28 ago 2016

PLANTÍO DE DIOS PROCESADO POR EL LABRADOR DIVINO



PROCESADOS PARA PRODUCIR FRUTO

No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta; es Dios quien nos da la capacidad de hacer algo, en Él somos embajadores competentes del nuevo pacto por medio de Cristo, no por medio de la letra que mata, sino por el Espíritu Santo que vivifica, 2 Corintios 3:4-6.

Jesús continuo diciendo a sus discípulos: YO SOY la vid verdadera, y Dios Mi Padre es el Labrador que cuida la viña. Si una de mis ramas no produce fruto, Él poda la viña y corta esa rama; y toda rama que da fruto, la limpia para que lleve mucho más fruto. Juan 15: 1-2.

Como vemos en estos textos de la palabra de Dios, nadie es autosuficiente, nadie produce fruto por sí mismo, así como una rama sin árbol no puede hacerlo, de igual manera los hijos de Dios, si no estamos bien pegaditos al Eterno Señor del universo, tampoco podremos llevar fruto para Él, si no estamos llenos del Espíritu Santo. El mundo tiene otro concepto totalmente contrario a las riquezas, las verdaderas riquezas no son de este mundo, sino del reino del Dios Todopoderoso, Mateo 6:19-20. Los cristianos nos enriquecemos por medio de la palabra de Dios cuando la meditamos y vivimos en ella noche y día.

Las Escrituras nos dan un ejemplo de cómo un día los árboles fueron a elegir rey sobre ellos, cada uno de los árboles aprecio la esencia de su naturaleza y la delicia de su fruto y dijeron no reinaremos, pero la zarza, un pequeño arbusto lleno de espinas y follaje fue la única que aceptó, con soberbia les dijo a los demás que se metieran debajo de ella, si no, fuego saldría y los quemaría a todos, porque la zarza un arbusto sin fruto ahoga a los demás plantas que crecen junto a ella, Jueces 9:8-15.

No fuimos creados para ser zarzas sino para ser granos de trigo en el plantío de Dios, esto nos enseña que debemos ser transformados para poder dar mucho fruto, Juan 12:24; el grano de trigo cae a la tierra y muere dejando de ser semilla, para convertirse en una gran planta que produce mucho más trigo. Dios ha creado belleza y variedad en cada planta de la naturaleza. Es por eso que Jesús recreó divinamente la agronomía y la vida espiritual porque se relacionan bellamente.

Dios aclara que si las ramas de su viñedo y los árboles de su plantío, no están dando fruto, los cortará, pero si están dando fruto, los podará y los pulirá para que produzcan mucho más fruto. Las plantas dan fruto propio del ADN de su especie, de igual modo los hijos de Dios estamos capacitados para dar mucho fruto para Dios porque tenemos el ADN celestial desde Génesis para ensanchar el reino de Dios en la tierra. Tenemos que ser trigo fructífero y no zarzas inútiles.

El problema de la raza humana es que se preocupa más por el tener y el hacer que por el SER, y el fruto se produce por lo que somos en Dios, por la identidad y la capacidad que nos da el Espíritu Santo, tú puedes tener muchos dones, pero si no pules tu carácter, tus dones se podrían convertir en un desastre, por lo tanto es imprescindible cultivar en nosotros el carácter de Cristo que afirma nuestro ADN.

Si observamos cada planta, ella posee en su fruto un ovario del tamaño propio de su especie, aunque algunas plantas tienen un ovario no perceptible a simple vista porque no producen flor, pero están capacitadas para dar fruto; el higo por ejemplo, no da flor pero su semilla está escondida muy adentro de él, por eso puede producir muchos higos. Nos quedamos boquiabiertos ante la exuberancia de la naturaleza creada por Dios, porque los cielos cuentan la gloria de Dios. Y el firmamento anuncia la obra de sus manos, Salmos 19:1.

Al dar fruto se multiplica la misma especie, jamás el maíz será trigo, todo lo que Dios creó, lo hizo perfecto en su especie. Una planta después de polinizada produce y da muchas más semillas por la fecundación en un momento de intimidad. De igual modo si tenemos intimidad con Dios por el Espíritu Santo, anidaremos en lo profundo de nuestro ser su divina semilla; podremos ser transformados para desarrollar el carácter de Cristo y dar fruto apropiado para el reino del Señor, Hemos oído y creído las buenas nuevas de salvación, que es el mensaje verdadero; y gracias a Cristo, nosotros los no judíos pasamos a ser parte del pueblo de Dios y hemos recibido el Espíritu Santo, que Él había prometido, Efesios 1:13-14.

No se trata de acumular riquezas como muchos creen, se trata de producir fruto; esto lo pueden hacer quienes mueren a sus propios deleites y deseos, de lo contrario su riqueza y sus dones se irán a pique, Porque los que son de Cristo han crucificado su cuerpo con sus pasiones y sus deseos, Gálatas 5:24. Ese fruto que podemos dar, es para honra de Dios, no para vanagloriarnos, algunos se consideran mucho por lo que hacen, pero son muy deficientes por lo que son.

El fruto identifica a cada árbol, por el ADN que está en lo profundo de su célula, la calidad del árbol está en la esencia de su especie, de igual modo la identidad y calidad de cada persona se refleja en sus hechos, porque es de dentro del corazón que sale lo bueno o lo malo según su esencia; si alguien dice cosas malas, es porque es malo y siempre está pensando en el mal, y en cómo hacer cosas indecentes como robar,  matar o dañar a otros, o ser infiel en el matrimonio. Esa gente mala siempre está pensando en el dinero, en cómo hacerse rica haciendo maldades para lograrlo, engaña, envidia, insulta, y maldice, es un necio arrogante, Marcos 7:21-23.

Pero cuando conocemos a Cristo y su evangelio, que es la palabra de Dios, damos buenos frutos, porque aprendemos a andar y vivir en sus enseñanzas, así otros pueden ver a Cristo en nuestra manera de conducirnos, porque todo buen árbol da buen fruto, pero el malo da frutos malos, Mateo 7:17. El fruto que damos para Dios es visible a través de nuestro estilo de vida y la calidad de nuestro comportamiento, manifestado en las obras que hacemos, porque el fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio que es templanza, Gálatas 5:22.

El fruto del Espíritu Santo es un gajo de cinco partes, simbolizando la unidad del cuerpo de Cristo, por eso Él es la razón de ser de nuestra vida. El fruto que damos en el Cuerpo, la iglesia, es el resultado del poder inherente del ADN celestial que Dios ha puesto en cada uno de sus hijos, como lo hace con cada planta; Dios obra a través de cada uno, conforme a su esencia, así como las plantas producen frutos deleitosos, así nosotros debemos deleitar el corazón de nuestro Creador con nuestra vida.

Pablo era un profundo conocedor de la teología bíblica y la política, pero cuando conoció a Cristo cara a cara, estimó todo como pérdida y como basura por amor a su Señor y por la excelencia de su conocimiento,  Filipenses 3:8. Es por eso que el verdadero fruto que podemos dar, solamente se hace por la intervención del Espíritu Santo en nuestro corazón; porque así como el ADN de cada planta está en lo más profundo del núcleo de su célula, también muy dentro de nuestra alma, en lo profundo de nuestro corazón, el ADN de Cristo, está proveyendo la esencia de su sabia divina nutriendo nuestro ser integral, produciendo su carácter en cada cristiano, para que transmitamos ese ADN y deleitemos al Dueño del cultivo.

Y así como la planta requiere de luz para la fotosíntesis y el procesamiento de nutrientes, la luz de Cristo mediante su palabra nos proporcionará el poder para ser árboles fructíferos, YO SOY la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida, Juan 8:12. Y asó como una planta no puede dar fruto si está en la oscuridad, si alguien anda en las tinieblas del mundo sin Cristo, no podrá dar buen fruto; pero como Cristo es la Luz, si andamos en Él tendremos vida para producir abundante fruto, Y serán llamados, árboles de justicia, plantío de Dios, para gloria suya, Isaías 61:3b.

La palabra de Dios es agua viva que limpia, purifica y santifica desde lo más profundo de nuestro ser; la mujer samaritana conoció la Luz de mundo, Él le dio agua viva, y la mujer fue transformada, luego ella compartió a los de su pueblo la Palabra viva del Verbo eterno y ganó para Cristo a toda Samaria. Ella vino a ser esa buena tierra que dio fruto al treinta, sesenta y cien por uno y llegó a ser árbol fructífero ante los ojos de Dios.

Tristemente hay muchos terrenos donde cae la semilla de la palabra y aunque dan frutos y flores, no son de la mejor calidad, Marcos 4:4-8; porque sólo un buen terreno regado con agua limpia y pura hace producir lo mejor, Juan 4:14. El terreno de Dios son nuestros corazones donde Él siembra la semilla de su palabra para que seamos los mayordomos que multiplican el fruto en el terreno de su reino.

Pero no solo el terreno y el agua son necesarios para que un árbol y una planta den el mejor fruto, es necesario acudir a la poda, el campesino con machete, tijeras y desinfectante, va cortando las hojas secas y las ramas desgajadas, rociando con el insecticida las partes dañadas por la plaga y los bichos. Del mismo modo actúa Dios con sus hijos, Y ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por lo tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego, Mateo 3:10.

El divino Labrador está pasando por Colombia y muchas parte del mundo, para arrancar, destruir y derribar, pero también para podar, pulir, desinfectar y plantar para luego edificar. El Padre es el Labrador de su plantío, porque hace tiempo que viene a buscar fruto, y no lo halla; entonces las cortará, para que No inutilicen también la tierra, Lucas 13:7.

Y así como las plantas sufren y les brota la sabia cuando son cortan sus ramas, también nos causará dolor la poda del divino Labrador, pero al final se cosecharán los mejores frutos, ese es el proceso de permanecer en Cristo. Porque su palabra nos enseña que la disciplina y el castigo no causan gozo en el momento que lo recibimos, porque nos duele, pero así se aprende la lección que Dios nos quiere dar para vivir en PAZ y que hagamos el bien. Hebreos 12:11.

La disciplina, la reprensión y castigo de Dios al final causará arrepentimiento, y nuestro Amado Dios, siempre ha estado llamando al arrepentimiento a muchos pueblos, Jeremías 18:7-8 y 11. Él desea un cambio de actitud y estilo de vida radical en todos nosotros. El comportamiento humano no puede seguir ciñéndose a una respuesta ante los estímulos del entorno; debe haber un cambio radical, con el propósito firme de no volver a caer en lo mismo, no seguir viviendo en el pecado. Hagan entonces, frutos dignos de un arrepentimiento genuino, Mateo 3:8.

Es urgente un cambio radical de nuestra vida, para que tengamos fruto de alabanza de labios que confiesen el nombre del Eterno Dios de amor, Hebreos 13:15, para que mostremos fruto de santificación, Si es que hemos sido liberados del pecado y hemos sido hechos siervos del Dios vivo, para recibir al fin la vida eterna, Romanos 6:22. Lo bueno que hacemos en Dios debe brotar desde un corazón limpio de pecado y maldad.

Si somos árboles del plantío de Dios, también tenemos que dar fruto de justicia, pero esa justicia debe ser la de Dios contra la nuestra, porque es Dios quien da semilla al siembra y pan al que come, Él proveerá y multiplicará nuestra sementera, aumentando los frutos de nuestra justicia en Él,  2 Corintios 9:10.

Algunos creen que Dios es sólo amor, compasión y misericordia, imaginan que Dios es alcahuete ante la maldad, pero ignoran que la Escritura dice que Dios también es fuego consumidor y ejecuta sus juicios, Deuteronomio 4:24 y Hebreos 12:29, Dios es íntegro y totalmente santo. Por eso es necesario comprender que como el fruto de Espíritu Santo es completo, también nuestra entrega a Dios debe ser completa, y en esa entrega se reflejará nuestra identidad de hijos de Dios y redimidos en Cristo, debemos marcar la diferencia frente a quienes no conocen al Salvador, así que por sus frutos los conocerán, Mateo 7:17-20.

Daremos buen fruto si establecemos como prioridad a Dios en nuestra vida; un alma alineada a Cristo, que se apasiona por su presencia y anhela ardientemente una continua comunión íntima con tu Creador, será regada con las aguas vivas de su palabra, produciendo la abundancia de fruto en el Espíritu para gloria de Dios y multiplicación de su plantío.

Debemos estar atentos contra la cizaña que quiere sembrar el diablo, pues no ignoramos sus artimañas y maquinaciones; para vencer eso, hay que apasionarnos por la dulce presencia de Cristo, y rodearnos de la gloria de su Espíritu, para que el Padre, el Labrador del plantío, nos ayude a vencer las mentiras y el engaño del enemigo y no nos dejemos enredar en su telaraña.


Padre amado, te alabamos por tu grande amor, fidelidad y misericordia, llenamos más y más de tu presencia, para que nuestro amigo el divino Espíritu Santo siga completando la obra que Tú empezaste en cada uno de nosotros, ayúdanos a ser esas ramas que se hermosean en tu palabra y dan fruto abundante para tu reino, en el nombre de Jesús tu Hijo amado, nuestro Salvador, te lo pedimos, Amén.


Comparto este mensaje que nuestro Buen Dios puso en los labios de uno de sus siervos, lo escuché y mi corazón solo puede agradecer al Rey Eterno porsu gracia,amor y fidelidad.