6 dic 2018

RENDIDOS A CRISTO SE MUERE EL YO



RENDIDOS A CRISTO MUERE EL YO Y SE DESVANESE EL EGO

Porque si viven conforme a la carne, morirán; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios, Romanos 8:13-14.

Ríndase, reconozcan que YO SOY Dios; más alto que los pueblos, más alto que la tierra, Salmos 46:10.

Despójense del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos de la carne, Efesios 4:22b. Otra versión dice: tienen que abandonar su vieja naturaleza, que está podrida por los deseos engañosos de los sentidos.

En febrero de 2017 escribí a cerca de la muerte que da vida, refiriéndome a la muerte de sí mismos en la naturaleza carnal y mundana que traemos cuando llegamos a nuestro SEÑOR Jesucristo, pues empezamos a ser hijos de Dios, y por lo tanto, estamos obligados a olvidarnos de nuestros propios caprichos y deseos para darle prelación a Dios y Jesús como nuestro Salvador; ese viejo ser humano que nos movía en el mundo a causa de vieja naturaleza caída y atrapada en el pecado que debe morir; hoy, guiada por el Espíritu, amplio este tema que resulta de gran importancia en un momento de la historua, donde el mundo y la gente andan tan contaminados, pero donde el pueblo de Dios debemo mostrar a Cristo, haciendo morir cada uno al yo desobediente, soberbio, terco, pecaminoso y necio y ante el Dios santo, que nos da la intervención sobrenatural de su Espíritu y el poder de la palabra para transformanos en espirituales que alumbran la oscuridad del mundo, Porque si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán. Romanos 8:13b.

Cuando hablo de rendirse a los pies de Cristo, no me refiero a hacer una simple oración de entrega, me refiero a renacer genuinamente desde el corazón para depender totalmente de Dios, sacando el pecado de nuestra vida para que Cristo sea el Capitán que conduce nuestra barca, y mediante la dirección y ayuda de su Espíritu que ahora habita en nosotros, ser templo y altar santo para Dios; Cristo está presente en cada miembro de su cuerpo, mediante el Espíritu, es en Él y con Él que podemos ser santos, El E.S. posee la fuerza y el poder celestial arrollador semejante al de una espada de dos filos a través de la Palabra de Dios que vivimos, nos redarguye y convence de pecado, para arrepentirnos y regenerarnos en la totalidad de nuestra esencia de ser semejantes a Dios, cambiando de estilo de vida y comportamiento, acabando con todo aquello que nos separa de Dios porque estamos en Cristo. La espada de la palabra representa muerte, y en la muerte de Jesús está la máxima revelación de vida para liberación y salvación que Cristo nos otorgó. Juan 3:16Confia en silencio delante del SEÑOR, espera con paciencia en Él; no te irrites a causa de la prosperidad e intrigas de los malignos. Salmos 37:7.

Así como la tumba quedó vacía del Hombre celestial, nuestro interior debe quedar vacío de viejo yo carnal, así como en la ascención de Cristo se confirma la vida espiritual, nuestro renacer en Cristo debe ser una realidad de vida espiritual en continua busqueda de las cosas de arriba, para experimentar el gran triunfo y victoria de Jesucristo sobre la muerte y el pecado que encarna el enemigo que tienta y engaña, nuestra humanidad que ahora está en Cristo, pero crucificada con Él es para no dejarnos llevar por cosas que no convienen; ando en Él, estoy arraigado en Él y soy sobreedificado en Él venciendo la vieja naturaleza para no ser derrotados, porque cuando estabamos muertos en delitos y pecados Cristo nos dio una nueva vida, juntamente con Él. Efesios 2:4-7.

Cristo nos resucitó en Él, y en su ascención nos sentó en los lugares celestiales; estamos físicamente en la tierra y no en el cielo, pero espiritualmente vivimos y nos movemos en Cristo, es decir, operamos desde lo sobrenatural de Dios, y ya no somos presa del enemigo, ni esclavos del pecado, nuestra naturaleza se sujeta a Cristo, viviendo para Dios; ahora podemos hacer temblar al enemigo con el fuego purificador que bendice en vez de maldecir y adora en vez de enojarnos, la carne se doblega a la santidad de Cristo porque nos rendimos a Él, respondiendo a su amor sacrificial para que huya el tentador y muera la carne; entendiendo que así como el enemigo usó a Pedro para persuadir al SEÑOR de no ir a la cruz, también nos puede engañar con sutilezas para alejarnos de la la presencia de Cristo: SEÑOR, ten compasión de ti mismo. Mateo 16:22. Lo que debemos tener es valentía y firmeza de fe para resistir al enemigo y la carne, sometidos a Cristo, viviendo en el poder de la palabra santificadora, para que el enemigo huya. Santiago 4:7.

El SEÑOR venció a satanás, el mundo y la carne, en dependencia al Padre y haciendo lo que el Padre le comisionó, con autoridad en la palabra y santidad de vida, Jesús dio testimonio y ejemplo a los hombres para imitarlo a Él, y haciendo todo a nuestro favor; entonces nosotros por fe creemos y vivimos la salvación en arraigo y dependencia a Cristo. María se sentó literal y físicamente a los pies del Maestro porque Él aún estaba entre los hombres, pero nosotros, en su resurrección y ascención al cielo, estamos sentados espiritualmente con Cristo en los lugares celestiales; por fe en su obra redentora, podemos vencer al mundo, crucificar la vieja naturaleza y no ceder al engaño del enemigo, porque estamos sentados con Cristo, nos vemos unidos a Él y firmes en Él como uno solo, escuchando su voz, sus instrucciones y enseñanzas como lo hizo Maria, es lo que necesitamos. Solo una cosa te es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará. Lucas 10:42.

En la vida cristiana tenemos que servir y trabajar como lo hacía Marta, pero la prioridad y mayor necesidad de vida, es permanecer en Cristo, rendidos por amor a Él, en oración y adoración con la vida entregada a Él y Él en el centro de lo que somos y hacemos, porque somos nuevas personas con una relación espiritual profunda en el SEÑOR. Esto es compromiso de amor, pureza y sencillez de corazón en humilde obediencia y tranquilidad junto a Él, lo cual hace morir al ego y sepulta al yo de la soberbia, el orgullo, y la independencia de Dios cuando nos creemos autosufientes; necesitamos paz interior sin los afanes del mundo, alejados de todo lo superficial, vano y mentiroso que oímos, sabiendo discernir y escoger en Dios, para vivir serenamente en medio de la convulsión. La parte que escogió María, es para nosotros el tiempo que separamos buscando el rostro de Cristo, consultando a Dios en oración, examinando nuestra conciencia a la luz de la palabra, tomando la buena parte del Espíritu que nos revela y nos confronta con nuestras falencias, debilidades, errores y defectos que deben morir, si en verdad amamos a Cristo y somos partícipes de su muerte porque queremos ser como Él. Dirigiendo a Dios el corazón y extendiendo las manos a Cristo. Job 11:13

Muchos evaden a Jesucristo, porque no quieren abandonar su vieja manera de vivir, saben que también su carne debe quedar colgada en el madero de la cruz para seguir a Cristo y ser personas nuevas y espirituales, pero les resulta más fácil revolcarse en el lodo del mundo con sus pasiones; quieren lo mejor de Dios, pero no se humillan ni se rinden a Dios para santificarse, no reconocen lo nauseabundo del pecado y por tanto, no renuncian a sí mismos para entronar a Cristo en su corazón, que es el único Camino y la única forma de llegar a una eternidad bienaventurada, Mateo 16:24Hermanos míos, fortalézcanse en el SEÑOR, y en el poder de su fuerza. Vístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las acechanzas del diablo. Efesios 6:10-11.

Necesitamos humillarnos desde las entrañas para rendirnos a Dios y morir definitivamente a ciertas cosas que nos impiden avanzar con vida limpia y recta, con la seguridad de morir al mundo pero estar vivos en Cristo para Dios. YO SOY la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Juan 11:25-26. Rendidos a los pies de Cristo como María, morimos a todo estorbo que nos impida permanecer limpios en el SEÑOR.

1. Tenemos que morir al pecado, Nosotros que ya hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6:2. Todo lo que es nacido de la carne está bajo maldición, toda la naturaleza humana carnal es mala y si la complacemos nos golpeará duramente y la sentencia es muerte desde Adán está sobre toda la raza humana, pero el fuego purificador del Espíritu destruye todo vestigio de la vieja humanidad si nos rendimos al SEÑOR. Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos para el SEÑOR vivimos, y si morimos, para el SEÑOR morimos. Romanos 14:7-8.

Antes que podamos entrar a disfrutar la vida nueva debemos acabar con el estilo de vida del yo viciado y contaminado y solo es posible en Cristo por su gracia transformadora para vida Y si se siembra un cuerpo corruptible, se resucitará en un cuerpo incorruptible; se siembra en deshonra, se resucitará en gloria; se siembra en debilidad, se resucitará en poder; se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual. 1 Corintio 15:42-44.

La victoria de Cristo sobre la muerta es la estocada final para que la vida del hombre natural alcance la muerte a sí mismo en su carne, y viviendo en y para Cristo, dejando de pensar en lo mio, mio y para mi, eliminando el egoísmo y la envidia que destruyen a la raza humana en vanas competencias, que por no creer a Dios ni arrepentirse, miles perecieron con el diluvio y solo ocho almas se salvaron; el diluvio destruyó todo lo que estaba corrompido, y solo ocho se salvaron, así el Creador en su misericordia conservó la raza humana, Le dijo el Eterno a Noé: He decidido terminar con toda la gente. Por su culpa hay mucha violencia en el mundo, así que voy a destruirlos a ellos y al mundo entero, Génesis 6:13. El diluvio fue la sepultura del putrefacto cuerpo de pecado en la carne corrupta de la raza humana antediluviana, que había llegado al extremo y colmo de su maldad, pero ahora será con fuego.

El Creador nos enseña de muchas maneras la necesidad de negarnos a sí mismos y morir al yo del ego soberbio y desobediente que apresa y esclaviza nuestra alma, pero que debe rendirse total y absolutamente al divino gobierno; Dios nos da ejemplos de rendición, obediencia y humildad como lo mostró Abraham atendiendo a las instrucciones del SEÑOR, Abraham no preguntó ni cuestionó nada, él empezó a marchar hacia donde el SEÑOR les indicaba, Abraham fue un  modelo de fe y rectitud, lo cual muestra total rendición a Dios negándose a sí mismo. Génesis capítulos 18 al 23.

Las tipologías de muerte al pecado y la impiedad esclavizante de la carnalidad, están representados en la muerte de los primogénitos egipcios, el cruce del mar Rojo, la destrucción del ejército de faraón y el bautismo del pueblo de Israel en las aguas del Jordán, representa no solo muerte a la esclavitud física sino también la destrucción al pecado para entrar a depender de Dios, resultando en liberación física y espiritual del pueblo, algo semejante al diluvio, y resalta la salvación al conservar la vida de los primogénitos israelitas y ocho sobrevivientes del diluvio. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo, todos viviremos. 1 Corintios 15:22.

Todo nos revela la extraordinaria misericordia de YHWH para dar salvación a pesar de la maldad que nos rodea y envuelve. Dios guarda la vida de sus hijos en medio de la maldad del mundo y la mortandad espiritual que pulula, Dios sentenció a la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, quemándolas hasta dejarlas hechas cenizas, para que sirvieran de ejemplo de lo que habría de suceder a los malvados. Pero libró a Lot, un hombre justo a quien lo afligía la vida viciosa de aquellos malvados, 2 Pedro 2:6-7.

Son muchas las tipologías bíblicas a la muerte del yo y la vieja naturaleza, lo podemos ver en el pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida, la generación adulta y rebelde murió en el desierto y una nueva generación traspasó las puertas de la conquista hacia la tierra prometida. En la muerte de Moisés y la sucesión a Josué el Eterno nos revela un aspecto elevado de herencia moral que debe conservar el pueblo de Dios que dice amarlo, seguirle y servirle, Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo de pecado sea destruido y ya no sigamos siendo esclavos del pecado, porque el que ha muerto, ha sido justificado de pecado, Romanos 6:6-7.

También con la circuncisión Dios le dio un golpe de muerte a la naturaleza carnal y pecaminosa; todo aspecto referente a la muerte, en la palabra del SEÑOR nos habla de derramamiento de sangre para purificación y vida, esa era la razón por la cual los sacerdotes y adoradores en el templo podían entrar al lugar de privilegio, eran aceptados por las ofrendas quemadas y el derramamiento de la sangre de los animales ofrendados por reconciliación, vida, paz y libertad a causa del pecado. Por eso, ustedes deben renunciar a su antigua manera de vivir y despojarse de lo que antes eran, ya que todo eso se ha corrompido, a causa de los deseos engañosos de la carne, y renuévense en el espíritu de su mente. Efesios 4:22-23.

Si el Santo Cordero murió físicamente por todos nosotros, para darnos vida espiritual nueva, a nosotros nos corresponde morir a sí mismos, para estar vivos para Él; es decir, que la muerte a nuestra carnalidad, la renuncia a nuestro ego y el abandono de la vieja naturaleza, no es más que parte del agradecimiento que le debemos a Dios por su Hijo sacrificado por nosotros para limpiarnos y darnos vida eterna, y esto es rendirnos a Cristo por amor, dando reverencia a la grandeza de su majestad y su abundante misericordia; nuestra santificación y rendición a los pies de Cristo es la respuesta de gratitud a su sacrificio, Pablo lo expresa así: Por consiguiente, hermanos, les ruego por las misericordia de Dios, que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, y que es el verdadero culto que debemos ofrecer a Dios. Romanos 12:1.

La mayor demostración de muerte para vida, que agrada y alegra el corazón de Dios es nuestra santificacion, negándonos a todo lo carnal, razón por la cual Cristo puso su cuerpo en el madero, se sacrificó en su muerte, agradó al Padre y nos dio vida abundante en la tierra; en Él está nuestra capacidad para tener vidas santas que engrandezcan a Cristo y lo exalten por la eternidad. Vístanse del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:24.

En el AT, la exclusión de los leprosos nos recuerda que los pecadores que no se arrepientan ni cambien el estilo de vida pecaminoso, serán excluidos del reino de Dios; en el NT el SEÑOR limpiando a los leprosos nos muestra la profundidad del su amor de Dios al enviar a su Hijo a morir por nosotros en la cruz, y limpiarnos de la lepra del pecado; las formas de la ley nos confirman que nuestro Creador está interesado en quitar el pecado del corazón humano. Nosotros tenemos que dar gracias a Dios por todos…porque Dios nos ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. 2 Tesalonicenses 2:13.

2. Tenemos que morir a toda clase de ídolos. Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor, Apocalipsis 2:4. Idolatría no es simplemente rendir culto a las imágenes de talla; la idolatría es asunto del corazón humano pecaminoso que se asocia al orgullo, el egocentrismo, la codicia, la avaricia, la gula, la insatisfacción, el descontento y la ambición de poseer riquezas y cosas en cantidad exagerada, aun idolatrar personas y adorarlas para desafiar la soberanía de Dios intentando solucionar problemas, satisfacer deseos del cuerpo humano, llenando vacíos del corazón a la manera humana. Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombres, de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por eso Dios los entregó a la inmundicia, en la concupiscencia de sus corazones, de modo que deshonraron sus propios cuerpos. Romanos 1:23-24.

Nuestra humanidad debe rendirse a Cristo y limpiarse de tanta pecaminosidad, crucificando y matando la carnalidad y humillándonos a los pies de Cristo; al primero que debemos correr a buscar refugio y consuelo es a Dios, no a otros seres humanos; muchas veces los padres convierten a sus hijos en ídolos que desplazan a Dios, a esa clase de amor extralimitado, hay que darle muerte para que nuestros hijos también lleguen a ser parte de la familia de Dios y ser conservados en Cristo aprendiendo a amarlo; todo amor egoísta y exagerado, sea por el cónyuge o cualquier otra persona, debe ser sanado y equilibrado para darle paso al amor incondicional a Dios y que Él ocupe el lugar que le corresponde en nuestros corazones. Hagan morir todo lo terrenal, en ustedes: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Colosenses 3:5-6.

3. Debemos Morir al afán de riquezas, Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, el cual codiciando algunos se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores,  1 Timoteo 6:10, El amor al dinero es afán de riquezas, y por el solo gusto de atesorarlo y engrandecerse hace demasiado daño y abre camino a muchos males, no son las riquezas las que causan daño, es el desmedido amor por ellas; el Eterno no se fija en la cantidad que atesoramos sino en el gran espacio que la avaricia ocupa en el corazón humano; tampoco podemos permitir que las personas nos idealicen e idolatren, es idolatría que debe desaparecer de nuestro corazón para que podamos ser libres y vivir solo para nuestro Dios. Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría. 1 Corintios 10:14.

4. tenemos que Morir al narcisismo, Digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según lo dones que Dios le haya dado junto con la fe, Romanos 12:3. Narcisismos es egocentrismo, egolatría y egoísmo; así como la vocal i tiene un pequeño punto que la eleva y resalta sobre las demás, así cada uno de nosotros tiene un pequeño punto de importancia representado en el interés propio y autoconfianza que cuando se sale de los limites desplaza a Dios, y se convierte en rival contra Jesucristo y enemigo del Espíritu Santo, robándonos paz y la vida. Morir a sí mismo requiere esfuerzo de hijos de Dios ocupados en vivir una vida piadosa haciendo las buenas obras que Dios preparó de antemano para vivíamos en ellas, porque somos hechos a su imagen. Efesios 2:10.

Rendirnos a los pies de Cristo es morir a muchas cosas que sobran en nuestra vida, es ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, limpiándonos de toda contaminación tanto de carne como de espíritu, para perfeccionar nuestra santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1. Fuimos llamados a vivir en limpieza y obediencia a Dios, buscando con hambre, con sed y con ansia la pureza que agrada a Dios. No vivimos para auto complacernos, ni imponer nuestra voluntad caprichosa, tampoco tener apegos a nada ni a nadie, aunque suene extraño y duro, ésta es una realidad en la batalla diaria de la muerte al yo para permanecer rendidos a los pies de Cristo como esos adoradores que el Padre busca, Y el mismo Dios de paz, los santifique por completo; y todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo, 1 Tesalonicenses 5:23.

Rendirse a los pies de Cristo es santidad en fe obediente que implica conocer al que nos salvó y nos llamó para honrarlo y adorarlo con nuestro estilo de vida íntegro; porque en Cristo tenemos la naturaleza de Dios, pues la nuestra, la vieja, ya está vencida, el Espíritu Santo espera la decisión de miles, pero siguen presos de su yo; Dios desea responsabilidad y determinación para comprometerse con Él como vasijas de honra donde Él se deje ver: Dios ardientemente anhela acabar con todo aquello que lo desplaza y nos aleja de su plenitud, su presencia y sus bendiciones, para que un día podamos entrar con libertad por la puerta estrecha de la santidad que nos conducirá a la vida eterna. Porque los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos, Gálatas 5:24.

No esperemos a que el tiempo se acabe y venga el golpe sobre aquellos que están cómodos, inermes y sin esfuerzo mirando lo que pasa; la causa de la caída y ruina de Saúl fue su falta de obediencia a Dios por seguir su propio parecer humano y no las instrucciones del Padre; Saúl retuvo para sí, lo que le pareció mejor entre los despojos, pretendiendo que lo hacía para Dios y fue su derrota hasta perder la vida; tenemos que obedecer a Dios para matar el ego; ser hijos de Dios y seguidores de Cristo implica una batalla diaria para negarnos a nosotros, vencer el mundo y permanecer iluminando en las tinieblas en una continua búsqueda de la presencia de Dios. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Jeremías 29:13. .

Debemos tomar la espada de la palabra para obedecerla y someternos al Verbo, que es la Palabra Viva y bajo la unción del Espíritu. Porque obedecer es mejor que los sacrificios, y prestar atención es mejor que la grosura de los carneros, 1 Samuel 15:22. Aquellas personas que tienen miedo a someterse al señorío y autoridad de Cristo, tendrán que padecer muchas cosas severas, pero los valientes que se atreven a morir de una vez por todas para que Cristo reine, serán los más prudentes y felices, podrán descubrir que la carga en Cristo es mucho más ligera, Acepten el yugo que YO les impongo, y aprendan de Mí, que SOY paciente y humilde de corazón; así encontrarán descanso, Porque el yugo que YO les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros, Mateo 11:29-30

Recuerden que rendirse es un término de batalla, lo cual implica renunciar a todos nuestros derechos, delante del Conquistador, Cristo ha conquistado nuestro corazón con su profundo amor en la cruz, Él ha conquistado al maligno, al pecado, a la muerte y al mundo para vencerlos una vez y para siempre; así también nosotros somos llamados a vencer todo mal con Él. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de conservar su vida, la perderá; pero el que la pierda, la conservara, Lucas 17:32-33. Ya es tiempo de abandonar nuestros propios intentos de ganar el favor de Dios, rindámonos en intimidad con Cristo y sirvamos con mayor excelencia, entreguemos todas las áreas de nuestra vida a Cristo, y más llenura del Espíritu habrá en nosotros; así podremos exhibir mayores rasgos del carácter del SEÑOR. Amén.

Mg. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.