NUESTRA SANTIDAD ES UNA CONTINUA ADORACIÓN A DIOS
Oh SEÑOR, tus mandatos son muy firmes. La santidad es el adorno eterno de tu templo y hace la diferencia de tu reino. Salmos 93:5. (tomado de dos versiones)
Por tanto, amados, teniendo tan grandes promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios, 2 Corintios 7:1.
Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, satisfaciendo sus propios deseos que lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en toda su manera de vivir, tal como el que los eligió es santo, sean santos ustedes. Pues la Escritura dice: Sean santos porque YO SOY Santo. 1 Pedro 1:14-16.
Aunque vivimos en tiempos oscuros de perversa maldad, el mandato de nuestro Hacedor sigue vigente para siempre, debemos vivir limpia y piadosamente, porque vivir en santidad y obediencia a Dios es una manera de adorar y agradar a nuestro Padre celestial, y una forma de hacer que su gloria se manifieste, de lo contrario, nosotros somos los perdedores, porque es Dios quien da la batalla a nuestro favor contra los enemigos, las tinieblas y la perversión. Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad. 1 Tesalonicenses 4:7.
Dios nos ha llamado a una vida santa, por lo tanto, como hijos de Dios, no vivimos conforme a los deseos que teníamos antes de conocer a Cristo. Al contrario, vivimos una vida completamente santa, porque el Dios que nos llamó es santo; para adorar con libertad nos corresponde ser de limpias intenciones, puros y obedientes, aún en medio de las pruebas, los momentos complejos y lo difícil de la vida. Glorifiquen al SEÑOR, porque su misericordia es para siempre, y cuando comenzaron a entonar cantos y alabanzas, YHWH puso entre Amón y Moab sus propias emboscadas...y se mataron los unos a los otros...cada uno ayudó a matar a su compañero. 2 Crónicas 20:21-23, y 1 Pedro 1:14-15.
Nuestra santidad es un reto diario que debemos fortalecer en la medida que avanzan los años, que seguramente no será nada fácil de mantener, pero si nos proponemos a ser santos, entonces seremos los adoradores en espíritu y verdad que Dios busca, en vez de quejarnos, ser esclavos de la carne, el mundo y el sistema, tampoco podemos quedarnos solo mirando, debemos actuar, y una forma de hacerlo es cantar, alabar y obedecer para adorar; Dios no nos pide algo que no podamos hacer, como tampoco nos dará bendiciones que no podamos disfrutar. Ustedes son pueblo santo para YHWH su Dios; Él los ha escogido de entre todos los demás pueblos de la tierra para ser pueblo suyo. Deuteronomio 7:6, Salmos 86:9-11.
Los santos de Dios conocen su identidad, quiénes somos, a dónde pertenecemos, a dónde vamos y qué debemos hacer, por lo tanto, no nos dejamos esclavizar del pecado ni atemorizar por el mundo, sino que reconocemos que hemos sido apartados para nuestro Creador y aunque estamos en esta tierra, no pertenecemos aqui. A todos los que recibieron al Hijo, les dio el derecho de ser llamados hijos de Dios, es decir a los que creen en el nombre de Jesucristo, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de voluntad de hombre sino de Dios. Juan 1; 12-13.
El pueblo hebreo en la antigüedad perdió su horizonte de santidad cuando quiso ser como otros pueblos y pidieron un rey, ahí desecharon su exclusividad; al querer ser parecidos a otros pueblos se pierda nuestra exclusividad que es la santidad, esto es lo extraordinario que nos hace diferentes al común del mundo; ser santos hace que la gracia de Dios sea derramada sobre nuestra vida, la santidad se hace mucho más real y bella cuando somos obedientes a Dios, e irradiamos su amor y bondad hacia afuera para impactar la atmósfera, porque los santos saben cuál es su posición en Dios que nos sentó en lugares celestiales en Cristo. El Padre (que conoce los corazones), nos escogió a nosotros en Cristo desde antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin defecto delante de su presencia. Efesios 1:4.
Debemos entender que nuestro viaje por la vida es un continuo proceso de santificación en momentos de integridad no de suciedad, porque Cristo pagó el precio con su vida y dio la recompensa con su resurrección; nuestro deseo de ser santos está en creer y obedecer al Padre aceptando a Jesús como Salvador, el único que nos hace hijos de Dios; cuando Cristo volvió a sentarse en su trono a la derecha del Padre, fuimos marcados como su propiedad con el sello de su divina presencia en el Espíritu Santo para hacernos pueblo santo mediante su dirección, cuidado, ayuda y consejo permaneciendo firmes en tiempos de turbulencia, solo siendo santos podremos llegar a nuestro destino final, porque sin santidad nadie verá al SEÑOR y la santidad vence toda maldad, por eso ayunamos por santidad y vivimos en pureza para Dios. Te establecerá el SEÑOR como pueblo santo, como Él lo juró, si guardan los mandamientos del SEÑOR su Dios y andan en sus caminos. Deuteronomio 28:9.
La santidad adora a Dios porque radica en lo que yo soy y debo ser desde el concepto de nuestro Creador, para entender y clarificar lo que yo debo hacer, porque entiendo quien soy en Cristo y a quien pertenezco, sirvo y me debo parecer, siendo semejantes en carácter y conducta a Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre: una persona de luz, amor, pureza y santo, santo, santo; esto lo aprendemos leyendo la Escritura, memorizando y repitiendo los mandatos de Dios, Salmos 119:9 y Juan 17:17, por lo tanto, descansamos en la soberanía y todopoderio de nuestro Dios y SEÑOR, y oramos para pedir ser a la manera de Cristo y según la voluntad del Padre, mediante nuestra relación diaria con el Padre celestial, con el Hijo, con el Espíritu Santo, para mejorar nuestra relación con nuestros semejantes, pues en nuestras fuerzas no podemos ser ni adorar como Dios lo merece.. Asi que seamos santos, humildes, mansos y servidores de y en Cristo. Génesis 17:1; Levitico 11:44-45, 19:2, 20: 7 y 26, 21:8; Isaías 1:16; Mateo 5: 8 y 48; 1 Pedro 1:15 y 16. Romanos 6:19 y 22.
La santificación tiene que ver con nuestra renovación y justificación en Cristo que nos hace santos, esa santidad que se cuida, se guarda y se cultiva nos permite ser adoradores en libertad por lo que somos en Él, pero son pocos los verdaderos adoradores porque hay desorientación en el pueblo de Dios, pues muchos no conocen a Cristo de cerca, en Espíritu y en verdad, porque no han nacido de nuevo, por eso muchos son desatentos a la voz de Dios y desobedientes a su palabra viviendo como les parece, escuchan más las voces extrañas del mundo y los medios, y no hacen la vountad de Dios, por lo tanto, todos necesitamos renacer para ser obedientes y como santos adorar en libertad con nuestro estilo de vida puro y recto conectados con el SEÑOR y ejercitando el escuchar y atender la voz del Buen Pastor, porque somos ovejas de su prado, comprados a precio de sangre, no somos ni pertenecemos al basurero del mundo; necesitamos santidad para ser adoradores en espíritu y verdad, anhelando los tesoros del reino, no codiciando el oro ni la plata del mundo, recordando que nuestra patria es el cielo, porque si sabemos quiénes somos y a dónde vamos, trabajaremos por cuidar la salvación, y el Espíritu Santo viene a ser nuestra perfecta guía para tomar decisiones sabias y correctas que bendigan a todos. Todo esto es para que ahora se dé a conocer, por medio del pueblo santo de Dios, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y los poderes de los lugares celestes. Conforme al propósito eterno que llevó a cabo Cristo Jesús, nuestro SEÑOR, Efesios 3:10-11.
Nuestra riqueza y poder como pueblo de Dios está en el proceso diario de santificación, apartados para Dios en el poder de su Espíritu para al final ver al Dueño de todo y vivir con Él por la eternidad; recordemos lo valiosos que somos para Dios en Cristo y qué su Espíritu dentro de nuestro ser es fortaleza de pureza y santidad para vencer toda contaminación, tentación e impureza que ofrezca el mundo, no valemos por lo que hacemos o hemos logrado, valemos por lo que somos en la gracia y grandeza de Cristo en nosotros; más santos de Dios es lo que necesita la humanidad en este desierto de corrupción, maldad y oscuridad; ser verdaderamente santos no solo nos hace verdaderos adoradores, sino que además ensancha el reino de Dios y trae el diseño del cielo a la tierra para destapar y revelar tesoros escondidos, y que miles puedan ver la belleza y grandeza de Jesucristo, en nosotros, que somos cartas abiertas donde todos pueden leer. Por eso fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrara en mí toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en Él, para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sean honor y gloria por los siglos de los siglos. 1 Timoteo 1:16-17.
Nadie puede ver ni adorar al SEÑOR sin santidad y obediencia, la santidad es lo que nos hace exclusivos, nos permite percibir, ver y respirar la hermosura, fragancia y excelencia del SEÑOR para que Él sea visto a través de nosotros; es con la pureza que tenemos acceso a un enorme caudal de creatividad y visiones de Dios para que el mundo se llene de su gloria divina; esto fue exactamente lo que le sucedió a Isaías cuando vio al SEÑOR sentado en el trono de su corte celestial, y fue en un tiempo de gran crisis debido a la perversión y cuando el rey Uzias murió, el profeta vió la condición de su pueblo, pero los cinco sentidos del profeta estaban enfocados en la presencia de Dios, allí el profeta fue perfeccionado en santidad y purificados sus labios que eran sucios para hablar lo santo, así llevó a cabo su ministerio; Dios sigue sentado en su trono y a Él no lo afecta ninguna crisis del mundo que provocan los hombres, pero su pueblo SÍ tiene la responsabilidad de hacer bajar la gloria de su santidad para que miles cambien de rumbo en esta sociedad caótica y desorientada. Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un mismo Padre; por lo tanto, Cristo no se avergüenza de llamarnos sus hermanos. Hebreos 2:11.
Dios sigue siendo extraordinariamente santo y nosotros llamados a SER, ESTAR Y HACER todo fuera de lo común y lo inmundo, llegó el tiempo de redireccionarnos y reconectarnos con lo verdaderamente santo y puro en el Padre, semejantes al Unigénito Hijo, Cristo, adorando para avivar y despertar con nuestro santo estilo de vida, con nuestra pureza en la manera de hablar y con nuestro comportamiento santificado ante este mundo en crisis de principios y verdades eternas; necesitamos entrar a otro nivel de entega y contemplación para redescubrir las grandezas, misterios y hermosura de su santidad que es eterna y de mucho poder. Para ser ministros de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificados por el Espíritu Santo. Romanos 14:16. Somos sacerdotes de Cristo para comunicar el Evangelio de Cristo, a fin de que la ofrenda de nuestra vida y los que oyen para ser salvos, seamos aceptable siendo santificados por el Espíritu Santo.
Isaías viviendo en medio de gran crisis y de gente impura, buscó al SEÑOR, mantuvo sus ojos en Él y lo vio sentado en su trono de gloria, pudo reconocer que sus labios eran inmundos y su pueblo estaba sucio y corrompido, esto nos enseña que mientras estemos en este mundo siempre habrá imperfección que no pude ser excusa ni obstáculo para santifificarnos y buscar el carácter de Cristo en la perfecta voluntad de Dios, deseando ver su gloria en pureza y fe obediente para el Santo de los santos; cultivemos un corazón puro sediento e incansable de adorar para extasiarnos en la hermosura de su santidad, haciendo realidad ser uno con Cristo, honrándo al Padre como solo Dios lo merece, esto redundará en el rescate del respeto unos a otros; y aunque vivamos en medio de un mundo común tenemos que ser fuera de lo común, no por fama, ni dinero, ni posición social, sino por amor al que nos amó y nos salvó. Por obra de Dios estamos nosotros en Cristo Jesús, Él es nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención para con el Padre. 1 Corintios :30.
La santidad está en permanecer en la presencia de Dios, asi como los que conocieron personalmente y de cerca al SEÑOR que fueron sus discípulos, ellos eran pecadores de toda clase, Jacob era tramposo y usurpador pero pasó a ser honesto, Pablo de perseguidor y genocida, pasó a ser el más grande de los apóstoles; muchos conocieron al Eterno cara a cara y llegaron a ser parte de su pueblo Santo, se les cambió no solo el nombre, sino la vida y su propósito, pero cada uno decide. Cercano está Dios a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu Salmos 34:18.
Necesitamos ir a Cristo con el corazón quebrantado, gente que sabe rendirse a Dios en el momento indicado; muchos siervos de Dios vieron su gloria divina porque entendieron la imperiosa necesidad de ser santos para adorar y contemplar la hermosura de su santidad, ellos llegaron a ser personas exitosas, ese éxito que consiste en hacer lo que Dios dice, no lo que queremos hacer, y yo personalmente se lo que es el poder, el valor y la grandeza de ver la gloria de Dios, en santidad, y nos rodea una atmósfera extraordinaria que nos hace poderosos y valientes contra las tinieblas y el mal, podemos vencer toda tentacion y pecado gozándonos viendo a Cristo pelear a nuestro a favor. El SEÑOR su Dios vive en medio de ustedes, para protegerlos y darles la victoria sobre sus enemigos; por lo tanto, ustedes deben ser santos, para que Dios no vea nada indecente en medio de su pueblo, de lo contrario se apartará de ustedes. Deuteronomio 23:14.
La vida de santidad nos da libertad para adorar, obedeciendo la palabra y vivir de poder en poder y de gloria en gloria, entonces la voz condenatoria del enemigo no se dejará oír y se callará la voz del miedo y la cobardía, pues fiel y justo es Dios para perdonarnos, limpiarnos y acogernos en su redil. El SEÑOR es justo en sus caminos, bondadoso en sus acciones. El SEÑOR está cerca de los que lo invocan, de los que lo buscan con sinceridad...Salmos 145.
Necesitamos ordenar toda nuestra vida conforme al diseño original y dejar de ser ordinarios para ser extraordinarios, ligados en cuerpo, alma y espíritu al Dios Santo de la vida y la verdad, sin ser imitadores ni parecidos a otros, sino únicos en Cristo para que nuestro testimonio atraiga nuevas vidas a los pies de Cristo, y se apasionen queriendo ser santos adoradores con el estilo de vida a la manera del Santo, santo, santo. Y todo el que tiene su esperanza en Dios se purifica, porque sabe que Él es puro. 1 Juan 3:3.
Mg. MEHC, hija del Dios, real y verdadero y servidora de su reino eterno.