26 feb 2018

PERDÓN, PROFUNDIDAD Y ALCANCE





PERDÓN, PROFUNDIDAD Y ALCANCE

Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial; pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco el Padre celestial perdonará las ofensas de ustedes, Mateo 6:14-15.

No juzguen y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados, Lucas 6:37.

Así que si no perdonamos de corazón, estamos bajo maldición y juicio porque tampoco hemos sido perdonados por Dios. Si queremos que el Eterno nos perdone, debemos estar dispuestos a perdonar a nuestros agresores, Mateo 6:15.

El problema del corazón humano es querer recibir sin haber dado, reclamar derechos sin haber cumplido sus deberes, querer ser perdonado sin haber perdonado,  lo cual es injusticia delante de Dios, Jesús nos enseña a perdonar en la oración del Padre nuestro aclarando que debemos perdonar siempre, Marcos 11:25-26. Perdonar es un mandato, Dios sabe que olvidar la ofensa nos permite vivir en paz para que no hayan obstáculos en nuestra relación con Él, Mateo 5:23-24.

a. A pesar de que Saúl persiguió enconadamente a David, éste perdonó a Saúl muchas veces; nunca le hizo daño alguno ni ejecutó su propia justicia aunque lo tuvo en sus manos, lo cual le mereció ser llamado un hombre conforme al corazón de Dios y su enemigo lo declaró justo: Y dijo Saúl a David: más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal, 1 Samuel 24:17. Al perdonar mostramos una actitud de humilde misericordia que elimina el odio y permite la justicia según Dios.

Cuando no perdonamos no solo hacemos daño a las personas sino que nosotros mismos nos envenenamos con el rencor, la amargura, por lo cual las consecuencias de esta actitud vendrán a ser peores que el dolor sufrido en el momento de la ofensa; la falta de perdón hace que las relaciones se hagan imposibles y tensas porque la raíz de amargura está enquistada en el alma herida. Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; y que brotando alguna raíz de amargura, les estorbe, pues la amargura los contamina como un veneno, Hebreos 12:15; Vivan con humildad y mansedumbre soportándose con paciencia y amor unos a otros, Efesios 4:2. Esto es practicar el perdón.

b. Nuestro amado Salvador nos perdonó en la cruz a sus homicidas, Y decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, Lucas 23:34a; uno de los ladrones estando en el mismo suplicio, reconoció a Jesús, se arrepintió, suplicó al Señor ser perdonado y el Rey se lo otorgó inmediatamente, así fue salvo, Lucas 23:39-43.

Cuando perdonamos eliminamos la culpa con un acto de amor voluntario, absolvemos, cubrimos de gracia y desagraviamos al ofensor; perdonar nos hace semejantes a Jesús porque damos de gracia lo que recibimos por gracia. Extendemos misericordia a alguien que quizá no lo merece pero lo absolvemos su agravio voluntariamente. No es fácil perdonar humanamente, solo con la ayuda de Dios lo logramos; al eximir la culpa nos ponemos a favor de un deudor que no está en capacidad de pagar, lo dejamos libre y agradamos al Padre, pasando por alto la ofensa sin pedir castigo ni condena. Eso hizo nuestro salvador con cada uno de nosotros y hoy somos salvos.

c. Esteban, el primer mártir, absolvió de culpa a Saulo de Tarso que consentía en su muerte, Hechos, 8:1; Saulo perseguía la iglesia y mataba cristianos; el resultado del perdón de Esteban hizo que Jesús saliera al encuentro de Pablo en el camino de Damasco para que éste se convirtiera a Cristo como lo narra Hechos 9. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. y habiendo dicho esto, durmió, Hechos 7:59-60.

Las ofensas duelen, pero aunque las personas nos hieran, nos traicionen o incluso nos agredan, debemos reconocer que también nosotros ofendemos y herimos, por lo tanto todos tenemos la necesidad de perdonar y ser perdonados para obedecer a Dios; debemos hacerlo porque es un mandato y un principio divino que nos conviene para sanidad y liberación en Dios. Perdonar implica desprenderse del pasado que daña. Perdonar nos proporciona salud espiritual, mental y física, mientras que la falta de perdón enferma el cuerpo, Salmos 32:3-4.

2. Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios, Santiago 1:20 Andar con el enojo y la ira por falta de perdón impide que actuemos con justicia; anidar odio, dolor y rencor en el corazón hace a la gente violenta y vengativa, lo cual hace que la sangre bombeada intoxica todo el organismo, condenándonos a la enfermedad, muerte prematura y una vida con cargas insoportables debido al deseo de venganza.

No perdonar es injusticia que actúa con bajos instintitos que conllevan a intensiones malsanas y pasiones desbordadas que ponen lazo aprisionando el alma y los corazones, lo cual puede redundar en situaciones lamentables, tanto para el agresor como para el agredido. La prudencia consiste en refrenar el enojo, pero la honra, es pasar por alto la ofensa. Proverbios 19:11.

Cuando perdonamos tomamos dos características del atributo de Dios: la gracia y el amor; al perdonar nos negamos a nosotros mismos, nos humillamos y morimos al hombre natural; algo que se logra por voluntad propia sino con la intervención del Espíritu Santo y su fruto. Perdonar nos devuelve la esperanza y fortalece la espiritualidad, levantándonos hacia nuevos horizontes de acercamiento al Padre; nos liberamos de la culpa y nos hacemos livianos al soltar la carga de Juez que solo le corresponde al Eterno, Romanos 5:8.

3. Mía es la venganza y la retribución, Deuteronomio 32:35a. No se venguen ustedes mismos, amados míos, sino dejen lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mías es la venganza, YO pagaré, Romanos 12:19. Dios conoce los corazones y los pensamientos del hombre a profundidad, Él sabe quiénes se van a arrepentir genuinamente para recibir perdón y alcanzar salvación, ese es el estilo de venganza divina, dejar en libertad a cada uno, para  que decida ser salvo o no, cada uno marcará su destino eterno, lo cual se evidencia en un cambio de vida o permanencia en el pecado.

Creo, y lo digo con mucha tristeza, que la Iglesia de Cristo debe ser la primera en reflexionar seriamente acerca del perdón; he visto con gran dolor, que cuando un miembro del cuerpo de Cristo se ha deslizado y ha caído, esa persona queda estigmatizada y rechazada sin remedio por la mayor parte de los cristianos. No debemos olvidar que la palabra del Señor nos dice que los juicios comienzan por su casa, Porque es tiempo que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio? 1 Pedro 4:17. No podemos seguir señalando y acusando al hermano, al salmista, al profeta, al ministro y a la oveja que ha caído, es tiempo de restaurar el cuerpo de Cristo perdonando de corazón, el amor es la esencia del Evangelio y perdonar es amar y vivir el evangelio.

El perdón es una puerta abierta a la paz personal, individual y colectiva de familias naciones y la sociedad en general; Dios promete misericordia y vida para los que obedecen el principio de perdonar y viven el principio del amor indultando las culpas; el perdón como mandamiento, absuelve del castigo y el juicio para quien se arrepiente del mal, lo abandona y pide perdón; nuestros fundamentos cristianos y nuestra posición de discípulos de Cristo, nos obligan a recibir y otorgar perdón, No juzguen y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados, Lucas 6:37. Hay muchas bendiciones en el perdón.

a. Perdonar a pesar de todo, hace que el Señor responda con nosotros de la misma forma, Mateo 8:21-35El perdón opera bajo el principio de siembra y cosecha. Cuando perdonamos somos perdonados porque extendemos gracia y misericordia a quienes nos dañan, así ellos no lo merezcan ni tampoco acepten el perdón, nosotros quedamos sanos. 2 Crónicas 7:14 y Marcos 11:25. Perdonar implica aceptación de lo sucedido para abrir paso al desprendimiento y olvido de los hechos tanto ajenos como propios, porque también debemos perdonarnos a nosotros mismos.

b. El perdón restaura los pensamientos, los sentimientos y cambia el comportamiento hacia la otra persona; reconciliamos las relaciones y optamos una posición altruista y empática. Según estudios científicos se ha comprobado que el perdón es bueno para el corazón porque disminuye sustancialmente la frecuencia cardiaca y provee una balanceada tensión arterial, todo lo cual elimina estrés.

c. Perdonar reduce los efectos depresivos que provienen del rencor y la amargura, permitiendo una vida integral en calma y armonía. Olvidar la ofensa nos hace sensibles y nos ayuda a entender el conflicto del otro mejorando nuestra solidaridad y calidad humana, Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza, Romanos 12:20.

d. El perdón restaura nuestro sentido de inocencia y rectitud, Hechos 2:36-38; Mateo 11: 28-29, Salmos 51:1,3, 7 y 10. Nos devuelve el gozo y la paz interior, Job: 8:20Salmos 51:12; al eximir la culpa de los hechos, se rompen cadenas y ataduras, Mateo 16:19; amnistiar al ofensor nos permite rescatar la esperanza y la confianza en las personas, Romanos 8:24-26, 1 Pedro 1:3-5, así como la seguridad y respaldo de Dios que nos otorga vida eterna, Santiago 5: 19-20; Tito 3:7.
                                                    
Perdonar es vital para que no se afecte nuestra comunión con Dios y el compañerismo con los demás, pues la falta de perdón contamina todo alrededor salpicándolo de falta de rectitud y justicia. Hebreos 12:15. Cuando perdonamos desaparecen nuestros pecados de la vista de Dios, Isaías 38:17, quedan en el olvido, Salmos 103:12se van de la menteIsaías 43:25 y dejan de existir, Hechos 3:19.

Con el perdón, el amor de Dios fluye en nuestro corazón como la luz que irrumpe las tinieblas haciéndonos comprender lo denso y cruel del juzgamiento y el deseo de venganza. Perdonemos todas las veces que sea necesario, hasta setenta veces siete, Colosenses 3:12-13, no podemos quedarnos en la ofensa, es mejor ser indulgentes, quizá el ofensor pueda tener problemas que lo llevan a actuar mal, nuestra actitud como hijos de Dios es ayudar y amar para ser luz y sal, Lucas 23:24 y Hechos 7:60. Hagamos del perdón un estilo de vida que glorifique el nombre de Cristo y traiga la presencia de Dios a la tierra, Hechos 3:19, reconozcamos que todos nos equivocamos por ser humanos sujetos a pasiones. 2 Timoteo 3:19.

Digamos basta a la falta de perdón, e, rencor, el odio y los deseos de venganza, destruyamos con bondad y amor los derechos legales que hayamos dado al enemigo, acabemos la tibieza y mala espiritualidad, el prójimo se impactará y cantaremos himnos y alabanzas a Dios, Mateo 5: 23-24. Cubramos con amor las ofensas, pues el amor cubrirá multitud de faltas y pecados, 1 Pedro 4:8.
                      
Donde hay perdón hay transformación de corazón y renovación mental, el perdón debe ser parte integral del carácter del cristiano en la vida cotidiana, algo esencial en almas salvadas llenas del Espíritu Santo. Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide  Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8.

Cristo dejó el poder del perdón a su Iglesia, “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.  Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” Juan 20: 21-23. Por lo tanto la iniciativa de perdonar está en los discípulos de Jesús. Si la Iglesia no perdona, estará dividida y derrotada, siendo espectáculo al mundo, los ángeles y los hombres, 1 Corintios 4:9. Muchos están atados por la falta de perdón, por eso son creyentes sin fruto, ni gozo, dados a juzgar, señalar, criticar y condenar.

La gran mayoría cree en un patrón determinado para perdonar, pero la mejor regla es un perdón unilateral voluntario y pronto, es la manera que Dios usa: primero nos amó, luego nos perdonó, cuando nos arrepentimos y nos purificamos en Él. Sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4: 31-32.

Perdonar debe salir del corazón como una determinación firme sin exigir castigo ni venganza, como si nunca nos hubiéramos hecho daño alguno. Obedezcamos, no sea que el Señor de la Viña se enoje y suceda lo de parábola de los deudores injustos de Mateo 18:23-35Dios deja en manos de los verdugos hasta pagar toda la deuda. Dios se desagrada cuando no perdonamos o nos alegramos del mal de los enemigos. Proverbios 24:17-18.

El perdón rodeado de misericordia y amor atrae bendición, 1 Pedro 3:8-9quizá alguien pobre, enfermo y desafortunado no es culpable en forma directa de la situación. Otorguemos bendición, comprensión y apoyo de manera incondicional, sin exigir derechos, sabiendo que es Dios quien juzga rectamente porque conoce los corazones. Proverbios 19:11No perdonar:
Impide la práctica de la oración, Mateo 5:23-24,
Afecta el testimonio que debe tener el cristiano, 1 Corintios 4:9
Estorba la comunión con Dios, Hebreos 12:1
Paraliza el crecimiento espiritual, Hebreos 12:15
Impide tener una buena conciencia delante de Dios, 1 Pedro 3:8-9.

Mg. MEHC, h8ja del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.








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