21 ago 2016

NO CODICIARÁS-DÉCIMO MANDAMIENTO

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EL DÉCIMO MANDAMIENTO BÍBLICO

No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás nada de la casa de tu prójimo…ni cosa alguna de tu prójimo, Éxodo 20:17, Levítico 18:20, Deuteronomio 5:21, Romanos 13:9.

Cada uno es tentado de sus propios malos deseos que lo atraen y los seducen. De esos deseos malos y excesivos nace el pecado; y cuando ese pecado se desarrolla por completo, llega la muerte, Santiago 1:14-15.

¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque se creen poderosos teniendo el poder en su mano! Codician las heredades y las roban, las casas y las toman; oprimen a su prójimo, a su casa, y de otros toman las propiedades que heredarían sus hijos. Por lo tanto, así dice el SEÑOR TODOPODEROSO: He aquí YO haré juicio contra todas esas familias codiciosas y perversas, traeré un mal del cual ninguno de ellos podrá sacar su cuello, ni volverán a andar erguidos, su tiempo malo les llegará. Miqueas 2:1-3.

¿Qué se entiende por codiciar? Por naturaleza podemos anhelar y desear cosas porque nos gustan y queremos tenerlas con nosotros, pero codiciar va mucho más allá, Codiciar es ser presa de un deseo desmedido y malsano de tener y poseer algo que no nos pertenece porque queremos usarlo, disfrutalo, manipularlo, y desarrollar con lo codiciado un poder maligno de control extralimitado para deleite personal, porque hay soberbia, arrogancia, mezquindad y envidia en el corazón del que codicia. La codicia es un pecado tan fuerte y tan grave, que lleva al su poseedor a que se desborda y extralimite con deseos, pasiones y emociones sucias y peligrosas que dañan y pervierten lo recto y lo justo. Ninguno busque su propio bien, sino el de los otros. 1 Corintios 10:24.

Este mandamiento complementa el Sexto, Séptimo, Octavo y Noveno, puesto que, para trasgredir estos cuatro mandamientos, primero se codicia y luego se comete el delito de asesinato, adulterio, robo y mentira; No Codiciarás juzga el pensamiento y las intenciones del corazón, es iniquidad que encierra perversión y concupiscencia bajo el influjo de pasiones desmedidas de la carne, dando rienda suelta a los impulsos viscerales y malsanos del cuerpo. ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre ustedes? Pues de sus bajas pasiones y malos deseos que siempre están luchando en su interior. Codician y no tienen; matan y arden de envidia, pero como no lo pueden conseguir hacen la guerra...Santiago 4:1-2..

En la Biblia se registran dos casos particulares que nos aclaran la gravedad de la Codicia: El Primer caso está 2 Samuel 11, donde el rey David hace pereza, piensa, codicia, adultera y hace asesinar a Urias uno de sus generales, para apropiarse de su esposa Betzabé; este pecado de David no solo hizo morir a un fiel militar que le servía, sino a muchos soldados buenos y a un inocente bebé; David estaba en uno de sus peores momentos, frío como el hielo y arrogante con su poder. 2 Samuel 11:14-21.

El segundo caso está en 1 de Reyes 21 donde Acaba y Jezabel se consideran no solo los reyes más malos sino los más perversos, asesinaron a Nabot, uno de sus vecinos para adueñarse de su viña, demostrando así su abuso de poder y absoluto desprecio de Dios, pues todo israelita tenía el derecho de poseer su propia porción de tierra prometida, y ningún rey podía usurpar ese derecho legal; con su codicia esta pareja real anticipó la perdición y destrucción del reino, y es precisamente el espíritu de Acab y Jezabel los que se están moviendo fuerte en este tiempo sobre la tierra dominando a muchos gobernantes y poderosos del planeta.1 Reyes 21:8-16.

La diferencia entre los dos casos anteriores es que David reconoció su pecado, se arrepintió, buscó a Dio y anduvo con Él, por eso fue rey, pero Acab y Jezabel agudizaron su maldad y tuvieron muy mal fin, llegando a ser propagadores de demonios. Estas historias bíblicas nos muestran la crueldad y violencia que encierra la codicia; es una acción totalmente malvada y opuesta al amor de Jesús, quien nos enseñó y nos mostró con su vida a compartir y dar con generosidad y misericordia. El amor no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. 1 Corintios 13:5.


Con este último Mandamiento del decálogo, Dios nos protege de cometer maldad contra algo que es sagrado, llevados por la ambición, la envidia, la mentira, las bajas pasiones y los instintos desmedidos del alma que en la mayoría de las veces son innecesarios, mezquinos y exagerados al ambicionar algo para quitarlo, buscando apropiarse de lo que le pertenece a otro, llegando al punto de atentar contra la integridad de las personas y el derecho de propiedad ajena, ocasionando daño y tragedia en un momento exacerbado y fuera de control, que lleva al delito y provoca dolor, Porque los que quieren enriquecerse caen en lazo del diablo y quedan atrapados en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, 1 Timoteo 6:9.

Dios es poderosamente sabio a dejarnos los mandamiento; el sexto, el séptimo, el octavo y el noveno, prohíben asesinar, adulterar, robar y levantar falso testimonio, pero cierra con broche de oro en el Décimo Mandamiento, pues es allí donde está la raíz de todos los males, pues por codiciar riquezas y ambicionar poder muchos están llegando a atrocidades y perversiones innombrables; codician y se vuelven locos dañando al prójimo sin medir las acciones ni las consecuencias de sus bajas pasiones queriendo ejercer el control, manipulando y manejando circunstancias y situaciones a su antojo, Porque raíz de todos los males, es el amor al dinero, el cual por codiciarlo algunos, se olvidaron de obedecer a Dios, y acabaron por ser traspasados de muchos dolores y sufrimientos, 1 Timoteo 6:10.

El Décimo Mandamiento es el único que penetra el alma humana, porque en la codicia se condensan y esconden los más más bajos íntimos, sucios pensamientos y retorcidas intenciones inícuas que se anidan en el corazón humano, Porque cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón, Mateo 5:28; la biblia tipifica este mandamiento en el adulterio porque es que lo daña todo a su paso, sin embargo este mandamiento también se aplicable a todas las esferas de la vida; mientras que los cuatro mandamientos anteriores se dirigen al comportamiento, pero el Décimo mandamiento, saca a la luz los excesos del alma violando los mandamientos para hacer el mal de las peores formas: por codicia se asesina, se adultera, se roba y se comete perjurio y toda clase de maldad.

La codicia arrastra a los avaros y ambiciosos para dañar y destruir muchas víctimas, sus crímenes tienen raíz en la avidez, el apetito y el deseo ilimites por hacer riquezas y ejercer poder nocivo y malsano a expensas de otros; esto hace referencia a la corrupción y rapiña de gobernantes y redes delictivas organizadas que atropellan y enredan a inocentes e indefensos con sus trucos de maldad, porque se creen con la sartén por el mango, pero se engañan, no podrán huir de la ira y los juicios de Dios, la biblia dice: ¡Ay de ti, gente perversa, muy mal les va a ir a ustedes. Porque en sus camas piensan y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan porque tienen en su mano el poder! Codician terrenos y los invaden, roban las casas, y las toman; maltratan al dueño y a su familia, y con engaño los echan fuera. Por eso, YO el Dios de mi pueblo, también tengo planes contra ustedes; voy a enviarles desgracia de la que no podrán librarse. Les vienen tiempos tan difíciles que se les acabará el orgullo y quedarán en vergüenza. Cuando llegue ese día, la gente se burlará de ustedes…Miqueas 2:1-4.

Las consecuencias de la codicia son terribles, peligrosas y letales; en el original hebreo, codicia es ansias sin control de algo que se le quiere quitar a alguien y sin importar los medios, arrebatarlo violentamente y a la fuerza para hacerlo propio; esto es más que envidia y lujuria, la codicia es una fuerza demoníaca abrumadora que conlleva la destrucción de quien la posee, traspasa todos límites hasta cometer asesinato por un apetito enfermiso y extremo de conseguir algo que se codicia, ya sea el poder, las riquezas, los bienes, objetos y hasta personas a las que se les genera mucho dolor robándoles la vida y la libertad. El codicioso alborota su casa y hace mucho daño a su familia, Proverbios 15:27.

La codicia convierte las personas en monstruos y seres exageradamente crueles, insensibles y tiranos, sujetos sin afecto natural, posesivos, obsesivos y violentos; son individuos que pasarán por encima de todo y harán lo que sea para lograr sus ambiciones y consumar su avaricia y sus inclinaciones perversas para saciar sus apetitos desbordados, Y por haberse multiplicado la maldad sobre la tierra, el amor de muchos se enfriará, Mateo 24:12.

La codicia y la envidia van de la mano, es una mezcla maligna que inclina el corazón del egoísta a cosas terribles y negativas que avasallan, desordenan y roban desconsideradamente por un desafuero personal; la codicia está caracterizada por querer todo para si con hipocresía, todo vale, hacer lo que sea, desafiar la ley, robar la confianza, etc., con un vehemente y voraz apetito de arrebatar, quitar y usurpar bienes y libertades ajenas, horrorizando, intimidando y dañando todo a su paso. Habrá mucha aflicción en la casa del que codicia ganancias injustas, el dinero deshonesto de sus riquezas no dará seguridad ni bienestar a su familia. Porque por causa de los asesinatos que cometiste, deshonraste tu nombre y te costó la vida, Habacuc 2:9-10.

El codicioso está tan ciego que no piensa ni mide sus acciones que pueden perjudicar y destruir a toda una sociedad o una nación y a sí mismo; los codiciosos poseen tal egoísmo que nunca logran estar satisfechos; como un cáncer su maldad avanza, maquinan y organizan como acumular más y más porque son sujetos sin Dios ni ley. La codicia y la avaricia son los peores males de la humanidad, sus poseedores son gente malvada que multiplican la pobreza y desdicha con su anarquía, tiranía, desorden, caos y desventura, pues se benefician del resto de la población, estos malvados creyendo que se benefician a sí mismos, serán los primeros en ser destruidos. Miqueas 2:1-3. 

La codicia es una perturbación espiritual, mental y emocional que desde el cerebro inhibe las neuronas impidiendo razonar moderadamente, por lo cual se anula la capacidad de ver la necesidad y el dolor ajeno; lo peor de todo es que los codiciosos tienen presa el alma y nunca son realmente felices, tampoco perciben los riesgos, siempre están con incertidumbre queriendo tener más porque ven incierto el futuro. Así es el fin de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores, Proverbios 1:19. Porque La codicia es como una sanguijuela que nunca se sacia de chupar sangre ni nunca dice basta ya de tanto, igual como el maligno no se sacia de llevar almas al infierno, donde el fuego nunca dice basta, Proverbios 30:15-17.

La codicia fue una de las grandes enseñanzas de Jesús y de la que hicieron burla los fariseos, Ninguno puede servir a dos señores a la vez; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No se puede servir a Dios amando a las riquezas y el deseo desmedido de control. Y oían todas estas cosas los fariseos, que eran avaros y se burlaban de Jesús, Lucas 16:13-14. Muchos quieren dinero y poder para ganar prestigio social, fama, altas posiciones, o simplemente quieren llenar vacíos en su corazón y atropellan todo lo que se les atraviese en su camino. Ellos piensan, que si pueden obtenerlo, lo harán a cualquier precio y de cualquier manera. No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen, debes saber que eso es malo, Romanos 7:7b.

El amor al dinero y el deseo implacable de poder es lo que tiene a las naciones sufriendo hambre, pobreza, esclavitud, violencia, dolor, guerra y muerte, porque la tiranía de la codicia es un pecado repugnante, progresivo, nocivo, fatal y letal, es la raíz de toda maldad en el corazón humano, por lo cual dice la Escritura: Hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte, Proverbios 18:25. Esta es exactamente la radiografía de la codicia que nubla la mente de las personas y no las deja ver más allá de su nariz debido a su mezquina avaricia y deseos infernales que no hallan asiento ni  límite.

El amor al dinero, el afán de riquezas y el ansia de tener fama es idolatría, es aborrecer y pasar por encima del Creador y Dueño del universo, Isaías 2:7-8 y Mateo 6:4, porque las personas avaras y codiciosas se esclavizan a sí mismas y a todo lo que les provea alguna ganancia, depositarán todo su esfuerzo y empeño por apropiarse,de tener y acumular, se creen dueños del.mundo, pero no se dan cuenta que las cosas los poseen a ellos, terminan no solo con la destrucción de su familia, amigos y personas a su alrededor, sino con su propoia existencia, pues le dieron las espalda a Cristo su Salvador y amaron más su vientre y ambiciones que adoraron como a su dios.

La gran mayoría de los que tienen riquezas y poder abusan de su autoridad y de su posición, manipulando, atropellando y engañando con toda clase de acciones deshonestas, movidos por la codicia. Entre esos actos perversos está la simonía de la compra y venta de beneficios materiales o espirituales sacando provecho económico propio como lo menciona la Biblia, Juan 10:12 y 2 Corintios 11:13.

La codicia ataca más a los hombres que a las mujeres, conlleva ilegalidad y vergüenza, corroe todo lo bueno y comete toda clase de arbitrariedades y vejámenes, además de la traición, el tráfico de influencias, la deshonestidad, la mentira deliberada, el robo continuo, el soborno, el engaño y el cohecho hasta llegar al asesinato, traspasando la delgada línea de la moral, la libertad y el valor de la vida, debido al voraz apetito destructivo de tener lo que en realidad no necesita ni le pertenece, solo por el instinto de poseer algo a cualquier costo y más allá de las propias posibilidades, como Acab que codiciaba el viñedo de Nabot, hasta el punto de calumniarlo, apedrearlo, matarlo y tirarlo fuera de la ciudad para quedarse con la propiedad, 1 Reyes 21:4-19.

Es por la codicia que se propaga el narco-tráfico, la delincuencia organizada, el tráfico de armas, la trata de personas, el secuestro, la violencia, la guerra, la tiranía, toda clase de abuso, etc., el afán descontrolado de riquezas y poder a cualquier costo y al más alto precio, destruye vidas humanas, en medio de barbarie, las tragedias familiares, sociales, nacionales y mundiales que hoy afligen a la humanidad, especialmente a las clases menos favorecidas, a los más débiles, inocentes e indefensos, La mayoría de ellos no agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Pero todas estas cosas sucedieron para que nos sirvan de ejemplo, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron, 1 Corintios 10:5-6.

Es letal permitir la codicia; lo que le pertenece a los demás debe ser considerado sacrosanto, pensar en tener más de lo que necesitamos o nos pertenece corrompe, solo traerá muerte y dolor, por eso Dios nos dio este Décimo mandamiento muy importante para librarnos de daños mayores y trágicos como es la muerte y condenación eterna si no hay arrepentimiento y cambio de vida a su debido tiempo. Eclesiastés 5:10 y 1 Timoteo 6:9.

Ignorar el Décimo Mandamiento es una tragedia que destruye, mata y condena drasticamente en todas sus formas, porque conduce a muchas personas y grupos al desdén humano, el mercantilismo, el clientelismo y el materialismo que hoy domina un gran sector de la sociedad, incluida algunas partes de la Iglesia,  2 Pedro 2:2-3 y Mateo 4:8-10.

La codicia y la avaricia es lo que se conoce como simonía o simonimía que consiste en la compra y venta de servicios religiosos por dinero, en efectivo o en especie, donde se alarde de títulos, se cobran favores intangibles altamente espirituales, como la salvación de las almas y hasta rebajas de penas en un purgatorio inexistente. Dones sagrados que solamente el poder divino del Todopoderoso Dios puede otorgar sin que las personas lo merezcan y solo Él los da por misericordia a quien se arrepiente y abandona su vida de pecado. ¿De qué le sirve a alguien ganar el mundo entero, si pierde su vida y su alma en el infierno? Marcos 8:36.

El Décimo Mandamiento contiene el resumen de todos los demás mandamientos, así que la violación de este, representa la transgresión de los demás. Esta es la razón por la que es tan importante y URGE enseñarlo en estos tiempos de maldad extrema, hedonismo, materialismo, corrupción y perversión de personas que abusan de autoridad, de su posición económica, su conocimiento y de ellos mismos, con deseos impuros contrarios a lo ejemplarizado y enseñado por Jesucristo y sus apóstoles; nuestro SEÑOR lo advirtió al decir: No se afanen por su vida, qué han de comer, o qué han de beber y vestir. ¿Acaso no es más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mateo 6:25.

El apóstol Santiago describe la codicia como la raíz de las guerras y los problemas de la humanidad, ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre ustedes? No es de sus pasiones, las cuales combaten en su cuerpo? Codician y no tienen; matan y arden de envidia, y no pueden alcanzar; luchan y combaten pero no tienen lo que desean, Santiago 4:1.

Arranquemos y destruyamos toda clase de codicia y avaricIa del corazón y seamos agradecidos con Dios, empecemos a cultivar un espíritu de agradecimiento, altruismo, generosidad y desprendimiento; pensemos en nuestros pequeñitos, en nuestras nuevas generaciones y vivamos para recrear una sociedad más justa, tierna, amable, llena de vida y paz. Mateo 6:19-20. Estemos contentos y satisfechos con lo que Dios nos permite tener, fue así como el Apóstol Pablo nos enseñó inspirado por Espíritu Santo:

En todo les he enseñado que deben trabajar, y ayudar a los que nada tienen, y recuerden las palabras del Señor Jesús, que dijo: Dios bendice más al que da que al que recibe, Hechos 20:35.

Se vivir humildemente, y sé tener en abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad, Filipenses 4:12. Esto no es un voto de resignación a la pobreza, sino una sencilla aceptación a la realidad de la vida, en que unas veces tenemos más, y otras veces tenemos menos. Esto nos fortalece para tener gratitud y estar contentos con lo que Dios nos provee para vivir quieta y sosegadamente, sin que nos impulse a codiciar lo que otros tienen. Amén.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino eterno.



                                   


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