1 feb 2018

# 32-CONFIESA TU PECADO



# 32. CONFIESA TU PECADO

Si confesamos nuestros pecados, podemos estar seguros que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad, 1 Juan 1:9.

Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día…Salmos 32.

La confesión de los pecados es totalmente necesaria por muchas razones que nos enseña la palabra de Dios y que en esta caso encontramos en Salmos 32.

Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurada la persona a quien YHWH no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.

Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mi tu mano, se volvió mi verdor en sequedales de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis trasgresiones a YHWH; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a Ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él.

Tu eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con canticos de liberación me rodearás.Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seas como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a Ti. Muchos dolores habrá para el impío; pero al que espera en YHWH, lo rodeará la misericordia. Alegraos en el Señor y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón, Salmos 32.

Para un cristiano, alejarse de Dios es algo tenebroso porque se frena el flujo de las bendiciones, se expone al mundo por su cuenta y queda vulnerable ante las asechanzas de satanás; pero cuando caminamos de la mano de Dios, somos invisibles al enemigo, porque estamos escondidos en Cristo.

Cuando abandonamos la comunión con nuestro Padre, a causa del pecado, llegamos a ser extraños a Él, y sin darnos cuenta, nos vamos deslizando a las líneas del enemigo como un tiro al blanco dibujado en nuestra espalda que brilla en medio de las tinieblas. Y como nos enseña este Salmo, no solo nos sucederán cosas desagradables espiritualmente, sino que claramente dice que nuestro cuerpo se enferma y nos hace gemir de dolor día y noche, sentimos la disciplina del Señor, pesada contra nosotros, el verdor de la alegría y de la paz que disfrutábamos se pierden, nuestra alma se seca como el desierto.                                                    
La causa de todo esto es habernos negado y rehusado a confesar nuestro pecado en el momento en que lo cometimos, y que el Espíritu Santo nos ha redargüido de tal contradicción y sin embargo callamos. Todo viene a ser una locura, pero la biblia nos dice que en el momento en que confesamos el pecado, somos de inmediato perdonados y al tiempo Dios lo olvidará, Dije: confesaré mis trasgresiones a YHWH; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado.

Nuestra cobardía y temor nos llevan a auto-justificarnos lo cual nos impide liberarnos; debemos saber que el Señor no está interesado en culpar a nadie, o buscar quien comenzó con todo eso, tampoco intenta que admitamos la culpa para tener una razón de disciplinarnos, Él actúa cuando nos humillamos arrepentidos para suplicar su perdón.

En Génesis 3 observamos el primer pecado que se cometió y el primer intento de evitar la confesión culpando a otro: Adán dijo fue la mujer que diste, Eva dijo, fue la serpiente que me hizo hacerlo. Dios no estaba tratando de averiguar cómo fue que el pecado se cometió, o quien lo había hecho. Él ya sabía lo que había sucedido. Lo que el Padre quería era escuchar la confesión, reconociendo la falta para pode perdonarlos. Pero cuando ellos callaron y no confesaron, tuvo que sacarlos de su santa presencia, Génesis 3:23-24.

Sigue sucediendo igual con nosotros cuando pecamos; no se trata de confesar el pecado para que el Señor sea informado de tal comportamiento para imponer el castigo. Él ya sabe todo y ha impuesto la disciplina correcta. Lo que Él desea como buen Padre, es el arrepentimiento de un hijo que con sinceridad reconoce la falta a su Padre y la confiesa para resarcir el error y que no haya obstáculo que los separe y Él pueda extender su perdón, y su misericordia para continuar unidos.

No hay ningún motivo en el mundo para que seamos tan tontos en esgrimir ridículas excusas, imaginando que serán convenientes ante el Santo Dios. Él conoce mejor de lo que creemos esa situación, y ya ha hecho todo en la cruz para perdonarnos cada vez que caemos y volvemos a Él arrepentidos. NO existe otra manera de ser libres de culpa y condenación. La confesión del pecado es buena para el alma, nos permite ser perdonados, nos trae paz, reconciliación y santificación ante toda injusticia.

Su gracia perdonadora reanuda el flujo ininterrumpido de las bendiciones que vienen del cielo. Mientras nos encontremos en esta tierra, lo más beneficioso para todos, son las provisiones del Pacto Eterno en Jesús, el Padre dijo al Hijo, si mueres por ellos, YO los perdono, así se lo promete a su Hijo, y el Hijo dijo: si Tú los perdonas, YO muero por ellos, Porque no envío Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él, Juan 3:17.

Cuando el Padre y el Hijo hablaron esto, hablaban de ti y de mí. La pena ha sido cumplida, el precio ha sido pagado y la justicia ha sido hecha. ¡Somos perdonados! Porque Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a Mí, su Unigénito Hijo Jesucristo, para que todo el que crea en Mí no muera, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16.

Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por Segunda Vez, ya no para venir a perdonar pecados, sino para llevar con Él a los salvados que lo esperan, Hebreos 9:28.

Mg. MEHC, sierva del Dios vivo, real y verdadero.