Ahora bien, aclaremos el punto de ser hijos de Dios, la primera vez que se menciona hijos de Dios en la Biblia, es en Génesis, identificando a seres celestiales, en este caso, ángeles caídos, que al ver las mujeres en la tierra, las codiciaron, se llegaron a ellas, las prostituyeron y dieron lugar a la depravación sobre la tierra, dando origen a gente rebelde; estos seres que fueron creados por Dios tomaron cuerpo humano en forma de gigantes Nefilim, que alteraron la genética humana, por lo cual, hasta el día de hoy, los arqueólogos encuentran restos de seres descomunales con seis dedos en cada mano y en cada pie. Cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra, tuvieron, y viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron mujeres escogiendo entre todas, y se casaron con las que quisieron. Génesis 6:1-2.
La segunda vez que se menciona en la Biblia hijos de Dios es en Job, padre de los asiáticos, con estos seres que se presentaron delante de Dios en el cielo, acompañados de satanás; así que, en estos dos casos, el término hijos de Dios, se usa para referirse a seres creados, es decir criaturas, ángeles que sirvieron a Dios, pero que, con su rebelión, se transformaron en demonios hijos de su padre el diablo. Un día vinieron a presentarse delante de YHVH los hijos de Dios, entre los cuales vino también satanás. Y dijo YHVH a satanás ¿de dónde vienes? Respondiendo satanás a YHVH, dijo: recorriendo la tierra de un lado al otro. Job 1:6-7.
En el tercer caso, el sentido de hijos de Dios es aplicado a los seres humanos, primero al referirse a la nación de Israel con sus doce tribus, que fueron dados a Abraham en cumplimiento de la promesa al amigo de Dios; Dios los llama hijos al hablarle a Moisés cuando le ordena ir a faraón para que deje salir a Israel de Egipto, Éxodo 7:1-23, Dios los está adoptando como hijos propios en el AT, y el profeta Isaías tiempo después, llama a Dios Padre Eterno al referirse al Mesías en Isaías 9:6; es Dios mismo que llama hijos a la nación de Israel fundada por Él, y confirma que ellos lo llamarían Padre, …Me llamarán Padre mío y no se apartarán de Mí, Jeremías 3:19, la cuarta vez que se aplica el término hijos de Dios es en el NT, involucrando ya la salvación para todos aquellos que creen lo que dice la Biblia y reconocen a Jesucristo como único Salvador. No son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa, son considerados descendientes. Romanos 9:8. Y a quienes reciben al Hijo y creen en Él, el Padre les concede el privilegio de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12.
Entonces, el término hijos de Dios se aplica tanto a seres celestiales por creación, como al pueblo hebreo por nacionalidad y adopción, y a nosotros los cristianos nacidos de nuevo, por conversion, redención, adopción y convicción en Jesucristo, tal como Él mismo lo dice en su encuentro con Nicodemo en Juan 3, es en el encuentro del rabino celestial con un rabino terrenal donde Jesús mismo nos dice cómo ser verdaderos hijos de Dios; el SEÑOR Jesús le dice a Nicodemo que le es necesario nacer de nuevo del agua y del Espiritu, para entrar al reino de Dios, pues a su reino entran solo los hijos. El que cree en Jesucristo, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Juan 3:18.
Necesitamos ser redimidos en Cristo para ser hijos de Dios y ser parte de su familia, al creer en el Hijo, y recibirlo en el corazón por fe, como único y suficiente SEÑOR y Salvador; con esta aclaración entendemos que no todos los seres humanos son hijos de Dios, como algunos lo aseguran. Aquí vale recordar que la Biblia enseña en Efesios 2:12-22, que de esos dos pueblos: hebreos y cristianos, Dios hizo un solo pueblo, una nación santa de reyes y sacerdotes, que es la Iglesia, el cuerpo de Cristo, que le pertenece a Él, que son sus embajadores, y que Él llama la esposa del Cordero, por la cual vendrá un día, estos son los hijos reales de Dios reunidos en UNO. El Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios…Romanos 8:16. Y que Cristo no solo moriría por esta nación, sino que también moriría para congregar y unir a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo. Juan 11:52.
El reino de Dios no es lugar donde toda clase de gente entra, al cielo solo entran los nacidos de nuevo, los auténticos hijos de Dios, y nuestro registro de nuevo nacimiento es el libro de la vida, el que esté registrado allí y sea sellado con el Espíritu Santo como propiedad de Dios, ese es hijo de Dios, Él es nuestro Padre celestial y Jesús nuestro Hermano Mayor en la gran familia de Dios. Y porque somos hijos de Dios, el Padre ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, por lo cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Gálatas 4:6.
Nuestro misericordioso y amoroso Dios repite y aclara su palabra una y otra vez, porque sorprendentemente gran mayoría de los hijos de su pueblo, la iglesia, sigue ausente de Él, dividida, escarneciéndose unos a otros, sembrando cizaña, saltando de un lugar a otro como cabras unos, y como lobos otros, gente que no es hijo, peca y sirve de tropiezo, en medio de las ovejas, porque no valoran el sacrificio de Cristo, ni el gran amor del Padre, sino que lastiman su corazón y crucifican muchas veces al Hijo de Dios, Aquel que murió por salvarnos. Porque caen de nuevo y no se les puede hacer volver a Dios; ellos mismos están crucificando otra vez a Jesús, exponiéndolo a la burla de todos. Hebreos 6:6. ¿No creen ustedes que mucho mayor castigo merecen los que pisotean al Hijo de Dios y desprecian su sangre, los que insultan al Espíritu Santo de Dios que los ama? Esa sangre que confirma la alianza, y con ella han sido lavados, Hebreos 10:19.
¿Por qué insisten en su pecado? ¡No se entiende esto!
El ardiente anhelo de Dios es que sus hijos reflejen verdaderamente la imagen, semejanza y carácter del Hijo, lo cual se logra andando en el Espíritu para santidad, discerniendo los tiempos y los movimientos del mundo; se requiere del pueblo de Dios, que se manifieste con corazón sincero y limpio en amor al Padre, trabajando, luchando y esforzándonos unidos por alcanzar mayor número de almas para el reino. Nuestra integridad es delante de toda circunstancia, porque no podemos seguir viviendo en la vieja naturaleza que nos esclavizó por mucho tiempo y nos llenó de dolor, ira y resentimiento contra nuestros semejantes, peor aún, contra nuestros propios hermanos; y hoy los creyentes, se causan daño a sí mismos, robándose las bendiciones como si no fueran hijos ni hermanos, y si no cambian, podrían perderse finalmente, Si crees estar firme, ten cuidado de no resbalar y caer, 1 Corintios 10:12.
Todo verdadero hijo de Dios debe entender que el Arquitecto perfecto, el Alfarero divino mueve y permite constantes y variadas circunstancias para pulir y santificar nuestro carácter, todo lo que sucede día a día son oportunidades que Dios usa para educarnos, romper moldes, derribar estructuras, cambiar modos de pensar, acabar con la competencia y el egoísmo, mostrados en esas malas maneras de expresarnos y tratarnos unos a otros. Tengan cuidado, porque si ustedes se muerden y se comen unos a otros, llegarán a destruirse entre ustedes mismos. Gálatas 5:15.
El buen y verdadero hijo de Dios, se caracteriza por amar a Dios por encima de todo, postrado en su presencia y adorando, Deuteronomio 6:5, actúa buscando primero la sabiduría de lo alto, por eso se esfuerza en llenar mente y corazón con la palabra y orando en búsqueda de la dirección divina; caminando en el Espíritu para llenarme de Él, evidenciando el fruto para impedir que la vieja naturaleza no lo domine, ama a su prójimo por eso maneja sus relaciones personales con amor, integridad y justicia; sabe perdonar y pedir perdón, basado en la paciencia de Dios con él mismo, posee fuerza interior para vencer sus propias emociones y pasiones porque conoce su libertad en Cristo y siempre es ejemplo de fe obediente, por lo tanto, no dilata hacer la voluntad del Padre. Antes bien, amen a sus enemigos, y hagan el bien a todos, presten sin esperar nada a cambio, y su recompensa será grande, serán llamados hijos del Altísimo, porque Él es bondadoso aún con los ingratos y perversos. Lucas 6:35.
El corazón del Padre se duele y Jesús se entristece al ver la actitud de un pueblo rebelde, desobediente, perezoso, necio y lleno de críticas maliciosas, gente que persiste en su maldad, y que deberían recibir castigo, sin embargo del corazón amoroso del Padre brota oportunidad de salvación y perdón llamando al arrepentimiento y al cambio de actitud en aquellos que dicen ser sus hijos, y por los cuales no escatimó a su Hijo, sino que lo entregó para redimirlos con su sangre. ¡Qué gran responsabilidad tenemos con Dios! Somos nosotros los hijos de Dios los que damos a conocer a Cristo a todos a nuestro alrededor...Colosenses 1:28.
Vivir como hijos de Dios implica atesorar nuestro lugar en el reino, aprovechando la gracia para honrar a Dios y bendecir a la gente, estar conscientes de los beneficios que tenemos del Padre a través del Hijo, representándolo bien en todo tiempo y circunstancia sin avergonzarnos de nuestra fe o si alguien se burla de nosotros, pero muchos que dicen ser hijos de Dios esconden ante el mundo su fe en Jesús; sin embargo, debemos reconocer que es mejor obedecer, servir y permanecer hasta el final, como hijos genuinos que se identifican con los hermanos en la familia de Dios, contribuyendo con el testimonio para la expansión del reino. El vencedor heredará estas cosas, YO seré su Dios y él será mi hijo, Apocalipsis 21:7.
Cada cristiano que se considera verdadero hijo de Dios, elige ser responsable antes que perezoso, no se queja, ni se lamenta, ora y da gracias a Dios por todo, porque nuestro testimonio y forma de vida afecta no solo nuestra propia existencia, sino la vida de la familia, la iglesia y la sociedad en general; somos cada uno en particular llamados y responsabilizados para ser ejemplo digno de imitar por otros, en amor por lo que Dios es e hizo por ti y por mí, y un día tendremos que presentarlos a rendir cuentas de nuestra labor; tenemos que madurar como hijos porque no podemos conformarnos con menos, Y en esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. 1 Juan 3:10.
Si hemos renacido en Cristo la dimensión de nuestra vida es espiritual, no carnal, ni terrenal, hemos renacido en un momento, pero a la vez vamos madurando paso a paso en la regeneración de nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sometidos a Dios en obediencia a su palabra, rendimos y conscientes que debemos disponernos para representar bien a Jesús, esto nos debe hacer verdaderos hijos de Dios, gente que conquista su propia vida y depone su voluntad personal en amor y amistad con Cristo, por ministración de su Espíritu. El amor de Dios en un cristiano maduro es el camino más excelente y la muestra de ser nueva criatura que da fruto. 1 Corintios 13.
El amor de Dios en sus hijos es superioridad espiritual que debe hacer la diferencia entre nosotros y los de afuera. Esto, pues, es lo que les digo y les encargo en el nombre del SEÑOR, que ya no vivan más como los paganos, los cuales viven de acuerdo con sus equivocados criterios, y tienen oscurecido el entendimiento. Ellos no gozan de la vida que viene de Dios, porque son ignorantes a causa de su insensible corazón. Se han endurecido y se han entregado a los vicios, cometiendo sin freno toda clase de cosas impuras. Efesios 4:17-19,
La presencia de Dios por el Espíritu, debe ser evidente en cada hijo de Dios, porque somos su templo y altar, Él ha ido limpiando nuestro ser interior y expulsado todo lo que no es de Dios ni le agrada a Él; no podemos decir que somos hijos de Dios y discípulos de Cristo si seguimos con una vida de pecado y mintiendo, si seguimos criticando, si seguimos sembrando división, en vez de ser instrumentos de bendición y de honra entonces no somos hijos, porque muchos que se dicen ser hijos de Dios, son instrumentos del diablo, que en vez de bendecir, maldicen, en vez de dar amor siembran veneno; en vez de ser humildes son arrogantes, en vez de ser generosos son egoístas y envidiosos. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 1 Juan 3:9.
Tarde o temprano la maldad del pecador lo alcabzará, tarde o temprano la ira de Dios se dejará ver en sus vidas, por favor, les suplico con el corazón, se los digo con lágrimas escribiendo ahora, no más, no sigan jugando al cristiano, o somos o no somos, o sirves a Cristo o sirves al diablo, o te salvas o te condenas. ¡Basta de tanta liviandad y vida licenciosa! Recuerda el inicio de esta enseñanza y mira bien si eres hijo de Dios por creación, una criatura de apariencia, o eres hijo por conversión, adopción y convicción, porque...Si por el Espíritu hacemos morir las obras de la carne, viviremos. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, ellos son hijos de Dios…porque hemos recibido el Espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos, ¡Abba Padre! Romanos 8:12-25.
Ustedes se levantan contra mis designios, sin darse cuenta que están peleando contra Mí, se rebelan y señalan perversamente a quienes yo levanto, ustedes están rebelándose contra Mí, y si persisten en su malvado corazón y no se arrepienten, llegarán mis juicios, y ellos empezan por mi casa, nos sean como aquellos que se rebelaron en la antigüedad, y perecieron, Porque si esto es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios…Hechos 5:39.
Números 16 es un ejemplo y una advertencia para los que siguen dando mal testimonio diciendo que son hijos de Dios y no lo son, aparentan, pero no lo son. lee cuidadosamente Números 16. Por cuanto llamé y no quisieron oír, extendí mi mano y no hubo quien entendiera, sino que desecharon todo consejo mío y mi reprensión no aceptaron. También YO me reiré de su calamidad, y me burlaré cuando les venga lo que temen; cuando venga la destrucción que temen, y su calamidad les llegue como un torbellino; cuando sobre ustedes venga tribulación y angustia. Entonces me llamarán y no responderé; me buscarán de mañana y no me hallarán. Porque aborrecieron Mi sabiduría, y no escogieron el temor de YHVH. No quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder. Proverbios 1:24-32.
La gran realidad es que muchos ignoran, que nadie podrá ser salvo haciendo lo contrario a la palabra de Dios. No existe un sitio medio después de la muerte, así que ni misas, ni oraciones, ni ninguna otra cosa sacará de su lugar a los muertos. La única manera de ser salvos es a través de Jesucristo, y se logra mientras vivimos para creer y recibir al SEÑOR y Salvador Jesucristo, es con Él que vamos al Padre, pero sin Él miles irán al infierno porque siguen haciendo los que les da la regalada gana, se gozan haciendo su propia voluntad dejando a Dios de lado, viven en vanidades ilusorias y temporales, dándole gusto a su cuerpo y apostatando de la fe y dicen que son hijos de Dios; así que, si no has tenido un encuentro personal con Jesucristo, lamentablemente te condenarás. Hasta que todos lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, y alcancemos la condición y madurez de un ser humano, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, Efesios 4:13.
Arrepiéntete, abandona tu pecado y vuélvete a Dios, entrégale tu vida a Cristo y vive para obedecer su palabra llena de principios y virtudes que nos hacen merecedores de ser hijos para su reino…Los hijos de Dios no pueden morir ya, pues serán como los ángeles, y serán hijos de Dios por haber resucitado. Lucas 20:36.
Mg. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino