todos. Efesios 4:2.

 

Solo podemos ser humildes cuando hemos nacido de nuevo porque Jesús nos da de su Espíritu y uno de los gajos del fruto del Espíritu es la humildad, así es que llegamos a vernos a nosotros mismos como dijo Jesús, pequeños así mismos, pero superiores a los demás para ser sus servidores, atendiendo sus necesidades, ayudarlos, y así ser instrumentos de adoración a Dios.  No hacemos nada por rivalidad ni competencia, ni orgullo, sino con humildad, porque consideramos a los demás mejores que nosotros mismos. Filipenses 2:3.

 

Humildad es callar nuestras virtudes y dones, esperando que otros los descubran; somos enseñables, acatamos las normas, las reglas y parámetros de vida para viir sabia y pacíficamente en comunidad; con humildad todos tenemos la oportunidad de enseñar y todos aprendemos unos de otros sin críticas ni contiendas que dividan el cuerpo de Cristo, por quienes Él dio su vida y derramo su sangre, orando y anhelando la unidad y el amor de que habla Juan 17, así que,  Humillémonos en la presencia del SEÑOR, Y Él nos exaltará a su debido tiempo. Santiago 4:10.

 

Si somos humildes, reconoceremos alegremente los logros de los demás sin envidias ni sentimientos malsanos dentro; con humildad nos gozamos con el que celebra y lloramos con el que sufre, con verdadera sinceridad y sentir del corazón, porque vemos realmente en el rostro del otro, el rostro de Dios; una persona humilde reconoce a Dios en todos sus caminos, es sabia para reconocer que no siempre tenemos la razón, porque en muchas ocasiones otros pueden tener mejores ideas, pensamientos y creatividad que nosotros. Al ser humildes continuamente nos analizamos y cuestionamos para ver si estamos actuando correctamente, oramos y pedimos a Dios que nos ayude a doblegar nuestro propio ego orgulloso para no pecar. Dios ya nos ha declarado lo que es bueno. Ya sabemos lo que Dios espera de nosotros, que practiquemos la justicia, que amemos con misericordia, y que nos humillemos ante Dios. Miqueas 6:8.

 

En pocas palabras, humildad bíblica y según el corazón de Dios es modestia en sí mismos, docilidad para aprender y ser corregidos, suavidad para tratarnos mutuamente, sencillez para presentarnos y vivir como gente inteligente. Cordura y sinceridad en el respeto mutuo, obediencia y sujeción a Dios; ser prudentes al hablar de otros o dirigirnos a los demás, permitiendo la libertad y estimulando a otros a hacer el bien, superar los baches, y estimularnos para que todos seamos pacificadores; esto he aprendido en mi caminar con Cristo y en mi lectura y estudio diario de la palabra, y Jesús dijo: Cuando des algo al necesitado, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas, en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido su recompensa. Mateo 6:8.

 

La humildad que Dios nos pide es espiritual, desde el corazón, la mente y la voluntad, propio de un alma regenerada, así que no es una conducta externa, por eso necesitamos discernir las acciones y palabras de la gente que hace obras de misericordia y se llaman así mismos filántropos, que son gente hipócrita como los fariseos, hacen obras sociales, pero su corazón está lleno de arrogancia y orgullo, razón por la cual nuestro Rey Jesús dijo que los pobres de espíritu tendrán un lugar en su reino, pero los malvados serán echados fuera, por lo tanto, todo cristiano debe ser humildes delante de Dios. Bueno y justo es el SEÑOR; por eso Él muestra a los pecadores el camino. Él dirige en justicia a los humildes, y les enseña su camino. Salmos 25:8-9.

 

El mayor ejemplo de humildad a seguir está en nuestro Salvador Jesucristo, alejado del pecado y del bullicio del mundo; aunque era Dios rico, poderoso y Dueño del universo, se bajó a nuestra estatura para encarnarse en una sencilla y santa mujer y nacer en un suka en la fiesta de los tabernáculos, entre el pueblo sencillo, pobre, necesitado y humildad, para crecer como todo ser humano, dentro de una familia y llegar a entregarse por nuestros pecados, ocupando nuestro lugar en el madero. Él siendo Dios, no escatimó ser Dios ni se aferró a su lugar de gloria, sino que se despojó así mismo y tomó la forma de siervo, para ser semejante a los hombres; así se humilló a sí mismo, y fue obediente al Padre, hasta la muerte en la cruz…Filipenses 2:6-11.

 

Humildad es reconocer que nuestros méritos vienen de Dios, porque somos totalmente incapaces para salvarnos, pero Jesús con la humildad de su vida, nos ofrece su gracia y misericordia, y a ello debemos responder con gratitud, compromiso y servicio, mostrando así la verdadera humildad, porque Él hizo un intercambio entre nuestra ineptitud y su infinito mérito salvador; Él cambio nuestro pecado por su justicia y la vida que nos ha dado, por eso vivimos en la fe del Hijo de Dios, el cual nos amó y se entregó por nosotros; ahora podemos ser humildes en Él, Porque ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí, y la vida que ahora tengo en el cuerpo, la vivo por fe en Jesucristo…Gálatas 2:20.

 

Necesitamos ser humildes para entrar al reino de Dios y ser grandes ante los ojos del Eterno, y Jesucristo es nuestro modelo a seguir; humildad es lo opuesto a ambición, vanidad, orgullo, egoísmo, auto justificación, defensa propia; rebeldía, autosuficiencia, tiranía, falsedad, etc, etc., y todo cristiano debe estar dispuesto a morir a todo esto y mucho más por amor a Cristo, obediencia al Padre y su palabra, y dependencia al Espíritu Santo; porque la verdadera humildad produce piedad, contentamiento y seguridad. Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría. Proverbios 11:2.

 

Todo aquel que haga lo contrario a la humildad, se estará rebelando contra Dios y despreciando su gracia, por lo cual los orgullosos y altivos serán resistidos por el SEÑOR; pero si nos humillamos a Él y servimos en todo con humildad, Él nos exaltará, recordemos también a Pablo, él es un ejemplo de humildad, servicio y sacrificio a Dios y a la gente; así que gloriémonos de llevar la cruz de Cristo para vivir en este mundo a la manera de Dios. Yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia del SEÑOR; pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien, he trabajado mucho más que todos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí. 1 Corintios 15:9.


¿Crees que eres verdaderamente humilde ante Dios y la gente? SI NO, ¿Qué harás para cambiarlo?

 

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.





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