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27 mar 2025

SANTIDAD ES VIDA EN PLENITUD

SANTIDAD ES VIDA EN PLENITUD 

DIOS QUIERE UN PUEBLO PRIMERANENTE SANTO, PARA SER SANOS, ENÉRGICOS Y FUERTES CUMPLIENDO SU PROPÓSITO.

Haz una placa de oro puro, y graba en ella a manera de sello, las siguientes palabras: consagrado al SEÑOR YHVH. Éxodo 28:36 y Éxodo 39:30.

Porque la voluntad de Dios es que seamos santos, alejados de toda impureza sexual. 1 Tesalonicenses 4:3.

Vengan ante la presencia del SEÑOR con ofrendas, denle la honra debida a su nombre y póstrense ante la hermosura de su santidad. 1 Crónicas 16:29, y Salmos 29:2.

La santidad en Dios es perfección absoluta, inherente a su ser, carácter y naturaleza divina, porque Dios es puro en su totalidad, totalmente separado del pecado, completamente diferente a todo lo creado, por eso solo Él es exaltado en toda la creación. Los ángeles en el cielo continuamente dicen: santo, santo, santo es el SEÑOR, Dios Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria. Isaías 6:3.

 

La santidad en los seres humanos, es decir, en los cristianos creyentes, es un proceso por la acción de Dios a través del Espíritu Santo y la palabra que nos aparta y nos va limpiando de pecado para que nos consagremos a Dios, viviendo conforme a su voluntad; no somos santos por naturaleza, somos llamados por Dios a guardar la santidad todos los días de nuestra existencia, como respuesta de obediencia y gratitud a la obra redentora de Jesucristo en la cruz, solo en Él somos nuevas criaturas eternamente para Dios, nuestro Dueño y SEÑOR, siempre y cuando hayamos nacido de nuevo y nos conservemos fieles a Dios hasta el fin, como instrumentos de honra en la casa de Dios. Cuando llegue aquel día, todo será propiedad exclusiva del Dios todopoderoso que quedará a su servicio; y hasta en las campanillas de los caballos dirá: Santidad a YHVH; las ollas y los tazones en la casa del SEÑOR serán consagrados en el altar. Zacarías 14:20.


En el AT los sacerdotes que eran nombrados para el servicio en el tabernáculo de reunión se consagraban en pureza para poder servir a Dios,  esa fue la razón por la cual en el AT el SEÑOR ordenó grabar en una piedra las palabras "Consagrado a Dios," y se hizo cuando Aaron fue nombrado sacerdote al servicio de Dios en el tabernáculo; pero a partir de la resurrección del SEÑOR Jesús, hoy, la Iglesia, el cuerpo de Cristo, los creyentes renacidos, somos la nación santa de reyes y sacerdotes llamados a servir en santidad al Tabernáculo vivo de David, que es nuestro SEÑOR JesucristoConsagrado al SEÑOR YHVH. Éxodo 28:36 y Éxodo 39:30.

 

Los hijos de Dios disfrutamos de una santidad posicional en Cristo, por lo que Él hizo en nosotros, al injertarnos en la Vid verdadera, santificándonos y declarándonos santos apartados para Él y para su servicio. Los que forman la Iglesia de Dios en Cristo Jesús fueron santificados y llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte, invocan el nombre del SEÑOR Jesucristo, SEÑOR de ellos y nuestro. 1 Corintios 1:2. Somos llamados a ser santos en la práctica diaria, viviendo en fe obediente, decidiendo actuar rectamente, comportarnos y hablando con pureza de intenciones desde el corazón; parte de esa santidad es el dominio propio ante las circunstancias, bendiciendo y alabando a Dios, y tratando con amor e integridad a quienes nos rodean. Ustedes ahora son llamados a ser santos en todo lo que hagan, porque Dios los llamó a ser un pueblo santo; pues está escrito: sean santos porque YO SOY Santo.1 Pedro 1:15-16.

 

Los salvos gozaremos de santidad perfecta en el futuro venidero, y cuando morimos en Cristo para ir a su presencia eterna, somos glorificados en Él, porque seremos totalmente transformados; por lo tanto, existe una diferencia entre la santidad de Dios y la santidad del cristiano: 

 

FACETAS

SANTIDAD DE DIOS

SANTIDAD CRISTIANA


Naturaleza

En esencia, absoluta y eterna

Es recibida y progresiva como resultado de la gracia salvadora.


Origen

Dios es santo en sí mismo eternamente y para siempre.

Dios es quien nos santifica, mientras nosotros le obedecemos y nos sometemos.

Nivel de la santidad

Fuente de santidad perfecta y única

Es un proceso paulatino que debe aumentar cada día para que al final seamos glorificados.


Función

En la santidad de Dios se fundamentan los atributos de su justicia, su verdad y su gloria.

La función de la santidad en nosotros es reflejar el carácter de Cristo con la nueva naturaleza.


Relación con el pecado

Dios es santo, santo y santo, es Imposible 

que Él peque.

Somos llamados a ser santos, apartados para Dios, alejados del pecado y de la contaminación del mundo.

 

Ahora bien, decir que la santidad es vida en plenitud, es algo totalmente bíblico, y aunque la santidad para el ser humano no es perfección, ni religiosidad estricta, santidad según la Biblia es estar separados y apartados totalmente viviendo para Dios, de manera limpia, trasparente y ordenada, conscientes de la omnipresencia de Dios, y de que sus ojos todo lo ven y Él siempre está mirando a sus hijos para cuidarnos; Dios es nuestra fuente y aliento de vida, así que si nos aferramos a Cristo, nuestro interior se renueva, nuestro espíritu de fe se fortalece, la mente se transforma con la luz de Cristo, su palabra ilumina la vista, nuestro corazón se llena de paz y nuestras decisiones son más sabias viviendo en el Espíritu, asi la santidad se constituye en una forma vida que nos conserva limpios y nos garantiza una vida plena. Vivan en paz con todos, y busquen la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR. Hebreos 12:14.

 

Pocos se detienen a pensar en el poder y valor de la santidad, que nos proporciona absolutamente todo lo mejor y lo que necesitamos, estando apartados, consagrados y puros para Dios, marcando la diferencia con respecto al común de la gente del mundo, agradando en todo a nuestro Creador y Salvador; porque santidad es la forma bíblica de vivir aplicada en la práctica sometidos a la voluntad de Dios; santidad no es solo moralidad social, es identidad y pertenencia a nuestro Dueño, SEÑOR y Dios y reflejamos su naturaleza, pues no somos de este mundo, Somos ciudadanos del cielo, donde vive el SEÑOR Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que Él regrese como nuestro Salvador. Filipenses 3:20. 


Dios busca gente dispuesta a imitarlo, seguirlo y servirle como testigos santos, porque la vida no es solo respirar, es plenitud, gozo, propósito, dirección correcta, luz y fortaleza interior en amistad y comunión con Cristo, porque le pertenecemos y Él nos habita, y donde Dios habita, hay vida plena, por eso Jesús dijo: YO SOY la vida, Juan 14:6. Y Porque en Ti, SEÑOR, está el manantial de la vida. Salmos 36:9.

 

El bien divino de la santidad, ordena la vida del que la atesora, redundando en buena salud, despejando el camino, fortaleciendo el alma con fe, protegiédonos del mal que nos rodea, y siendo renovados día a día; la biblia es coherente desde Génesis hasta Apocalipsis, no se contradice, y si la Biblia es coherente de principio a fin, y nosotros la aplicamos a la realidad diaria andando en el camino de Dios, somos coherentes con la fe bíblica y la voluntad de Dios, entonces somos santos, porque los santos están vivos, y esa es nuestra condición como redimidos y justificados en Cristo: santos en cuerpo y espíritu, 1 Corintios 7:34. 


Y mientras el pecado es muerte, la santidad es vida, algo muy preciado para todos después de ser salvos, por eso Dios nos ordene ser santos como Él, porque Dios sabe que la santidad proporciona al cristiano un ardiente deseo de amarlo, andando con Jesús y sin quitar la mirada de Él. Porque, así como Aquel que nos llamó es santo, también nosotros debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir, estando de acuerdo con lo que está escrito.1 Pedro 1:15-16.

 

La santidad no es producida por nosotros, la recibimos de Dios en su trato y moldeo, pues no es por esfuerzo que somos santos, es el Espíritu de Dios que obra en nosotros y nos hace santos, desde que nacemos de nuevo, y cuando Él nos bautiza, nos sella con su fuego purificador; así el Espíritu de Dios empieza a habitar en nosotros, y nos va renovando, purificando y cambiando para hacernos personas santificadas conforme a la semejanza e imagen de Dios, y nos hace seguidores de su Hijo; en ese proceso de santificación, Dios nos capacita para vivir alineados a su diseño de vida santa, de tal manera que la santidad como proceso es trabajo del Espíritu Santo en cristianos dispuestos, rendidos y reales, que se someten al Señorío de Cristo, y se dejan enseñár y corrigir para formar la vida y el carácter de Cristo en cada creyente, donde Dios va tomando forma en nosotros, alejándonos cada vez más del pecado y conservarnos espiritualmente puros hasta el final. El mismo Dios de paz, nos santifica por completo.1 Tesalonicenses 5:23.


La salvación como proceso santificador ilumina nuestra mente y muda el corazón para llegar a rendirnos y ser fieles a Dios, por eso después de ser salvos genuinamente, nos suceden cosas extraordinarias y milagrosas, vemos la vida más linda y con sentido, nos gozamos adorando y escudriñando las Escrituras, nos sentimos realizados ayudando y sirviendo, se nos aclara el discernimiento y nos hacemos inteligentes para el bien; nos hacemos emocionalmente estables, creciendo en conocimiento y sabiduría de Dios para tomar las mejores decisiones y evitarnos daños; y mientras la santidad es protección, el pecado es peligro y riesgo de muerte, es la carga más pesada que oscurece la vida y arriesga la salvación. Josué dijo al pueblo: Purifíquense para Dios, porque mañana el SEÑOR les hará ver milagros. Josué 3:5

 

La santidad no solo nos bendice, nos protege el corazón del engaño, guarda la vida y el hogar contra todo desorden moral y espiritual, quitando de nuestra mente pensamientos destructivos y sucios; ser santos nos ayuda en nuestras relaciones personales liberándonos de esquemas erráticos, prejuicios y todo lo tóxico; la santidad es vida en plenitud, porque viene a ser la muralla espiritual y protectora de Dios alrededor de nosotros y nuestra casa, por eso: El que habita al abrigo del Altísimo, vivirá bajo la sombra del Omnipotente. Salmos 91:1.

 

Nos conviene ser santos, para vivir bajo el abrigo del Omnipotente apartados para Dios en Cristo con vida fructífera de amor, gozo, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, paz, humildad y dominio propio, en respuesta y agradecimiento a la profunda misericordia de Dios en el sacrificio de Jesús; la santidad nos amplia la visión de la cercanía de Dios en cada prueba y experiencia, permaneciendo firmes en la fe. Mantenernos en santa y piadosa manera de vivir, nos hace lúcidos para razonar el valor impagable de nuestra salvación, mientras Dios va abriendo el camino que nos conduce a la vida eterna, tomados de su mano bienhechora y proveedora que nos sostiene con amor y poder, en su presencia, bajo su dirección y cuidado, para un día vernos con Él cara a cara y por la eternidad. Para vivir sin temor alguno, libres de nuestros enemigos, y servirle a Dios con santidad y justicia, estando en su presencia toda nuestra vida. Lucas 1:74-75.

 

La santidad como plenitud de vida, nos mantiene cerca de Dios, mientras Él nos va restaurando desde adentro para hacer la diferencia afuera, evitándonos una vida de desgaste y muerte a causa del pecado, si nos alejamos, pues no hay vida abundante sin santidad, ni santidad sin vida; hemos sido puestos aparte para el propósito sagrado de servir a Dios y su reino como solo Él es digno y lo merece, continuando con su plan de salvación siendo testigos que trabajan en la Gran Comisión, disfrutando la vida terrenal a plenitud en Cristo, porque con Él nada nos falta, estamos completos. Porque en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la deidad, y nosotros estamos completos en Él...Colosenses 2:9-10, por eso la santidad conviene a la casa de Dios. Salmos 93:5.

 

Somos casa y morada de Dios, tenemos la obligación de vivir en pureza e integridad porque al pueblo santo de Dios nos espera un futuro glorioso donde habrá alegría y júbilo, tendremos calzada y camino de sanidad, productividad y fertilidad espiritual, y en el Camino de Dios no hay lugar para el inmundo; pertenecemos absolutamente a Dios, y hemos sido llamados para Él con implicaciones maravillosas de vida nueva: ser funcionales y activos en el reino de Dios, de tal manera que nadie tiene excusa en el cumpliendo de su propósito si es que conoce a Dios y su palabra para andar en santidad...El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en el lugar de la guarida y morada de chacales, habrá lugar de cañas y juncos. Allí habrá calzada y camino que se llamará Camino de santidad...Isaías 35.


La santidad no es fachada ni palabrería, tampoco vanidad religiosa ni superficialidad material, es espiritualidad pura y total, firmes, en fe obediente, razonando responsablemente al saber que debemos presentarnos ante Dios sin mancha y sin arruga a través de Cristo, como verdaderos santos y amables con la familia y la sociedad; porque el Altísimo y Sublime Dios, habita en el corazón de los santos y en las alturas de la santidad con el quebrantado y humilde de corazón. El Alto y Majestuoso Dios que vive en la eternidad, es Santo y dice: YO vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el espíritu destrozado y revivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. Isaías 57:15.

 

La santidad habita en verdaderos templos y altares santos donde la presencia de Dios se hace visible, mediante la acción del Espíritu y la palabra, realizando una purificación profunda y real de cambios notables consigo mismos y con quienes nos rodean; y nosotros como templo y altar del Espíritu Santo, debemos tomar seria y responsablemente el hecho de ser santos, porque es verdad que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que fuimos comprados a precio de sangre, por eso tenemos la gran obligación de cuidarnos integralmente: atesorando nuestra salvación con empeño y pureza, cuidando no solo el espíritu, sino nuestro cuerpo físico, y el alma emocional. Porque si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes mismos.1 Corintios 3:17.

 

Si queremos ser sanos del cuerpo, libres en el espíritu y salvos del alma, seamos santos y no tomemos livianamente la santidad ni la palabra; Dios nos ordena obedecer, crucificar la carne, morir al yo y dejar atrás la vieja naturaleza, y si Dios nos ordena ser santos, no es una opción, es un mandato que nos evita muchas cosas negativas como la enfermedad, el pecado y la condenación eterna; mientras vivimos en esta tierra, hemos de ceñirnos a lo que Dios dice y ordena en su palabra para resistir al diablo, huir del pecado y la tentación, evitando caer a causa de pensamientos negativos, fatalistas y contrarios a la voz de Dios, lo cual contamina el alma y enfermen el cuerpo, pero los tercos insisten en ser como son y no quieren cambiar, y mucho menos van a escoger ser santos, por eso hay tantos enfermos, dormidos, despistados y errados entre el pueblo de Dios. Queridos hermanos, tenemos promesas de Dios. Por eso debemos mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en el espíritu; así que en el temor de Dios procuremos alcanzar la completa santidad. 2 Corintios 7:1.

 

El apego a cosas terrenales es contra la santidad, ya que los malos hábitos y los afanes de este siglo no solo intoxican el corazón, sino que desvían la mente y contaminan el alma, alterando la correcta manera de vivir con que Dios nos creó, razón por la cual el cuerpo de nuestro Salvador sufrió intensamente para ofrecernos una vida sana y santa, gozando de vida abundante en perdón de pecados y limpieza de toda mancha con su sangre, porque ya sabemos que el pecado es muerte física y espiritual; asi que anhelemos la pureza y la santidad, examinémonos y arrepintámonos, porque Dios se complace en sorprendernos con milagros y cobijándonos con gozo y bienestar para servirle en espíritu y verdad. Deben revestirse de la nueva naturaleza, creados a imagen y semejanza de Dios en justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:24.

 

Y así como un artefacto eléctrico trae su manual de instrucciones para operar bien, la vida humana también tiene su manual que direcciona a vivir a la manera de Dios, protegiendo nuestra salvación con santidad, porque la desobediencia y la terquedad del pecado separan de Dios, contrario a la santidad que nos une a Dios, el pecado no solo nos separa de Dios, sino que nos mete en muchos problemas que roban la vida y la paz, enfermando el alma y el cuerpo. Nuestros padres terrenales nos corrigen durante nuestra corta vida, según les parece a ellos conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro provecho, con el fin de hacernos santos como Él. Hebreos 12:10.

 

El pecado y el enemigo corrompen y desfiguran todo lo santo y perfecto, pero nuestra fe obediente vence al mundo; nuestro SEÑOR y Dios Salvador sigue haciendo muchos cambios y milagros, enrumbado nuestro destino hacia la santidad, por eso debemos buscarlo en oración, adoración, alabanza, en la Biblia y llenura del Espíritu para que se produzcan cambios que redunden en calidad de vida santa y agradable a Dios; nuestro Creador y Salvador está muy interesado en nuestra purificación, para que podamos perseverar hasta el final, con salud física, mental y espiritual, pues su obra de salvación es completa y ofrece resultados presentes, futuros y eternos. Pues Dios nos escogió para que seamos santos y sin mancha. Efesios 1:4.

 

Dios y su palabra nos ofrecen todo para ser saludablemente santos y comprometidos con Dios, allí encontraremos refugio para permanecer en el plan redentor del Padre; así que como cristianos no espiritualizamos todo, ni tratamos todo como algo meramente físico, sino que discernimos por el Espíritu lo que está pasando, pues a veces la solución a los problemas es espiritual y no médica para que haya sanidad completa, otras veces es algo físico que Dios usa para perfeccionarnos y llamar nuestra atención a lo santo; debemos identificar la raíz de nuestros problemas, especialmente de enfermedades prolongadas, eso se logra siendo santos, unidos y ligados en mente y corazón a Cristo. Ahora, hermanos, los encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para hacernos crecer espiritualmente, y danos todo lo que ha prometido entre los santificados. Hechos 20:32.

 

Para gozar de una vida en plenitud necesitamos ser santos, perdonados y aceptados por el Padre en Jesús, como le sucedió al paralítico que era cargado por sus amigos en Marcos 2: tan pronto fue aceptado, perdonado y salvado por el SEÑOR Jesús, se sanó de su parálisis, que lo mantenía atado a una cama, pero Jesús arrancó sus cadenas desde adentro; después de muchos años de parálisis no tuvo que depender de otros, su encuentro con Jesús le cambió la vida para siempre, nunca volvió a ser el mismo, sino que luego seguía a Jesús con fidelidad y fe; rompamos toda las ataduras de impiedad, quitemos todo lo que impide nuestra santidad y nos paraliza, sigamos al SEÑOR y generemos bienestar total. Dios nos ha escogido desde el principio, conforme a su propósito; por medio de su Espíritu nos ha santificado, para que lo obedezcamos y seamos purificados con la sangre de Jesús para que la gracia y la paz de Dios nos sean multiplicadas. 1 Pedro 1:2.

 

Recuerdo cuando llegué al SEÑOR y Él me salió al encuentro, mi vida de pecado dio un giro de 180 grados, y empecé a ser nueva y limpia sin que yo misma lo notara, fueron las personas las que vieron el cambio santo que se manifestaba en mí; Cristo me transformó en una nueva persona, en la manera de hablar, de vivir y comportarme con la gente, fui sanada totalmente de las enfermedades que me aquejaban y que solía tener en la antigua vida de pecado: fui sanada de migrañas, de una terrible alergia que me perseguía cada noviembre, del dolor del pie plano, de una continua anemia aguda, de cólicos y hemorragias, de tristeza, ira con odio y muchas cosas feas más, pero Dios me hizo su hija santa y amada, desde entonces Él dirige mi vida como lo hace con esta enseñanza, porque Este trabajo continua hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, convertidos en gente madura, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4:13.


Nos conviene ser santos para con Dios, e íntegros entre nosotros para que la atmósfera espiritual cambie y se vea en lo físico, porque hoy hay gente enferma por el pecado, llenos de problemas y alejados de Dios, viviendo de cualquier forma, sin santidad ni consagración a Cristo, por eso no hacen lo que conviene y no le sirven a Dios, por lo cual debieran orar como el salmista diciendo: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Salmos 51:10, Porque dichosos son los de limpio corazón Mateo 5:8.

 

Mg. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.

¡Qué fuerza la del águila!
Si el águila puede levantar a un chita, los hijos de Dios en Cristo, con su poder y autoridad podemos resistir y hollar al que aparenta ser león, y que quiere destruirnos robando nuestra santidad, pues, Los que confían en el SEÑOR tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águila; correrán sin cansarse y caminarán sin fatigarse. Isaías 40:31.