PERDÓN A LA MANERA DE DIOS
Porque si ustedes perdonan
a los hombres sus ofensas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial;
pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco el Padre celestial
perdonará las ofensas de ustedes, Mateo 6:14-15.
Cuando
abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y
clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no
juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
Así que si no perdonamos
de corazón, estamos bajo maldición y juicio porque tampoco hemos sido
perdonados por Dios. Si queremos que el Eterno nos perdone y se cambien las
circunstancias que nos rodean, debemos estar dispuestos a pedir perdón y perdonar
a otros a pesar de todo, Mateo 6:15.
1. David perdonó a Saúl y nunca le hizo daño alguno ni ejecutó su
propia justicia, lo cual le mereció ser llamado un hombre conforme al corazón
de Dios, y su enemigo lo declaró justo: Y dijo
Saúl a David: más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote
yo pagado con mal, 1 Samuel 24:17. Al perdonar mostramos una actitud de paz que elimina el odio y
nos movemos en la justicia según Dios, de este modo permitimos que
sea Dios quien haga su propia justicia, por eso, al final, el mismo Saúl se
suicidó sobre su espada, él no perdonó ni pidió perdón.
2. Nuestro amado Salvador perdonó en la cruz a sus homicidas, Y decía:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, Lucas 23:34a; uno de los ladrones
estando en el mismo suplicio, reconoció a Jesús, se arrepintió, suplicó al
Señor ser perdonado y el Rey lo perdonó inmediatamente, así fue salva su alma
pero pagó su pecado quedando crucificado y muriendo allí, Lucas
23:39-43.
Cuando perdonamos
levantamos y eliminamos la culpa en un acto de amor y voluntad,
absolviendo al ofensor y a nosotros mismos, cubrimos y desagraviamos; por
gracia lo que recibimos también por gracia porque extendemos misericordia a
alguien que quizá no lo merece. Cuando perdonamos nos ponemos a favor de
un deudor que no está en capacidad de pagar, dejándolo libre, pasando por alto
la ofensa sin pedir castigo ni condena. Todo esto fue lo que hizo nuestro
salvador con cada uno de nosotros, por eso hoy podemos ser salvos en Él.
3 Esteban perdonó a Saulo de Tarso que
consentía en su muerte, Hechos, 8:1, porque Saulo perseguía a la iglesia y matando cristianos; el
resultado de ese perdón fue que el Señor salió al encuentro de Pablo en el
camino de Damasco y éste se convirtió a Cristo como lo narra Hechos 9, y tuvo que pasar por grandes padecimientos.
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús recibe mi
espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta
este pecado. y habiendo dicho esto, durmió, Hechos 7:59-60. Pablo se arrepintió y
vivió sufriendo como apóstol de Cristo según el designio de Dios.
Aunque las personas nos
hieran, nos traicionen o incluso nos agredan y peor aún, nos dañen y priven de
la vida a quienes más amamos, debemos perdonar delante de Dios. Perdonar de
corazón nos hace gemir de dolor, de impotencia, pero al mismo tiempo de
desprendimiento y libertad al deseo de venganza y juicio. Perdonar a la manera
de Dios, solo lo podemos lograr rendidos con fe obediente a los pies del Rey de
reyes para agradarlo a Él, si en verdad lo amamos con todo nuestro ser.
a.
El perdón de David fue tan poderoso que hizo que su enemigo reconociera su
grandeza y su valor, para dejarlo de perseguir y permitir que fuera Dios quien
tomara el control.
b.
El perdón de Jesús fue tan profundo y tan sublime que ha hecho y sigue haciendo
que miles de crueles y perversos pecadores se arrepientan, abandonen el pecado
y se vuelvan a Él para empezar a ser nuevas criaturas ganando la paz interior.
c.
El perdón de Esteban fue tan sincero y tan profundo, que Dios se levantó de su
silla real para ver a quien perdonaba su siervo para salir al encuentro de
Saulo de Tarso, derribarlo del caballo cuando éste iba con autoridad humana a
privar de la vida a los seguidores de Jesús, así Saulo conoció personalmente a
Jesús.
Saulo se arrepintió y se
rindió a Jesús, fue y ha sido el máximo ejemplo de apostolado y sus enseñanzas
nos siguen guiando a la verdad de Dios hasta el día de hoy y por los siglos, siendo
antes cruel perseguidor de la Iglesia y sacrificador de mártires del primer
siglo como lo fue Esteban, pero Dios hizo lo suyo.
El Señor le dijo a Ananías: Ve, porque instrumento escogido me es
este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes, y de los
hijos de Israel; porque YO le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi
nombre, Hechos 9:15-16.
Cada uno de manera
individual, como hijo de Dios, debe ir a su presencia con el corazón desarmado,
con el alma desnuda y la vida rendida a Él, para pedir perdón por su odio, su
rencor, su enojo, su impotencia, su deseo de venganza personal; para pedir
perdón por sus continuas maldiciones y deseos de juicio y venganza contra los
homicidas, los violentos, los genocidas y todos aquellos que quizá por voluntad
propia o involuntariamente, o por alguna razón en el trascurso de su vida han
permitido que satanás y sus demonios los usen para sembrar el terror, el
desorden y la muerte a su paso.
A nosotros no nos
corresponde la justicia, Dios es el Juez o el Abogado perfecto, Él sabe cómo
actuar con cada una de esas personas porque solo Él conoce cada corazón y todas
las intenciones escondidas en ellos. Por eso es Dios quien trae juicio sobre
aquellos homicidas que aunque nosotros los perdonamos, si ellos no se
arrepienten la sangre de los justos que fueron asesinados están clamando desde
el altar y Dios les hará justicia, Apocalipsis
6:10.
Guiada por el Espíritu
puedo decir que ellos son perdonados por nosotros para que sus almas y la
nuestra sean libres de odio y sed de venganza; sin embargo, el hecho de
perdonar y olvidar tanta crueldad y sevicia, no quiere decir que vayamos a
permitir que nos vengan a gobernar y mucho menos que queden impunes sus
homicidios, ellos deben pagar su delito, la misma palabra de Dios lo
dice: Conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para
los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los
irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para
los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los
mentirosos y perjuros, (falsos testimonios y falsos positivos) y para cuantos se opongan a la sana doctrina, según
el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. 1
Timoteo 1:9-11.
Por otra parte, nosotros
con unidad en amor, nos entregamos y humillamos al Eterno DIOS para que nos
ponga el acuerdo en el corazón, ejerciendo nuestro deber y derecho a elegir
gente con principios, con temor de Dios, hombres y mujeres que sean guiados por
su Espíritu divino y su Palabra, y no permitir que los genocidas sigan sueltos
como si nada hubieran hecho.
Al mismo tiempo y en
cuanto nos sea posible debemos derribar los altares demoniacos que ellos
construyeron, cortar, arrancar, derribar, destruir y atar toda fuerza malévola
de cultos, pactos y consagraciones que la mala conciencia y la codicia de
esos hombres hayan hecho y sembrado en nuestra tierra. Nosotros Fijamos el
corazón y los ojos en Jesús para liberación y salvación como Jesús lo hizo,
pero será el que murió en la cruz, quien ejecutará los juicios, porque
cada uno recogerá lo que ha sembrado y Dios no puede ser burlado, Gálatas 6:7.
Esa es la clase de perdón
y amor que Dios pide hoy a su iglesia. Así no tendremos temor de
malas noticias; nuestro corazón estará firme, confiado en el Señor, Salmos
112:7, porque si somos de Cristo,
actuamos rectamente conforme a sus instrucciones y mandamientos.
El suspenso es terrible,
somos propensos a ponernos ansiosos, a veces no logramos reposo, pero si en
verdad estamos libres de rencores, odios y llenos del amor de Dios, podremos
vencer. La fe obediente en su palabra y la confianza en el Todopoderoso son el
antídoto al virus de todas las emociones dañinas, porque el que teme no ha sido perfeccionado en el
amor, 1 Juan 4:18.
El Espíritu de Dios nos
recuerda la palabra en momentos cruciales de la vida y nos revela al Padre y al
Hijo en momentos coyunturales de nuestra existencia. Esa dulce y poderosa
presencia ahuyentará todo lo malo que nos agobie. Tengamos firmeza de corazón
para hacer la voluntad de Dios, que es amar y perdonar, en la fe que actúa y
busca continuamente la dirección divina; es Dios quien nos hace imbatibles, nos
hace guerreros y soldados en Cristo, y solo en Él podemos ser verdaderamente
reflejo el amor de Cristo en sus discípulos, Juan 13:35.
No importa lo que el
mañana nos pueda traer, muchos sucesos pueden ocurrir que no conocemos, pero si
estamos libres y despojados de toda carga de peso en nuestro corazón y en
nuestra conciencia, estaremos seguros y confiados, sin importar lo que suceda.
Porque aún, si sucediera lo peor, nuestro Dios se hará gigante como Escudo
Protector de su remanente santo, de sus obedientes ovejas, de sus valientes
soldados, de sus atalayas que alertan, de sus ministros que trabajan y aman las
almas y se esfuerzan por ellas, Hebreos
12:1.
Por
tanto no temeremos, ni retrocederemos al llamado de santidad y entrega en el amor
y el perdón que Dios nos ordena; Nuestro Gran Sumo Sacerdote es Real, está vivo
e intercede por nosotros: Él es nuestro amparo y fortaleza, nuestro
pronto auxilio en la tribulación. Por
lo tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes
al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes
a causa de su braveza, Salmos 46:1-3.
Porque la
ira del hombre no obra la justicia de Dios, Santiago 1:20. Si guardamos odio,
dolor y rencor, no podremos ver la verdadera justicia que es la que proviene de
Dios, todos los bajos sentimientos impiden que la soberanía de Dios obre sobre
las almas y los corazones tanto del agresor como del afectado y las dos partes
se mantendrán atadas con dolor y raíces de amargura.
Mía es la
venganza y la retribución, Deuteronomio 32:35a. No se venguen
ustedes mismos, amados míos, sino dejen lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: mías es la venganza, YO pagaré, Romanos 12:19. Dios conoce los
corazones en profundidad y sabe quiénes se van a arrepentir genuinamente para
ser perdonados y alcanzar salvación, esa es su manera de venganza divina, dejar
en libertad a cada uno para que cada cual decida ser salvo o no, cada quien
decide su destino eterno, lo cual se evidencia en un cambio de vida o
permanencia en el pecado, si en verdad muestran frutos dignos de arrepentimiento, Mateo 3:8.
Cristo dejó el poder del
perdón a su Iglesia, Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el
Padre, así también YO os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son
remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. Juan 20: 21-23. Por lo tanto la
iniciativa de perdonar está en los discípulos de Jesús. Si la Iglesia
no perdona, estará dividida y derrotada, siendo espectáculo al mundo, los
ángeles y los hombres, 1
Corintios 4:9. Muchos están atados y no pueden perdonar, por eso son creyentes
sin fruto ni gozo, dados a juzgar, señalar, criticar y condenar.
No perdonar:
Impide la práctica de la
oración, Mateo
5:23-24,
Afecta el testimonio que
debe tener el cristiano, 1
Corintios 4:9
Estorba la comunión con
Dios, Hebreos
12:1
Paraliza el crecimiento
espiritual, Hebreos
12:15
Impide tener una buena
conciencia delante de Dios y los demás, 1 Pedro
3:8-9.
Mg.
MEHC, sierva del Dios vivo, real y verdadero.