NACER DE NUEVO ES GANAR LA VERDADERA PAZ DEL CORAZÓN, LA QUE DIOS DA AL CREYENTE EN CRISTO JESÚS.
Al de carácter firme Dios lo guardará en su perfecta paz, porque en el SEÑOR ha confiado. Isaias 26:3.
No se inquieten por nada; mejor aprovechen toda ocasión para orar y rogar, presentando a Dios sus peticiones y dándole gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7.
Que el SEÑOR de paz les conceda siempre su paz en todas las circunstancias...2 Tesalonicenses 3:16. Y que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fuímos llamados en un solo cuerpo, para ser agradecidos. Colosenses 3:15.
Somos seres espirituales, no mera materia que dura un tiempo y luego perece, fuimos hechos a imagen y semejanza del Creador fuente de paz que nos acercó y elevó hasta Él para que permanezcamos como ramas vivas arraigadas al Árbol de la vida que es Cristo Jesús, SEÑOR nuestro; Dios nos creó en paz y para paz por Él y para Él, pero los primeros humanos se dejaron engañar por la serpiente antigua, así perdimos el gozo y la paz porque se rompió la unión humana con su Creador, y se abrió un abismo espiritual que separa a la criatura de su Creador; esa es la razón por la cual requerimos nacer de nuevo, y por lo cual el Padre juró salvar a la humanidad de las garras del engañador, diciendo: Haré que tú (diablo) y la mujer, sean enemigos; pondré enemistad entre sus descendientes y los tuyos. Un hijo de la mujer te aplastará la cabeza, y tú le morderás el calcañar. Génesis 3:15.
En mi caso, yo era una persona huraña, iracunda y de vocabulario soez, peleaba con todas las personas y pocos me querían, vivía amargada, a la ofensiva y a la defensiva, tenía rencor y dolor en mi corazón porque desde muy pequeña sufrí como si fuera un mujer adulta ayudado a criar a mis nueve hermanos, de los cuales debía dar cuenta a mis padres, razón por la cual desde mi temprana juventud, doce años, ya pensaba en encontrar esposo para salir corriendo de mi casa paterna, así viví por muchos años, y con noviós abusadores y agresivos; a los 26 tuve mi primer hijo y hasta ese momento nunca gocé de paz, buen ambiente ni felicidad, hasta que Jesucristo salió a mi encuentro. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Jeremías 29:13.
La verdad, es que desde mi niñez buscaba al SEÑOR Jesús, pero no sabía cómo hallarlo, a mis 34 años alguien me invitó a una congregación el 27 de julio de 1988, allí escuché por primera vez, el Evangelio de las Buenas Nuevas de salvación; desde que entré a la iglesia y hasta el final no deje de llorar durante toda la reunión; al final cuando el pastor hizo el llamado, salí corriendo de mí asiento y dije levantando la mano: yo quiero recibir a Jesús, oré con todos los que estaban al frente y nací de nuevo, ni yo misma me di cuenta lo que sucedió en mi corazón, hasta que pasado un mes, la gente que me conocía empezó a decir, ¿qué le pasó a usted que ya no es la misma? Ya no está enojada ni responde mal, se ve feliz y en paz, ¿por qué? Ahí supe que Cristo vivía en mi corazón y que su paz había llenado mi alma y brotaba desde mí interior hacia afuera. Porque la paz de Cristo reina en nuestros corazones, pues con ese propósito nos llamó Dios a formar parte de su cuerpo y ser agradecidos. Colosenses 3:15.
Nunca más volví a estar triste, enojada ni amargada, Jesucristo sació todo mí ser con su la paz de su presencia que fluía como río desde mi ser hacia la gente, esto es algo que sigue sucediendo hasta hoy; supe que haber nacido de nuevo era la clave de paz con Dios y con la gente, en la seguridad de ser salva en Jesús; es por eso que todo ser humano debe tener dos nacimientos: el humano y físico cuando venimos al mundo a través de una madre que nos da a luz, pero también tenemos que nacer espiritualmente, para no seguir muertos para Dios a causa del pecado; Jesucristo hace renacer nuestro espíritu al salvar nuestra alma lavándonos con su sangre, allí también se hace realidad nuestra sanidad del cuerpo; cuando nací de nuevo no somo me llené de paz, también fui sanada de varias enfermedades y disfunciones que atormentaban mi cuerpo cada año, ahora disfruto la paz de Dios en la presencia del SEÑOR. Él fue herido y traspasado por causa de nuestros pecados. La culpa que nos robaba la paz y el abismo que nos separaba del Padre, cayó sobre Cristo, y por sus heridas alcanzamos la sanidad. Isaías 53:5.
Todos los humanos somos víctimas del engaño desde del Edén donde perdimos la inocencia y la cercanía amistosa con nuestro Creador, fue así como perdimos la paz, la vida, la justicia y la eternidad porque morimos a lo espiritualmente santo, y todo pecador se hizo semejante a satanas, constituyéndose en enemigos de Dios; gente que imita al padre de mentira, es mezquina y como dioses viven para complacerse así mismos, porque la naturaleza santa, humilde y mansa de Dios en nosotros, se convirtió en rebeldia y desobediencia; por eso es imperativo nacer de nuevo para ser salvos y recuperar el shalóm en la plenitud de la paz de Dios; con el nuevo nacimiento Dios otorgó la oportunidad de retornar al diseño original no solo para esta vida, sino para que cuando muramos vayamos en paz al Padre y vivamos con Cristo en armonía eterna. En efecto, el que ama la vida y goza de días felices, refrena su lengua de hablar maldad y sus labios no profieren engaño. Se aparta del mal y hace el bien, busca la paz y la promueve. 1 Pedro 3:10-11.
Con Cristo nacemos de nuevo, a causa de su sacrificio y resurrección, y Él como Príncipe de paz, Isáias 9:6 nos transforma, nos satisface, nos sacia y nos sana, pruduciendo en nosotros su paz, mediante el proceso renovador que permitimos a Dios, haciendo su voluntad y NO la nuestra, es así que descansamos placidamente en el ragazo del Padre. Este proceso dura toda la vida, desde el momento que reconocemos, aceptamos y recibimos a Jesucristo como único Salvador y Mediador entre Dios y nuestra vida, entronándolo en todo nuestro ser, Él nos da un nuevo corazón quitando el prepucio del pecado, porque no solo confesamos con nuestra boca a Cristo, sino que nos entregamos a Él y lo reflejamos con pureza de intenciones en nuestra vida entera por medio de su Espíritu Santo que nos habita. El fruto de la justicia se siembra en paz para los que aman y hacen la paz. Santiago 3:18
El inquebrantable vínculo de la paz de Dios reside en los redimidos en Cristo, en Él recobramos una conciencia limpia y una mentalidad pacífica producida por el Espíritu, Hebreos 10:22, ya no nos abruma la culpa ni nos atormenta el maligno y su pecado, todo fue puesto en la cruz cuando creímos en el Hijo de Dios; al nacer de nuevo ya no somos esclavos del miedo a la muerte, ahora estamos gozosos para emanar la paz de Cristo como hijos y familia de Dios, pues dejamos de estar a merced del maligno, lo cual es resultado de haber encontrado salvación y tenemos paz por la certeza de estar vivos para Dios, protegidos, cuidados, sanos y libres para amar al SEÑOR y llevar su paz a donde vamos, Cuando entren en una casa, saluden primero diciendo: Paz a esta casa, y si allí hay gente de paz, su paz reposará sobre ellos; pero si no, la paz volverá a ustedes...Lucas 10:5-6. El SEÑOR fortalece a su pueblo; el SEÑOR bendice a su pueblo con paz. Salmos 29:11.
Cuando recibimos a Cristo somos salvos, sanos y libres, teniendo acceso a su paz única e inagotable que permanece aún en las circunstancias adversas y las dificultades porque es una paz basada en la fe y conviccion de que Dios gobierna y tiene el control, Él sabe lo que hace y permite, eso nos llena de paz y fortaleza ; así que tú debes nacer de nuevo, si quieres vivir en paz con Dios, en armonía con la gente y con el gozo interior que no hace sentir seguros en Dios; nacemos de nuevo y nos hacemos espirituales al estilo de Dios; ya no seguimos viviendo de manera natural en nuestra propia voluntad ni la del mundo, vivimos en el propósito del Padre, muertos al pecado, asi lo natural y lo visceral, quedan sepultados en la vieja naturaleza del viejo hombre que renació en el poder del Santo Espíritu. Por lo tanto, el que está unido a Jesucristo, es una nueva persona. Ha dejado las cosas viejas y se ha convertido en un nuevo hijo de Dios. 2 Corintios 5:1.
Así como pertenecemos a una familia terrenal, ahora en Jesucristo somos
familia espiritual del Padre celestial, eso es causa de gran gozo y paz, y hay
gran fiesta en el cielo por cada pecador que se arrepiente y recibe a Jesús; ya
no pertenecemos a la cultura del mundo, sino a la del reino de Dios, estábamos muertos,
pero hemos revivido desde adentro con demostraciones puras hacia afuera. Este
es solo el comienzo del proceso santificador, regenerador, restaurador y
transformador que Dios hace en cada uno de los nacidos de nuevo, hijos de Dios
reconciliados con su Creador, que van rumbo al crecimiento integral que durará
mientras peregrinemos por la vida hasta llegar a nuestro destino eterno junto a
Dios. YHWH te bendiga y teguarde; el SEÑOR te mire con agrado y te extienda su amor; Dios te muestre su favor y te conceda la paz. Números 6:24-26.
Requisito inquebrantable es nacer de nuevo porque humanamente es imposible vencer las tinieblas, abandonar el pecado y vivir con pureza en el mundo, tampoco podemos vencer las pasiones que batallan en el cuerpo por el sólo hecho de quererlo y poner buena voluntad personal, única y exclusivamente es factible vencer todo eso entronando a Cristo en el corazón, haciéndolo SEÑOR y Dios de nuestra existencia. El reino de Dios no es cuestión de comida ni bebida, sino de vivir en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El que así sirve a Cristo agrada al Padre y es aprobado por sus semejantes. Así que, esforcémonos por hacer todo lo que conduce a la paz y a la mutua edificación. Romanos 14:17-19.
Decidirse a nacer de nuevo implica reconocer los pecados, arrepentirnos y confesar todo a Dios mientras haya oportunidad de vida para recibir su perdón y su gracia salvadora de paz y vida abundante viviendo en la ley divina, Porque mucha paz tienen los que aman la palabra de Dios, y para ellos no hay tropiezo, Salmos 119:165. Nacer de nuevo es hacernos genuinos creyentes de fe obediente y seguidores de Jesús en el deleita de su palabra que ponemos por obra. La biblia habla del Reino de Dios desde Génesis hasta Apocalipsis, llamando toda nuestra atención al mensaje redentor en Cristo Jesús, quien es el centro de toda la Escritura y la fuente de la paz verdadera. En consecuencia, a que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro SEÑOR Jesucristo. Romanos 5:1.
Nacer de nuevo para conocer a Cristo es
el más hermoso comienzo de vida nueva. Él es nuestra máxima y única oportunidad de
rescate, para rescatar el estilo de vida santo al cual el hombre fue diseñado
desde la creación, una vida que se identifica con el Dios que ama, acepta,
perdona y protege en la profundidad de la grandeza que entraña el milagro de la
cruz, llegando a ser coherederos del Reino de Dios en Cristo Jesús, para proclamar el Evangelio de la paz, Efesios 6:15. Porque cuando estábamos muertos en
nuestros delitos y en la incircuncisión de nuestra carne, El Padre nos dio vida
juntamente con Cristo, y nos perdonó de todos nuestros pecados. Colosenses
2:13.
Nacer de nuevo requiere creer en Dios y creerle a Dios,
y su palabra; la persona que nace de nuevo experimenta el mayor milagro de la
vida al tener paz y línea directa con el SEÑOR del universo, mediante la fe
salvadora que permite al Espíritu de Dios hacer morada en nuestro corazón
humano desde el mismo momento que recibimos a Cristo y le permitimos que Él
reine, gobierne y dirija toda nuestra existencia desde adentro hacia
afuera. Porque de tal manera
amó el Padre a los seres humanos, que entregó a su Unigénito, para que todo el
que cree en ël, no sea condenado, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16.
Una vez nacemos de nuevo tenemos que mantenernos firmes en el Camino de
Dios y en el trato vitalicio del Padre que irá enrumbado nuestros pasos
para experimentar la vida extraordinaria en medio de un mundo ordinario y
natural, donde somos diferentes al común de la gente, Así que ahora ya no hay condenación
para los que permanecen unidos a Cristo Jesús, Romanos 8:1, vamos tomando el
carácter del Hijo y pareciéndonos cada día más a Él, esto viene a ser nuestra
prioridad máxima porque Dios ocupa el primer lugar en nuestra vida, Amando al SEÑOR nuestro Dios con todo
el corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras
fuerzas. Deuteronomio 6:5.
Creer en un Cristo histórico no produce cambio de vida ni salva a nadie,
pero nacer de nuevo por la fe, aceptando a Cristo y creyendo lo que hizo en la
cruz y la tumba vacía, nos proporciona una vida de paz genuina, Romanos 6:1-4; nacer de nuevo,
además de paz, nos da un nuevo corazón, Ezequiel 36:25-28; nos hace nuevos seres humanos, 2
Corintios 5:17, Colosenses 3:5-17; nos introduce en una
nueva familia, Efesios 2: 15 -19; encontramos el camino nuevo que lleva al Padre, Hebreos 10:19-25; empezamos a ser parte activa del pacto
de la gracia, Hebreos 8:13, y obtenemos una nueva esperanza
de vida eterna. 1 Pedro 1:3.
Nacer de nuevo también nos permite vivir con gozo el nuevo mandamiento
del amor, Juan 13:34,1 Juan 2:8; adquirimos la nueva ciudadanía e identidad espiritual para llegar un
día a la ciudad celestial; viviremos en tierra nueva y cielo nuevo, 2 Pedro 3:13, Apocalipsis 21:1-18; ¡qué increíble!
tenemos vida de paz y seguridad de protección en Cristo, mientras entonamos un
cántico nuevo que adorando al SEÑOR, Salmos 33:1-12; también obtenemos un nombre nuevo, Apocalipsis 2:17, viviendo felices con Cristo, un
nuevo amanecer cada día, Lamentaciones 3:22-24; gozamos la paz de un nuevo presente en el consejo y la dirección del
Espíritu Santo, Isaías 43:18-19.
Sin el nuevo nacimiento no hay esperanza alguna de salvación, pero también
nacidos de nuevo surge la sabiduría y el entendimiento a las cosas
sobrenaturales de Dios, para asimilar y discernir lo santo de lo profano, la
luz de las tinieblas, lo bueno de lo malo, para participar en su momento de la
primera resurrección de los muertos, Juan 11:25-26. Sin nuevo nacimiento no hay
pertenencia ni identidad con el reino de Dios, por eso Jesús le dijo a Nicodemo
que era necesario nacer de nuevo para entrar al reino de Dios, pues tener a
Cristo como SEÑOR nos abre los sentidos espirituales que comprenden y viven las
Escrituras, 1 Pedro 1:23, de ahí que quienes andan sin Cristo, no entienden la Biblia, sino que
la tergiversan, la atacan, la polemizan y la evitan.
El nuevo nacimiento arranca el endurecimiento del corazón humano para
dejar de ser indiferentes a Dios, ni vivimos bajo la manipulación de los
sentidos ni los sentimientos engañosos del corazón que esclavizan a la raza
caída. Ya no vivimos como los que no conocen a Dios, gente ignorante y terca
que hace lo que le place su ego, por eso no pueden disfrutar la vida en la paz que
Él Eterno ofrece. La gente sin Cristo, ha perdido totalmente la vergüenza y se
han entregado a los vicios, la maldad, toda injusticia y toda clase de
indecencias que el Santo condena, Efesios 4:17-19.
La persona que no ha nacido de nuevo, vive inquieta, insegura y con zozobras;
por eso la gente es emotiva, religiosa e incapaz de tener una verdadera amistad
con Dios sin disfrutar de relaciones personales amables y pacíficas. 1 Corintios 2:14, Juan 15: 4-7. Aunque muchos sean humanamente
morales y éticos en su comportamiento social y crean en un dios, están
condenados irremediablemente si Cristo no es su salvador. Santiago 2:19. El Padre envío
a Jesús para recuperar las ovejas perdidas y hacerlas volver al redil de su
amor y su verdad en la justicia de su reino, Juan 1: 11-13. Los que realmente han nacido de
nuevo, se reconocen por la manera de vivir, de hablar y por la calidad de su
amor con Dios y sus semejantes. Efesios 4: 17-32.
Los humanos fuímos creados para vivir en paz con Dios, pero el pecado destruye esa paz, y quienes rechazan a Jesucristo y su oferta de salvación, no tienen ni viven paz. ¿Ya naciste de nuevo en Cristo? Esta es la oportunidad que el Padre ha
puesto para ti, no la desprecies, porque mañana podría ser demasiado tarde.
Busquen al SEÑOR mientras puede ser hallado, llámenlo ahora que está cerca. Que
el impío abandone su camino, y el hombre inicue deje sus pensamientos, para que
se vuelvan al SEÑOR, porque Él tendrá compasión, pues nuestro Dios es amplio
para perdonar. Isaías 55:6-8.
No soy lo que debo ser, tampoco lo que quiero ser, pero por la Gracia de
Dios, no soy lo que solía ser.— John Newton.
Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.
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